back to top
InicioInfidelidadMaría, la mejor para el squirt

María, la mejor para el squirt
M

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 7 minutos

Hacer el sexo con María, fue una maravillosa experiencia, sentir la deliciosa lluvia de una acabada que llenó mi boca y encendió el deseo por conocer como lo disfrutan otras mujeres.

Es una historia surgida de la seducción y la fantasía, surgida de esos momentos de ocio laboral, cuando el descanso motiva a la confidencia y complicidad.

Era habitual en esos momentos de ocio compartir y confidencias, obviamente no tenemos mucha variedad temática, fútbol y mujeres, en esta ocasión fue la segunda opción.

Casado, con quince años menos (voy por los 45) durante esas charlas de amigos nos compartimos aventuras y hasta las relaciones maritales, de tal modo que cuando comenzó a contar intimidades del sexo con su esposa y la manera tan especial que tenía ella de expresar el orgasmo me dejó tan sorprendido como interesado en conocer algún detalle más.

Hasta ese momento solo había sabido de la capacidad de algunas mujeres para llegar al orgasmo y tener el squirt, pero solo de comentarios y de alguna porno, pero ahora tenía información en directo y en primera persona. Entre ambos se había generado bastante confianza para comentar cosas del sexo en el matrimonio, pero cuando mencionó la cualidad de su esposa de producir el squirt, debió haber percibido que el tema me había interesado, y tal vez para dársela de sabiondo fue contando detalles.

-Te he sorprendido

– Sí, claro, solo había visto una vez en una peli, pero…

– Queres saber más?

– Sí, claro me interesaría conocer más detalles de cómo es… bueno tu sabes… conocer detalles.

La curiosidad podía más que la prudencia, él lo había notado y contó que cuando llegaba al orgasmo no solo lo gritaba sino que esa “eyaculada” del squirt era algo que no paraba de acabar.

La curiosidad me podía, pero no encontraba la forma de saber más del tema y por temor a mostrarme como un pajero no me animé a preguntarle más, fue la causalidad que vino en mi ayuda. Eran tiempos donde los teléfonos celulares solo servían para hablar y enviar mensajes de texto, y precisamente en esa ocasión el amigo debía de enviarle un mensaje a su esposa pero se había quedado sin crédito. Obviamente al escribirle a su esposa su número quedó registrado.

Estuve tratando de aplacar la curiosidad por llamar a María, su esposa, en un momento de calentura tomé coraje, vencí el pudor y la llamé. Cuando atendió le dije soy Juan y no sé de qué modo tengo este número y por eso te llamo, breve charla pero interesante, ella tratando de saber quién era y todo eso que sucede cuando recibes el llamado de un extraño. Palabra va palabra viene, la cuestión fue que le pedí si podíamos conocernos, la respuesta fue un rotundo no!

Nuevamente la causalidad asomó en el horizonte, en ocasión del fallecimiento de un compañero de trabajo, correspondía asistir al sepelio, algunos compañeros fueron con sus esposas, entre ellas estaba María, esa lejana tentación que no dejaba de ocupar mis momentos mas calenturientos para comprobar como sería es lluvia de su squirt cuando pudiera conseguirle un orgasmo como el que me tenía obsesionado.

Quizás sería mi única oportunidad para acercarme a ella, era el todo o nada, en el breve intercambio de palabras confesé mi pecado, que había sido yo, Juan, quien la llamó y le había pedido conocernos. Me pareció algo sorprendida, pero enseguida llegó su marido y el intento quedó solo en eso.

Un par de meses después de ese fugaz encuentro, recibo un llamado de una mujer que dice:

– Hola Ruth como estás?

– No soy Ruth, soy Juan… (como la tenía agendada sabía quien era)

– Ah, ok… ok, disculpa creía que…

Todo se quedó en ese llamado de María, que mi deseo por ella me hacía creer que todo había sido adrede, un intento por saber de mis intenciones o qué?

Dejé pasar unos días y me atreví a llamarla: – Hola María, no soy Ruth soy Juan y quería saber más de ti, ella se excusó de la llamada anterior aduciendo que fue por error

La charla se hizo amena, y quedamos en volver a hablarnos, de ese modo lo hicimos por varios días hasta que una tarde la llamó, diciendo que esa tarde no fui a trabajar y que quería invitarla a tomar un café y seguir la charla, que estaba decidido a no aceptar un no por respuesta. La osadía de atreverme a ir de frente fue lo que provocó que aceptara. Le propuse encontrarnos en un bar discreto no tan lejos de su casa, había cubierto la excusa de decir que estaba su marido.

Me costaba disimular mi deseo por llevarla a la cama, pero debía ir con precaución para no asustarla. Las prevenciones fueron innecesarias luego de una breve charla trivial, llegamos al tema de la intimidad y la seducción mutua nos facilitó las cosas. Ella tenía miedo a ser vista con otro hombre, no era tiempo de pensar, le dije de retirarnos y que fuéramos a un lugar que conozco. – Que sea discreto (dijo)

-No tengas dudas será bien discreto, solo estaremos los dos. (sonrisa cómplice)

Subimos a mi automóvil y conduje lo más rápido posible hasta el hotel más próximo, no fuera que María se arrepienta y me quedara con esa calentura que venía acumulando, creo que desde el mismo instante que mi compañero describió su capacidad de producir esa “acabada” tan especial.

Todo era urgencia, prisa por concretar el deseo de disfrutarnos, el tiempo apremia, la calentura exige. Tan pronto estacionamos y corrimos la cortina que da privacidad a los autos, nos comimos la boca, las lenguas hablaron el húmedo lenguaje del deseo, las manos escribían la calentura en carne propia. Bajamos rápido, subimos al cuarto y tan pronto se cerró la puerta nos dejamos caer enredados en pasión, la infidelidad con la mujer del compañero motiva y acrecienta las ganas de probar a esa esposa tan ponderada.

La prisa y el deseo me habían puesto tan nervioso que me costaba desabrocharle el jean y menos desabrochar la hebilla de los zapatos de tacón alto, ella colabora con mi torpeza, se quita el top para quedar en tetas, ofreciéndose tan solo con la escueta tanga.

Mientras termino de quitarme el pantalón puedo observar en el espejo ese delicioso cuerpo que estoy por “comerme”. Desnudo me ofrezco a ser escrutado por la mirada ardiente de Maria, mientras la visión de su desnudez me pone loco, el culito redondo es la perfección, y esas tetotas son la tentación desnuda que redime tas culpas por hacer cornudo al compañero de tareas.

Las caricias sobre su cuerpo le hacen olvidar la infidelidad y calmar el nerviosismo inicial, se deja llevar por el camino de la seducción, las mamadas y succión de sus pezones la transportan a esta realidad donde los cuerpos se friccionan, y enredan en el mismo deseo. Presuroso me deslizo lamiendo su vientre hasta colócame con la boca entre sus piernas, frotando los labios de la vulva con suavidad para alucinar con el aroma de su sexo.

Los gemidos de María transportan a un universo de pasión desconocido, colocado frente al sexo para poder llenarme la boca de su sabor, elevando sus piernas sobre mis hombros me vuelvo a sumergir en el mar de su deseo, la calentura la invade y desconcierta, su orgasmo es una sinfonía de gemidos y la lluvia de su acabada me llena la boca de sabor y calentura.

Fue un descubrimiento, alcanzar es,e premio del que se vanagloriaba mi compañero y me hacía desearla tantas noches de insomnio, ahora esa deliciosa lluvia de pasión era toda mía, no la solté hasta que dejo de producirla. Quedamos rendidos, ella seguía estremecida por el tremendo orgasmo que consideraba mi obra maestra, nunca antes había sentido ese placer, ahora disfrutado por partida doble, el mío y que me regala María.

– Amor, aun no te viniste

– No, pero con este orgasmo tuyo me siento tan satisfecho…

– Pero aún tenemos tiempo, ven que te voy a regalar el mejor polvo.

El encuentro solo había escrito el prólogo, ahora vendría lo mejor, ella se había entregado a disfrutar y hacer disfrutar como nunca, lo decía con palabras sencillas pero con la profundidad del deseo más intenso.

Aun tenía el pecho bañado por ese squirt tan abundante, cuando María vino para ponerme en máxima erección, pajeando y mamando la verga como ninguna antes. Esta mujer sabía como poner a un tipo en su máxima calentura. Giramos hasta colocarnos en un 69 alucinante, la vorágine de la calentura nos incendia y predispone para un nuevo orgasmo de ella, esta vez casi no tuvo lluvia, solo una mínima humedad, seguí mamando hasta robarle dos nuevos orgasmos.

– Vamos amor, te necesito dentro, necesito tu leche…

Una visita a su boca era el paso previo a visitar la otra boca, la vertical. La calentura de esta mujer era algo de no creer, si parecía que los labios de la vulva aletean como una mariposa atrapada, se me ofrece, eleva las piernas para que pueda descansar los talones sobre mis hombros. Me dejo ir dentro de ella, con todo el peso de mi deseo, enterrada de un solo envión, el bombeo vuelve a poner en marcha la calentura de esta hembra, nuevamente comienzo a sentir los jugos que salen de su conchita, sentir ese nuevo squit me alucina y descontrola.

Penetro con pasión, con las manos debajo de sus nalgas la atraigo para darle verga hasta el límite de lo posible, ella se agarra de mis brazos para aumentar la penetración. Nos dejamos llevar por los impulsos de una penetración salvaje, los gemidos de ella se vuelven gritos que se ahogan en su garganta. Un empellón y se la mandó con todo, adentro, un bufido que me salió desde lo profundo fue el acompañamiento de una acabada con todo. Pequeños movimientos de pija crean el espacio para vaciarme por completo.

Luego de haberme vaciado en ella, me voy retirando, despacio para poder apreciar y disfrutar como se escurre de su vagina el semen que me había sacado.

Un momento de relax, nos permite compartir unas cervezas y ayuda a conocernos, a poder ser algo más que cómplices de un lujurioso acto sexual, el vidrio me permite el disfrute de verla ducharse mientras me deleito fumando un cigarrillo

Regresó envuelta en la bata de baño, en el borde de la cama se abre para lucir su desnudez, apabullarme con esas tetotas que me vuelven loco, las pone en mi boca y luego se arroja encima de mí para comerme la boca, mientras con la mano vuelve a ponerme “al palo”. Sin darme tiempo a nada cambia la posición, ahora en cuatro patas, de perrita, se ofrece a su macho creando un momento de indecisión, sabe leer los gestos.

– Vamos!, soy toda tuya… por donde quieras entrarme

No necesité que repita la orden, voy decidido, conociendo el próximo destino de mi leche.

Un breve paso por esa conchita húmeda, solo para humedecer el miembro, le ordeno que se abra las cachas que le voy a entrar por el ano. Fue un viaje de ida, solo apoyarla en ese culo abierto con sus manos para favorecer la entrada, entrar la cabezota y luego un empellón suave pero sin pausas hasta que la tuve toda dentro de su culo.

La tengo gorda y sentía el quejido de María cuando entró toda, arquea la espalda y vamos tomando ritmo. Sus manos frotan la vagina, es la entrega total.

Su excitación vuelve a tomar intensidad y decisión, ajena al dolor de la penetración se entrega sin reservas, solo importa que su macho le haga llegar al orgasmo.

Nuevamente esa deliciosa lluvia vaginal comienza a ser el prólogo de un orgasmo.

– Vamos, vamos! Rómpeme el orto, vamos dame fuerte, quiero acabar con tu leche. Rómpeme el orto!!!!

Su ruego era la motivación para tomarla con fuerza de los cabellos y darle pija sin compasión, tomando velocidad y profundidad, algunas sonoras nalgadas matizaban el chapoteo de la verga. Se viene con abundante squirt, las sábanas se mojan, el bombeo se impone con la fuerza y . urgencia de darle pija a esta hembra insaciable. Nada importa, solo romperte el orto a esta yegua, satisfacerla como si fuera su último deseo, los gemidos se hacen gritos de lujuria y de dolor en su garganta, no me importa, solo puedo escuchar mi respiración agitada y la urgencia de una acabada.

Esa eyaculada fue algo de lo que no tenía memoria, jamás me había costado tanto poder acabar, pero esta cueva estrecha y la particular forma de venirse de María colmaban todos los deseos.

Fue una venida, brutal, intensa, con la violencia del deseo a flor de piel, ambos nos dejamos llevar por los instintos mas primarios, solo importaba acabarle dentro. Ya no importaba el culo dolorido, era el momento del relax y reconvertir el dolor anal en placer. Tendidos de costado, en cucharita, disfrutamos ese momento que nos compartíamos.

La ducha fue reconfortante, la lluvia que venía para apagar los fuegos de la pasión.

Pero aún no estaba todo escrito, previo a abandonar el hotel escribimos la última línea, una chupada y el orgasmos anticipan a la mamada de pija y acabada en su boca.

Luego la despedida, el beso y la promesa implícita de que nos debemos una próxima vez.

Esta fue la historia de Juan que pidió le ayude a contarles.

Lobo Feroz y nuestro amigo esperan sus comentarios en: [email protected]

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.