Miércoles, 9 am
Aproveché que tenía un par de horas antes de ir a clase para ir al gimnasio, por lo que llegué, me cambié, corrí un rato en la cinta y entre en la zona de musculación.
A esas horas, el gimnasio al que voy suele estar más o menos vacío, ya que es pequeño, no hay muchos socios y los que hay suelen ir más a la tarde (la gran mayoría de los días que voy a esas horas o estoy solo o hay algún paisano entrenando).
Pero ese día coincidió, que en aquella sala había dos chicas entrenando juntas. Parecían bastantes pequeñas, no creo que tuvieran más de 18 años, y se las veía bastante buenas, fruto del gimnasio. Estaban escuchando música y cuándo acababan la serie se ponían como a bailotear levemente frente al espejo de la sala.
Yo estaba al otro lado de la sala y las observaba. Tras un rato, mientras yo hacía mis ejercicios crucé miradas con una de ellas, tras lo cual retiro la mirada rápidamente y se echó unas risas con su amiga. Yo también me reí, ya que supuse que a esa chica le había interesado de alguna forma, pero no le di importancia.
No hubo más eventos destacables durante todo el entrenamiento, y cuándo acabé, me marché a duchar dejándolas allí.
Me estaba enjabonando el cuerpo cuándo de repente, noté como unas manos recorrían mi pecho. Cuando me volví para ver que estaba pasando, reconocí a la chica con la que había cruzado miradas previamente, la cual se había colado en el vestuario de hombres y allí la tenía abrazada a mi espalda como Dios la trajo al mundo.
“Había pensado que podíamos ducharnos juntos, y así ahorramos agua”-me susurró ella al oído, mientras bajaba su mano dirección a mi entrepierna, tras lo cual, agarró mi pene y lo estuvo masturbando.
Me di la vuelta y le di un profundo beso, a la par que agarraba sus nalgas con fuerza mientras que ella seguía trabajando en mi pene. Al acabar el beso, se arrodillo y se dispuso a chupar mi pene. Chupaba que daba gusto, me costó un montón no correrme.
Tras un rato, se puso en pie y me indico que me tumbara en el suelo de la ducha, y se sentó encima de mi abdomen. Me besó, mientras agarraba mi pene y lo apuntaba a la entrada de su coño. Cuando lo colocó, se sentó encima soltando un pequeño gemido y comenzó a cabalgarme.
Puso sus manos en mi abdomen y gemía bajito, ya que no era plan de que nos oyeran follar en todo el gimnasio. Me estaba follando a un ritmo monstruoso, tanto que a los pocos minutos yo ya estaba a punto de correrme. Iba a abrir la boca para avisarla, pero a la primera sílaba me puso la mano en la boca y me dijo.
-Cállate.
Entre lo cachondo que estaba y lo sensual que me pareció como le dijo, me corrí en ese mismo instante, tras lo cual ella gimió un poco más alto y volvió a apoyar sus manos en mi pecho.
Tras unos segundos se levantó, me dijo adiós pícaramente y se marchó, dejándome allí empantanado. Acabé de ducharme, me vestí y me marché, intentando procesar lo que acababa de pasar.