Hola y gracias por seguir leyendo mis relatos, les recuerdo mi nombre: soy Paulina, Tengo 33 años bastante bien vividos y soy una mujer TV a tiempo completo, esto básicamente quiere decir que a la actualidad realizó todas y cada una de mis actividades y me desempeño en cada una de ellas en el rol femenino. En la calle, en mi casa y en la intimidad respondo como dama, como mujer y como puta respectivamente.
En esta ocasión les voy a contar otra experiencia cuando era más joven, este relato tiene lugar en la CDMX, y nos remonta al año 2007, teniendo yo mis tiernos 20 años y para ese momento ya bastante bien vividos. En ese punto de mi vida, si bien no era ya una mujer hecha y derecha, si ya tenía mis gustos y preferencias sexuales bien definidas, era yo un chavito gay pasivo afeminado con rasgos sumamente andróginos, por lo que siempre llame la atención del sexo masculino y nunca faltó quien me hiciera el favor. Una de estas oportunidades es justamente lo que nos lleva a este relato, en el conocí a mi coprotagonista, Armando Abad, no recuerdo más sobre él, pues lo nuestro fue un encuentro fugaz que no volvió a repetirse, aunque si volviera a verlo, con gusto repetiría. En fin, ojalá les guste:
Era jueves por la noche, todo el día había sido frio, y a eso de las 5 pm había empezado a lloviznar y ya no se había detenido, era una de esas noches frías de otoño que avisaban como vendría la época decembrina. Como espejos en el piso, los charcos dejaban ver las sombras de edificios y las luces de la ciudad, justamente estos charcos es lo que me mantenía distraída, pues me encontraba caminando con la gracia de una chica tratando de evitar los charcos para no mojarme los pies. Venía saliendo de la estación de metro consulado ya solo para caminar un par de calles y llegar a la casa de mis padres, está calle siempre estaba iluminada tenuemente por el alumbrado público, por eso prefería venirme por allí que le la otra calle paralela que siempre está más sola y menos iluminada, pasaban de las 9 PM, había sido un día pesado en la escuela y en el trabajo, caminaba en verdad exhausta. A pesar de que vestía como niño, mi apariencia y la manera de mi caminar me delataban ante la sociedad, aquella noche vestía un pantalón de vestir que me quedaba muy ajustado debido al tamaño de mis caderas y de mis nalgotas, una camisa de vestir también arreglada para quedarme más ajustada de lo normal, y zapatos con un discreto tacón perfectamente bien boleados, un abrigo que parecía más de niña que otra cosa, y claro, por debajo una tanga negra.
Sin duda la lluvia me había retrasado más de lo normal, a lo lejos el motor de un auto se escuchaba cada vez más cerca, volteé un poco la cabeza hacia un costado para mirar, el auto venia en la misma dirección que yo, lentamente comenzó a detenerse y exactamente a lado mío se detuvo por completo, era una camioneta Ford gris muy bonita, sus cristales negros reflejaban mi sombra obscura y poco clara por la tenue luz amarilla del alumbrado, el cristal más próximo a mi comenzó a bajar dejando ver el interior apenas visible por las pequeñas luces del auto-estéreo, una silueta apenas visible de la única persona en el vehículo se proyectaba en el lado del conductor, el rompió el silencio cuando dijo:
AA- Buenas noches, y perdone la molestia, estoy un poco perdido… hacia dónde se encuentra la Avenida Robles Domínguez?
P- Ammm… como a 3 cuadras así derecho, luego doblas a la derecha, manejas de frente hasta encontrar el semáforo y esa es la avenida.
El hombre volteo hacia enfrente como si pudiera ver el camino a seguir, luego volteo a verme, volvió a voltear, tardo unos segundos y volteo a verme diciendo.
AA- Perdona mi atrevimiento… para dónde vas tu? Mira la verdad ando bien perdido, te molestaría si me indicas por donde, te dejo donde tú me digas, claro si vas hacia la misma dirección sino no te preocupes.
Tal vez fue su voz, la amabilidad con la que hablo, lo rico que olía su vehículo por dentro, la lluvia y la fría noche y el no querer sortear más charcos, o algo que no se, que me hizo aceptar su propuesta, asenté con la cabeza, estiré el brazo hacia la manija de la puerta del copiloto, antes de que mis dedos tocaran su objetivo, la puerta emitió un sonido mecánico, abrí sin problemas la puerta. Entonces mientras me sentaba en el asiento del copiloto se presentó:
AA- Buenas noches, mi nombre es Armando Abad, me indicas por donde manejo?
P- Si, derecho.
El auto comenzó su andar, el interior estaba obscuro, su ambiente era ligeramente más cálido que afuera pero claro mucho más agradable. Mientras avanzaba el auto, las luces del alumbrado público pegaban una y otra vez por nuestros cuerpos, dejándonos vernos por instantes de la cintura hasta nuestros rostros antes de que de nuevo la oscuridad nos invadiera hasta encontrar la siguiente luz, esa fue la primera vez que pude verlo perfectamente, era un hombre maduro, de una edad entre 50 y 55 años, con un cuerpo bastante atlético, vestía muy elegante lo que indicaba que seguro venía de trabajar, el olor de su camioneta por dentro como ya lo recalque, fue lo que me invitó a subir antes incluso de verlo a él.
En esos instantes me entró una atracción efímera por Armando, me recordaba mucho por su forma de ser al hombre que en ese momento era mi jefe, del cual estaba enamorada y de quién hay varios relatos que ya he dejado por aquí. Un sin número de ideas bien cachondas comenzaron a suceder en mi cabeza. La enorme camioneta se había desplazado unas cuantas calles, cuando le dije que doblara a la derecha, él maniobro con maestría, el coche obedeció y sus ruedas giraron hacia la derecha con suavidad. Yo iba totalmente embobada con él, cuando de pronto su gruesa voz rompió el encanto, me dijo:
AA- Te molesta si hago algo incómodo?… Por precaución y seguridad.
Estaba tan distraída mirándolo de reojo y pensando cosas indecentes que ni alcance a entender su pregunta, mucho menos a responderla cuando sus manos llegaron a mi cuerpo, como si se tratase de un cacheo policiaco pero muy light, el toqueteo cerca de mi pelvis y el modo que pasó sus manos por mis anchas piernas y mi cadera hizo encender algo en mi interior, no sé si él se percató, pero cerré mis ojos pues un brote de cachondez estaba a punto de invadirme, y eso para Paulina siempre fue muy peligroso, el continuó con lo que hacía, y muy amablemente me indico presionando mi espalda hacia el frente que me inclinara ligeramente como hacía el tablero de su camioneta, yo que ya me encontraba en un borde de excitación lo obedecí sin razón, sus manos tocaron mi cintura por la espalda y el detonante de mi puteria llegó cuando toco parte de mi trasero y espalda baja, en un instante sentí que se detuvo, solo un par de segundos, pero fue más que obvio que se detuvo porque logro sentir el borde de mi pequeña tanga. Entonces me dijo:
AA- Perdóname por favor, es que en estos tiempos no se debe confiar en nadie, perdóname en verdad.
El me pedía disculpas sinceras, como si me hubiera ofendido, quizá en su cabeza sentía que me iba a bajar porque se había propasado o algo así, hasta que se percató que lejos de lo que él creía, yo me había puesto cachonda. Entonces con voz melosa le dije:
P- No te preocupes… Por cierto me llamo Paulina. Y es verdad, una también debe cuidarse…
Armando a manera de respuesta levanto las manos y me pidió que lo revisara de la misma manera, yo lo comencé a tocar por las piernas y abdomen, mis manos por segundos rozaron su entrepierna, me percate entonces que un enorme bulto comenzaba a crecer un poco más abajo de donde yo tocaba, no pude evitar que mi mirada se posara en esa evidente protuberancia, Armando se dio cuenta de esto, así que me dijo:
AA- Perdóname por favor… No puedo controlar las reacciones que provoca el tener tan cerca de mí a alguien tan bonito como tú…
P- Esto es un arma?
Fue lo que dije mientras buscaba coincidir mi cachonda mirada con la de él y al mismo tiempo con una mano acariciaba ese imponente bulto, que a través de la tela del pantalón de vestir color negro se sentía enorme y caliente, la expresión del rostro de Armando cambio a un modo de éxtasis total.
AA- Vaya… sabes? Yo podría decirte que no, pero… tu no deberías quedarte con la duda… porque no te cercioras por ti misma?
P- No se… Debería?
AA- Adelante… es un juguete solo para ti…
Estas palabras hicieron magia en mi interior y comencé a pensar en modo Paulina totalmente, ligeros gemidos de deseo salían de mi boca, me puse de rodillas en el asiento en el que momentos antes venía sentada, me incline hacia él, me apoye en su muslo, levanté en automático mis gordas nalgotas y bajé lentamente la bragueta del pantalón de Armando, entonces metí la mano, realicé algunos movimientos con maestría dentro y saque lo que buscaba, una verga gorda y bastante grande se alzaba a unos centímetros de mi cara. Le dedique un par de minutos para admirarla, minutos en los que no deje de estimularla, pues no quería que fuera a perder su dureza, Armando me interrumpió de mi éxtasis visual, me dijo:
AA- Anda niña… no seas maleducada, salúdala de beso…
Armando seguía conduciendo su gran camioneta sin perder de vista el camino, aunque lo hacía a una velocidad bastante baja, no sé si para evitar un accidente o para prolongar más el riquísimo viaje que estábamos teniendo, pero lo hacía con una evidente cara de placer. Incitada por Armando y por el excitante momento que estaba viviendo, y al tener esa gorda vergota tan cerca de mi rostro, me sentía bien cachonda, no dejaba de saboreármela, así que abrí grande mi boca y me decidí a engullirla, y en el primer ataque que hice logré devorarme más de la mitad, sentí la gorda cabeza de ese gordo miembro masculino tocar mi garganta, el sabor de este macho era delicioso, retire mi boca lentamente, los hilos de saliva unían mis labios con esa enorme virilidad, mientras Armando emitía gruñidos de placer, al saber que mis caricias bucales eran del agrado de este macho, decidí que era el momento adecuado para ahora si propinarle a Armando una soberbia mamada que no olvidaría tan fácil, así que comencé el típico movimiento con mi cabeza de sube y baja, a manera de sincronización cada 5 o 6 movimientos la sacaba de mi boca y la lamia desde la base hasta la enorme cabeza. En cada acto en el que esa gorda barra de carne de macho entraba en mi cavidad bucal yo emitía femeninos sonidos y gemidos de satisfacción que resonaban en mi boca tapada por aquella deliciosa verga que devoraba.
Armando manejaba con suma habilidad su camioneta, sin interrumpir lo que yo realizaba entre sus piernas, aunque me percate que pronto giro y se estacionó. Pude ver qué estábamos en la calle Oriente 95, que ya por la noche es una calle solitaria y sin muchos transeúntes o automóviles debido a que es la calle del mercado de la colonia, en esos momentos estaba para nuestra suerte con alumbrado escaso, en definitiva un lugar ideal para lo que acontecía en esa lujosa camioneta. Ya sin la presión de mantener sus sentidos para poder manejar, Armando me tomo de los cabellos con una de sus manos, mientras que con la otra dirigía su gorda masculinidad a mis labios y comenzó a dirigir la velocidad de la mamada que le estaba yo dando, mis manos apenas lograron sostenerse del borde del asiento y de su pierna. Después de varios minutos violándome la boca, Armando me soltó del cabello, en ese momento yo me levanté lentamente, de mi boca escurrían hilos mezcla de mi saliva con su delicioso líquido preseminal, misma mezcla que cubría en su totalidad su vergota, le sonreí coquetamente a este macho y él me regreso la sonrisa, entonces me dijo:
AA- Regresa a lo que estabas haciendo tu putita… Lo sabes hacer delicioso…
Cómo la niña buena que soy, le obedecí sin chistar, y me volví a inclinar para recomenzar la espectacular mamada que le estaba yo dando. Sin separarse de su asiento Armando comenzó a desabrocharse el cinturón y con movimientos rápidos se bajó los pantalones y el calzón hasta sus rodillas, ahora nada impedía comerme toda su gorda masculinidad, los vellos recortados que se asomaban mostraban que Armando era un hombre limpio y evidenciaban su edad, pues pude notar algunos con apariencia canosa pero eso no impidió que yo siguiera disfrutando esa experiencia, pues siempre he dejado claro que a mí los hombres maduros son mi delirio. Armando deslizó su mano derecha en la misma posición en la que estábamos, y la metió por debajo de mi ajustado pantalón, buscaba acariciar mi ano, por la posición en que estaba yo y por lo ajustado de mi prenda le fue imposible, así que se conformó con acariciar mis gordas nalgotas por encima de mi pantalón.
De pronto, un delicioso liquido salado muy bien conocido por mi comenzó a embriagarme, su sabor me incitaba a seguir con mi labor, pues sabía que ese sabor me indicaba que ese premio ya no estaba lejos, en cada acto me comía su vergota tanto como me era posible de un solo golpe y me deslizaba poco a poco de regreso procurando dibujar y memorizar con mis labios cada deliciosa vena y centímetro de la soberbia virilidad de Armando, y una vez que mis labios llegaban a su cabeza la besaba y yo misma me daba ligeros golpes sobre mi rostro y lengua, para después iniciar todo de nuevo, así una y otra vez hasta que entre gemidos de placer por mi parte y gruñidos de mi espontáneo amante, el me anuncio:
AA- Voy a terminar Paulina, por favor apártate…
P- Ummm… Ahhh…
Retire mi boca de su delicioso instrumento masculino únicamente para contestarle:
P- Ni se te ocurra terminar en otra parte que no sea mi boca… Lo que cargas en estos son mi premio!
Le dejé en claro, mientras con una de mis manos palpaba sus hinchados huevos que lucían rebosantes de esperma que mis labios ansiaban degustar, e inmediatamente engullí de nueva cuenta con entusiasmo su vergota, a la que me aferre dejando en claro que no me harían cambiar de opinión por nada.
Pasaron algunos instantes, y de pronto sentí que Amando se quedó tieso por lo que apresure el movimiento de mi mano que subía y bajaba de manera rápida sobre toda la extensión de verga de él, yo sabía lo que iba a ocurrir, por lo que abrí grande mi boca y saque la lengua lo más que pude, al mismo tiempo que gemía yo de placer, Armando comenzó a rugir y gruñir como una bestia emitiendo gritos de placer, y de pronto comenzó a salir en forma de disparos el tan ansiado premio que todas las niñas buscamos cuando mamamos una verga y que salpicó toda mi cara obligándome a cerrar los ojos, los primeros dos disparos se habían estrellado en mi rostro, y conté 3 más igual de cargados que terminaron en el interior de mi boca, después de terminar, Armando exprimió su enorme verga de abajo hacia la punta para que ninguna gota se quedara, yo que ya había abierto los ojos y me percate de esto, lamí la cabeza de este espectacular atributo masculino, tratando de dejarla lo más limpia posible, además de que ya había devorado todo el semen que había caído en mi boca y con la ayuda de mis dedos recogía los restos que habían caído a mi rostro para dirigirlas a mi boca donde las saboreaba y luego tragaba, Armando me veía con satisfacción pero exhausto. Yo lo miraba con una sonrisa de complicidad, mientras con mi mano no dejaba de darle masajes a lo que antes había estado en mi boca. Baje el vidrio polarizado de mi puerta para que entrara aire fresco y mientras lo hacía Armando me dijo:
AA- Conocer a alguien tan bonito como tú siempre va a ser lo mejor del día.
P- Y si la maman bien rico es mejor no?? Jijiji…
AA- Eso es un plus…Te dejo en tu casa? Ya es tarde para que una preciosidad como tú ande afuera…
Asenté con la cabeza, mientras revisaba mi teléfono, tenía 7 llamadas de mis papás, seguro me regañarían pero no me importaba pues me encontraba todavía excitada, llena de emoción y satisfacción. Armando se acomodó los pantalones, y mientras conducía lo fui dirigiendo entre las calles hasta que me dejo enfrente de mi casa. Entonces llegó el momento de decir:
P- Gracias por el rato…
AA- Al contrario bonita, gracias a ti… oye debo preguntar… te debo algo por esto?
P- Oh no… no descuida…
AA- De verdad? Podría darte un obsequio?
P- No en verdad no es necesario…
AA- Vaya… Disculpa es que estuvo en verdad muy rico… Aunque me hubiera gustado poder regresarte el favor…
P- También lo disfrute… te dejo mi número y mejor un día me marcas y me regresas el favor… te parece?
AA- Muy bien…
Le di mi número, y enseguida él me pregunto cómo regresar a la avenida donde nos habíamos encontrado, baje de la camioneta y me incline un poco solo para recordarle las instrucciones de cómo encontrar la avenida que buscaba, parecía que todo había acabado cuando Armando se inclinó hacia donde me encontraba y me beso, entonces cerré la pesada puerta y con un simple adiós que nos dijimos mutuamente, Armando comenzó su andar hasta perderse de mi vista. Nunca más volví a saber de él.
FIN