Un domingo por la noche pasaron un reportaje sobre los cines porno en Lima. Había varios de ellos en el centro de Lima. Desde la oficina donde trabajaba ese tiempo, me resultaba muy rápido ir y venir al centro, aprovechando la hora del almuerzo. Con el morbo a mil y sin buscar nada especial, decidí ir a conocer el que me resultaba de más fácil acceso, que justo me parecía ubicado en la zona más segura.
Lunes y martes no pude ir. El miércoles finalmente me escapé. Llegué, pagué la entrada e ingresé a una sala a oscuras, pues la función era continúa de 10 am hasta las 10 pm. A tientas me senté y poco a poco mi vista se fue adaptando a la oscuridad y pude ver lo que pasaba a mí alrededor. Algunos gays (claramente identificables) circulaban por ambos pasadizos. Se podía divisar a algunos otros mamando verga. Justo en el asiento delante de mí había un anciano, quizás de más de 70 años a quien se la estaban mamando. No podía ver quien se lo hacía.
Espere que un gay se me acercara, pero no sucedió. Comencé a circular como ellos y vi, ya con claridad, a varios mamando por todos lados. Eso me excitó demasiado, pero, en ese momento, ya no deseaba ser mamado, sino ser mamador.
Pero, siendo mi primera vez en el cine, no tenía idea de cómo abordar a alguien para hacérselo. Totalmente despistado, fui al baño a orinar. En el mismo encontré a dos tipos algo mayores, presumiendo de sus penes en el urinario. A pesar de no estar erectos, se veían muy grandes. Rápidamente dos tipos, claramente pasivos, se los ligaron y fueron a sala. Me di cuenta (oh genio) que el baño era uno de los puntos de ligue. Esperé algo más de un minuto y nadie entró. Me ganó la vergüenza y volví a la sala.
Me senté y a los pocos minutos volví al baño. Había un tipo, con la bragueta abierta y el pene erecto que se masturbaba. Me quedé mirándolo, pero sin animarme a decirle nada, entro otro más avezado y, en una, se lo llevó. En ese momento ya estaba un poco loco de deseo. Volví a sala, y en un instante me senté y me paré y volví al baño.
Había un señor moreno, muy feo por cierto y mayor, quizás algo más de 60 años. Estaba orinando y su pene se me hacía enorme, a pesar de estar flácido. Me quedé hipnotizado mirándolo. Al terminar de orinar lo meneo, me miró y me hizo una seña de que lo siguiera. Lo obedecí.
Se sentó al medio de la sala, en una fila vacía. Me senté a su lado y sin mediar palabras, se desabrochó el pantalón, se lo medio bajo, igual el calzoncillo y dejó su pene al aire. Me incliné sobre él y empecé a mamársela. Estuve unos minutos con toda su verga flácida dentro de mi boca. Sentía el sabor de sus orines y extrañamente eso me excitaba.
Comenzó a acariciarme la cabeza y luego la espalda. Su mano bajo por ella y llegó hasta mi nalga. Me dijo “desabróchate el pantalón”, sin titubear lo obedecí. No me lo saqué, sólo lo desabroché y el metió su mano por debajo y comenzó a acariciarme las nalgas. Eso lo despertó y su pene se puso firme.
En un instante ya no pude tenerlo completamente en mi boca, una verga oscura de hombre moreno, gruesa y larga, completamente dura, en contraste a lo flácida que había estado unos instantes antes. Puso su dedo en la entrada de mi ano y comenzó a estimularme, eso me llevó a un nuevo nivel. Tener su dedo estimulándome el ano fue una experiencia nueva e impresionantemente placentera. Le traslade todo mi placer con mis labios y mi lengua. Comencé a gemir y sentí como mi boca se llenaba de su semen espeso. Sin saber que hacer me lo tomé. En la euforia de su vaciada, él introdujo muy ligeramente su dedo en mi ano y llegué también. Sin tocarme. Mi calzoncillo lleno de mi semen y mi boca llena de su semen.
Avergonzado, me subí muy rápidamente el pantalón fui al baño. Me metí a un escusado. Me saqué el calzoncillo. Me limpié con el mismo y lo boté a la basura. Al salir del cine, caminé unas cuadras a una tienda de ropa interior. Compré uno. Fui a la oficina y en el baño me lo puse.