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Maite, mi culo favorito del bachiller (I): Inicio
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola de nuevo. El relato de hoy versa acerca de una excompañera mía de la secundaria, Maite.

Maite era una chica de pelo negro, alta, delgada, ojos algo rasgados (su madre era peruana y su abuelo debía ser japones o algo así), pero lo que más destacaba en ella era su culo: uno de los mejores de los que tengo el gusto de conocer a su dueña.

Era amigo de Maite durante el bachillerato, pero no hice excesivos intentos, ya que durante esa época yo estaba enamorado de su mejor amiga, pero años más tarde, tras verla en una quedada con viejos amigos del instituto, y ver que seguía estando impresionante, decidí empezar a hablarle más e intentar algún tipo de conquista, pero mi entusiasmo se vino abajo un día que quedé con una amiga mía, la cuál era muy amiga de la hermana de Maite, y me dijo que Maite andaba saliendo con un tío un poco cani, que la iba a buscar a casa con la moto y esas cosas. A pesar de que esto me desanimo un poco, yo no acababa de creérmelo, ya que a mi no me había dicho nada en todo ese tiempo, no se veían fotos juntos, y ella subía fotos “algo sugerentes” en verano, las cuales no me parecía que encajasen con una mujer con novio.

Sin embargo, los rumores eran ciertos: en otra quedada que hizo con la gente de mi instituto confirmé que había estado saliendo con ese tío, y no solo eso, sino que nos dio ciertos detalles de sus encuentros: lo hacían sin protección (ya que no follaban con nadie fuera de su relación), lo había hecho en algunos lugares un poco exóticos(en un banco en frente de nuestro instituto, los baños de la facultad), ya que parecía bastante reacia a meterlo en su casa o llevarlo a su residencia de verano(el padre de Maite estaba forrado, y tenían un casoplón en La Coruña, en donde pasaban gran parte del verano), y que lo dejaron tras un intento fallido de “uso de la puerta de atrás”. Esa noche bebimos, y la noté bastante receptiva, así que, aunque me escandalizará un poco alguna cosa que dijo la verdad, me animé un montón, ya que, aunque aquello que me contaron de que tenía novio era verdad, ya no aplicaba, y yo me sentí más motivado todavía a tirarme a esa tía.

Llegó el verano, y a mi se me ocurrió una idea para fingir un encuentro casual: ella me había comentado que iba al gimnasio de un complejo deportivo del que ambos éramos socios, y posteriormente iba a tomar el sol a la azotea, por lo que decidí ir un rato de la mañana a tomar el sol, a ver si aparecía por allí.

Llegué, me eché en una tumbona, y al rato, apareció ella, la cual se alegró al verme.

Maite: Hombre, Marcos, ¿Cómo tu por aquí?

Marcos: Ya ves tú, a que me de un poco el sol, que si no voy a parecer un fantasma.

Ella se río, se echó en la tumbona de al lado, y estuvimos conversando (que habíamos hecho últimamente, como había ido la vida, algún que otro cumplido…). Tras un rato, dejamos la conversación, y ella decidió darse la vuelta para broncearse la espalda. Yo me quedé embelesado viendo su culo, a causa de lo cual me empalmé un poco. En esto, ella se acordó de que me quería enseñar unas fotos de un viaje que había hecho y se sentó a mi lado para enseñármelas, y tras pasar un par de ellas, se percató de mi erección.

Maite: ¿Y esto?-dijo sonriendo pícaramente

Marcos: No soy de hielo.

Tras esto, fue a echar mano lentamente a mi paquete y yo acerqué mi mano izquierda para tocar su culo.

Nos besábamos a la vez que ella había sacado mi pene y lo estaba masturbando, hasta que decidí cambiar de posición y sentarla encima de mis rodillas para poder agarrar bien su culo. Tenía el bañador ya por los tobillos, y mi pene estaba al descubierto, separado de su vagina solamente por la tela de su traje de baño. El roce de su coño sumado al beso tan pasional que nos estábamos dando, hizo que mi calentura alcanzara unos niveles inhumanos. Aparté la tela de su bañador a un lado y justo cuando mi pene estaba a la entrada de su vagina, ella me frenó.

Maite: Sh, Sh, Sh ¿Dónde vas tu tan rápido? Eso te lo vas a tener que ganar con tus méritos.

Marcos: Joder, ¿y me vas a dejar a medias?

Maite: No te alarmes, cielo. Si prometes que no vas a hacer mucho ruido, te la chupo.

Parecía una oferta más que razonable, por lo que acepté. Me acomodé en la tumbona y ella se empezó a atar una coleta, pero yo la detuve, diciéndole que no lo hiciera, que me ponía muchísimo que me la chupase con el pelo suelto. Se arrodillo y empezó a chupármela. No era ninguna profesional, pero no la chupaba mal. Se la introducía bien profundo y se la sacaba cada poco para segundos después volvérsela a meter. Así estuvimos un rato, hasta que yo ya estaba por correrme, y la pregunté que si me podía correr en su boca, ella asintió, y descargue todo en su boca, lo cual tragó y me la siguió chupando hasta que se me bajó por completo.

Me puse el bañador y estuvimos un rato más como si nada hubiera pasado. Nos fuimos cada uno para su casa, con la intención de quedar otro día.

Gracias por leer.

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