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Madura tímida pero ardiente
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Hola, esta vez les platico de una mujer que conocí en Internet, ya llevábamos algunos meses fantaseando respecto al sexo, pasado cierto tiempo decidimos tener un encuentro, antes ella me había platicado que en su matrimonio no disfrutaba del sexo ya que su ex esposo no la complacía o que sólo él disfrutaba.

Me referiré a ella con otro nombre por obvias razones, Úrsula. Llegamos a la cita en un café pues acordamos que primero conversáramos y ahí tomaríamos la decisión de tener intimidad. Después de una hora decidimos hacerlo, nos dirigimos a un hotel discreto en el centro de la ciudad.

La primera impresión que me llevé fue buena ya que Úrsula es una mujer de 45 años, llenita, pero con unas nalgas grandes y piernas enormes, por lo que imaginé tener ese trasero disponible para mí, los senos los tiene de buen tamaño, acariciables y bonitos.

Después de instalarnos en el hotel prendimos la TV y veíamos cualquier cosa mientras, conversábamos cosas irrelevantes y ninguno tenía iniciativa para hacer la faena íntima. Me decidí a quitarme la camisa y a abrazarla para que se sintiera en confianza ella comenzó a ceder mientras nos besábamos y la empecé a desnudar mientras le acariciaba y besaba todo su cuerpo.

Decidí acostarme y ella me quitó el resto de la ropa, ella se posicionó a la altura de mi vientre y tomó mi miembro jugándolo mientras sentía como crecía, a ella le gustaba tenerlo cerca de su cara, después de un momento me dijo "no te lo voy a mamar", yo le dije que no había problema, pero después de unos minutos lo empezó a saborear se lo metió en la boca, realmente ella lo deseaba y yo más; no era una experta mamando, pero me había disfrutar y dejé que ella disfrutara a su manera, después de un buen rato mamando, nos besábamos y ella volvía a ocuparse de mi instrumento.

Llegó el momento en que me dijo que ya se lo metiera pues ya lo deseaba y era verdad pues pude meter mis dedos en su entrepierna y estaba húmeda y caliente. La primera posición que usamos fue de perrito pues quería admirar su enorme culo de piel blanca, un gran espectáculo mientras la embestía poco a poco.

Después cambiamos al misionero, pero lo que ella quería era montarse y moverse a su gusto y yo podía masajearte sus senos y acariciar sus piernas y nalgas. La volví a acostar poniendo sus piernas en mis hombros y le empecé a estimular el clítoris, eso fue algo que disfrutó más.

Después de casi una hora haciendo lo anterior, me dijo que ya quería que terminara y que quería hacerlo montada en mí, así fue y los dos terminamos de manera muy excitante, los dos calientes.

Al terminar, ella se acostó en mi pecho mientras sentíamos los dos como nos escurría la leche. Finalmente nos bañamos y cada quien se fue a su casa.

Me gustó que es una mujer tímida, que le falta experimentar más en el sexo así que acordamos un nuevo encuentro en algunas semanas.

Me quedo con una buena expectativa y estoy seguro que la próxima vez será más placentero mientras tanto tengo en mi mente su hermoso trasero moviéndose contra mí y con su forma penosa de mamarme.

Saludos y pronto habrá más experiencias.

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