Eran ya las 5 de la tarde, y me disponía a tomar una taza de té mientras veía televisión. Fue cuando mi teléfono tomo vida. Tenía un mensaje nuevo, y era de Velen:
"Hola cariño, no soporto estar alejada de ti por más tiempo. Mañana llego al pueblo en el autobús de las seis de la tarde, por favor ven a recogerme ¿sí?, tuya siempre.
Leí varias veces su escrito, cada palabra que me dedicaba; por más trivial que fuese, era importante para mí. La televisión, la taza de café; que ya debía estar fría e inolora, habían dejado de tener sentido. Solo podía pensar en el momento de volver a verla. Que sentiríamos al cruzar nuestras miradas, escuchar su voz de ángel, sentir sus labios en mi piel, su abrazo al saludarme en nuestro reencuentro.
Mi corazón, mi respiración, todo en mi se aceleró. Fui a la cocina y tome un pepino del refrigerador. Me dirigí a mi habitación y después de lavarlo muy bien lo seque y cubrí con un condón. Estaba muy, muy caliente y necesitaba sentirme penetrada.
Me tumbe boca arriba en mi cama y abrí mis piernas con premura ansiosa de comenzar mi sesión de placer onanista. El pepino surco mi coñito con facilidad, pues estaba tan húmedo que se asemejaba a un cuchillo cortando mantequilla. Pronto mis labios comenzaron a pronunciar su nombre:
"Belén, Belén, mi amor… Deseo estes aquí cariño"
Mi respiración se aceleraba, mi boca apenas podía exhalar el aire de mis pulmones debido a mi calentura, mi mano derecha metía y sacaba el pepino cada vez a mayor ritmo. Chupe los dedos de mi otra mano y los dirigí a mi ano humedeciéndolo, imaginado la lengua de mi hija intentando penetrarlo. Esa imagen en mi mente provoco el primer geiser de fluidos. Siempre fui de escupir mucho liquido al correrme. La acústica de mi habitación aumentaba la sonoridad de mis jadeos y grititos de gata traviesa e incestuosa. Mis pezones, hinchados en sumo grado, me dolían como nunca. Y mi cuerpo empapado en sudor se había convertido en un temblor incontrolable y delicioso.
Tras varios minutos de placer, temblores, chorros y corridas mi cuerpo se relajó y mis ojos se cerraban despacio. Sentía una dormidera agradable y mi boca dibujaba una tenue y sugerente sonrisa. Quede dormida con la imagen de Belén y el brillar de sus azules ojos atravesando mi ser.
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Desperté feliz y con una gran energía. Eran las siete y veinte de la tarde. La habitación exudaba sudor y sexo. Tras ventilarla y asearme, tome el auto y me acerque al pueblo a comprar comida, la nevera estaba vacía y mañana llegaba mi amor.
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Hoy era el día, Belén regresaba a casa y mi cuerpo era un mar de emociones. La mañana me pareció eterna, la pase limpiando. No hacía más que mirar el reloj y los minutos parecían horas. Después de comer algo me di un paseo por la playa, necesitaba mover las piernas y oxigenar el cuerpo. Tome un baño y me vestí. Pues eran ya las cinco de la tarde y debía acercarme al pueblo a buscar a mi hija. Llegué al lugar con tiempo suficiente y me puse a fumar, los nervios de volver a ver a mi amor me consumían.
Con puntualidad británica el autobús llego a destino. Sus puertas se abrieron y me acerque a la zona trasera con ansiedad y nervios. Cada pasajero que bajaba parecía hacerlo con suma lentitud, provocando en mi cierto grado de ansiedad sin llegar a incomodarme. Y de pronto todo cobro sentido, su faz de diosa apareció delante de mis ojos, una sonrisa cómplice me invitaba a ir en su búsqueda. Sentía un enorme deseo de abrazarla. Con hermosa destreza mi Belén se acercó a mí con aires de dulzura y cariño pronunciando mi nombre, su voz daba sentido a cada letra, cada gesto y mirada. Los convertía en belleza poética.
-Hola Belén, ven que te abrace- me imploro mi hija con dulzura.
-Hola cariño, ¿Como estas?, como te extrañe. ¿El viaje bien?- pregunte displicente.
-Muy bien cariño, contando los minutos para estar de vuelta, extrañe el pueblo, y sobre todo a ti. ¿Me invitas a un café? Muero por un café Helena.
-Claro que si mi amor, tomémoslo antes de volver a la casa ¿Si?
Frente a la parada de autobús había una cafetería, llevaba abierta al público desde hacía más de treinta años. Siempre que nos acercábamos al pueblo tomábamos algo en ella, ya era como un ritual. La tarde era calurosa e invitaba a sentarse en su amplia terraza. Una joven camarera de melena morena y rizada nos sirvió dos cafés con leche. No podía creer que estuviera en la compañía de Belén, mi felicidad era plena.
Belén lucia tan bonita. Su cabello rubio recogido en un moño, esa sonrisa tan natural, nada fingida, me volvía loca. Llevaba un vestido blanco que le cubría hasta los tobillos, dejaba ver sus delgados y fibrosos brazos. Su escote era amplio y dejaba ver su precioso canalillo, lo que motivo que mis bragas se mojasen.
-Dime Helena, ¿me has echado de menos?- me inquirió Belén fijando sus ojos azules en mí.
-Muchísimo mi amor, en todo momento pensé en ti. ¿Lo dudas?-respondí aguantando su mirada.
-Tus fotos y mensajes lo dejan claro cariño, no tengo duda ninguna. Yo también te pensé y extrañe mucho. Por eso he vuelto tan pronto, quiero estar contigo Helena.- Afirmo Belén acariciando mi mano con la suya.
El contacto de nuestras manos erizo mi vello y me sentí estremecer.
-Voy un momento al baño cariño-
-¿Quieres que te acompañe Helena?- me inquirió Belén con mirada seductora.
-Si por favor quiero que vengas-
Yo estaba excitadísima y tomando a Belén de la mano me dirigí a los lavabos donde nos encerramos en uno de los aseos. Cerramos la puerta y accionamos el pestillo. Sin palabras ni preámbulos nuestras bocas comenzaros a devorarse. Mis manos fueron a parar a su escote, pronto mis dedos entraron en contacto con sus pezones, los pellizcaba. Belén puso sus manos en mi culo, lo apretaba, mientras su lengua jugaba con la mía. Fui levantándole su vestido, quería meter mi mano en sus bragas, penetrarla con mis dedos, sentir su humedad. Sin dejar de besarme, Belén me ayudo a meter mis manos dentro de sus braguitas. Su vello estaba ya empapado y me invitaba a entrar en su coñito. Es lo que hice.
Al mismo tiempo Belén hizo lo mismo. Y busco con gran habilidad y rapidez mi chorreante coño. Nos dedeábamos la una a la otra, a la par que nuestras bocas continuaban unidas, mitigando el sonido de nuestros gemidos producto del placer que sentíamos.
-Así cariño no pares, no pares… Estoy casi a punto. Ahhh, ohhh, mmmm… Así, así… Que bien lo haces Belén mi amor-
-¿Te gusta así amor?, estas empapada Helena, y eso me tiene a mil- respondía mi hija mientras aceleraba su mete y saca en mi chocho.
-Si no pares, no pares que me estoy corriendooo!!
Casi a la par nos corrimos, nos limpiamos las manos con un poco de papel. Nos aseamos como pudimos y tras pagar nuestra consumición tomamos el camino a casa. Era tal nuestra excitación, que a mitad de camino decidimos parar en una zona discreta y allí estuvimos besándonos por unos minutos. Fueron instantes de miradas, caricias y palabras llenas de cariño y dulzura. Nos deseábamos y queríamos estar juntas. Al llegar a casa haríamos el amor…
A solas y en la intimidad de nuestro hogar, tras tomar un baño, Belén me tomo del brazo y nos dirigimos a mi habitación en silencio. Comenzamos a besarnos y acariciarnos. Mi hija me quito el albornoz y mi cuerpo excitado quedo expuesto:
"Que hermosa eres Helena"
"¿De veras te parezco hermosa amor?
"Mucho…"
Me recosté en la cama y deleite mis ojos viendo el cuerpo desnudo de Belén. Se abalanzo sobre mí y comenzamos a besarnos. Mis manos fueron a sus glúteos, jóvenes y fibrosos, los abría y acariciaba con deseo. Mis dedos viajaron a su húmeda vagina para después visitar su ano y humedecerlo con sus fluidos. Mis pezones hinchados me proporcionaban un gran placer dentro de su boca. Belén besaba mi vientre, abrió mis piernas y comenzó a besarme cerca de mi vello púbico. Beso mis labios mayores y busco mi agrandado clítoris para chuparlo poco a poco, como si quisiera alargar el placer y hacerlo infinito:
"Así cariño así no pares… Te amo amor"
"¿Te gusta Helena?… Me gusta tu sabor"
"Gracias tesoro, me gusta mucho"- Respondí mientras mis manos apretaban su cabeza contra mi coñito.
Belén comenzó a besar y chupar mi vagina, saboreaba mis fluidos y me penetraba con su lengua. En ese momento tuve mi primer orgasmo y un fuerte chorro emano de mi esfínter regando la cara y la boca de mi hija…
"Ohhh, siiii. Ah. Así, así cariño sigue, sigue… Ahhh"
Mi cuerpo se arqueaba y convulsionaba sin poder controlarlo. Belén continuaba entre mis piernas saboreando y oliendo mi corrida. Seguidamente se incorporó y compartió con un lascivo beso mis sabores íntimos. La abrace y nos besamos con extremo deseo. Me puse encima y comencé a comerme sus tiesas tetas. Tras mordisquear sus pezones y besar su ombligo fui directa a su peluda vagina. Me le quede mirando un instante como solicitando su aprobación:
"Hazlo ya mama, estoy empapada"- suplico Belén con voz entrecortada.
Obediente bese sus labios y escupí su vagina comenzando a lamer su clítoris. Mi hija apretaba mi cabeza contra su chochito y sus caderas se movían buscando aumentar el placer. Mi lengua viajo a su ano y lo chupe con deseo:
"Asiii que rico lo haces Helena, harás que me venga en tu boca!"
"Hazlo amor, es lo que quiero. Tus jugos en mi boca!" -respondí llena de excitación.
A la vez que le chupaba su ano Belén se frotaba el clítoris. En ese momento me apretó fuertemente contra si con su otra mano y pude sentir un enorme chorro de sus fluidos en mi cara, en mi boca. Era una cascada de aromas y sabores que no quería dejar de sentir:
"Ahhh, siiii cariño, asiiii cómeme amor"-jadeaba Belén en pleno clímax.
Tras deleitarme entre sus piernas y poseída por una enorme calentura me gire y quede encima de mi hija en posición de sesenta y nueve. Enseguida pude sentir en mi vagina los labios de Belén, me comían sin pausa y ansiosamente. Yo movía mis caderas haciendo que mi chocho se frotase con su boca, a la vez que me comía su vagina adornada por sus mojados vellos. No tarde en correrme de nuevo sentada en la cara de mi hija:
"¡¡Ahhh me corro!!, ¡¡Sii joder siiii!!"
Belén se puso a cuatro como una perrita y yo, detrás de ella, comencé a comer su coñito. Mi boca viajaba de sus labios mayores a su ano, a la vez que mis dedos penetraban mi chocho:
"Helena que bien lo haces, ¡me matas amor!"- suspiraba Belén sumida en sus espasmos.
"¿Te gusta cielo?… Quiero comerte sin descanso mi amor".
Belén tuvo otro orgasmo. Y baño mi rostro y mi boca con sus jugos, provocando mi enésimo chorro de placer. Pasaron escasos minutos de silencio, caricias y miradas. Belén tomo mi mano y nos dirigimos al baño, se arrodillo ante mí y dijo:
"Estoy muy excitada Helena, necesito sentirme tuya por completo. Quiero que te orines en mi cara."
Confieso que a pesar de la tarde noche de sexo y amor que habíamos tenido me quede sorprendida por unos instantes, y queriendo cerciorarme de si lo que estaba viviendo era real le pregunte:
"¿Estas segura amor?, no es necesario que lo hagamos. Se que me amas al igual que yo te amo a ti".
"¿Es que tu no lo deseas? No hagas que te suplique Helena, hazlo ya mi amor lo necesito.
Sin más dilación agarre a mi hija de su cabello acercando su cara a mi empapada vagina y comencé a regar su hermoso rostro con mi orina:
"¿Te gusta tesoro?" -pregunte excitada y feliz.
"Ahhh siii mucho cariño gracias…! Mas, quiero más sigue!" -suplicaba Belén mientras acariciaba sus senos empapados de mi orina… Me acerque a ella y bese su boca probando mi liquido dorado.
Tras darnos un baño dormimos abrazadas y desnudas hasta el mediodía siguiente.
Continuará.