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Madre e hija en el metro
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Muy buenas noches, me gustaría publicar un relato sobre un arrimón:

Me llamo Diego, tengo 28 años y soy ingeniero, mido 1,80 y soy de piel blanca, en mis años de universidad hacía mucho ejercicio entonces algo quedó de esa época en mí, se podría decir que tengo buena complexión.

Cómo ya es costumbre todos los días me dirijo al metro (línea b) para trasladarme hacia mi trabajo, siempre procuro dar un rondín por el andén para ver qué par de ricas nalgas encuentro y sobre todo que estén disponibles para formarme tras ellas y poder restregar mi verga al momento de abordar.

El día de hoy todo iba de lo más normal, se me había hecho tarde como de costumbre y llegaba corriendo a la estación para abordar al metro que ya venía llegando. De pronto me pude percatar que junto a mi venían bajando las escaleras dos culos deliciosos, literalmente perfectos, ese tipo de genética privilegiada que solo se encuentra aquí en México, madre e hija entalladas ambas en un par de pants ligeros, típicos de tela de algodón, que más que cubrir resaltaban es par de culos y permitían admirar lo bien formados y lo carnosos que se encontraban, era tal la magnitud de esos culos que se lograba apreciar como al marcar cada paso esa deliciosa pulpa tersa y firme se contoneaba de un lado a otro.

Bajaron a toda velocidad para abordar dirección Buenavista, obviamente me tenía que formar tras de ellas y arrimar mi verga a como diera lugar, afortunadamente eran bastante ingenuas y muy fáciles de engatusar, pues bastó con un par de movimientos de cadera y dos o tres empujones para quedar justo detrás de ambas.

La primera en sentir mi verga fue la hija, mostraba cierto miedo o pena de sentir como poco me abrí lugar hasta ella y sobre todo como mi miembro se ponía duro gracias al roce de su suculento manjar y al vaivén del metro, logro ponerme muy duro, a tal grado que sentí que como si mi verga fuera a explorar de placer, solo podía ver cómo lo disfrutaba de una manera un poco rara, pues no se quitaba y mucho menos le desagradaba, solo creo le daba pena que su madre viera como alguien se hacía una especie de rusa con sus nalgas.

sin embargo en pleno agasaje su mamá se percató de lo que pasaba y con un par de miradas le pidió que se alejara, la verdad sentí que se había acabado la diversión y que en cualquier momento habría problemas, mi sorpresa fue que ocurrió todo lo contrario, la mamá al ver mi verga erecta sobresalir de mi pantalón de vestir se acercó hacia mi y sin dudarlo se puso justo entre su hija y yo.

señores si la hija estaba firme, rica y dispuesta, la mamá era algo de otro mundo, su culo era tan grande, tan carnoso y sus nalgas tan paradas que literal se comió a mi verga, entro todita en su raja y no pude hacer nada más que dejarlo apuntando hacia su la derecha, cosa que aprovecho para mover el culo al compás del metro y así sentir toda mi verga por ambas nalgas.

Todo era tan delicioso que no pude evitar sentir como salía un poco de semen de mi verga y manchaba mi pantalón, fue tanta mi calentura que no dude en sacar mi verga para así sentir ese culo a plena piel, la mamá se percató de esto y no hizo más que pegar más las nalgas a mi y moverlas de izquierda a derecha con todas sus fuerzas, hasta que no pude contenerme y toda mi leche salió, le dejé una mancha gigante en su pants rojo de leche, justo en ese momento íbamos llegando a Oceanía y escuché como le decía a su hija "segura que aquí bajamos?". No podía creer lo que me había pasado.

Siempre había leído este tipo de historias pero nunca me había pasado, al bajarse las dos, solo pude ver cómo la hija incrédula le reclamaba a la mamá por semejante mancha se semen en su culo, mientras que la mamá solo se destinó a reírse, tocarlo y olerlo, sentí tan delicioso que olvide mi mancha en el pantalón y el apeste a semen que invadía todo el vagón, dos o tres mujeres vieron todo lo ocurrido y solo se limitaron a ver mi verga mojada y lamerse los labios.

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