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Luna de miel o Eva Luna (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Estaba ahí viéndola totalmente desnuda y no lo podía creer. Había logrado hacerle sentir un orgasmo y horas antes ni imaginaba estar viviendo un momento como este con Eva Luna. No era la primera mujer que me cogía, pero si la primera mujer-mujer a la cual lograba conquistarle el tesoro de su sexo. Tendría que pasar un año más para conllevar una experiencia igual con una mujer que me doblaría la edad y ese fue el bonito y exquisito momento con la doctora Desiree. Con Eva Luna surgía esa magia de la mujer que a esta edad de 28 años sabe lo que quiere y ahí la tenía frente a mí, completamente desnuda y ahora limpiándose su abdomen y tetas de mi enorme corrida.

Me tomó de la mano y sin decir mucho nos introdujimos a tomar una ducha caliente donde por eso de mi joven edad no me tomó mucho en adquirir otra erección cuando Eva Luna me restregaba y enjabonaba la verga. Una vez removido el jabón y ajustada la ducha donde caía agua tibia con menos presión, Eva Luna comenzó de nuevo a besarme el cuello, bajó de nuevo a mis pectorales y a chuparme las tetillas. Sintió mi erección y poco a poco se fue bajando hasta que su rostro quedó frente a frente con mi falo completamente erecto. Recuerdo que me dio ese cumplido que estimula el ego de cualquier joven de esa edad: – ¡Tienes una hermosa verga! – Y sin decir mucho más comenzó con un felación divina, quizá una de las mejores a ese punto de mi vida.

Eva Luna no estaba apresurada, sabía que esa verga que ahora mamaba estaría disponible para ella toda la noche y quizá parte de la mañana. Su sexo oral comenzaba con unos besos tiernos alrededor del glande y le tomó cierto tiempo que para mi era desesperante para que apenas se introdujese el glande. Me dio una mamada en los testículos mientras con sus manos masajeaba mis glúteos y de vez en cuando sus dedos se introducían en mis nalgas buscando masajear mi ano. Nunca me habían masajeado el ano, pero una mujer a esta edad ya sabe lo que hace y como causar placer. Esa noche, entre esa mamada espectacular, hacía ciertas pausas besándome las nalgas mientras con su mano me masturba el falo. No me mandó al cielo porque ya había eyaculado una vez y que ya tenía más experiencia en controlar mi eyaculación. Una vez comencé a sentir esa sensación la levanté y me acomodé para mamarle de nuevo sus pechos. A Eva Luna le gusta que le mamen los pechos y sentir fuerte presión en sus pezones… es un gemir incontrolable para ella y de hecho luego después me decía que le gusta esa posición del misionero, pues es excitante para ella sentir una verga en su vagina y sentir el calor de una boca mamando sus pechos.

Recordaba los consejos de la gata Sonia, otra chica un tanto mayor que en nuestra primera experiencia, eyaculé en su boca en menos de cinco minutos. Ella fue la que corregía el camino para llevar a tocar el cielo a cada mujer que pasaría en estos juegos de alcoba conmigo. Eva Luna se sorprendió que después de esa mamada a sus tetas, me dediqué a masajearle ese bonito trasero del cual hoy diría sería de unos noventa centímetros. Al principio creo debió sentir pena, pero ella me había hecho algo similar a mi y yo se lo había permitido y es como ella aceptó a que comenzara a besarle las nalgas, pero creo que se sorprendía cuando sentía mi lengua caliente en el canal de su trasero. Poco a poco fue cediendo hasta literalmente tener contacto oral con su ano. Gimió de placer y adoptó curvear su cuerpo sosteniéndose de la pared de la bañera, mientras me daba gusto de saborear ese precioso culo que tiene. En esa posición, comiéndole el culo a Eva Luna, me daba la oportunidad de cachetearle su concha y masajear su clítoris. Sabía que estaba a punto de alcanzar el cielo nuevamente y de repente me pidió que le penetrara la conchita.

Seguimos en la misma posición y está más por decirlo, pero la vagina de Eva Luna estaba más que lubricada. Comenzamos con un ritmo semi lento, mientras con mis dedos en esta ocasión masajeaban la entrada de su ano. Me tomé mi tiempo y las embestidas llevaban ese ritmo semi lento pues de esa manera me podía dar el gusto de sobar su ojete hasta que eventualmente mi dedo pulgar se introdujo hasta el falange medial. Esto le habrá excitado tanto que fue Eva Luna la que desarrolla un vaivén acelerado y solo se escucha el chasquido de mi verga entrando y saliendo de su conchita mientras esta mujer solo gime diciendo: – Dame fuerte, así Antonio, dame así que me vengo… no pares papaíto. – Explotó con otro orgasmo fascinante y le hice un taladreo de dos minutos constantes donde se escuchaba ese choque de sus preciosas nalgas contra mi pelvis. No aguanté más pues sentía a la vez esos espasmos en su vagina y me hizo ver el paraíso una segunda vez. Terminó y Eva Luna se dedica a mamar mi verga cuando regresa a esa condición pasiva y me lava de nuevo con jabón toda el área de mi sexo.

Nos secamos y nos fuimos a reposar donde Eva Luna me hacía plática de lo estábamos viviendo, quizá todavía con la desconfianza pues ella se lo repetía así misma, que no lo podría creer, pues ella continuaba casada. Quizá es por eso por lo que me pide que por favor no se lo cuente a mi prima: ¡Me moriría de pena! – añadía. Luego me daba cumplidos por el tamaño y lo potente que se mira mi verga y la cual masajeaba mientras estábamos acostados en su cama y también cultivaba mi ego diciéndome: – ¡Tienes enorme resistencia, harás delirar a cualquier chica que pase por tu cama! – La verdad que desde esa experiencia frustrante con la gata Sonia, me mentalice en hacer acabar a todas las chicas que buscaran sexo conmigo y me proponía a no acabar yo antes que ellas. Suena un tanto difícil cuando se es joven, pero es alcanzable… manejable.

Mientras reposábamos para encontrar las energías para otra faena, Eva Luna me llevó a la plática que yo no hallaba como empezar, pues no sabía realmente como pedírselo o insinuar. Me indagaba sobre mis fantasías y como había sido esa primera vez cuando me despojé de mi virginidad. Le confesé que no me gustaba masturbarme y ella al igual me confesó que sí practicaba de vez en cuando la autosatisfacción, aunque nunca lo había hecho con juguetes sexuales pues, aunque lo consideraría, le daba pavor entrar a una tienda como estas y hacerse de uno. Fue cuando me preguntó cuáles eran mis fantasías y es donde aproveché a insinuarlo: ¡Hacerle el sexo anal a una chica tan linda como tú! -le dije. No sé si lo hacía como teatro, pero me pareció un tanto sorprendida con mi respuesta. Ella me dijo lo siguiente: – Sabes Antonio, nunca lo he hecho, pero quiero que me recuerdes que fui yo con la que cumpliste tu fantasía.

La verdad que le mentía… yo me desvirgué culeando a una chica con el nombre de Ana y a casi a todas las chicas por esa época les hacía sexo anal. Era como la única opción a falta de un preservativo o condón, pues nadie de esas chicas quería salir embarazada. Recuerdo que con la gata Sonia teníamos sexo anal y oral solamente y raras fueron las veces que me permitió penetrarla vaginalmente y solo eran por unos diez o quince segundos. No sé qué tipos de orgasmos tenían, pues mientras les hacía el anal de lado o en posición de perrito o en cuatro, les masturbaba la conchita mientras las taladraba. Aquí Eva Luna me quería complacer con cumplir mi engañosa fantasía, pero que si vino a valer la pena mi piadosa mentira. De solo decirme aquello, mi verga reaccionó con tremenda erección. Ella la tomó en sus delgadas manos y comenzó a hacerme otra rica y divina felación hasta nuevamente mamarme los huevos y esta vez llegaría a darme besos en esa zona del perineo sin llegar a ser todavía besos negros. Yo le devolví el favor con otra breve mamada a su conchita, la cual ahora podía oler ese jabón con el que nos habíamos restregado, pero después de unos cinco minutos la puse en cuatro sobre su cama, la cual afortunadamente es alta y me quedaba perfecta para hacer estos menesteres. No sé si esperaba ya mi verga en el culo, pero me he dedicado a masajearlo con mi lengua y en aquella posición, la invasión se hace más fácil. Le lengüeteo el culo a placer y escucho esos gemidos de placer y decir: -Antonio, que rico lo haces… tienes una lengua mágica para mamar. -Me pasé chupando ese culo de ojete rosado y sin ningún vello por largos minutos; quizá unos veinte minutos donde literalmente en esa posición de perrito y con la altura de la cama literalmente podía ver caer los jugos espesos de su rica y diminuta conchita.

Créeme que, a pesar de su altura, esta es una de las pocas chicas que tienen este tipo de concha que tal pareciese se desvirga cada vez que uno se la coge, pues se mira una pequeña raya y en esta posición, apenas se miran los labios inferiores. La verdad que la sentí apretada a pesar de que sé no era virgen y tenía unos pechos que describo de copa C, los cuales eran tersos sin llegar a ser sólidos. Me gustaban sus pezones rojizos y el volumen que tomaban al ser excitados. Le comí el culo a placer y después tomé posición para quebrarle ese rico trasero de buen volumen, el que cual parece ser más grande en esta posición de perrito. Le echo saliva a mi verga y comienzo a amenazarla con introducirle el glande. Ella solo me dice emocionada: ¡Hazlo con mucho cuidado… nunca se lo había dado a nadie y con lo tuyo, debes ir despacito!

La verdad que se sentía apretado, pero con la dilatación que le había hecho con mi pulgar minutos antes, eso ayudo para que Eva Luna asimilara el grosor de mi pene que, si no es el más largo, por ahí me han dicho que sí es de buen grosor y asusta a alguna chicas, especialmente en el anal. Tomo posesión y le contramino mi glande al ojete. La altura de la cama es perfecta y eso me hace más fácil esta faena. Me tomo la verga con mi mano para ponerle dirección y presión a la vez. Se va hundiendo y puedo ver con el ojete de esta linda chica se contrae y lo expulsa… respira y lo intentamos de nuevo. Sostiene la respiración y mi glande entra con otros dos o tres centímetros más. Eva Luna solo exclamó: ¡Puta! Duele, pero déjalo ahí… no te muevas. Duele, pero a la vez lo siento rico.

Quizá pasamos de esa manera unos siete minutos, pero poco a poco mi verga se deslizó hasta que mi tronco y mis huevos pegaban en sus nalgas. Ella volvió a exclamar: ¡Puta Antonio! La tengo toda adentro… que sensación más rica cariño… Tienes una verga que me vuelve loca. -Hablaba cosas exageradas y para alimentar quizá mi ego y que quizá a esa edad si lograba. Mi verga es unos 20 a 22 centímetros depende de quien la mida y esta chica tenía cada centímetro de ella en ese orificio apretado y prohibido para muchos. No pasa mucho tiempo cuando me di cuenta de que Eva Luna masturbaba su conchita. Eso me excitó y comencé con un vaivén semi lento y ella me alentó diciendo: – Así cariño, así despacito se siente rico. Podía escuchar el chaqueteo y el chasquido de su masturbación, mientras yo comencé a un vaivén más acelerado. Llegó el momento que literalmente mi verga salía completamente dejándome ver el culo abierto de Eva Luna, para luego volvérselo a enterrar con enorme potencia. Mi taladreo se aceleró cuando me dijo: ¡Dame toda tu verga Tony! ¡Rómpeme el culo así amor! ¡Culéame con todas tus ganas!

Mis embestidas fueron incesantes y a pesar de que teníamos aire acondicionado, pude notar las gotas de sudor sobre las espaldas de Eva Luna y las mías caer deslizándose sobre mis pectorales. De repente ella me dijo con un gemido excitante: ¡Me vengo Antonio! – y lo le taladré el culo con una furia endemoniada y acabé con una potente eyaculación y en ese momento logré sentir las contracciones en el ano e intestinos de Eva Luna. Su cuerpo temblaba de la excitación y me dijo que sus piernas se habían acalambrado de los espasmos. Era la primera vez que una mujer me dejaba ver como mi esperma escurría de su ano… las otras chicas más jóvenes como que les daba pena. Era un paisaje ver esa cascada blanca caer del ano rojizo de Eva Luna. Hasta este momento llevo esa imagen adentro de mi mente. Contrae su ojete y no sé si para expulsarlo o era parte de su instinto orgásmico.

Por tercera vez nos fuimos a bañar con agua caliente. Ella se puso un pequeño pantalón corto con un calzoncito diminuto donde se le salían las nalgas. Un cachetero de color verde y una camiseta de una caricatura de una gatita famosa de color rosa. No usaba sostén y salimos a la sala a comer pizza y tomarnos algún trago más. Con tres palos bien trabajados, hicimos el receso para luego continuar con un maratón de cinco polvos más. Podría decir que usamos todas las posiciones de Kama Sutra y muchas más y a las cuatro de la mañana, Eva Luna se sentía agotada y comenzó a sufrir de algunos calambres. Yo todavía me levanté a eso de las nueve de la mañana y le demandé el mañanero, pues para que sepan, soy más caliente por las mañanas. Ella solo me dijo: ¡Eres increíble! ¡Nunca me habían cogido nueve veces en menos de 8 horas! El rapidín se lo di por el culo y ya el esperma no era tan abundante como los primeros.

Eva Luna sabe montar, tiene una manera espectacular de mover las caderas. Las dos opciones son mágicas: Verla montar de frente y ver esos dos melones rebotando es una delicia… verla montar a la inversa y ver esas curvas de ese culo es un paisaje. El sábado por la tarde no me aparecí, pero llegué el domingo temprano en la mañana y la clavé por lo menos otras cinco veces. Para ese momento ya los huevos me dolían… ya no producían esperma y me quedaban vacíos. Creo que tuvimos unas siete u ocho maratones así con Eva Luna por dos meses y luego me alejé. En ese tiempo estaba muy activo con otras chicas, así que esta mujer mayor debió entender que lo nuestro era solo una bonita aventura. Luego totalmente dejé de saber de ella.

Con el tiempo me la encontré en un restaurante. Para ser especifico, creo que después de diez años. Yo ya estaba casado y tenía a mis dos hijos y, Eva Luna, reconstruía su matrimonio y tenía ya dos hijos también con el esposo que en ese tiempo estaba en la cárcel. Pensé que no me reconocería, pero para mi sorpresa se acercó a mi mesa y me fue a saludar diciendo:

-¿Tu eres Antonio Zena, ¿verdad?

-¡Si! -le he contestado.

-¿Tu esposa?

-¡Si! -y en eso llegó su esposo a sus espaldas y luego dijo:

-Cariño, él es el primo de mi amiga… y Antonio, él es mi esposo.

Nos dimos la mano, nos presentamos todos y luego procedieron a su mesa que estaba a unos cuantos metros de la nuestra. Se miraba hermosa a sus 38 años con un vestido ligero y ajustado. Se me vinieron las imágenes de esa conchita y culo que un día me cogí… estaba muy linda Eva Luna. Con los minutos mi esposa Nadia se fue al tocador en esas cosas que siempre hacen las mujeres y Eva Luna se acercó de nuevo a mi mesa cuando estaba a solas solo para decirme lo siguiente:

-¡Tienes una hermosa y sensual mujer como esposa! Solo quiero decirte que la envidio… que como quisiera gozar de esa verga que ella goza cuando le plazca. Mejor me alejo de ti Tony… de verdad siempre me has sido una tentación.

No supe de ella hasta hace unos pocos días. Ahora Eva Luna tiene 62 años… luce bastante bien para su edad. Se mira que se cuida mucho y hace mucho ejercicio. Por chat hemos recordado esos días de esa experiencia y siempre es grato que una mujer al igual que uno hace con ellas… nos alimenten con sus cumplidos, ese ego que como mujer u hombre tenemos: ¡Que rico cogías… eres el mejor palo que he vivido en mi vida! ¡Que hermosa verga! Ves… siempre me pones en tentación – me dijo.

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