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Luisa la esposa de Carlos: Rapidín en su casa
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Déjenme relatarles una historia que me sucedió con la esposa de un amigo mío, que hasta la fecha no logro entender cómo sucedieron las cosas, a lo mejor fue el destino que nos jugó una sorpresa.

Les diré que Luisa es la esposa de mi amigo Carlos, compañero de trabajo y buena onda en todos los aspectos, ella ha sido un poco egocéntrica y le gusta estar a la moda y tiene una presentación envidiable, siempre está bien vestida, tiene un cuerpo estupendo, con caderas anchas y piernas torneadas, a pesar de tener dos hijos pequeños tiene una carita angelical y un cuerpo escultural.

Además, es instructora de zumba en un centro comercial, está buenísima la mujer.

Carlos mi amigo es bien parecido y con presencia, por eso no logro comprender por qué Luisa se dejó llevar por la situación.

Cada viernes último de mes nos reunimos 4 parejas de amigos para platicar y charlar de todo, así que solo nos veíamos esos días. Y estoy seguro que tanto Luisa como yo, tenemos buena relación con nuestra pareja, tanto sentimental como sexual.

Se dio un día de esos viernes, cuando después de tener una larga plática muy amena y alegre, después de tomar unas cervezas y tequila, y convivir bien, a la hora de la despedida todos estábamos afuera de la casa en donde había poca luz; sucedió que cuando me iba a despedirme de Luisa de beso en la mejilla, algo pasó que nos juntamos mucho y su cuerpo se pegó al mío y sentí sus pechos firmes y voluminosos en mi pecho, al acercarme para darle el beso no logré tomar la distancia y se lo di entre sus labios y su mejilla.

Sentí con suavidad sus labios y su respiración que no supe que decir, me quedé pálido, pero seguí como si nada, ella se percató, pero no dijo nada y todos nos despedimos.

Esa noche no podía dormir de pensar en sus labios suaves y sus pechos firmes, la verdad me excitó mucho y tuve que hacerle el amor a mi mujer pensando en Luisa.

Y estuve esperando a que llegara el día de la siguiente reunión para volver a verla, tenía la espinita de saber si ella lo había tomado a mal o no, sabía que si lo tomaba a mal tenía un pretexto para disculparme (claro había poca luz y era de noche).

La siguiente cita se dio por la tarde en casa de Luisa y Carlos, pero como yo salía un poco tarde del trabajo iba a llegar un poco tarde, así que mi esposa se fue primero y yo la alcanzaría después; saliendo del trabajo me fui a la casa a bañarme y vestirme bien, la verdad estaba nervioso y no sabía que pasaría.

Al llegar a la casa de Luisa, la puerta de su casa estaba abierta, ya que en donde iba a ser la reunión estaba en la parte de atrás de su casa, me pase y cerré la puerta, ella estaba en la cocina sola preparando unos tragos, al verme me sonrió alegremente y se dirigió hacia a mí con los brazos abiertos, como nadie estaba, le abrí los míos y nos dimos un abrazo, volví a sentir sus senos voluminosos y yo le pegué mi cuerpo más hasta sentir sus piernas con las mías; ella me acarició con sus manos mi espalda y yo hice lo mismo, al separarnos y darnos el beso en la mejilla sucedió algo que me dejó paralizado.

Ella no se movió de lado, sino que esperó el beso de frente, y para no verme tan obvio volví a darle el beso entre sus labios y la mejilla, logré ver que ella cerró sus ojos y se movió un poco para que mis labios rozaran más con los suyos, al sentir eso no dudé en besar sus labios tiernos y suaves.

Fue un par de segundos y ella se separó y me tomó de las manos, me dijo que ya estaban todos atrás y que pasara, ella se volteó y me dio la espalda, pero no me soltó las manos, y antes de entrar a la cocina sonó el teléfono y se detuvo a contestarlo. Ella tomó mis manos y las colocó en su cintura, eso hizo que mi cuerpo chocara con su trasero y mis manos acariciaron su vientre y la atraje hacia mí, sentí sus nalgas en mi pene que rápidamente se puso firme y traté de retirarme, pero ella se pegaba a mí, ella contestaba el teléfono y sentía como echaba su cuerpo hacia atrás y sus nalgas golpeaban mi verga erecta.

Yo me le pegué, la tomé de sus caderas y la atraje hacia mí, ella se dejó hacer y mientras sentía lo rico de sobarle sus nalgas con mi verga, estaba al pendiente de que no nos cacharan.

La verdad no se ni con quien habló por teléfono ni que habló, cuando colgó me volvió a agarrar de las manos y me condujo a un baño que está debajo de las escaleras de su casa, nos metimos y nos besamos, tenía los labios más suaves y tiernos que haya probado, le saboreé los labios mientras mis manos comenzaron a recorrer su espalda y sus nalgas, le comencé a subir la falda que traía, constaté que usaba una tanga de encaje y le seguí acariciando las nalgas, tenía su piel suave y dura a la vez, se las apreté y amasé con ganas, ella estiró su mano y me empezó a acariciar mi verga sobre el pantalón, así que le ayudé a bajar el cierre y sacarle mi verga, ella lo agarró con ansia y me empezó a masturbar, seguíamos besándonos, una mano mía seguía en sus nalgas y la otra empezó a acariciarle los senos, era un faje maravilloso.

L: ¡Estas muy buena Luisa!

LSA: ¡No digas nada, uhm!

Con la desesperación la volteé y ella se apoyó en el lavamanos, se agachó y levantó sus nalgas para que pudiera verlas en todo su esplendor, yo rápidamente me desabroché el pantalón y lo bajé hasta las rodillas, le hice a un lado la tanga y tomé mi verga, se la puse en la entrada de su coñito, que ya estaba escurriendo de sus flujos vaginales.

Le metí primero la cabeza de mi verga, la tomé de sus caderas y de un solo golpe le metí toda mi verga.

LSA: ¡Ah, sí así, métela fuerte, ah, que dura y rica verga, ah!

L: ¡Luisa, uhm, que buena estas, ah!

Trataba de que no hablara fuerte, ya que nos podrían sorprender, empecé a bombear y cogerla de una manera rica y ella gemía, en unos momentos ella empezó a quejarse más, y sentí como su vagina apretaba mi verga.

LSA: ¡Así amor!! Métela hasta el fondo! ah me vengo!!

L: Dios, Luisa, ¡me vengo!!

Y en esos momentos mi verga empezó a arrojar chorros de semen, sentía como mi verga expulsaba el semen en tres disparos fuertes y ella gozaba.

LSA: ¡Que rica lechita! mmm así, ¡que rico me vine!

L: ¡Ah, nena, que rico!!

Habíamos terminado juntos. Ella se volteó y nos abrazamos y besamos, me dijo que desde hacía mucho ya tenía ganas de coger conmigo, pero que temía que lo supieran nuestros respectivos compañeros, le dije que tratáramos de mantenerlo en secreto y si ella estaba dispuesta a seguir deberíamos de mantener la relación como siempre, y tener un espacio de tiempo para nosotros.

Salimos del baño y nos dirigimos con los demás, como si nada hubiera pasado, y al final en la despedida seguimos con el beso entre los labios y la mejilla.

Después hubo más encuentros entre ella y yo, pero esas son otras historias que les contaré después.

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