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Luisa confiesa que quiere un trío
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En un pequeño café al aire libre, rodeado de luces tenues y el murmullo de conversaciones cercanas, Luisa y Diego se encontraban sentados frente a frente. Habían estado saliendo por casi dos años y, a pesar de los altos y bajos, ambos sentían que podían hablar de cualquier cosa entre ellos.

Luisa jugaba con la cucharilla de su café, buscando la manera de introducir un tema que había rondado su mente durante las últimas semanas. "Diego", comenzó con voz temblorosa, "hay algo de lo que he querido hablar contigo, pero no sé cómo te lo tomarás."

Diego, al ver la seriedad en su rostro, le ofreció una sonrisa tranquilizadora. "Siempre hemos dicho que podemos hablar de cualquier cosa, ¿verdad?"

Tomando un respiro profundo, Luisa asintió. "Últimamente he tenido una fantasía, y quiero que sepas que no significa que no te quiera o que no esté satisfecha con nosotros. Pero… he pensado en cómo sería incluir a alguien más en nuestra relación, al menos de forma temporal."

Diego la miró sorprendido, procesando la información. Después de un momento de silencio, dijo: "Te agradezco que confíes en mí para compartir algo tan íntimo. Para ser honesto, nunca había pensado en ello. Pero, ¿qué es lo que te atrae de esa idea?"

Luisa se sintió aliviada al ver que Diego no la juzgaba. "No sé exactamente, tal vez es la novedad, la curiosidad. No es que quiera a otra persona, es solo la idea de experimentar algo diferente juntos."

Diego reflexionó un momento antes de responder. "Entiendo lo que dices. Creo que es natural tener curiosidades y fantasías."

Ambos acordaron hablar más sobre el tema.

Así que un par de semanas después, Diego y Luisa decidieron tener una noche solo para ellos. Habían preparado una cena romántica y encendido unas velas alrededor de su habitación. La atmósfera estaba cargada de intimidad y cercanía.

Mientras compartían caricias y besos, Luisa, con cierta timidez, mencionó nuevamente la idea que había surgido en el café. "Sabes, he pensado más sobre lo que te dije… y creo que si llegamos a hacerlo, me gustaría que fuera con otro hombre."

Diego, mirándola directamente a los ojos, respiró hondo y dijo: "Eso me sorprende, pero no me asusta. Si eso es lo que deseas y crees que fortalecerá nuestra relación, lo consideraría."

El aire se cargó de electricidad. Diego, queriendo hacer que Luisa se sintiera cómoda con su deseo, comenzó a susurrar en su oído: "Imagina que estamos los tres aquí, que tienes a alguien más que te admira, que te toca junto a mí…"

Luisa se estremeció al escucharlo y, notando su reacción, Diego continuó: "Me encantaría verte disfrutar, saber que confías en mí lo suficiente como para compartir algo tan íntimo y personal. Imagina que puedo verte desde otro ángulo, apreciarte de una manera completamente nueva."

La tensión entre ellos aumentaba con cada palabra. La idea, aunque solo era una fantasía en ese momento, añadía una dimensión de novedad y emoción a su relación.

Diego siguió hablando de la fantasía, y no se anduvo con rodeos. Mientras sus labios se encontraban, él deslizaba sus manos bajo la blusa de Luisa, acariciando sus pechos con firmeza, sintiendo cómo sus pezones se endurecían al tacto.

Luisa, por su parte, no podía evitar dejarse llevar por las palabras de Diego, sintiendo cada vez más calor y excitación. Mientras él jugaba con sus pezones y la besaba, ella se deslizaba por el cuerpo de Diego, hasta encontrar su entrepierna. Podía sentir la dureza de él, y cada vez que Diego susurraba algo más sobre la fantasía, ella apretaba y acariciaba con más intensidad.

"¿Te imaginas cómo sería?", le decía Diego con la voz ronca, mientras ella movía su mano mas rápido sobre él. "Ver cómo otro hombre te toma, mientras yo te miro y participo, compartiendo ese placer contigo…"

Luisa, totalmente perdida en el momento, se movía al ritmo de sus propios deseos y de las palabras de Diego. Las caricias, los besos y las palabras cargadas de pasión e imaginación los llevaron a un estado de éxtasis en el que la fantasía y la realidad se entrelazaban.

Luisa, mientras le daba placer a Diego, soltó la bomba: "Sabes, el tipo que imagino es un tío bien musculoso. Piensa en esos con brazos y piernas masivas, que cuando te agarran sientes que podrían romperte a la mitad", dijo con una mirada traviesa.

Diego, con una sonrisa picarona y alentándola, le dijo: "¿Y cómo te lo imaginas abajo?". Ella, con una risita, contestó: "Pues, ya que estamos en eso, que la tenga grande, obvio. ¿Te imaginas? Que me llene completamente…".

Diego, sin perder el ritmo, le contestó: "Uff, eso suena… intenso. ¿Te gustaría sentirte apretada entre sus brazos mientras te lo hace? Que te tenga agarrada fuerte y que sientas cada centímetro suyo?"

A Luisa se le escapó un gemido mientras se imaginaba la escena. Mientras más hablaban, más intenso se volvía todo. Diego, jugando con su fantasía, la tenía justo donde quería, ambos sumergidos en un mar de placer y juego.

Diego, notando cuán excitada estaba Luisa, empezó a acariciarla entre las piernas, encontrando que estaba muchísimo más húmeda de lo usual. "Joder, estás que chorreas", murmuró sorprendido, "parece que de verdad te mola la idea de ese tío musculoso".

No perdieron más tiempo. Diego, con una mezcla de emoción y celos, la penetró con fuerza. Pero Luisa, en lugar de soltar los gemidos usuales hacia Diego, comenzó a pedir más. "¡Más fuerte, Diego! ¡Quiero que sean dos! ¡Necesito sentirme completamente llena!", exclamaba entre jadeos.

Diego, aunque sorprendido por la intensidad de sus palabras, seguía al ritmo, tratando de satisfacer ese deseo feroz que Luisa expresaba. "¿Así? ¿Quieres que te lo haga como si fuéramos dos? ¿Te imaginas cómo sería sentirnos ambos a la vez?", decía, tratando de seguir la fantasía.

Luisa, perdida en el placer, gritaba y gemía, dejando claro cuánto ansiaba que esa fantasía se hiciera realidad. Cada empuje y cada palabra intensificaban el momento, llevándolos a ambos al límite.

Mientras Diego la embestía con más y más fuerza, Luisa no podía evitar dejar escapar sus pensamientos más oscuros y deseos. "Joder, Diego, nunca había estado tan cachonda en mi vida. Me estoy imaginando cómo sería con otro tío aquí, dándomelo por detrás mientras tú estás al frente", decía, mirándolo directamente a los ojos, con una intensidad que Diego jamás había visto.

Ella arqueaba la espalda y se mordía el labio inferior, y entre gemidos, soltaba: "Me muero por sentir otra polla, Diego. Imagínate… que mientras tú estás ahí, otro tío me agarra de la cintura y me da con todo. Que sienta su calor, su fuerza…".

Diego, a pesar de sentir un cosquilleo de celos, estaba sorprendido por lo excitante que encontraba oír esas palabras de Luisa. Con cada confesión de ella, Diego la tomaba con más intensidad, tratando de darle todo lo que ella pedía y más.

Luisa seguía hablando, con la respiración entrecortada y con cada vez más desesperación: "Necesito sentirme tomada por ambos lados, Diego. Ser el centro de atención, que dos hombres me deseen al mismo tiempo. ¡Dios, me vuelvo loca solo de pensarlo!"

Ambos se sumían más y más en esa fantasía, en esa idea de compartir a Luisa, de hacerla el centro de un torbellino de pasión. Y mientras la intensidad aumentaba, las palabras de Luisa se convertían en gritos y gemidos, cada vez más cerca del clímax.

Diego, cada vez más encendido por las palabras y el deseo evidente de Luisa, aceleró el ritmo. Tomó a Luisa del cuello, mientras con la otra mano agarraba uno de sus pechos con fuerza. El placer los estaba consumiendo y, joder, podías ver en sus ojos que estaban completamente perdidos en el momento.

Luisa, por su parte, con las uñas, recorría los brazos de Diego, subiendo hasta su pecho, sintiendo cada músculo tensarse con el esfuerzo. Ella gemía más fuerte que nunca, cada sonido era una clara muestra de cuánto estaba disfrutando, como si estuviera a punto de explotar de placer.

Finalmente, sintiendo cómo Diego la apretaba con más fuerza, no pudo contenerse más y llegó al clímax, soltando un gemido que resonó en toda la habitación. Diego, viendo a Luisa en ese estado, no tardó en seguirle. Dejó ir una carga masiva, tanto que parecía que nunca terminaría. Después de eso, se quedó tumbado encima de ella, ambos respirando con dificultad, sintiendo cómo todo el semen chorreaba en Luisa.

Después de reponerse un poco y mientras se acurrucaban bajo las sábanas, Diego le lanzó una mirada traviesa a Luisa. "Eso de fantasear mientras lo hacemos… fue una locura. ¿Lo repetimos alguna vez?"

Luisa, con una sonrisa pícara, se acercó y le susurró al oído, "Sin duda, me encantaría… Pero no olvides al hombre musculoso del que hablaba."

Diego soltó una risa, "Vaya, parece que realmente te gustó la idea. Bueno, mientras sea solo una fantasía…"

Luisa, mordiéndose el labio y con una expresión traviesa, simplemente respondió: "Por ahora…".

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