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Ludopatías (Capítulo 2)
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Tiempo de lectura: 43 minutos

Como ya saben mis historias-relatos son algo largos, espero sea de su gusto, he recibido muchas ideas, anécdotas, fantasías en mi IG espero recibir mas.

Mis publicaciones no siguen una cronología, las voy escribiendo y publicando a cómo van llegando a mi memoria.

Como ya saben en mi Ciudad el futbol es muy importante, yo misma en mis años universitarios fui seleccionada de primera clase.

Tenía poco a haberme recibido de mi licenciatura, y poco menos tiempo de casada con mi primer marido, mi rey adorado, quien gracias a sus influencias me consiguió trabajo de maestra en un Instituto de Bachilleres.

Al ingresar a la Catedra me di cuenta de que la red Universitaria del Instituto realizaba cada año un torneo interno de futbol tanto varonil como femenil y de ahí hacían una selección para enfrentarse en un campeonato Interuniversitario con otras Instituciones de Educación Superior.

En el campus donde yo trabajaba no había representación femenil, así que, motivaba por amor al deporte, organice un equipo femenil con las chicas del ultimo grado, fue un poco contra corriente, que, aunque mis alumnas eran mayores de edad, al ser dependientes económicos de sus padres, tuve que conseguir la autorización de los mismos.

Así como el apoyo de la Directiva de la escuela, y el de mi Rey, porque me consideraban demasiado joven para dirigir a chicas que casi tenían mi edad.

Pero contra todo eso pude lograr mi objetivo con el apoyo de la auxiliar de deportes, Raquel, y la disciplina y respeto de mis niñas, inculcándoles los principios de juego de mis “dorados” y sobre todo de mi estrella Laura, una chica con un talento natural para el futbol.

Para participar en el torneo interno viajamos a un Estado/Provincia vecino, ahí el equipo local, era el equipo a vencer, normalmente era la base de la selección y su entrenador al ser el regular campeón, era el entrenador de la selección interna.

No apostaban mucho por mi campus, dado que era la primera vez que participábamos, pero les callamos a la boca muchos, a base de talento y suerte, el talento de Laura y la suerte que nos daba la ropa interior con los colores y símbolos de mis “dorados” que mi reyecito amado me compro y usaba en cada partido.

Llegamos hasta la final, que para variar era contra el equipo local, el equipo del Profe Marcos, un tipo alto 1.80, que su vida era el deporte y la fiesta, no impartía ninguna catedra, pero era muy efectivo en ganar campeonatos para la Red Universitaria, con 35 años era el coach más exitoso en la historia de la Institución.

Durante el juego final, confiaba en mi artillería pesada, Laura, que de hecho nos dio la ventaja de 1 gol, durante el primer tiempo, pero durante el segundo, (con todo respeto a mis lectores uruguayos), la estrategia del equipo rival fue el estilo uruguayo.

Marcos: ¡Vamos!, ¡métele la pata!, ¡mándala al hospital!, ¡rómpela!, ¡pasa la bola, pero no la mujer!, mátala!, ¡que sepa lo que es amar a Dios!, etc.

Fue la constante durante esos largos 45 minutos, a mí me dolían mis niñas, eran novatas y no tenían la malicia ni el colmillo para evitar que las cosieran a patadas.

No me quedo más remedio que sacar a Laura para que no me lastimaran más, y eso pego en el ánimo de mis niñas que provoco desatenciones, haciendo que nos voltearan el marcador 2-1.

Refrendo así nuestras rivales su campeonato, yo lloraba de coraje junto a mis niñas, durante la premiación, no me parecía una buena forma de perder. Y más lo pedante que se comportaba mi entrenador rival ante la victoria.

Marcos: Reconozco, el esfuerzo de mis rivales, es grato saber que hay sangre nueva, el jugar bonito gana partidos, pero los campeonatos se ganan con coraje.

Detestaba a ese tipo definitivamente, pero entonces las chicas del equipo rival se acercaron con mis niñas y les entregaron sus medallas de 1er lugar.

Marcos: Y aunque hoy mi equipo ganó el campeonato, reconocemos que son Ustedes el mejor equipo del torneo, Laurita, tienes futuro hay que pulir ese colmillo, felicidades

Mis niñas pasaron de lágrimas de coraje a llanto de alegría, yo definitivamente no le compraba el discurso del campeón sin corona, quería haber ganado jugando limpio.

Camino al hotel, las niñas me recordaron mi promesa de llevarlas de Antro si llegaremos a la final, a lo cual, les confirmé, pero me vi sorprendida con el hecho que ellas invitaron al equipo contrario a unírseles a la fiesta. Eso ya no me daba buena espina, sabía que las salidas de alumnos deben de ser supervisadas por los maestros, de seguro andaría el insoportable de Marcos.

Ya en la habitación del hotel hable con mi marido platicándole todo mi peregrinar.

Mi Rey: ¿Princesa, Vas a salir con tus pupilas esta noche? preguntó.

Yo: Estoy pensando en cancelar, es mucha responsabilidad. Andar cuidando a esas niñitas.

Mi Rey: Princesa, No, no, no puedes cancelar, yo te dije que no te echaras el compromiso y pues ahora les cumples, después se van a quejar con los papas y estos con la escuela y no quiero líos con mi compadre.

Estaba consternada. Quería salir de fiesta, pero quería evitar al engreído de mi colega rival. Pero tenía razón en que muy probablemente mis pupilas se quejarían con los padres y estos a su vez con mi Director.

Mi Rey: Princesa, Pero tienes que prometerme llamar o enviar un mensaje de texto si para saber que está todo bien- ya se había tardado en externar su lado celo y posesivo, pensé -necesitas algo. Lo digo en serio, cualquier cosa, y estaré de vuelta aquí en un instante.

Yo: Por supuesto- sin más remedio-

Tome un delicioso baño y empecé mi arreglo, el día había sido bueno después de todo, un subcampeonato en mi primer torneo como entrenadora, me merecía realmente festejar, había empacado un vestido corto sin mangas, que sería adecuado para la ocasión, tacones, curry hair, y debajo la lencería “dorada” que mi rey me compro, finalmente seguíamos en el torneo y cábalas son cábalas.

Pase por mis pupilas a sus habitaciones y salimos todas en una Van, a la zona de antros, al Antro convenido. En el interior, el Antro era ruidoso y animado. La gente se amontonaba alrededor del bar y la pista de baile estaba llena. Más gente se alineaba en las paredes o en las pequeñas mesas esparcidas por el Antro. Una escalera conducía a una zona de loft, con sofás bajos y una segunda barra; la gente también se alineó en la barandilla, algunos hablando entre ellos, otros simplemente mirando a la multitud en la planta baja.

Tan pronto como llegamos, Raquel se separó de nosotras regresando rápidamente, para guiarnos a la barra, donde el equipo campeón, nuestras rivales estaban sentadas en taburetes y nos esperaban con gusto y alegría. Un par de chicos estaban parados cerca. No es de extrañar; la juventud y las hormonas siempre van de la mano.

Las chicas se fueron integrando como amigas de toda la vida, quien diría que unas horas antes se tendían a patadas figurativa y literalmente, fui saludando una a una hasta que lo vi, deteniéndome en seco, Marcos, mi entrenador rival que durante el todo el torneo se había portado de lo más pesado.

Yo: Hola- lo más fríamente posible

Marcos: Bueno, mierda. Supongo que debería estar pidiendo perdón ahora mismo – con una sonrisa tímida- por lo intenso que estuve durante el torneo.

Yo: Pues sí que te pasaste de cabrón, antes no mandaste alguna de las muchachas al hospital-con la cara enrojecida-Idiota.

Marcos levantó las manos con las palmas hacia adelante y dio un paso atrás.

Marcos: – Calma, dalai, dalai, no planeaba lastimar a nadie. Es un deporte de contacto y como tal le exijo a mis alumnas que den todo en la cancha. Pero ahora que estás aquí, podemos ser amigos.

Yo: Así estoy bien, Gracias – ignorándolo.

Marcos: Voy a dejarles chicas chicas, para que disfruten su noche de chicas- diciéndole a su equipo- Entrenadora la oferta sigue en pie, si quieres esa bebida, avísame -Retrocedió unos pasos, luego se fue a la pista de baile.

Todavía molesta me senté en la barra e hizo una señal al camarero. Las chicas estaban mirando.

Laura ¿Está todo bien, Maestra? -preguntó, un poco vacilante.

Yo: Tratando de calmarme, respirando hondo -Sí. Es solo que ese idiota todo el partido, estuvo mandando a sus jugadoras a golpearte y te pudieron lesionar de por vida, ¿sabes? Y ahora él está pasando un buen rato como si nada hubiera pasado.

Laura: Maestra, desde que integramos el equipo sabíamos que era un riesgo lastimarnos, además, no paso a mayores, es solo un juego, y las muchachas y Él ya se disculparon conmigo, ¿por eso estamos aquí o no? – parándose frente a mi haciendo su baile de la victoria, sacándome una risa.

Por un momento todos estuvimos ocupados pidiendo bebidas. Aproveche el tiempo para reflexionar y controlarse. Laura probablemente tenía razón, y lo que podía hacer un adulto maduro era aceptar la disculpa de Marcos, y en realidad era Laura con quien debería disculparse, lo cual ya había sucedido.

Pero no podía simplemente ir conversar como viejos amigos con Marcos. Saque mi teléfono y le envió un mensaje de texto a Reyecito

Yo: El idiota del equipo campeón está aquí

Mi rey princesa, dale una patada en el culo por mí.

Yo: Sonriendo un poco y respondí. – Se ofreció a invitarme a una bebida para disculparse, roñoso.

Mi Rey: Princesa, Hazlo. Las bebidas gratis son bebidas gratis, y si puedes endósale la cuanta de todas.

Yo: ¿Es en serio? – pensando lo dice por tacaño de seguro

Mi Rey: Princesa, ¿Por qué no? Dale donde le puede doler en la bolsa, jajaja- pensando definitivamente el león cree que todos son de su condición.

Me encogí de hombros ante ese último texto. Mi Reyecito tenía razón: era una bebida gratis, y si tenía que estar en el mismo lugar que Marcos, también podría sacar algo de eso. Las chicas conversaban entre ellas mientras ella enviaba mensajes de texto y las interrumpí.

Yo: Niñas, voy a buscar al Profe. Marcos, tienen razón fui muy grosera con él, pórtense bien no tardo.

Alumna de Marcos: Está ahí, bailando- señalando vagamente hacia la pista de baile.

Sondeando a la multitud y vi a Marcos rápidamente: estaba bailando cerca de otra mujer, una chica de aspecto gótico vestida de negro. Sus manos estaban sobre su estómago desnudo. La vista me trajo otra pequeña oleada de ira, aunque no sabía porque de mi molestia, si era porque había le valía su actitud tan antideportiva y violenta en el juego, o si eran celos de que estaba bailando tan cerca con alguien más.

Me acerque a él y se pare frente a su vista, mientras bailaban, con los brazos en las caderas.

Yo: Oye, idiota- gritando por lo fuerte de la música -Ven y cómprame esa pinche bebida.

Marcos no pareció darse cuenta al principio; se quedó cerca de su desencajada pareja de baile, quien por su parte me dio una mirada sarcástica.

Marcos: Muy bien, lindura- sonriente

Le susurró algo a la mujer morena con la que estaba bailando y ella se apartó.

Gótica: Pendejo – y se alejó enojada.

Yo: Eres un verdadero encanto, ¿eh? –con mi mayor sarcasmo- se ve que sabes tratar a las mujeres.

Marcos: Se rio entre dientes. -Cuando quiero, Pero, ahora es más importante que me disculpe contigo.

Parecía sincero y me calme un poco. Regresamos al bar, solo para encontrar que la mesa estaba muy saturada, había un lugar abierto un poco más abajo en la barra, por lo que les indicamos a las niñas que nos dirigíamos hacia allí.

Marcos: ¿Cuál es tu veneno, bella dama?

Yo: Vodka y Coca-Cola, mucho vodka. Y si realmente estuvieras tratando de disculparte, no estarías coqueteando al mismo tiempo- muy seriamente.

Marcos: Si lo dices por lo de bella dama, solo soy descriptivo, nada más-cortésmente

Marcos le hizo un gesto al camarero y se dirigió hacia ellos. Pidió un vodka con Coca-Cola, como le había pedido, y una cerveza para él. Unos momentos después, ambos teníamos nuestras bebidas en la mano; Marcos los puso en su cuenta, le dio al camarero un guiño coqueto y volvió su atención a mí.

Levantó su copa hacia mi como si fuera a brindar, pero me limita a arquear una ceja en respuesta, para desincentivar su gesto. Se encogió de hombros y tomó un trago profundo.

Marcos: Gracias por aceptar esta bebida de disculpa. Me siento muy mal por lo que le pasó.

Yo: Si lo note por la forma que celebraste la victoria- sabía que se había disculpado con Laura, pero no quería hacerle las cosas fáciles.

Marcos: Tú también hubieras celebrado así de haber ganado.

Interiormente, admitía a regañadientes que tenía razón. Pero no quería darle la satisfacción.

Yo: No está bien; pusiste mandar a una de mis niñas al hospital. ¿No recuerdas las entradas tan arteras de tus chicas?

Marcos: Sí, pero si tuviera cualidades futbolísticas las pudo haber evitado.

Yo: Bueno, pues no lo hizo- seguía molesta, bebí un trago y el calor del vodka que le bajaba por la garganta le hizo pensar en los gritos de Marcos durante el juego.

Marcos: Mira veré la forma de incluirla en la selección regional para compensarla – parecía arrepentido realmente

En ese instante, el bar se estaba llenando y la multitud comenzó a empujarnos de poco en poco, lo que lo obligó a acercarnos.

Miré alrededor y no pudo ver a mis niñas; seguramente debieron haber ido a bailar, o tal vez encontraron una mesa lejos de la barra, pensé.

Marcos se percató de mi inquietud

Marcos: Apuesto a que sé dónde están tus alumnas, mis campeonas probablemente las llevaron a la pista de baile. Vamos, vamos a unirnos a ellos.

Una bebida era una cosa, especialmente una que se ofrecía como parte de una disculpa. Pero bailar era algo completamente diferente. Parecía una pequeña traición a mí misma, bailar con este hombre, que a base de juego sucio me robo el campeonato interno.

Yo: Iré a buscarlas yo sola

Marcos: Oh, vamos -Sin esperar una respuesta, tomó gentilmente mi mano y bebidas en mano fuimos hacia la multitud, empujando a la gente reunida alrededor de la barra con facilidad.

Cuando llegamos a un claro dentro del antro, me estremecí; el aire en el bar estaba más frío de lo que se había imaginado, ahora que estaba libre de la presión de la gente que calentaba las cosas.

Me llevó a la pista de baile, y nunca se me pasó por la cabeza soltar mi mano del agarre de Marcos o dejarlo e irse por su cuenta a buscar a Laura y las chicas. Nos detuvimos brevemente a lado de la multitud de bailarines, inspeccionando a la gente reunida y buscando rostros familiares. No vi ninguno, pero todavía estaba mirando cuando Marcos pisó el suelo y se volvió hacia mí, comenzando a moverse con la música.

Aparte mi mano y me quede quieta, mirándolo con escepticismo.

Yo: ¿Este era tu plan desde el principio?

Marcos ¿Tu qué crees? – con una amplia sonrisa.

Marcos: No puedo evitar notar que mis niñas no están aquí, y tampoco las tuyas. Estoy seguro de que nuestros auxiliares están cuidando de ellas, y llegarán pronto. Vamos, baila conmigo. Solo un baile.

Me mordía el labio mientras consideraba qué hacer. Todavía parecía una especie de traición. Pero bailar era solo bailar, por supuesto. Y además Mi Reyecito no tuvo ningún problema con que Marcos comprara una bebida; él también podría estar bien con el baile. Y, además, puedo bailar sin bailar realmente con Marcos.

Entre a la pista, la sonrisa de Marcos se ensanchó y puso los ojos en blanco, manteniéndose al menos a un brazo de distancia, atravesando entre la multitud. Él me siguió, respetando un poco mi espacio, pero sin perderme de vista.

La música era apenas audible sobre el estruendo de la multitud, pero el ritmo del bajo era claro, y tanto yo como Marcos nos movíamos a su ritmo.

La presión de la multitud los obligó lenta pero inexorablemente a acercarnos mientras nos desplazábamos desde la periferia hacia el centro. Para cuando la primera canción pasó a la segunda, estábamos lo suficientemente cerca como para tocarnos, aunque no lo hicimos. Miraba a Marcos mientras bailaba, y el a mí, estaba claro que estábamos bailando juntos a pesar de que no hacer contacto.

Decidí molestar un poco a Marcos. Mientras bailaba, me incline y, como era de esperar, los ojos de él bajaron rápidamente de su rostro al escote que mostraba prominentemente mi vestido. Fue sólo por un momento, pero cuando volvió a mirar hacia arriba le di un guiño coqueto. Eso pareció dejarlo nervioso, provocándome pequeña risa y placer culposo.

Al ritmo de la música gire sobre mi propio eje, mis caderas palpitando con la música, e imagine como sus ojos siguiendo mis curvas hacia abajo y fijándose en mi trasero mientras se movía. Prácticamente podía sentir lo mirándome, viendo cómo mi trasero rebotaba bajo mi vestido. Y efectivamente, cuando mire hacia atrás por encima del hombro, él me estaba mirando abiertamente. No podía negar que el interés de Marcos por mí era atrayente; me sentía sexy, sabiendo que era tan deseada por un hombre que era, podía admitirlo, bastante impresionante él mismo.

Sentía que el dobladillo de mi vestido comenzaba a subir, subiendo por mis muslos mientras mis caderas rodaban y giraban con la música. Tenía los brazos sobre la cabeza y se volvió lentamente, dejando al descubierto la mayor parte del muslo ante la mirada hambrienta de Marcos. Las luces parpadeantes y las sombras cambiantes de la pista de baile jugaban sobre mí, oscureciendo mi rostro, ocultando mi sonrisa cuando lo vio mirándome, su rostro una máscara de deseo. Seguí girando hasta que una vez más estuve de espaldas a él, y luego me incliné hacia adelante, la acción hizo que mi vestido se levantara aún más, dejando en un destello al descubierto mi pequeña tanga “dorada”. Nadie se movió entre nosotros, ni siquiera en el piso lleno de gente; una fuerza invisible nos mantenía en aislados por un breve instante de todo y todos.

La multitud nos empujó, y cuando me volví para mirar a Marcos de nuevo, tuve que dar un paso más hacia él y terminar en sus brazos. Sus manos estaban en mi cintura, las de mías en sus hombros, y el toque fue eléctrico. Sentía que se me ponía la piel de gallina en los brazos. Estaba cálido al tacto, incluso más cálido que el aire en la pista de baile, calentado por todas las personas que se movían juntas.

Aun así, seguimos bailando, ambos respirando con más dificultad a medida que el esfuerzo, y otras cosas, nos pasaba factura. Las manos de Marcos estaban en su mayoría estacionarias, pero aún a solo pulgadas de mi trasero, y la proximidad a un hombre tan atractivo provocaba mi deseo de que él se deslizara más abajo y les diera un buen apretón a mis nalgas.

Como si me leyera la mente, Marcos trató de hacer precisamente eso. Sus manos se deslizaron hacia abajo, con una sonrisa de complicidad en su rostro, y me sentí dominada por un momento por la compulsión de dejarlo hacerlo. Pero, me resistí y mirándolo con furia, volví a levantar las manos, pero no se apartó ni hice que me soltara.

Antes de que tuviera la idea de hacerlo de nuevo, me gire y me recostó contra él. Su pecho era ancho y fuerte, y se sentía cálido contra mis hombros. Me incline más hacia él. Marcos tenía un cuerpo asombroso, musculoso, bien esculpido, me parecía que podía sentir cada manojo de músculos mientras presionaba mi espalda contra él. Sus manos se deslizaron alrededor de mi cintura, acercándola más, inconscientemente comencé a apretarme contra él. Sus piernas, como el resto de él, eran fuertes y los grandes músculos de sus muslos se tensaron cuando aplaste mi trasero contra él. Cerré los ojos y la música los inundó; nos balanceamos juntos, ninguno quería romper el contacto. La música seguía siendo rápida y la multitud seguía allí, pero todo pareció desvanecerse cuando nuestros propios ritmos naturales tomaron el control.

Pero entonces me aparte bruscamente de él, girando y retrocediendo. Ambos estábamos casi jadeando, más por la pasión que por el esfuerzo.

Yo: No…- murmurando

Huyendo me abrí paso entre la multitud y se encontró cerca de una de las cabinas privadas del Antro, en una esquina. Nadie las estaba usando. Escudriñe la multitud; no había ni rastro de Laura, Raquel o alguien. Un momento después llegó Marcos; me había seguido, y se deslizó en un asiento como si estuviera reservado para él.

En ese momento, mi teléfono volvió a sonar cuando recibí un mensaje de texto. Mientras lo sacaba para comprobarlo, también me senté distraídamente.

Mi Rey: Princesa, ¿Conseguiste esa bebida?

Yo: En eso estoy ahora. Marcos parece estar realmente arrepentido. Dijo que quiere incluir a Laura en la selección- Obviamente No mencione el baile, ni los momentos en los que se puso caliente y pesado, ni lo cerca que estuve de cometer un gran error.

Una vez que envié mi respuesta, miré hacia arriba para encontrar a Marcos mirándome

Yo: ¿Qué?

Marcos: ¿Con quién estás hablando?

Yo: Mi esposo- levantando mi mano y mostrando mis anillos burlonamente.

Marcos cerró los ojos con fuerza y se pellizcó el puente de la nariz durante un segundo.

Marcos: ¿sabes? No lo hice a propósito. Te dije que lo siento. ¿Podemos dejarlo? – con remordimiento.

Realmente sentí una punzada de culpa por eso. Mi enojo se había enfriado un poco desde que había traído mi bebida, y estaba convencida de que Marcos estaba realmente arrepentido; Considere que tal vez fue un poco grosero por mi parte seguir martillándolo por ello.

Mi teléfono volvió a sonar mientras le daba otro trago al vodka y Coca-Cola leía el mensaje, en parte para ganar tiempo antes de responder a Marcos.

Mi Rey: Princesa, Sí Él se está cediendo, No le puedes guardar ningún resentimiento y darle la oportunidad

Yo: Si tú lo dices, Rey lo intentare -Con el mensaje enviado mire miró hacia arriba de nuevo, tomando otro trago mientras lo hacía. – ¿Dónde están mis niñas?

Marcos: Estoy seguro de que aparecerán, los auxiliares deben de estar con ellas.

Sus ojos estaban sobre mí y su mirada atenta e intensa hizo que me sintiera paralizada, como una mariposa clavada en una tarjeta.

Marcos; Entonces, cuénteme sobre usted, bella dama. Me sorprendió ver que corrió al campo hoy, en socorro de tu estrella.

Simulé un encogimiento de hombros y le di un guiño juguetón; el vodka estaba haciendo efecto en mi sistema y me hacía ser un poco coqueta. Las atenciones de este hombre, incluso si había dado la orden de lastimar a mi jugadora, eran emocionantes: Marcos era indudablemente guapo y parecía completamente concentrado en mí.

El hecho de que hubiera huido de él hace solo unos minutos parecía insignificante. Después de todo, lo que me hizo salir de la pista de baile fue el contacto físico, y esto fue un paso atrás de eso.

Yo: No creo que quiera hablar de mí, Quiero hablar sobre por qué estás coqueteando con una mujer casada.

Marcos: Porque ella también está coqueteando.

Asentí, reconociendo su punto.

Yo: Tal vez solo un poco. Ha sido un día difícil, y tal vez esta bebida esté influyendo.

Marcos; ¿Entonces estás diciendo que necesitas estar en estado etílico para coquetear conmigo? Eso sí que duele- juguetonamente

Yo: Para nada. Estás guapo, puedo admitirlo. Riendo de nervios dándome cuenta de lo que acababa de decir, pero rápidamente calle con otro trago de vodka y Coca-Cola.

Marcos: Eres bastante agradable a la vista. – se inclinó hacia delante, mordió sus labios y miró de arriba abajo, mirándome con los ojos abiertamente,

Esa mirada causo un estremecimiento en mi entrepierna, Sabía, en este punto, que debía levantarme e ir a buscar a mis pupilas, pero después de mi terrible día, la necesidad de relajarme y descansar se impuso a sus instintos, ayudada, sin duda, por el vodka que había estado bebiendo. y ahora quería deleitarme con las atenciones de un hombre atractivo.

Así que me quedé en la mesa con Marcos y mantuve sus bromas juguetonas y coquetas, en algún momento su mirada estaba más concentrada en mi escote que en mi rostro

Yo: ¿Quieres una foto? ¿Algo que mirar cuando vuelvas a casa? – en broma coqueta

Marcos nunca vaciló cuando sacó su teléfono y para no quedarse atrás, la desafió:

Marcos: Abre un poco más tu escote e inclínate hacia adelante, linda dama, así puedo llevarme un buen recuerdo.

Jadeé con fingida indignación, pero hice lo que me pidió, y el teléfono de Marcos tenía una foto de mía, inclinada sobre la mesa, los ojos brillando en la penumbra, el inicio de mis senos en exhibición debajo de mi vestido. Mi teléfono volvió a sonar cuando recibí otro mensaje de texto

Mi Rey: Princesa, Espero que Marcos no arruine tu noche- ya se había tardado en aparecer el celoso de mi reyecito pensé

Yo: Ya anda con sus alumnas, y yo con Laura, Raquel y las chicas otra vez- presione enviar

Termine mi bebida Marcos lo notó y asintió con la cabeza hacia la barra

Yo: Otro de lo mismo, si tú pagas – Marcos se levantó hacia el bar.

Otro mensaje de texto de Mi Rey antes de que Marcos regresara.

Marcos: Me alegro de eso, hay gente que entre más lejos mejor. 🙂 Me iré a la cama pronto.

Mientras Marcos regresaba a la mesa, con una cerveza y otro vodka y Coca-Cola, envié respuesta.

Yo: Duerme bien, mi rey amado. Ya te podré ver mañana. Creo que me iré pronto de todos modos. -Era otra mentira, pero antes de que pudiera contemplar por qué lo estaba haciendo, Marcos se sentó, esta vez a mi lado, en lugar de al otro lado de la mesa. Me entregó mi bebida y ofreció el suyo para brindar. Tintineamos vasos y bebimos.

Seguimos charlando un rato, Su coqueteo continuó también, secretamente me alegre de la ausencia de mis pupilas.

Para cuando terminamos nuestras bebidas, Marcos tenía su brazo alrededor de mis hombros, y yo estaba apoyada contra él, los dos reíamos a carcajadas sobre la vez los incidentes transcurridos durante el torneo. No estaba segura de cómo habían llegado allí, pero no vi nada extraño en eso mientras sucedía.

Mi teléfono sonó una vez más, recibí lo que resultaría ser el último mensaje de texto de mi rey por esa noche.

Mi Rey: Buenas noches, Princesa, Nos vemos mañana. Te amo

Yo: Ya voy de regreso. ¡Buenas noches!, Yo más que tu-me sentía culpable por mentirle, pero no quería que él pensara que de alguna manera le estaba faltando el respeto al pasar tiempo con Marcos, Mejor, que él no lo supiera.

Marcos; ¿Tu marido de nuevo?, bebiendo lo que le quedaba de cerveza.

Yo: Sí. Se va a la cama.

Marcos: ¿Ya? No es tan tarde. Pero supongo que así pasa con la gente mayor

Le dio una palmada en el pecho, ligera y juguetonamente, dejando que mi mano se demorara en su fuerte torso por un latido más de lo que debería.

Yo: No seas malo. Sabes, aunque todavía estoy muy tensa por las emociones de hoy. Pasar el rato contigo ha sido bueno. Siento haber sido una perra antes.

Marcos: Está bien, de verdad, Lo entiendo. a veces puedo ser bastante competitivo y no mido mis acciones y no necesitas disculparte por estar enojada. Sin embargo, me alegro de que aceptaste la oferta de bebida. De lo contrario, no podría pasar la noche con una linda dama como tú

Se acercó más a mí. Que debería alejarme, pero no lo hice. De hecho, se moví en sobre mi asiento para acercarme aún más.

Ninguno de los dos tomó la delantera a la hora de dar el siguiente paso. En cambio, parecía que nos movíamos simultáneamente. Gire la cara hacia Marcos al mismo tiempo que él bajaba la cabeza. Su mano se deslizó por mi espalda mientras mis labios se separaban, solo un poco. Nos acercamos el uno al otro y mis ojos se cerraron cuando mi boca se encontró con la de él. Nos fundimos en un beso lento y sensual, sorprendentemente, dada la capacidad de agresión que había mostrado Marcos al principio del día.

Duró la mayor parte de un minuto, y durante ese tiempo sentí las manos de Marcos sobre mí, una en mi espalda, frotándola, mientras su otra mano descansaba sobre mi pierna a la mitad del muslo. mis manos también estaban sobre él, sobre su pierna y sobre su amplio y musculoso pecho. Cuando terminó el beso, ninguno de los dos movió las manos. nos mirábamos a los ojos.

Marcos: Mmm, eres una buena besadora, linda dama. Ven dame otro

Me aparte de Marcos, deslizándome lejos de él. Estaba horrorizada por lo que acababa de suceder.

Yo: De ninguna manera, ¿qué diablos crees que estás haciendo, besándome?

Marcos: ¿Es eso lo que crees que acaba de pasar? Fuiste tú la que me beso a mi- socarronamente

Yo: Vete a la chingada, idiota. Déjame salir. – Pase por encima de él, sin esperar siquiera a ver si hacía lo que le pedía.

Pasar significaba que tenía que deslizarse sobre su regazo, y hubo un momento en el que pensé que Marcos me agarraría y me mantendría allí, o tal vez lo haría yo misma. Pero pasé y me puse de pie, acomodando mi vestido.

Yo: Me voy. Será mejor que no te vuelva a ver, idiota, o le diré a Junta Directiva que trataste de manosearme. -Marcos levantó las manos en señal de derrota y me marche furiosa.

No tenía idea de dónde estaban sus niñas, y después de unos minutos de marcha alrededor del bar, mi ira comenzó a desvanecerse en confusión y culpa. pensé, necesito tomar un poco de aire fresco. Me dirigí a la salida y salí a la noche fría.

Mis pupilas tampoco estaban ahí fuera. La calle estaba casi vacía. Aproximadamente una docena de personas estaban de pie en pequeños grupos, fumando y charlando entre sí, y algunas otras jugueteaban con sus teléfonos. Busque en mi bolso el teléfono y llame a mi auxiliar.

Mientras sonaba, oí que la puerta del bar se abría con un crujido detrás de mí. Mirando por encima del hombro, vi a Marcos, que se mantenía a una respetuosa distancia, aunque claramente era su centro de su atención.

Yo: ¿Qué diablos quieres ahora? -gruñí, justo cuando una voz somnolienta contestaba el teléfono.

Raquel: ¿Eh? ¿Maestra Elena? ¿Qué está pasando?

Yo: Mortificada. -Oh, lo siento cariño. Estaba hablando con un imbécil – esa palabra salió dura, obviamente dirigida a Marcos, quien hizo una mueca – que me ha estado siguiendo toda la noche.

Raquel ¿Está bien?

Yo: Por supuesto, cariño. Solo quería saber dónde están y si están bien. Espero no haberte despertado.

Raquel: Lo hiciste, pero está bien. Si todas bien, ya están dormidas, la vimos bailando con el Profe Marcos y decidimos dejarlos divertirse ya todas estábamos muy cansadas. ¿Quiere que vaya por Usted?

Yo: Gracias, cariño, eso es dulce de tu parte.

Mientras tanto, Marcos enunció exageradamente:

Marcos: ¿Es tu auxiliar? – asentí y Marcos se acercó y me susurró al oído: ¿Le dirás que nos besamos?

Entrecerré los ojos y aparte a Marcos.

Yo: ¿Raquel? Tengo algo que decirte.

Raquel: ¿qué?

Yo: Yo, eh … tomé demasiados tragos y yo … bueno, yo …-Besé al profe Marcos, pensé. Pero lo que soltó fue- Bailé con un el Profe Marcos ¡Lo siento!

Raquel: Desconcertada. Está bien o ¿Por qué me lo dice?

Yo: Me sentí mal. El profe mando a sus jugadoras a golpear durante el partido a Laura y ahora yo estoy bailando y divirtiéndome. Con el aquí.

Raquel: No necesita sentirse mal. Ya le dijo Laura que todo es parte del juego -Bostezó- Maestra si quiere puedo ir por Usted.

Yo: No es necesario, descansen, en rato más las veo- y colgué.

Marcos estaba de pie cerca, sonriendo.

Marcos: ¿Por qué no le dijiste? -abrí la boca para responder, pero Marcos interrumpió. -Creo que es porque sabes que fue tu idea besarme, ¿no?

Mi mirada mortal que le di debería, por derecho, haberlo ahuyentado aterrorizado o de perdido dejar un contorno ceniciento en la pared, pero a Marcos no pareció importarle.

Yo: Vete a la chingada -le señale con el dedo. -Eres un idiota.

Marcos: Quizás. Quizás eso es lo que te gusta. -Dio un paso más cerca, lo suficientemente cerca para que su ventaja de altura se volviera notable; tenía que dar un paso atrás o enfrentarlo. elegí lo último, manteniéndome firme y sin dejar de mirarlo. -Vuelve adentro. Y quizás puedes mantener tus manos lejos de mi en esta ocasión- pretenciosamente

Yo: No, y vete a la chingada- Trate de empujarlo, pero no logre mucho. De hecho, todo lo que sucedió fue que termine teniendo que dar un paso atrás y él se balanceó ligeramente sobre sus talones, y acabando mis manos planas contra el pecho de Marcos. El pecho fuerte, ancho y musculoso de Marcos.

Marcos: Supongo que realmente no puedes quitarme las manos de encima, ¿eh? -burlonamente-Y no me digas que me vaya a la chingada otra vez. Se está poniendo aburrido y repetitivo-Dio un paso atrás y levantó las manos en un gesto conciliador- Mire, linda dama, solo estoy jugando Vuelve adentro. Déjeme invitarla a una copa más, luego te conseguiré un taxi. No hay daño, no hay falta.

Sabía que era imprudente. Estaba bastante segura de que Marcos iba a hacer otro movimiento conmigo, y cuando lo hiciera, bueno, podría ceder. Él estaba que ardía, y aunque sabía que no debería excitarme, había algo más, algo en la forma en que me enfrentó que me hizo sentir que tenía algo que demostrar. No estaba muy segura de qué era; tal vez tenía que demostrar que era mejor que Marcos enfureciéndolo y luego abandonándolo, o tal vez tenía que demostrar que era capaz de resistir la tentación, o que realmente amaba a Mi Reyecito, o algo completamente diferente. Pero fuera lo que fuera, para demostrarlo tendría que aceptar la oferta de Marcos, aunque probablemente fuera una mala decisión.

Yo: Está bien. Un trago más. Y si me pones un dedo encima de nuevo, lo romperé y te lo meteré en el culo-con una mirada furiosa.

No pareció tener el impacto que deseaba. El Se quedó allí, con una sonrisa confiada —quizá incluso arrogante— en su rostro, los pulgares metidos en los bolsillos, bloqueando el camino recto entre ella y la barra. Entrecerrando los ojos, pase junto a él, asegurándome de empujarlo hacia atrás con el hombro al pasar.

Marcos me siguió al interior y me guío de regreso a la mesa. Algunas personas se habían reunido, pero una mirada de Marcos los dispersó y una vez más tuvimos la mesa para nosotros solos, en la medida en que eso significara algo en el Antro lleno de gente. Me dejó sola durante unos minutos mientras iba por más bebidas. Me preocupó por qué hacer. no podía simplemente irme. Parecería que me había asustado, y no quería darle a Marcos ni siquiera esa pequeña victoria. Pero aceptar la bebida también fue una mala idea.

Decidí tomar la bebida, beberla rápido y marcharme. no iba a responder si él intentaba involucrarse más, y absolutamente, definitivamente no iba a hacer nada más de lo que me arrepintiera. no iba a besarlo, o dejar que él me besara, o dejar que él pusiera sus manos en mí, o poner mis manos sobre su fuerte pecho, o …

Marcos regresó y dejó las bebidas sobre la mesa. De alguna manera había conseguido una bandeja del personal, y había cuatro bebidas en ella: dos cervezas para él y dos vodka y refrescos más para mí.

Yo: Dije un trago, Se nota que solo eres entrenador y no Maestro no puedes contar hasta uno correctamente.

Marcos: Happy hour. Dos por uno,

Sospechaba: nunca había oído que un bar hiciera una hora feliz tan tarde. Y nadie más parecía llevar tragos dobles en el bar. Por otro lado, sabía que Marcos podía ser encantador; tal vez había convencido al camarero para que le diera algo extra.

En cualquier caso, si estaba bien que bebiera un trago, podría soportar dos. Los bebería de forma agradable y rápida y escaparía. Marcos habría perdido su pequeño juego, y mañana podría ir a ver a Mi Rey y desquitarme con él en la intimidad y más allá.

Cogí uno de vodka y coca cola y bebi la mitad de un trago. Luego golpe la mesa con el vaso medio vacío, salpicando un poco mi mano, y desafiante:

Yo: ¿Qué? ¿Ya no bebes?

Marcos sonrió y tomó una de sus cervezas, sosteniéndola en un saludo burlón antes de tragarse todo de una vez

. Yo: Cualquiera puede hacer eso. La cerveza es fácil. Pruébelo con licor fuerte.

Marcos: Te emparejaré cualquier momento, Pero pensé que te irías una vez terminadas estas bebidas.

Yo: Y así será ternurita

Antes, había comenzado a sentir simpatía por Marcos, pero ahora estaba muerto. Me bebería estos vodkas y me iría.

Marcos: Bien por mí. – algo decepcionado

Se apoyó contra la pared y miró a la multitud. Bebió su segunda cerveza y miró a la gente en la pista de baile. Lo observaba Parecía completamente feliz de ignorarme. seguí su mirada, y aunque no podía estar segura de que pareciera que él estaba observando a algunas de las mujeres que bailaban. Era completamente irracional, pero me sentí celosa. No quería la atención de Marcos, pero realmente no quería que él se concentrara en otra persona.

Yo: Oye, idiota, ¿Terminaste de ser grosero?

Marcos me miró por un momento, luego volvió a mirar a la gente que bailaba.

Marcos; ¿Qué? Te vas. Así que necesito encontrar a alguien más que me haga compañía-directo y despreocupado

Me dejo momentáneamente sin habla, Sin embargo,

Yo: ¿Crees que encontrarás una mujer soltera aquí que este tan buena como yo? Buena suerte. Probablemente terminarás yéndote con alguna perra borracha- con ácido desprecio.

Marcos; Quizás.

Yo: Probablemente algún troll de pecho plano y sin culo. – dándole sorbo a mi bebida,

luego me incline hacia adelante, de modo que, si Marcos miraba hacia mí, pudiera ver mi escote. Sin embargo, no miró. Parecía que Marcos había perdido por completo el interés. Sabía que era una táctica, una forma de atraer. Lo había usado yo misma. Pero incluso sabiendo esto, estaba funcionando.

Yo: Oye, imbécil. Estás siendo grosero. Eres un compañero de mierda para beber.

Marcos Y tú no sabes cómo aceptar un cumplido.

YO: ¿Qué quieres decir?

Marcos: Quiero decir, un hombre te muestra algo de atención, algo de atención que obviamente quieres, y te asustas. – entrecerré los ojos. Abrí la boca para responder, pero Marcos interrumpió. Se volvió para mirarme-Demonios, tú eres quien me besó, y luego te volviste toda una perra psicópata.

De alguna manera, la repetición regular de su afirmación de que yo había comenzado el beso me había convencido de que tenía razón.

Yo: ¿Y? Incluso si así fue, sabes que estoy casada. Deberías haber dicho que no, como buen caballero.

Marcos: ¿Por qué? Lo querías. Yo lo quería. Es sólo un beso. – se repego a mí. ¿Sabes qué? Voy a demostrar que todavía lo quieres. Un beso más, Bésame una vez más y luego dime que no te gusta.

Influenciada por el vodka que había consumido y el pequeño aleteo que sentía entre mis piernas, tome eso como un desafío. no era de las que se echaba atrás cuando alguien se me acercaba. Agarre a Marcos por la camisa y tire de él hacia mí. Una vez más, nuestros labios se encontraron. La mano de Marcos se posó en mi muslo y deslizo por mi pierna, hasta la parte superior del muslo, sus dedos se curvaron para descansar entre mis piernas a solo unos centímetros de mi ingle.

El beso terminó y ambos nos encontramos respirando rápidamente. Nos mirábamos el uno al otro, con los rostros cerca, y sin hablar, deslice mi pierna sobre la de Marcos, girándome mientras lo hacía, así que termine sentada sobre sus piernas y frente a él. La mesa detrás de mi presionó contra mi espalda baja y me empujó contra él; Fue incómodo, pero en el momento que no me preocupó en lo más mínimo, puse mis palmas contra su pecho y lo besé una vez más, esta vez con más pasión, más hambre. Marcos devolvió el beso con igual fervor.

Nos besábamos, allí en la mesa en la esquina de la barra, con los labios y las manos el uno en el otro, explorando, sintiendo el cuerpo del otro. La confianza de Marcos se mostró cuando se hizo cargo, agarrando mi trasero y jalándome hacia él, haciéndome apretarme contra su pierna y terminando con su ingle presionado contra la mía. deje escapar un pequeño ruido, un pequeño arrullo cuando terminó el beso.

Aprovechando mi conformidad, Marcos inclinó la cabeza y me susurró

Marcos ¿Quieres salir de aquí? Puedo llevarte

Inocentemente pensé que, si decía que sí, no se iba a conformar con solo llevarme y nada más. pero podría controlarlo

Yo: Podemos compartir un taxi, pero no nada más.

Eso pareció satisfacer a Marcos, y rápidamente, ya estaba esperando junto a él mientras Marcos pagaba su cuenta. Marcos caminó un paso por delante cuando salimos del bar, con mi mano en la suya. Hizo señas a un taxi y nos apiñamos juntos en la parte trasera. El taxista preguntó adónde nos dirigíamos; Respondí dando la dirección. El taxi apenas había empezado a moverse cuando nos entrelazamos de nuevo, las manos de Marcos sobre mi pecho masajeaban mis senos a través de mi vestido color.

Mis manos de viajaron hacia abajo: primero, sentí su pecho ancho y musculoso, luego bajaron, descubriendo que tenía la estructura fuerte y densa de un deportista consumado, con bloques de músculos alrededor de su abdomen. Y aún más abajo, a sus caderas, sus muslos, y luego hacia el interior de su pierna, hasta que su mano izquierda fue detenida por una gruesa obstrucción, algo que estaba oculto debajo de sus pantalones. Mis ojos se agrandaron.

Yo: Dime que es un calcetín metido en tus pantalones.

Marcos: Nop. Es todo real, linda dama. Y es todo para ti. – sonriendo sínicamente

comencé a pasar la mano arriba y abajo por su longitud, otra decisión tonta en una noche de errores.

Yo: ¿Todo para mí? Te aclaro que no pasara nada cuando lleguemos ¿Qué, crees que te hacer algo contigo en un taxi? –mientras mantenía traviesamente mi mano en su ingle.

Marcos: Ciertamente no diría que no.

le di una palmada en el pecho juguetonamente.

Yo: Socio cerdo. Intenta dejar de pensar con tu polla. – tenía algo más que decir, pero a Marcos no le importo, o al menos ese fue el mensaje que recibí cuando él se inclinó y me besó de nuevo.

Le devolví el beso con igual entusiasmo, las preocupaciones se habían borrado de mi mente por la lujuria ebria. Mi mano nunca abandonó su ingle. De hecho, se deslizó más hacia arriba, lo agarre a través de sus pantalones, su polla era un peso completo en mi pequeña mano. Incluso a través de su ropa, sentí su calor, y no pude evitar imaginar cómo sería. Cómo se sentiría en piel con piel en mi mano, en mi boca … en mi pequeño y depilado coño.

Mi mano permaneció allí durante el resto del breve viaje. Las manos de Marcos vagaron, explorando mi cuerpo, pero las mías se quedaron quietas. Sabía que Marcos era fuerte y tenía el cuerpo para demostrarlo, pero no había esperado tener el grueso trozo de carne en mis manos, y ahora que lo tenía no quería dejarlo ir.

Me aparte de Marcos el tiempo suficiente para decir, entre respiraciones profundas:

Yo: ¿Sabes que este viaje en termina al salir del taxi verdad? ¿No va pasar nada más al llegar?

Marcos: Me miró y luego volvió su atención a besarle el costado del cuello. – Entendido -, murmuró.

Yo: Bien.

Luego metí la mano debajo de su cintura y agarré su polla.

Ahora era el turno de Marcos de parecer sorprendido. MI agresividad lo tomó desprevenido. Sabía que era luchadora, y eso se había mostrado en abundancia, desde el primer momento en que nos encontramos, pero que se tradujera tan directamente en esto le sorprendía, pero para nada le era desagradable.

Una noche de coqueteo, el alcohol que ambos habíamos consumido y el estrés del día me dejaron desesperada por algún tipo de liberación, y Marcos lo fue. Me olvide del hecho de que había enviado a sus jugadoras a patear a mi jugadora estrella; incluso el hecho de que tuviera menos de un año con mi marido parecía distante e irrelevante.

Marcos se sintió caliente y cada vez más duro en mi mano. Mis dedos podían tocar la base de su eje. Su mano corrió por debajo de mi vestido, devolviéndome el favor, deslizándose por mi muslo y forzando el dobladillo de mi vestido lo suficientemente alto como para mostrar la pequeña tanga “dorada” que escasamente cubría mi vulva.

Taxista: ¡Oigan! ¡Me van a manchar el asiento! ¡No cuenten dinero enfrente de los pobres! –ladro, mirando por el espejo retrovisor.

Marcos: Simplemente disfruta del espectáculo, amigo

Él nos miró ceñudo y refunfuñó, pero no hizo nada más mientras continuamos manoseándonos y besándonos en su asiento trasero. En un pequeño acto de pudor, nos restringimos; saque la mano de los pantalones de Marcos y el evitó que sus manos se desviaran debajo de mi vestido. Sin embargo, no resistió la tentación de ponerme las manos encima en otros lugares. Una de sus manos grandes se aferró a mis pechos. Él era sorprendentemente gentil, su toque ligero, y mientras sus manos la acariciaban a través de mi vestido, sentí pequeños temblores placenteros recorriéndome.

El taxista se detuvo de repente, enviándonos hacia adelante.

Taxista Págame y lárgate, – mirándolos a los dos en el espejo.

Abrió la puerta y salí del coche de alquiler.

Yo: Te encargas de eso, ¿verdad, Profe? – dándole una sonrisa burlona.

Él puso los ojos en blanco y le entregó al taxista un puñado de dinero en efectivo.

Marcos: Quédese con el cambio, -y también se bajó del taxi.

Yo: Bueno que pases buenas noches

Marcos: Ese tipo era un idiota. Déjame subir un rato. Llamaré un taxi nuevo y me iré cuando llegue. ¿O qué, vas a hacerme esperar en la calle?

Respire hondo y note feliz la forma en que los ojos de Marcos se desviaron hacia mi pecho mientras subía y bajaba, por efecto de mi respiración agitada.

Yo: Está bien. Puedes subir a esperar. Pero —y aquí puse mi mano sobre su pecho — no estamos haciendo nada más. ¿Entendido? –con un poco de buen sentido tomando el control por un momento.

Marcos: Asintió, todavía sonriendo. –Ok, Bien, de acuerdo.

Y entramos al edificio, con paso acelerado recorrimos el vestíbulo hacia los ascensores. antes de que se cerraran las puertas, volvimos a estar uno encima del otro. Marcos me empujo contra la pared trasera del pequeño ascensor. envolví mis piernas alrededor de él, dejándolo sostenerme contra la pared espejada, pateando una pierna para presionar el botón de mi piso. Tocando varios botones en mi intento.

Mientras las puertas del ascensor se cerraban lentamente, continuamos explorando cuerpos mutuamente. Mis brazos y piernas estaban envueltos alrededor de él, abrazándolo, atrayéndolo hacia mí. Se inclinó, aplastándose contra cuerpo, inmovilizándome contra el frío cristal plateado de la pared detrás de mí. La mano izquierda de Marcos estaba en la pared, por encima de mi cabeza, mientras su mano derecha subía por debajo de mi vestido y frotaba el lado de mi muslo.

El ascensor se puso en movimiento apenas nos dimos cuenta. Cuando sonó y las puertas se abrieron por primera vez, abrí los ojos y miré la pantalla. Era un piso antes, y había una mujer mayor de pie frente a las puertas, mirándonos con los ojos desorbitados. Marcos no la vio en absoluto, y la mujer se quedó de pie y miró fijamente mientras las puertas se cerraban una vez más. Segundos después, las puertas del piso se abrieron se abrieron el piso correcto, nos apresuráramos hacia mi habitación.

Mientras buscaba la llave electrónica, Marcos se acercó detrás de mí y pasó un brazo alrededor de mi cuerpo, tanteando mi pecho debajo de mi vestido con una mano y apretando mi nalga con la otra. Él me acariciaba, besando suavemente mi cuello, cerré los ojos, distraída por el hombre detrás de mí, este asombroso espécimen físico que parecía completamente interesado en mí. Por un momento quise dejar caer mi bolso, girarme y follarlo allí mismo, en el pasillo, pero sabía que no podía arriesgarse a que los vecinos los vieran y se enterase sus pupilas, la escuela, mi marido. El pensamiento de mi marido por breve momento fue acompañado por una punzada de culpa. Pero entonces la mano de Marcos encontró y pellizcó uno de mis pezones a través del vestido de sostén, jadee de placer y el pensamiento de Mi Reyecito desapareció, llevándose consigo la culpa.

Aunque estaba distraída por las atenciones de Marcos, logró sacar la llave electrónica y abrir la puerta. Tan pronto como entramos agarre a Marcos con ambos brazos del cuello. Me levanto del suelo y se abrió camino y cerrando la puerta de una patada detrás de él. Seguimos besándonos, casi frenéticos.

llegamos hasta el sofá antes de que el tenue autocontrol se rompiera. Marcos cayó hacia adelante en el sofá, atrapándome a debajo de él. Mis manos agarraron el dobladillo de su camisa y la subieron, revelando su pecho cincelado. Los tatuajes tribales en sus brazos continuaron subiendo más allá de sus hombros, hasta justo debajo de su clavícula. Su piel estaba casi completamente sin pelo. apoye la palma de mi mano sobre su pecho; Marcos estaba cálido al tacto.

Marcos luego me devolvió el favor, deslizando mi vestido. Encogí mis hombros, ayudándolo, ansiosa por liberarme de la ropa; de repente me sentí tan confinada, con este hombre fuerte encima de mí, cualquier cosa que no fuera el contacto piel con piel parecía inaceptable. me retorcí debajo de él, y mi vestido se deslizó por mi cuerpo, hasta que mis senos cubiertos por sujetador quedaron al descubierto.

Pero la vista de mis senos copa C cubiertas por un sujetador push-up de encaje no fue suficiente para Marcos, Desde mi posición recostada boca arriba, no podía llegar fácilmente al broche, pero Marcos no parecía interesado en ayudarme.

Sus grandes manos bajaron sobre mi pecho, sus palmas contra mis senos, agarró su sostén, una taza en cada mano. Vi en su mirada sus negras intenciones

Yo: ¡No, no lo hagas!

Marcos gruño con firmeza, rompió y rasgo mi sujetador en la parte delantera donde se unían las copas.

Yo: ¡Estúpido!, ¡eres un bestia! ¡era un regalo de reyecito!

Marcos no respondió, simplemente me hizo callar besándome de nuevo. Mi ira fue subsumida en otra cosa, una poderosa necesidad de él, despertada por su clara y casi bestial lujuria por mí.

Mis senos estaban al descubierto, mis delicados senos que provocaban que los hombres me miraran fijamente y las mujeres se pusieran celosas. Estaban a la merced de sus grandes manos, mi carne suave pero firme se derramó entre sus dedos. mis pezones estaban rígidos y erguidos contra sus palmas. Nuestras lenguas exploraron la boca del otro. Mis manos recorrieron su espalda, mis uñas rastrillándola. Podía sentir los músculos densos y duros de Marcos tensándose mientras se movía, su cuerpo encima de mí.

Marcos se deslizó por su cuerpo, hasta su cara quedo entre mis tetas las apretó una contra la otra para poder darse un festín con ellas, prácticamente babeando mientras besaba y lamía mis carnosos orbes. Mis manos encontraron su camino hacia su cabeza y lo atraje hacia mí, presionando su rostro contra mi pecho como si quisiera sofocarlo en mis delicados senos. Deje escapar un pequeño gemido, un pequeño sonido que indicaba mi conformidad con los insistentes deseos de Marcos.

Quería que se arrancara el resto de su ropa y me tomara por completo, olvidando por el momento cómo este hombre había ganado el torneo con trampa, deseándolo simplemente como un hombre fuerte y agresivo. Pero algo me hizo resistir este impulso. Salí de debajo de Marcos, retorciéndome hacia atrás en el sofá, tirando mi vestido más abajo de mi cuerpo mientras lo hacía y dejándome desnuda hasta la cintura. Marcos tuvo una idea equivocada de esto y comenzó a besar mi ombligo, luego se movió más abajo, su objetivo final estaba claro.

Yo: ¡No! ¡No esto! No puedo. -jadeando de deseo

Marcos me miró, aparentemente sin comprender, su lujuria le dificultaba procesar lo que le había dicho. Pero se detuvo y se apoyó en sus brazos. Sus ojos todavía me dominaban; no había hecho ningún esfuerzo por cubrirme, y él contempló ansiosamente la vista de mis senos subiendo y bajando mientras respiraba profundamente.

Marcos ¿Qué ocurre?

Yo: No puedo simplemente coger contigo. Estoy casada, No puedo engañar a mi marido.

Marcos: Se incorporó hasta sentarse a su lado. Está bien, nena, lo entiendo.

Estaba un poco sorprendida por la facilidad con la que Marcos se retiró. Casi había esperado que él siguiera adelante, a pesar de mi negativa, y su aparente disposición a dejar que el asunto No siguiera me tomó desprevenida. Y todavía sentía una necesidad ardiente entre mis muslos, el fuego avivado por la embestida de Marcos aún no se había enfriado. Eso, quizás, fue lo que me impulsó

Yo: No puedo coger contigo … pero eso no significa que no podamos hacer nada.

Deslizándome por el sofá hasta su entrepierna, encontrándome cara a cara con el bulto hinchado en sus pantalones.

Yo: Oooh, ¿esto es para mí? – coquetamente, mientras mis manos se deslizaban por sus anchos muslos y mis dedos se enganchaban bajo su cintura.

Empecé a bajarle los pantalones. Marcos levantó las caderas para que pudiera quitarle la ropa más rápido. Mientras le bajaba los pantalones más y más, mis ojos se quedaron fijos en su ingle y mi mandíbula cayó cuando vi empaque de Marcos.

La base de su eje era gruesa, A medida que sus pantalones caían más, más y más de su polla fue revelada ante mi hambrienta mirada, centímetro tras centímetro de su rolliza polla. No fue hasta que le bajé los pantalones a la mitad del muslo que vi la cabeza de un apetitoso tamaño, que brillaba ante la luz de las circunstancias. Y debajo de su polla había dos bolas, del tamaño adecuado.

Me quede mirándolo por un momento, estupefacta. Marcos se rio entre dientes.

Marcos: Nunca me canso de ver, esa expresión en la cara de las chicas cuando conocen a Marcos Jr.

Yo: Wow, ahora ser por usas pantalones holgados.

Baje los pantalones el resto del camino, dejándolos caer alrededor de sus tobillos, luego separando sus piernas y pasando mis manos por sus piernas. Mis manos se juntaron donde sus piernas se unían, envolví ambas manos alrededor de su grueso poste, disfrutando de su peso, sintiéndolo entre mis manos.

Casi tan pronto como me apoderé de la polla de Marcos, comencé a acariciarla, suavemente, no del todo conscientemente, mi cuerpo simplemente corría en piloto automático enfrente de una herramienta tan impresionante. Pensaba que mi Rey estaba bastante bien dotado y sabía cómo usar lo que tenía. Sin embargo, Marcos estaba en la liga Premium.

Yo: Wow, maravillándome de la sensación del grueso palo en mis manos.

Marcos sonrió con confianza

Yo: Bueno, no creas que te voy a dejar que me cojas esta noche. Te mamaré y eso es todo.

No había dejado de acariciarlo mientras hablaba. Marcos no pareció decepcionado; simplemente separó las piernas y se deslizó por el sofá, dándome un acceso más fácil a todo lo que necesitaba.

Comencé de abajo hacia arriba, lamiendo la parte inferior de su eje desde la base hasta la punta, mi lengua se aplanó y se deslizó por su longitud. Luego cambie de rumbo, siguiendo el mismo camino hacia abajo hasta que alcance los orbes pesados en la base. Con la lengua me llevé uno a la boca, donde le di un baño de lengua, prodigándole atención antes de dejarlo deslizarse por mis labios para poder hacer lo mismo con su gemelo. Sabía limpio, con solo una pizca del casi inevitable sudor salado.

Marcos gimió cuando me moví de nuevo hacia arriba, trazando una de las venas que sobresalían en su vara con la punta de mi lengua, regresando a la parte superior donde abrí la boca y resbalé la cabeza entre sus labios. más allá de mis dientes, dejando que mis labios se cerraran alrededor de él y succionando con fuerza. Parte de mi cabello caía frente a mi cara, Marcos lo cepilló hacia atrás para poder verme mientras comenzaba a menear la cabeza, sin tomar mucho de él al principio, solo empapando los primeros centímetros en saliva y dejando que goteara más allá de mis labios para cubrir el resto de su eje. Mis manos trabajaron el resto de él, esparciendo la saliva que goteaba en una capa uniforme. La habitación se llenó con los sonidos de su succión y los ruidos húmedos que hacían mis manos mientras volaban arriba y abajo, con los gemidos de Marcos como contrapunto.

Marcos: Que deliciosa mamada, me estás dando, esa boca es fantástica, parece de una puta profesional chupapollas- entre gemidos.

Le guiñe un ojo en broma y chupe más fuerte, moviendo la cabeza más rápido. Quería que pensara en esto cada vez que otra mujer estuviera entre sus piernas. Más que eso, quería que él comparara a todas sus otras viejas y que las encontrara deficientes, ante mí.

Me asegure de que mis labios estuvieran bien sellados alrededor de su polla y chupe con fuerza, mi lengua plana contra la parte inferior de su eje mientras me alejaba lentamente de él, finalmente liberándose con un * pop *.

Mis manos no se detuvieron mientras lo miraba a los ojos.

Yo: ¿Te gusta esto, Profe? burlándome de él. ¿Te gusta que una linda dama te chupe tu gorda polla?

Marcos solo gimió. sonreí victoriosa

Yo: Voy a dejar en mal a todas las perras con las que has estado, esto fue solo un calentamiento. -Su tono era confiado, incluso arrogante

Respire hondo, abrí mucho la boca y me lo lleve adentro. Pero esta vez, cuando la cabeza de él golpeó la parte posterior de mi boca, apreté la lengua y tragué, reprimiendo el reflejo nauseoso y dejando que la cabeza se deslizara hacia mi garganta. Con los ojos abiertos, mire a Marcos con arrogancia mientras lo tomaba más y más profundamente en garganta.

Marcos dejó escapar un gemido largo y bajo tono.

Marcos: Que me jodan, nadie ha hecho una mamada así antes.

Era todo lo que podía hacer dejarme trabajar en lugar de intentar hacerse cargo. Inconscientemente, comenzó a moverse en su asiento, sus caderas subían y bajaban a medida que aumentaba el placer. No me importaba, estaba concentrada en tragar más y más de su vara.

Marcos estaba más que impresionado. mientras comenzaba a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo, manteniéndolo en mi garganta hasta que mi cara comenzó a enrojecerse, luego despegándome de él lo suficiente para respirar profundamente y luego volver a sumergirme. Cuando mi lengua pasó por su cabeza, probé el líquido que fluía constantemente de él. Una de mis manos ahuecó su saco, jugando con sus bolas, girándolas en mi palma y sintiendo que empezaban a tensarse.

También estaba impresionada, Marcos no solo era liga Premium, también podía controlarse. Se las había arreglado para evitar correrse a pesar de todos mis esfuerzos, y no me estaba obligando a bajar a pesar de su obvia lujuria. Pero ahora era el momento de ir a matar. En el movimiento ascendente, hice una pausa, inhalé profundamente por la nariz, acariciando a Marcos con una mano y amasando suavemente sus bolas para mantenerlo en el borde. lo miré tenía los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás. Tenía los brazos a los lados y las manos ligeramente hacia arriba, los dedos se curvaron y se desenroscaron como si quisiera desesperadamente agarrar mi cabeza y obligarme a bajar.

Una vez que estuve lista, contuve la respiración y abrí la garganta por última vez. Moviéndose lentamente, lo trague, mis labios se deslizaron por su eje. mis manos lo acariciaron mientras descendía, descensos cada vez más cortos a medida que centímetro a centímetro desaparecían en mis labios. Muy pronto mi otra mano se unió a la primera, apretándola suavemente, sus cálidas bolas deseando que se corriera.

Mis labios se deslizaron hacia abajo lentamente, él se mordió el labio, conteniéndose todo lo que pudo antes, con un explosivo grito sin palabras llegó.

Sentí los primeros disparos en lo profundo de mi garganta mientras su polla se hinchaba y palpitaba, antes de retirarse y tomar el resto en mi boca. Mis manos y lengua nunca dejaron de moverse, alargando su clímax tanto como pude hasta que mi boca estuvo llena de su cremosa carga. Cuando su polla dejó de estallar, levante la cabeza, besando la punta de su polla antes de abrirse y mostrarle la bocanada de semen que había guardado. Y luego cerré la boca y, con una sonrisa maliciosa, devoré cada gota.

Chasquee los labios una vez que termine, como si acabara de disfrutar de una deliciosa comida. Marcos sacudió la cabeza con asombro, sin creer del todo lo que le acababa de pasar. Luego me puse de pie de un salto

Yo: Está bien, semental, tienes lo que querías. Estoy borracha y cachonda, pero no voy a dejar que me cojas, así que puedes guardar a Marcos jr. y marcharte.

Marcos estaba un poco aturdido por el cambio repentino. Se subió los pantalones y se puso de pie. Le señalaba la puerta, mirándolo y desafiándolo a objetar.

Marcos tomó el desafío. Él la miró hacia abajo

Marcos: Conseguí algo de lo que quería. das unas mamadas increíbles, pero no es justo que me vaya sin devolver el favor.

Me agarró por la cintura, grite cuando de repente se giró, poniéndome entre él y el sofá.

Marcos: Pon tu hermoso culito en el sofá y sube tu vestido. Es mi turno.

Estaba en conflicto, no había mentido cuando dije que estaba cachonda. Marcos me miraba como un león a punto de devorar a su presa, y una parte de mi quería dejarlo hacerlo. Pero esta noche ya había ido más lejos de lo que esperaba, y me preocupaba que las cosas no terminaran ahí. Sin embargo, Marcos parecía estar leyendo mi mente.

Marcos: Vamos, zorrita, Déjame hacer lo mío y luego me iré. Lo prometo. No es como si fuéramos a coger, solo voy a saborear tu linda panocha y hacerte terminar.

Me mordí el labio, considerando, sopesando sus opciones, y en poco tiempo mi lujuria ganó.

Yo: Está bien, – agachándome y subiéndome el vestido, dejándolo como un rollo de tela alrededor de mi cintura. – Pero esto es todo. Una vez que te diga que terminamos, terminamos- con severidad

Marcos sonrió y respondió enganchando sus pulgares a los costados de mi tanga, mientras se ponía de rodillas frente a mí, bajando mi pequeña y “dorada” tanga por mis piernas hasta mis tobillos. Ni siquiera tuve tiempo de sentarme en el sofá antes de que él estuviera hurgando entre mis piernas.

Las manos fuertes de Marcos ahuecaron mis nalgas, sus dedos se clavaron un poco, manteniéndome de frente a él. termine sobre las puntas de mis pies, con su rostro presionando con fuerza contra mi entrepierna. posada precariamente sobre él mientras él se comía mi coño como un hombre hambriento.

Incluso antes de que él comenzara, ya estaba ardiendo; había planeado echar a Marcos y luego auto complacerme como loca. Las acciones agresivas de Marcos me tenían en un sube y baja de pasión. Y ahora, con la sensación de su lengua entrando en mi intimidad, sus manos fuertes apretando mis nalgas manteniéndome a su merced, estaba casi abrumada. Me agarre mis tetas, acariciándome, pellizcando mis pezones y apretándolos.

Yo: En la madre –suspirando – no te andas con rodeos.

Marcos no estaba realmente en posición de responder, pero miré hacia abajo y vi la mirada confiada y victoriosa en sus ojos, y esa fue suficiente respuesta. Su lengua se abrió camino dentro de mí, separando mis labios inferiores. Me encontré tratando de bajar, para que él pudiera ir más profundo; el músculo que actualmente se abría paso dentro de mi coño simplemente no era suficiente.

Fue entonces cuando supe que iba a dejar que Marcos me cogiera. Podría intentar resistirme, y probablemente lo haría, era parte de la diversión. Pero si él presionaba para que le diera más, cedería. Era tan impresionante, tan dominante, tan masculino. Se había manifestado en el campo antes, cuando Marcos había ganado el torneo con su estrategia de juego agresiva, pero fuera lo que fuera, ahora parecía una forma primordial e instintiva de expresar su superioridad. Y en el bar, cuando dejó en claro que me quería pero que no toleraría mi mierda para conseguirme, eso también había sido una expresión de su poder y confianza.

Cualquier otro pensamiento se cortó cuando Marcos se movió ligeramente, y su lengua encontró mi botón y comenzó a hacer círculos apretados y rápidos alrededor de él. Toda la habilidad y la pasión que había demostrado antes, cuando se besaron, también estaba en exhibición aquí. Al poco rato, sentí que me temblaban las piernas y que se le debilitaban las rodillas.

Yo: Chingada madre – en voz baja.- Pinche cabron. Hazme terminar, Pinche cabron pendejoo.

Marcos me agarró por el culo, sosteniéndome presiono mis interiores con la misma intensidad resuelta que había mostrado en el Antro. hasta que sucumbí. Ahora, era más o menos lo mismo. Pero su objetivo entonces había sido seducirme, y eso lo logró. Su objetivo ahora era cimentar su victoria haciéndome terminar. Y él lo estaba logrando.

Aguanté lo inevitable todo el tiempo que pude. Y luego, cuando mi resistencia se desmoronó, me vacié. Con un grito ahogado, explote, moviendo mi cabello de un lado a otro. Mi cuerpo se convulsiono, la electricidad recorriéndome desde las caderas subiendo por mi espalda en un solo destello una ola de placer me invadió.

Yo: ¡Pinche bastardo! ¡Hijo de puta! ¡Trágatelo mi panocha, Cabron! ¡Oh, Dios mío, oh Dios mío, oh Dios, ¡joder! – Las palabras salían de mi boca con la misma velocidad que mis jugos brotaban de mi pequeño y depilado coño.

Cuando terminé, estuve a punto de colapsar, pero Marcos todavía estaba allí, apoyándome y recostándome suavemente en el sofá. Tenía los ojos cerrados. Me estremecí mientras recuperaba lentamente el control de mi cuerpo. Y cuando abrí los ojos, vio a Marcos, de pie junto a mí y mirando hacia abajo con una expresión en su rostro que hablaba de triunfante confianza. Había visto esa mirada antes, cuando Marcos recibía el trofeo del campeonato interno.

Pero había una gran diferencia entre ese momento y el presente. La primera vez que vi esa mirada, Marcos no estaba desnudo. me arrastré por el sofá y pude sentarme.

Yo: Controla tus ímpetus, Sin coger ¿recuerdas?, chingado, no deberíamos haber tenido nada en absoluto.

Marcos dio un paso hacia mí. Su polla había recuperado su vigor mientras me estaba comiendo, se balanceaba en el aire mientras se movía. mis ojos seguían su movimiento; sacudió la cabeza para aclarar mis ideas, luego volvió la mirada hacia Marcos. No tuvo más efecto en él ahora que antes.

Marcos: No vas a hacer que me vaya, -confiado.

Yo: ¿Por qué no? – desafiante.

Marcos: Porque todavía estás bien pinche caliente, y necesitas un poco de polla, – con total naturalidad.

Era difícil de negar; me había corrido ya, pero necesitaba más. Si Marcos se fuera, podría ir mi maleta y buscar mi roll-on, para masturbarme como una puta toda la noche. Además, aunque me hacía sentir culpable admitirlo, incluso para así, no sería mi marido, mi rey adorado, quien estaría en mis pensamientos mientras me auto estimulará.

Yo: Eres bastante arrogante, La mayoría estaría feliz con una mamada … especialmente de mí.

Marcos sonrió y agarró la base de su polla, apretándola suavemente.

Marcos: Engreído, ¿eh? ¿Supongo que sé en qué estás pensando?

Se acercó aún más, y el extremo de su polla terminó a solo unos centímetros de mi cara.

Marcos: Si quieres que me vaya, me iré. Pero te estarás arrepintiendo de perder esta oportunidad de tener una polla de verdad dentro de tu delicioso coño

Yo: No es tan sencillo

Marcos: Piénsalo. Nadie nos vio salir del bar. Nadie nos vio venir aquí, excepto el jodido taxista. Sabes que tu marido no va a aparecer. Esta es tu oportunidad de probar una nueva polla, sin consecuencias, no hay posibilidad de ser descubierto- Su voz se volvió un poco más grave y ronca – puedes pasar esta noche teniendo buen sexo o puedes ir a jugar contigo misma. Es tu decisión.

Con más sobriedad y menos cachonda podría no haber sido influenciada por el pequeño discurso de Marcos, pero me convencí. Después de todo, racionalice, ya falle como esposa. podría ir a por todo el placer y no es como si nadie lo supiera ni mis pupilas, ni la escuela, mucho menos mi marido, solo y nadie más que nosotros.

Yo: Tú planeaste esto, ¿verdad, hijo de puta? – señalándolo con un dedo acusador y entrecerró los ojos. Marcos se encogió de hombros y sonrió descaradamente. -Aquí están las nuevas reglas: nunca le dirás una palabra de esto a nadie. Después de esta noche, apenas me conoces. Puedes saludar con la cabeza desde el otro lado de la calle, pero eso es todo. ¿Entendido?

Marcos no parecía impresionado por mi fanfarronada. No es de extrañar, de verdad; casualmente había ignorado todas las otras veces que había tratado de establecer reglas, y lo sabía, o al menos sospechaba, que seguiría haciéndolo hasta que hubiera repercusiones. Pero una parte de mí también sabía que no habría ningún castigo por romper las reglas. Algunas personas simplemente patinaron por la vida, y Marcos parecía ser uno de ellos.

Ahora mismo, sin embargo, eso no era asunto tuviera mi atención, Estaba mucho más interesada en el aspecto de Marcos mientras estaba allí, desnudo como el día en que nació. Los tatuajes de sus brazos musculosos le llegaban hasta los hombros y la parte superior de la espalda, Su cuerpo mostraba los resultados de largas jornadas en ejercicio. Y, por supuesto, entre sus piernas, colgaba un trozo de carne que (odiaba admitirlo) era sustancialmente más impresionante de lo que mi marido cargaba con él. Me encontré mirándolo mientras Marcos se acercaba, siguiendo cada movimiento y rebote con los ojos y abriendo las piernas inconscientemente mientras él se acercaba.

Cuando se acercó, estaba recostada en el sofá. Marcos se deslizó entre mis piernas abiertas, pero antes de que pudiera entrar, y estaba claro que ese era su objetivo, le puso una mano en el pecho y lo detuve.

Yo: No, Aquí no.

Marcos se apoyó en su mano y, aunque podría haberme forzado, no lo hizo.

Marcos ¿Por qué no aquí, bella dama? ¿No estás cómodo en este sofá?

Yo: No, pendejo – puso los ojos en blanco- Quiero follar en algún lugar donde pueda al menos cubrir sábanas después. Nadie, absolutamente nadie, puede saber sobre esto, así que no tenemos nada en el maldito sofá, mañana pueden venir mis pupilas y no quiero dejar rastros de nada.

Con un movimiento Marcos me tomo de la mano. y me levanto en vilo poniendo mi humanidad sobre su hombro.

Yo: Bájeme cabron- agitando las piernas y dándole una palmada en la espalda.

Marcos me dio un manotazo en el trasero, haciéndome que gritara y cortando mis protestas.

Marcos: Te llevo a la cama contrólate

Yo: ¿Crees que eres impresionante? ¿Hombre grande, fuerte, maltratando a la mujercita? Es patético. Este acto de hombre de las cavernas podría impresionar a las putas tontas que recoges en el bar, ¡pero…- A mitad de la palabra, me arrojó sobre la cama. Aterrice pesadamente, rebotando hacia atrás por un momento, agitando las extremidades.

Antes de que pudiera recuperarme, Marcos estaba sobre mí. Se movió suavemente, deslizándose por la cama, sus caderas forzaron mis piernas a separarse. Marcos me presiono contra el colchón por los hombros. Su rostro estaba a centímetros del mío y estaba sonriendo.

Marcos: ¿Esta mejor, linda dama? – en un tono levemente burlón.

Yo: frunciendo el ceño – Solo fóllame, cabron, y si no haces terminar como dios manda, haré que te arrepientas.

La amenaza estaba vacía, en más de un sentido. No tenía idea de cómo iba a hacerle pagar si él no me hacía correrme, y, lo que, es más, la forma en que me maltrató, me arrojó como un juguete … me tenía extasiada. Mi rey podría ser muy dominante pero nunca me trató así, y algo en la forma en que Marcos simplemente tomaba lo que quería hizo que deseara más y más.

La polla de Marcos descansaba sobre mi vientre, atrapada entre nuestros cuerpos. Estaba caliente al tacto, y parecía incluso más duro de lo que había sido antes, cuando lo había estado chupando. Me retorcí debajo de Marcos, queriendo sentir el grueso trozo de carne dentro de mí y no solo contra mi vientre. Pero Marcos se burlaba de mí, negando también este premio; todo lo que logre fue mover mis caderas lo suficiente como para apretar mi coño contra la parte inferior de su eje. Y eso, a su vez, solo avivó su fuego, haciéndome cada vez más ansiosa por sentirlo dentro, abriéndome, haciéndome gritar de placer. Deje escapar un pequeño, necesitado y frustrado quejido al sentir su poste caliente y grueso, tan cerca de su lugar de descanso natural pero no dentro de él.

Marcos se apresuró a aprovechar mi frustración. Lentamente se apretó contra mí,

Marcos: ¿Qué pasa, bella dama?

trate de ignorarlo, pero no funcionó. En el espacio de unos pocos latidos cedi.

Yo: Ya Deja de burlarte de mí ¡Métemelo y cógeme, cabron!

Con una sonrisa de complicidad en su rostro, se agachó y agarró su polla. lo golpeó contra la entrada de mi canal de amor par de veces, mis caderas se sacudían involuntariamente cada vez que él hacía contacto con mi tierna vulva, y luego se acabó la burla. Echó las caderas hacia atrás, y cuando lo hizo, su polla se deslizó dentro de mi raja, hasta que la cabeza estuvo en su lugar, apuntando a mi centro. Luego, moviéndose lentamente, se acomodó en mí.

Instintivamente, gemí, sintiendo el eje de Marcos estirándome. Una parte de mi pensaba con culpabilidad que a pesar de que Mi Reyecito no se quedaba atrás, Marcos era aún más impresionante, y su polla me llenaba de una manera deliciosa. Mi rostro se sonrojó cuando Marcos descansó profundamente dentro de mí. Sus manos estaban sobre mis hombros, inmovilizándome contra el colchón, asegurándose de que no pudiera irme. Ahora que había empezado, me di cuenta de que Marcos tenía la intención de cogerme hasta que estuviera satisfecho, tanto si podía soportarlo como si no, si lo quería o no.

Era bueno, entonces, que ahora más que nada lo que quería era sentir que Marcos me usaba, cogiera duro, mostrara esa misma agresión y salvajismo animal que él había mostrado en el torneo y antes en la noche y hacerme un receptáculo para sus deseos. Sabía que era una traición a un buen hombre, un hombre al que amaba, pero en el fragor del momento eso no importaba.

Marcos no defraudó. me dio unos momentos para que me acostumbrara a su longitud y su circunferencia, momentos que los pasó mirándome a los ojos triunfalmente. Cuando pensó que estaba lista, se echó hacia atrás, sintiendo que mi coño se aferraba con fuerza a él, como si no quisiera dejarlo salir. Una vez que solo quedó la punta en mí, se estrelló contra mi pelvis, atravesándome, empalándome en su mástil, empujando con fuerza, lo suficientemente fuerte para que sintiera todo su grosor.

Y luego lo hizo de nuevo. Y otra vez. Y otra vez.

Yo: ¡En la Madre! chillando de éxtasis.

Estaba dividida entre querer decirle que bajara la velocidad y querer exigirle que me cogiera aún más fuerte. todo lo que pudo hacer fue liberar mi lujuria

Yo: ¡Pinche hijo de puta! ¡Me vas a romper! ¡Me vas a dejar samba!

Mis palabras afectaron a Marcos como las espuelas de a un caballo. Él soltó un gruñido y (Dios mío, ¿cómo era posible ?, pensé) comenzó a cogerme aún más fuerte.

Sentía que mi coño ondulaba alrededor de su tranca, convulsionando casi continuamente, como si quisiera ordeñarlo. Pero estaba lejos de terminar. Me penetró unas cuantas veces más, asegurándose de que sintiera cada poderoso empujón.

Y luego, todavía alojado profundamente en mí, me agarró del cabello y tiró, rodando mientras lo hacía, termine encima de él, Grite, de dolor, de sorpresa y de placer, mi peso cayó sobre el eje de Marcos y un repentino destello de éxtasis me atravesó.

Por un momento, pensé que quería que tomara el control, pero resultó ser un error. Lo que quería, más bien, era lucirse. Sus caderas se movieron y me tomó por la cintura, levantándome antes de dejarme caer, manipulándome fácilmente mientras me usaba como un juguete sexual viviente. Los músculos de sus brazos y pecho brillaban a la tenue luz del dormitorio mientras sudaba.

Mis tetas rebotaron salvajemente mientras subía y bajaba por su longitud. Sus manos fueron a mis pechos, estabilizando el moviendo de mis senos dándole la oportunidad de apretarlos y pellizcar mis pezones. Alguien estaba gritando breves gritos entrecortados, me di cuenta vagamente de que era yo. Mi voz era un poco ronca y mis gritos de placer fueron interrumpidos por la forma en que los poderosos empujes de Marcos sacaron el aire de mis pulmones. Trate de empezar a montarlo al ritmo de él, pero su fuerza implacable simplemente dominó, convirtiéndome en un verdadero juguete para coger.

Marcos Sigue gritando, Quiero que tus vecinos sepan lo bien que te están cogiendo follaron.

Quise dar una respuesta sarcástica, pero no pude. Todo lo que pude hacer fue tomar un respiro y soltarlo como otro grito de euforia primitivo y crudo. Con un pellizco en los pezones, me corrí. Mi panocha se apretó alrededor de la magnífica polla de Marcos, agarrándolo lo suficientemente fuerte como para obligarlo a disminuir sus poderosas embestidas. Gire las caderas, arquee la espalda y mi cabeza se agitó de un lado a otro mientras soltaba un aullido sin palabras.

Marcos: Así, puta así, – no es que estuviera en posición de escucharlo, y mucho menos procesar lo que estaba diciendo. -Córrete en mi polla, linda puta fina. Apuesto a que el puto de tu marido novio no te hace correrte así.

Si pudiera habría demostrado mi enfado por con eso, pero también tendría que admitir que mi Rey no podía estar a la altura, en más de un sentido.

Antes de que mi clímax terminara, Marcos cambió las cosas nuevamente, rodando hacia un lado y una vez más colocándome boca arriba en la cama. Pero esta vez, había movido mis piernas a un lado y terminó de pie en el borde de la cama. Mi espalda estaba en la cama, pero mis caderas colgaban a fuera de la cama, sostenidas por las fuertes manos de Marcos y el grueso, rígido e inflexible poste incrustado profundamente dentro de mis entrañas.

Marcos no perdió tiempo en reanudar sus bruscos y rápidos estocadas. En esta posición, podía usar la fuerza de sus piernas en cada penetración e hizo precisamente eso, levantándose sobre las puntas de sus pies para poder penetrar más profundamente. chille cuando su eje aporreó mi vulva, incrustándose profundamente en ella. Marcos se rio entre dientes.

Marcos: No estás acostumbrada a tener una polla como esta, ¿verdad, puta fina? ¿Qué? ¿El marido no tiene suficiente poder?

Abrí la boca para replicar. Pero antes de que pudiera decir una palabra, el pistón de Marcos se hundió una vez más y todo lo que salió fue otro grito de placer cuando mi vagina se apretó y se corrió de nuevo, sobre su tranca.

Mi espalda se arqueó, mi coño temblaba, y luego … me encontró vacía. Mis piernas se agitaron, y luego sintió las fuertes manos de Marcos en mis piernas, agarrándome y volteándome sobre mi estómago. Marcos no perdió el tiempo una vez se acomodó detrás, apenas estaba bajando de mi pico orgásmico, cuando me penetro nuevamente, esta vez como por detrás como un animal, como si yo fuera una perra en celo.

El impacto de su polo que me partía el coño volviendo a entrar hizo correrme una vez más, o tal vez solo prolongó mi clímax anterior; no estaba segura. Todo lo que sabía es que estaba arañando las sábanas y gritando

Yo: ¡Sí! ¡Cógeme, ¡Cógeme, Cógeme más fuerte!

Agarró un puñado de mi cabello y tiró hacia atrás, haciendo que mi espalda se arqueara. El dolor puso una cereza sobre el placer extático que estaba sintiendo, y eso me encendió de nuevo. A estas alturas, por lo que sabía, Marcos ya se había corrido. Mi coño estaba tan empapado que no sería capaz de decir si él le hubiera agregado su propio jugo sexual. Pero por la forma en que me estaba empalando, su gorda cabeza de polla penetrando y tocando cada rincón de mis interiores … solo … empuje, si no estaba inclinada hacia atrás, haciendo que todo su peso presionara sus caderas, siendo follada en el colchón con cruel intensidad, pensé que probablemente no había terminado.

Podía sentir el calor de su aliento en la oreja y en un costado de la cara. Tenía los ojos cerrados, para experimentar mejor las sensaciones que me recorrían. Había algo de dolor, en mi espalda, mi cuero cabelludo, pero sólo sirvió para realzar el contraste entre esos sentimientos y el increíble placer frenético que la había empalado en su eje al rojo vivo, en el eje de Marcos. Y luego, a través de la neblina, escuchó la voz de Marcos. Fue un gruñido bajo en su oído, algo apenas en el borde del oído, cuando él le dijo:

Marcos: No me arrepiento de mandar a patear a tus niñatas

Mis ojos se abrieron de golpe. Me enoje, más enojada de lo que había estado en toda la noche, lo cual fue bastante impresionante. Furia al rojo vivo ardía en mi pecho. Mis mejillas se sonrojaron y mi rostro se contrajo en una mueca. Todas estas cosas sucedieron, y también sucedió algo más.

Tuve un intenso orgasmoooo.

Más largo y duro de los que había tenido en toda la noche. Más intenso de lo que podía recordar correrme. No debería haber sucedido, pero sucedió. grite, un grito ensordecedor sin palabras que indicaba mi rendición al placer abrumador. Mi ira solo pareció hacer que mi clímax fuera más intenso, hacer que mi coño temblara y se estremeciera y se apretara e inundara con mi miel.

Marcos también llegó a su límite, tal vez impulsado por su viciosa confesión. Rugió como una bestia herida y se enterró en mi apretado coño. Por segunda vez en la noche, sentí la cálida sensación húmeda de Marcos irrumpiendo en su interior, aunque esta vez en el otro extremo de mi cuerpo. Su carga se disparó desde su polla, inundando mi coño ya empapado con su semilla. Siguió empujando mientras llegaba al clímax, golpeándome con fuerza cada vez que sufría un espasmo y lanzaba otro disparo.

Soltó mi cabello y caí hacia adelante. Marcos casi colapsando encima de mí. Por un momento ambos nos quedamos allí, su gran cuerpo encima del mío, su peso apoyado en sus brazos. Sus caderas se movieron suavemente y mi vagina lo apretó, ordeñando las últimas gotas mientras ambos disfrutábamos de nuestros respectivos clímax. El único sonido era que ambos respirábamos con dificultad.

Pero entonces recordé lo que Marcos le acababa de decir. comencé a retorcerme debajo de él, empujándolo con los pies.

Yo: Quítate de encima, grandísimo cabron.

Sentí su suave polla deslizarse fuera de vagina, trayendo consigo una corriente nada despreciable de jugos mezclados, que se derramaron fuera de mi manchando las sábanas.

Yo: ¡Dije, bájate!

Marcos: Ya voy, en un momento, bella dama

Rodé sobre mi espalda y me puse de pie

Yo: A chingar su madre de aquí – con frialdad.

Marcos: Ya voy, en un momento, bella dama – sonrisa fue francamente arrogante

Se levantó de la cama, yo era una furia. lo empuje, aunque, a decir verdad, termine moviéndome más que él.

Yo: A chingar su madre de aquí – siseó con los dientes apretados – pero ya. No quiero verte nunca más. Si alguna vez, alguna vez, le cuentas a alguien sobre esto, iré a la policía y les diré que abusaste de mí y si no te buscare y te encontraré y te castraré.

Marcos, por primera vez en la noche, parecía desconcertado. Hasta ahora, él parecía pensar en mi ira como algo de lo cual reírse, pero ahora, mientras avanzaba hacia él, con el cabello alborotado, los ojos destellantes, la cara enrojecida, estaba realmente aterradora. Levantó las manos y cedió.

Marcos: Me voy, me voy- retirándose del dormitorio. Sin embargo, no pudo resistirse a hundirse en una última púa antes de irse. -Solo recuerda, linda dama. ¿Lo que te hizo correrte más fuerte? Que reconocí que no me arrepiento de jugar sucio.

Me quedó paralizada, mirando con ojos asesinos a Marcos mientras él estaba de pie en la puerta. Luego, con un grito, agarró el objeto más cercano, que estaba en la mesa de noche, y se lo arroje. Sin puntería se estrelló contra la pared. Marcos prefirió salir de la línea de fuego.

Todavía desnuda, me precipite hacia Marcos, haciéndolo retroceder más.

Yo: A chingar su madre de aquí, te voy castrar- gritando

Marcos cedió. Cogió sus ropas y huyó, escabulléndose por la puerta antes de que pudiera ponerle las manos encima. Se encontró de pie desnudo en el pasillo cuando, al otro lado de la puerta, cerré el pestillo.

Me se senté pesadamente en el suelo. Ahora que Marcos estaba fuera de la vista, la ira ardiente que había sentido estaba dando paso rápidamente a sentimientos de culpa y vergüenza. Pero también había algo más, algo que casi no podía admitir para sí misma, todo esto había sido realmente placentero.

Increíblemente esa noche dormí profundamente tanto que Raquel tuvo que ir a buscarme para despertarme para tomar nuestro autobús de regreso.

Raquel: maestra despierte se nos hace tarde ya las chicas están listas en el autobús

Yo: Como no puede ser me quede dormida

Rápidamente me levante busque un leggins, una playera, gorra para salir, mientras Raquel empacaba mis cosas y corríamos al vestíbulo.

Yo: Raquel, porque me dejaste dormir tanto

Raquel: Maestra que pena, pensé que al igual que las demás no te dejo dormir la loca de anoche, con su escándalo y gritos, por eso la deje descansar, pero ya pues ya sé porque durmió hasta tarde- con una sonrisa picara

Obviamente Raquel vio mi habitación y mi ropa se dio cuenta claramente quien era la loca que gritaba esa noche.

Yo: Raquel, yo….

Raquel: Nada Maestra lo que pasa en los torneos se queda en los torneos

Al salir al lobby no esperaban equipo local y las autoridades educativas para despedirnos, me despedí rápidamente y subimos al autobús, sentándonos una a lado de otra.

Mientras les decíamos adiós por las ventanas recibí un mensaje de mi Director.

Director: Dejaste muy impresionados a todos, el Profe. Marcos te solicito como entrenador auxiliar para el campeonato Interuniversitario, la Junta Directiva de la Red lo autorizo, así que NO hagas planes. Quieren que estas al 100% bajo las órdenes Marcos.

Apenas estaba procesando el lio que me esperaba cuando

Raquel: Creo que los “dorados” tienen un nuevo seguidor- señalando sonriente hacia el comité de despedida

Allí estaba Marcos ondeando un pedazo de tela con los colores de mis amados “dorados”, que enfocando un poco más la mirada pude ver que era mi pequeña y hermosa tanga.

Yo: Como odio a ese hombre- entre dientes.

Raquel: Nada Maestra lo que pasa en los torneos se queda en los torneos- sonriendo pícaramente y recostándose en su asiento.

Epílogos:

Laura participo como seleccionada en el torneo Interuniversitario, no había partido donde no metiera gol, quedando campeona goleadora, obteniendo una beca completa para concluir sus estudios.

Contra mi mejor juicio participe como Coach auxiliar, Marcos no desaprovechaba la oportunidad para cada postpartido superaba el marcador de Laura, metiendo el doble “obuses” hasta el fondo de “mis porterías”, después, de ese torneo ya No volvimos a coincidir en la vida.

Raquel participo como utilera y guarda secretos, aun trabaja en la Institución a cada generación le cuenta la leyenda loca que gritaba cada que el equipo ganaba.

Poco después de finalizado el torneo Interuniversitario, mi rey, empezó a tener mucho éxito financiero, por lo cual, me obligo a abandonar la Institución para dedicarme al Hogar y arrancar la producción de bendiciones.

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