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Los secretos del guardia
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Todo comenzó hace un tiempo atrás cuando abrí una nueva cuenta de Twitter, pero esta vez para usarla de una manera diferente. Hace un tiempo descubrí que me gustaba mostrar mi cuerpo más de la cuenta, que disfrutaba subir partes de mi cuerpo y que me adularan o me dijeran las cosas sucias que me harían. Es por eso que en esa cuenta decidí hacer un cambio y subir fotos y videos de mi cuerpo, distintas poses, distintos ángulos y de varios modos. Obvio, constantemente conocías gente, pocas me atraían, hablaba, dejaba en visto, ignoraba.

Hasta que apareció Sebastián, él fue la primera persona que prefirió charlar en vez de mandar la foto de su miembro.

Hablamos mucho tiempo, nos describimos. Él 44 años, 1,86 m., corpulento, morocho, calvo, y una verga que no tenía nada que envidiarle a nadie.

A mi me conocen, 27 años, curvilínea, 95 de tetas, bastante cola, morocha.

Hablamos por semanas, nos calentábamos y nos dedicábamos videos, fotos y gemidos. Como también hablábamos de cosas cotidianas de la vida. Sebastián velaba un club deportivo por la noche, se encargaba de los arreglos y la seguridad.

Me acuerdo que con tanta charla, develamos lo que nos gustaba. Le contaba en una de las tantas charlas lo mucho que deseaba que me hiciera lluvia dorada, que me pegara y sometiera. Le agradó la idea. Pasábamos horas hablando de todo, de lo que lo deseaba, de lo que me imaginaba besándolo y que me cogiera.

Él era casado, y el hecho de hacer a la mujer cornuda me ponía a mil mucho más.

Un día él estaba trabajando y yo en casa aburrida, su trabajo no quedaba tan lejos de mi casa por lo que le mandé mensaje comentándole la loca idea. Aceptó, dijo que no tenía ningún problema, que él trabajaba sólo y nadie vigilaba.

Comencé a arreglarme esperando que me envíe la ubicación exacta, me duché y me depilé por completo, amaba sentir mi piel suave, me maquillé, y decidí ponerme un conjunto rojo eléctrico con una tanga súper pequeña abajo de un jean estilo calza, bien pegado al cuerpo y arriba una camisa con bastante escote.

Cuando llegó la dirección le mandé un mensaje que ya salía para allí.

Media hora después llegué, el primer encuentro, más que nervios me provocó calentura. Bajé del taxi y me esperaba en la entrada de un inmenso predio rodeado de oscuridad y a la lejanía se notaba una oficina iluminadísima. Nos saludamos, la buena onda se hizo evidente con la primera mirada, parecía que nos conocíamos de años. Le pregunté y me comenzó a contar sobre su trabajo y la soledad en él.

Recorrimos un poco, el miedo también recorrió el camino hasta llegar a aquella, vista de cerca, inmensa oficina iluminada. Me hizo entrar primero, atrás mío cerró la puerta él. Me indicó donde dejar mi bolso y me senté a un lado de él. Seguimos hablando hasta que salió el tema de los mensajes eróticos que nos intercambiamos, hablamos de los deseos sexuales de cada uno hasta que al mirar, noté aquel negro pantalón de trabajo erguido en la entrepierna y con disimulo mordí mi labio inferior.

Fue un instante cuando desabrochó su cinturón junto con el botón del pantalón y al instante me tomó del brazo haciendo que me arrodille.

—Vamos a terminar esto de una vez putita. —Exclamó al momento que no me dio tiempo a nada y me clavó su hinchada verga en la boca. Era tanto el vaivén que sentía como la punta de su pija golpeaba en mi garganta y yo, en mi defensa daba arcadas.

Metió un par de estocadas más y cuando notó que acababa sacó la pija de la boca, se arrodilló junto conmigo y de un tirón rompió la camisa liberando mis tetas. Bajó el corpiño besando mis pezones mientras que desabrochaba mi pantalón bajándolo hasta la mitad de la cola.

Era un placer sentir su lengua en mis tetas y sus manos en mi culo, sentía como me daba manotazos en cada cachete los cuales me hacían saltar de gozo.

Me levanté a la par de él, corrió los papeles del escritorio y me tiró encima, mis pechos reaccionaron al frío vidrio de la mesada, Sebastián se terminó de sacar el pantalón y bajó el mío de inmediato, sentí como se arrodilló nuevamente y comenzó a lamer desde mi ano hasta la punta del clítoris. La calentura que yo sentía era tal que tuve que concentrarme varias veces para que las piernas no cedieran y cayera.

—Quiero cogerte bien cogida, sacarme las ganas que tengo acumuladas hace tiempo. —Dijo propinando un manotazo en mi trasero y seguido abrió lo más que pudo mis piernas y de una sola estocada clavó su pija en mi concha empezando un mete saca intenso.

—¡Ah, sí sí, que rico seguí! —Dije entre gemidos. Sebastián giró mi cabeza y me tomó de la cola del pelo y empezó a bombear de tal manera que sus huevos tocaban mi cola. Sentía como comenzaba a gotear a causa de sus embestidas.— ¡Me vengo, estoy por acabar bebé! —Jadeé y enseguida me dio vuelta, me acostó boca arriba en el escritorio y llevó ambas manos a mi concha. Con una empezó a masajear con intensidad mi clítoris y utilizó tres dedos de la otra para penetrarlos en mi vagina, logrando con sus movimientos que acabara una cantidad brutal. Sebastián aprovechó mi corrida para pasarla por la entrada de mi culo lubricando bien este, se tomó de mis caderas y posó la cabeza de su verga en la entrada.— Con cuidado por favor. —Susurré al momento que sentí como introducía esa pija llena de leche en mi culo y comenzaba a bombear despacio.

—Tranquila, tranquila que quiero abrirte bien para mí, putita. —Exclamó moviéndose con más rapidez sintiendo partirse mi culo. Pasaron varios minutos cuando por fin sacó su verga, llevé mi mano a mi culo dilatado y acaricié este. Me bajé de la mesa y me puse en cuatro para que me cogiera un poco más la concha, lo hizo, pero se ayudaba con los dedos para abrirme más, sus embestidas eran rápidas y tan placenteras que volví a correrme mientras me penetraba. Pasaban los minutos y comenzaban sus jadeos a punto de correrse.— Ven preciosa, quiero ver cómo te tomás toda la leche. —Dijo entre gemidos y gritos mientras yo, sin desobedecer me arrodillé y chupé su pija con fervor.

Me corrió la cara. —Ah ah, uff si nena, así. —Me jadeo pajeándose mientras me daba un cachetazo en la cara y yo abriendo la boca esperaba ansiosa. Empezó a salir una cantidad de semen la cuál parte se metió en mi boca y varios chorros golpearon mi cara. Cuando terminó, puso su mano en mi rostro, desparramó su corrida por toda mi cara corriéndome el maquillaje y me puso su mano para que la lamiera.

Cuando creí que todo terminó me agarró del cabello y teniéndome de manera firme comenzó a orinar mi cara y mis tetas. Yo con mi mano llevaba su meo caliente a mi concha masturbándome con placer.

Me ayudó a levantarme y me besó intensamente mientras yo posaba mis manos en sus hombros.

—Me encantó conocerte, bombón. —Susurré separando mi rostro sólo un poco.

Él que posaba sus manos en mi trasero acariciando este me miraba.

—¿Sabes que esto es sólo el comienzo verdad? —Asentí con una sonrisa, me acompañó a las duchas a que pueda arreglarme y lo que sigue es historia aparte.

CONTINUARÁ…

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