–¿Qué pasó? –pregunto mi esposo bastante extrañado.
Yo estaba asustada, pues había hecho todo eso a espaldas de mi esposo y no sabía cómo iba a reaccionar.
Así que torpemente le dije que no pasó nada y que tenía muchas ganas de ir al motel. Mi esposo me miró con incredulidad y nos dirigimos hacia el motel.
Una vez ahí, por lo general tomábamos una ducha y nos metimos al jacuzzi pero en esa ocasión al entrar, me tomo firmemente y me atrajo hacia el. Levanto mi falda y comenzó a pasar su mano por mis muslos y mi vagina, sospechando pero tal vez sin saber que se estaba embarrando del semen de Alonso. Retiro sus manos y me la puso los dedos en la boca, yo evidentemente caliente chupaba sus dedos pensando que era el semen de otro hombre el cual me estaba comiendo y eso me ponía como loca. Repitió eso incluso metiendo sus dedos en mi vagina y yo estaba muerta de gusto y muy mojada.
Me decía eres una puta, una zorra pero siempre serás mi puta.
Cuando comenzó a penetrarme, yo estaba ida en mis pensamientos y mis palabras salieron si querer.
¿Te gusta culearte a tu esposa con el semen de otro hombre?
Mi esposo extrañado pero caliente asintió y comenzó a bombearme, su verga resbalaba en mi fácilmente por lo mojada que estaba, mientras culeamos mis palabras seguían saliendo, le confesé cada situación que había pasado con Alonso esa noche, hasta que no pudo más y terminó toda su leche caliente en mi lo cual me hizo correr a mi también de manera abundante.
Cómo era posible en una misma noche mi vagina y mis muslos sentían el semen de dos diferentes hombres, en realidad me había comportando como una puta.
Se recostó a mi lado y me dijo que si esa era mi venganza tenía que consumarla en totalidad. No podía creerlo mi esposo me estaba dando permiso para culear con otro hombre. Pero me puso dos condiciones, lo primero es que no se convierta en un romance y lo segundo es que usará condón y anticonceptivos.
Yo instintivamente le dije que lo que había pasado ya paso y que no necesitaba más, la verdad es que amo a mi esposo y me siento atraída por el, y me gusta que me trate como puta. Sin embargo mi respuesta fue con miedo y no sabía lo que decía.
Pasaron unas semanas y aún que Alonso me seguía coqueteando, el no me atraía como hombre, y se lo deje muy claro en alguna ocasión. Acepte que fue algo excitante pero no estaba dispuesta a ningún tipo de romance, menos aún en el trabajo.
Recibí un correo institucional anunciando una celebración planificada por las metas alcanzadas. Lo cual nos alegro por pago de comisiones y bonos.
Le comenté a mi esposo que la celebración sería en un conocido hotel. El me consintió y me compro un vestido que hacían denotar mis senos ya se usaba sin sostén y mi trasero también se veía pronunciado, debía usar una tanga diminuta y aún que era sobrio mis curvas eran muy notorias, a parte me pagó un tratamiento completo en un spa donde me estilizaron, maquillaron y me depilaron. Cuando llegue a casa mi esposo se veía muy atraído. El también se había arreglado me dijo que tenía una cita de trabajo de igual manera y no me extrañaba pues es común sus reuniones de amigos para conversar y estrechar lazos comerciales, yo había asistido a un par de ellas.
Cuando llegué al hotel, sentí como las miradas se clavaban en mis tetas y en mi culo, y solo había otra chica que provocaba lo mismo, mi amiga Pamela. Aún que mis senos eran más grandes que los de Pamela, debo reconocer que Pamela tiene un trasero de infarto. Pamela es la cumpleañera ,mi compañera y jefe, lo cual me alivio un poco pues no estoy acostumbrada a ser el centro de atención.
La cena se dio normalmente, Alonso y yo cruzamos un par de miradas pero supimos mantener la compostura. A los pocos momentos Pamela, me dice.
Amiga, me vinieron a recoger, tengo que irme disfruta.
Me pareció extraño pero entendí que un hombre había pasado por ella, se veía muy bella, se lo recordé y nos despedimos.
Los festejos no se hicieron esperar y otra vez el alcohol, permitió muchas cosas entre más compañeros, la verdad yo me había contenido pues no quería perder la cabeza. En realidad lo intenté. Pero ver cómo algunos amigos y amigas que tenían matrimonios y solteros, se besaban en la pista o en algún rincón sin vergüenza. Aun que era difícil distinguir por las luces tipo discoteca era evidente que ahí pasaba algo. Me excitó el ambiente. Y la verdad las fiestas de la empresa siempre fueron así.
Sentí una mano que tocó mi hombro, y al darme vuelta era Alonso. Me invitó a la pista y la verdad yo acepté, estaba clara en qué no pasaría nada o al menos eso pensé.
Me dijo lo hermosa que estaba y que había pensado en lo que ocurrió. Y que el tampoco quería dañar mi matrimonio. Eso de cierta manera me libero y bailamos un largo rato disfrutando del ambiente y los roces se hacían cada vez más evidentes hasta que el volvió a pegar su pene en mis nalgas, fue cuando supe que estaba perdida.
No hubo más palabras, solo más atrevimiento, deje me manosee sutilmente en la pistas de baile y sentía su miembro erecto en mi y fui yo quien busco sus labios. Nos enredamos en un beso húmedo, rico y largo. Mientras pose mi mano en su miembro. El me miró y me dijo.
Hoy si tengo condones.
A lo cual sonreí y le dije. Si pero no aquí. Salimos en su auto para su apartamento. En el auto los besos y las caricias iban y venían, yo venia muy excitada con un vestido sin sostén y una pequeña tanga.
Yo libere su verga y lo masturbaba hasta que me agache y arrope con mis labios esa verga, que ahora quería que esté dentro mío, no sabía pero había decidido a ser penetrada por otro hombre desde el momento que había pasado mi encuentro con Alonso. Saboreé ese palo cómo poseída, mi esposo me había enseñado a metérmela hasta el fondo de la garganta sin que me produzca arcadas. Y practique eso con Alonso.
Él estaba extasiado solo sostenía mi cabello para que no se caiga y me deje mamarle la verga tranquila. Mientras presionaba mis labios en su tronco, sentí sus palpitaciones, se estaba viniendo y yo me preparé para tragar toda esa leche. Termino en mi boca con fuerza y con abundancia, yo trague lo que pude pero lo demás se escurrió entre la comisura de mis labios. Yo oía el motor del auto acelerando a lo que más podía, se notaba que ya quería llegar a su apartamento, yo seguía atendiendo su verga limpiando todo el semen que había salido hace poco.
Llegamos y apenas entramos, me abandone nuevamente en sus brazos, nuestras bocas se buscaron de manera intensa, yo aún con el sabor del semen en la boca y el también lo probaba pues nuestros besos eran tan intensos que abríamos y juntábamos nuestras bocas sin que se muevan los labios y solo nuestras lenguas recorrían la boca del otro. Sus manos sujetaban mis tetas con firmeza. Mis pezones duros eran pellizcados sutilmente por sus dedos. Bajo besándome el cuello mientras bajaba el cierre de mi vestido hasta que esté cayó al suelo y dejo al descubierto mis senos y mi tanguita. Era una locura jamás pensé que otro hombre me vería así, desnuda y dispuesta a ser devorada entera.
Por un momento me dio vergüenza. Me acordé cuando perdí la virginidad con mi esposo. Y tape mi senos mientras Alonso me admiraba. Alonso se rió y tomo mi mano y la puso en su cuello para volver a besarme, recorrer mi cuello y bajar hasta mis senos. Succionaba mis pezones y me sentía tan delicioso que automáticamente abrí mis piernas para aceptar su mano que buscaba tocar mi vagina.
Recorrió con sus dedos mis labios vaginales y los metió en mi vulva ardiendo, yo estaba encantada de tanta excitación. Entre tropiezos llegamos a su sillón y me sentó. Estiro su brazos que buscaron los costados de mi tanga y la deslizó suavemente por mis piernas hasta que me la quito totalmente. La lanzo hacia atrás y busco poner su cabeza en medio de mis piernas. Yo las abrí invitándolo a comerme la vagina. Fue una sensación indescriptible cuando su boca hizo contacto con mi clítoris que estaba a reventar. Lamia chupaba y succionaba todo de mi hasta que sentí venirme con su lengua dentro de mi vagina. Arqueé mi espalda de lo intenso de mi orgasmo, Alonso agarro mis piernas firmemente para no separar su cabeza de mi ser mientras me estiraba del placer.
Se levantó y me llevo de la mano hasta la habitación. Mi sorpresa de encontrarme totalmente desnuda y el solo se había quitado su camisa. Le ayude a sacarse su pantalón y su bóxer, y su verga dura y preparada apunto directamente hacia mi rostro como invitando me a volver a mamarla. Lo hice con más facilidad que en el auto, me atraganté lo que más pude con ese miembro prohibido. Hasta que Alfonso me tomo de cabeza y me invitó a subir, me beso y me colocó en su cama.
Busco en su cajón el condón que le había pedido, se lo colocó y vino a buscarme. Era el momento, mi marido iba a ser un cornudo. Había la verga de otro hombre que buscaría entrar en pocos momentos en mi, en una vagina casada, en una vagina prohibida y estaba deseosa de probar esa verga que no era la de mi esposo.
Abrí mis piernas mientras el se colocaba arriba de mi, tomo su miembro y lo llevo hasta la entrada de mi cueva. Mis labios se abrieron poco a poco, sentía su cabeza resbalar despacio abriendo mis labios vaginales, su tronco estaba entrando mientras me deleitaba de la sensación de lo prohibido. Su verga entro entera hasta que sus huevos chocaron con mi culo. Era el éxtasis de una fantasía. Mi marido era un cornudo y yo era una puta.
Alonso bombeaba dentro de mi al principio suave pero intensificó sus movimientos, ahora éramos dos animales en apareamiento yo movía mis caderas para buscar más penetración y Alonso daba todo de si para complacer a esta mujer ajena.
Rodamos en su cama y el quedo debajo mío su verga se había salido de mi, pero yo la iba a llevar hasta mi entrada nuevamente. Pero cuando la toque sentí el condón y por una locura que no entiendo o tal vez segura de los anticonceptivos, jale el condón hasta removerlo completamente. Alonso estaba con los ojos desorbitados, no entendía que pasaba. Pero en ese momento yo era una gata en celo, un puta completa y quería su verga a pelo.
Tome su verga nuevamente la dirigí hasta mi entrada y poco a poco me senté, si antes estaba extasiada la sensación de tenerlo a pelo me hizo perder los estribos.
Cabalgue esa verga con una fuerza juvenil que hace tiempo no sentía. La excitación era una droga que me llevaba a romper los límites. Ya no me importaba ni las reglas de mi esposo. Solo quería culear como puta.
Poco tiempo después, sentí nuevamente esas palpitaciones dentro mío. Iba a recibir la leche de otro hombre dentro mío, moví mis caderas con más brío. Y sentía como salía esa leche y me inundaba. La sensación fue tan deliciosa que yo también termine.
Me sentí exhausta después de aquello, me recosté a lado de Alonso y me entró un cargo de consciencia extraño. Alonso busco besarme pero yo lo rechace. Mis lágrimas comenzaron a brotar, cuando la excitación se fue el sentimiento de culpabilidad de los primeros cuernos se apoderó de mi.
Alonso trato de consolarme pero yo le dije que solo quería ir a casa. Que por favor me llevará a lo cual el accedió.
Me vestí rápidamente y el también. Me llevo a su auto me abrió la puerta del copiloto pero decidí sentarme en la parte de atrás. No cruzamos palabra. El solo dijo que era normal lo que sentía. Que el amor que tenía por mi esposo era lo que me hacía sentir este tipo de arrepentimiento. Que a la final solo fue un remordimiento por qué la verdad había disfrutado enormemente.
Llegamos a casa y esperaba que mi esposo no esté para entrar darme una ducha tomarme un vino y quedarme dormida, pero vi su auto parqueado en el garaje. Así que me arme de valor. Agradecí a Alonso por el viaje y entre a mi casa. Quería ser cautelosa al inicio por la vergüenza y entre sin hacer mucho ruido.
Quería sentir los brazos de mi esposo. Y que el me haga el amor. Extrañamente me sentía caliente como que algo me había faltado.
Subí a la habitación con mis tacones en la mano y cuando abrí la puerta de mi habitación me tope con un cuadro que me sorprendió totalmente, deje caer mis zapatos de la sorpresa y el ruido interrumpió el momento…
¡¡Qué pasa aquí!!…
Continuará.