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Los minutos de la imaginación (Crónica de una cornamenta)
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Esta es una historia totalmente real, lo único que ha cambiado son los nombres de quienes aquí participan para proteger su identidad.

La primera que vez vi en persona a la que hoy es mi esposa quedé sorprendido con su belleza, sus ojos verde esmeralda son de la profundidad del mar, su piel blanca como arena y larga cabellera de un castaño clarísimo le otorgan un aspecto de mujer eslava, aunque en realidad ella es de una isla del caribe. Al poco tiempo de salir nos enamoramos y decidimos vivir juntos.

¿Qué puedo decir? Besa de una forma increíble y además al poco tiempo ella encontró una forma de hacerme el amor como nunca nadie lo había hecho. Ella tiene 39 y yo 48. Mide uno sesenta y dos, es delgada de senos pequeños, unos glúteos redondos, firmes y pequeños también, pesa 53 kilogramos. Yo, en cambio, mido uno setenta peso 94 kilos, no soy mal parecido, pero no tengo un físico espectacular, soy más bien un esposo chuby. Ella tiene un hijo, a pesar de eso conserva un físico envidiable para una mujer de su edad.

En fin, cuando mis amigos la conocieron se quedaron maravillados con su belleza. Desde entonces he sido la envidia de propios y extraños. Cuando la ven en la calle todo mundo voltea a ver su bellísimo rostro, y su torneado cuerpo delgado. Saberla mirada me prende de cierta forma que no puedo evitar pensar como ella pudo haberse entregado a otros hombres o como lo podría hacer. Tengo esa filia, desde hace algunos años con un par de parejas anteriores tuve muchísimo el deseo de ver a mi pareja en turno siendo poseída por otro hombre. Lo propuse, aunque nunca se concretó nada, por una razón u otra, se negaron o simplemente no les apetecía.

Aquí me llamaré Diego, ella será Eugenia. La primera vez que le platiqué acerca de mis oscuros deseos, de mi filia, de mi voyerismo y de las ganas infinitas que tenía de ser humillado, de verla frente a mí teniendo sexo con otro hombre, se sorprendió un poco, pero me dijo algo que me pareció increíble:

─Siempre he tenido algunos deseos ocultos y no puedo negar que me llama la atención ser yo quien domine y haga lo que quiera en términos sexuales. Eso que dices, suena bien.

Quedé impactado porqué pensé, por primera creo que tendré la posibilidad real de realizar mi fantasía, y sobre todo algo mucho muy importante: con alguien que amo.

A aquellos que nos gusta ser cornudos, o les atrae la idea de ser cornudos saben perfectamente que una parte muy importante para sentir esto es amar profundamente a la mujer con quien se podría realizar esta fantasía. Es casi un requisito indispensable para poder sentir la humillación de ver a tu mujer siendo poseída por otro hombre. Pero eso no es todo, si es alguien con quien ella salió, amó o tuvo algo que ver antes de ti, eso aumenta el morbo, la pasión y el deseo.

Mientras los meses de nuestra vida en pareja transcurrían, platicábamos de experiencias pasadas, de parejas, de fantasías. Mientras hacíamos el amor, ella me hablaba las cosas más cerdas que se puedan imaginar para un cornudo. Poco a poco me fui dando cuenta que disfrutaba humillándome con palabras, me decía cosas como estas: ¿Quieres que otro me coja? o, tengo muchas ganas de sentir la verga de Pedro Jaime (un amante que tuvo cuando su primer matrimonio), vas a ser mi cornudo, te voy a hacer comer el semen de mi amante, putito, cornudito, quiero que una verga enorme me preñe, no siento tu verguita, y cosas así. Todo esto me ponía muy caliente, y entonces tenía unos orgasmos increíbles, me venía adentro de ella y luego al terminar le hacía sexo oral y me comía mi propio semen.

Después de algún tiempo decidimos pasar de la fantasía a la acción, hicimos un perfil de Twitter, y comenzaron a llegar un montón de solicitudes de amistad. No tuvimos éxito, nadie convencía a mi mujer. Fue entonces que ella me dijo: ¿qué piensas si mejor le digo a Pedro Jaime? Sabes que sigo en contacto con él, somos amigos y nunca le he dejado de gustar, ni el a mí. Además, nos conectamos muy bien en la cama. No puedo negar que sentí unos celos tremendos, pero al mismo tiempo fui presa de una excitación que no puedo hoy en día todavía describir. Yo sabía que algo profundo hubo entre ellos y temía que ella volviera a sentir algo por él. Después de un tiempo de hablarlo y de que Eugenia estuviera en contacto con él, un día ella me dijo, Pedro Jaime va a venir de pasada a la ciudad, estará una noche y quiere ver si nos podemos ver. Y luego vino la pregunta ¿estás dispuesto a que lo vea? Esta es la hora de la verdad. Tímidamente dije: sí, está bien. Comenzamos a organizar las cosas. Faltaba una semana, así que teníamos tiempo. Me pidió que cuidara al niño y de este modo me organicé para tener poco trabajo ese día.

Aquella semana fue eterna, el día por fin llegó y para mi sorpresa Eugenia me pidió que la llevara al hotel donde quedaron de verse. Era muy cerca del aeropuerto, cuando llegamos me sentía inquieto. Al llegar, él estaba afuera del hotel, aún no se había registrado, antes de bajar, Eugenia me dijo: hasta pronto cornudito, se cuidan. Adelanté un poco el auto y me detuve, por el retrovisor pude ver como se besaban apasionadamente. Se me enchinó la piel y mi corazón estaba a mil. Era real, me estaba convirtiendo en un verdadero cornudo.

Sería un día eterno, apenas eran las once de la mañana y me había dicho que me llamaba como a las seis o siete para que pasara por ella. Mientras, en algunos momentos, en algunos minutos, mi imaginación volaba. Sin embargo, jamás se imaginó lo que vería y viviría cuando por fin después de todo el día ella regresara a casa.

Durante el día nos mandamos algunos mensajes de whatsapp:

─Hola mi pachonchito, ¿cómo estás cornudito?

─bien mi reina, extrañándote

─¡Ay! Corazón, nos faltan unas horas, estamos terminando de actualizarnos. Además me falta hacer muchas de las cosas que me pediste en la cama.

─¿En serio? Ya necesito verte, necesito besarte.

─Y lo harás cornudo, pero por ahora déjame seguir.

─Está bien amor.

Y luego le mande un gif con una cabeza de vaca y unos cuernos enormes diciendo muuu. Ella rio.

Dieron las siete de la noche, pasé por ella al hotel, estábamos en el centro de la ciudad, me esperaba afuera del hotel con Pedro Jaime, me paré frente a ellos. Ella se volteó a verlo y le dio un largo beso. Luego, él, como todo un macho se acercó a la ventana y me dijo:

─La dejé bien repleta de semen cornudo, espero que lo disfrutes.

Me guiñó un ojo y se fue, no sin antes darle otro beso a mi querida Eugenia.

Cuando llegamos a casa, se fue la nana y el niño se quedó viendo televisión. Yo no aguanté y le comencé a preguntar qué había pasado.

Lo primero que me dijo fue ─traigo todo el vientre lleno de semen seco de él, mi culo está repleto también y mi boca estoy segura que sabe a su pene.

No pude más, me abalancé sobre ella y la comencé a desnudar, le quité la blusa y besé su vientre como un desesperado, la lamí. Recorrí su vagina y su ano de una forma tan sumisa como un perro le es a su amo. Sabía a él, tenía perfume de él; cuando la besé, noté un cierto sabor extraño que no pude distinguir bien. Sabía cómo a piel, o a macho, no sé. Terminé rapidísimo, Eugenia me miró con ojos tiernos y me dijo: ─acabas de entregar a tu mujer al que alguna vez fue su amante, eso me da gusto, me siento bien, te quiero más, siento que puedo ser yo, y tengo el deseo de relucir toda mi sexualidad y mi pasión con Pedro Jaime, te amo Diego.

Luego, vendría lo que sería la coronación de mi condición de cornudo sumiso.

─Prepárate por que te tengo una sorpresa cornudito.

─¿Qué? ─contesté desesperado.

─Grabamos todo, así que no será necesario que te lo cuente con lujo de detalle, podrás ver y oír cada cosa y cada palabra de lo que sucedió.

Me quedé viéndola con una mirada de quien es humillado de la forma más cruel, casi se me salen las lágrimas, entonces ella solo dijo:

─Ve a tu computadora, ponte los audífonos y prepárate para ver, disfrutar, sentirte humillado y gozar al ver cómo me cogió Pedro Jaime, ahí está todo el video en tu correo. Voy a ver televisión un rato, y a cenar un poco, cuando termines me hablas.

A continuación, voy a narrar cada detalle de las tres veces que él descargó su furia y su semen en ella, y algunas partes de la plática que tuvieron entre cada sesión.

Al entrar a la habitación Eugenia ya tenía lista la cámara, busco un lugar estratégico y la colocó. Apenas lo hizo, se fundieron en un tremendo beso, podía ver claramente cómo se enredaba su lengua y su boca en la de él. No habían pasado más de tres minutos y Pedro ya le había arrancado la blusa y quitado el sostén, ella le bajo el pantalón y se hincó frente a su pene, él la cogió de la cara y le dijo ─no, primero me vas a lamer el culo, quiero que tu esposo sienta mi olor cuando te bese─. Ella, obediente, sin decir palabras se lo comenzó a lamer, poseída, metía su lengua hasta donde más podía, él solo le gritaba ─¡Así! ¡Lámelo hasta el fondo, que tú cornudo sepa quién manda!─ fueron casi cinco minutos en los que ella le lamió, subía desde donde terminaba su espalda hasta meter su lengua en el orificio anal. Yo estaba boquiabierto y con mi pequeña pinga a punto de estallar, y eso que apenas comenzaba el video.

Luego se volteó y le ordenó ahora que se metiera su verga en la boca, ella contesto de una forma tan sumisa ─sí amor, lo que tú digas─, se metió la tranca de Pedro hasta el fondo, él apretaba su cabeza desde atrás hasta introducir su verga hasta el fondo de su garganta, a mi querida Eugenia se le ponían los ojos llorosos pero no paraba y entonces vino la primera vez: se sacó violentamente su pene de la boca de Euge, y le aventó un primer chorro que salpicó su boca y su nariz, luego se apretó con fuerza su pene y otro chorro más prolongado y espeso cayó sobre su cabello, su frente y su ojo derecho. Por si esto no fuera suficiente, una vez más se volvió a apretar el pene y le dejo ir un tercer chorro sobre sus senos, yo no lo podía creer, era tanto semen. Luego, Eugenia se lo comenzó a embarrar todo en su cara, en sus senos y dejo que una parte escurriera hasta su vagina. Después de un intenso gemido, Pedro le dijo, mete con tu mano el semen ahí dentro, mételo hasta el fondo, que sepa Dieguito, quién es el jefe y que te encanta mi semen. Ella dijo: ─si amor, volteo a la cámara y dijo ¿quieres esto cornudito?─. Así, frente a la computadora yo solo dije: ─Sí amor.

Después, ella volteó a la cámara y dijo, ─te amo Pedro Jaime, te amo y quiero que seas mi amante siempre─. Escucha bien esto Diego─. Luego él dijo: ─mira cornudo, mira bien el modo que esta tarde seguiré cogiendo a tu mujercita, que es mía.

Y puso la cámara en pausa.

Al reanudar, ya se estaban besando de nuevo, él encima de ella, la toma lateral me dejaba ver como se miraban, como se besaban con ternura y pasión, a los minutos él abre sus piernas sobre ella, y así, hincado se empieza a restregar su verga por en medio de sus senos, una y otra vez, mientras ella le dice si bebé, si mi macho. Después él se baja y ahora sí, cuando estaba a punto de metérsela, ella le pide que se ponga un condón, él se niega y le dice: ─¡No!, me vas a tener así dentro de ti, con mi verga desnuda ─y luego le exige─: di que me amas, dilo y abrázame─. Veo como lo abraza con tanta fuerza, como le dice te amo Pedro Jaime, te necesito, te quiero cerca de mí, aunque también lo amo a él, pero me gusta mucho más tu cuerpo y tu verga y tu forma de ser hombre.

Después él le introduce su pene de golpe y comienza el vaivén de arriba hacia abajo, primero lentamente, luego la intensidad comienza a subir, Euge grita: ¡Así, así, no te detengas, te amo, cógeme, dame duro, dame más duro!. Mientras el video corría, sentía una mezcla de celos, excitación, y una humillación tremenda, quería llorar, pero mientras eso sentía, mientras una lágrima resbalaba sobre mi mejilla, con mi mano derecha estiraba mi pene, y comenzaba a sentir como chorreaba el semen sobre mi pantalón.

La culminación vino cuando de repente el grita: ─¡Me vengo, me vengo Eugenia─, y la penetra tan duro que ella grita y al mismo tiempo que él dice ─¡dámelo todo, todo hasta dentro, préñame por favor─. Pedro dice después: ─Van a tener un hijo mío Eugenia, déjaselo bien claro al cornudito─. Él va por la cámara y la acerca a su vagina, y así, de cerca, puedo apreciar como todo su semen brota desde dentro y escurre por entre sus piernas. Era una cantidad descomunal de líquido, casi irreal. Mi llanto y mi calentura eran un solo sentimiento, un ardor y una excitación tremenda, una humillación única.

Cada minuto del video se me hacía eterno y tan corto a la vez, había momentos en los que paraba y regresaba un poco, de esta manera hacía mas prolongada y profunda la tremenda humillación de la que estaba siendo objeto, sin embargo, lo más difícil de entender, incluso para mí, era que yo mismo había empujado a Eugenia hacer todo esto, por supuesto, a ella le gustó, le gusta y estaba disfrutando de cada momento. Antes de contarles la última parte de lo que ocurrió aquella tarde en ese hotel cerca del Aeropuerto Internacional Mariano Escobedo, les platico que al día de hoy, Eugenia me domina y me humilla de una forma que logra excitarme tanto que si quiero me puedo venir en tres o cuatro minutos, lo curioso es que ella lo goza y también tiene unos orgasmos increíbles sobre todo cuando le hago sexo oral. Y yo, yo escucho cada cosa que me dice con mucha atención. Vayamos por fin al término de esa increíble tarde.

El video se reanuda con Eugenia puesta en cuatro, de frente hacia la cámara, y Pedro, tras ella, la toma del cabello, ella dice: ─¿Qué vas a hacer? ¿Quieres lubricarme? La toma era un poco en diagonal, así que se podía ver como el subía sus chamorros sobre los de ella, en una especie de sometimiento, jalaba su cabello y la comenzó a penetrar vaginalmente, después ella le pide algo que yo le había pedido que hiciera en nuestras noches previas le dice: ─Quiero que me la metas en mi culito, quiero que te vengas en mi culito, te lo voy a dar, por fin lo vas a tener─ mi mujercita estaba haciendo aquello que le había pedido, quería escucharla pedir que le penetrara el ano. Él le contestó: ─Si, ahí te va.

Cambian de posición ahora están de lado, él comienza poco a poco a tratar de hacerse camino, ella se queja, gime, le dice que espere que le duele, el sigue intentando, ella casi llora, pero le pide que continué y de repente ya la tiene hasta el fondo y le dice: ¡eso, así cabrón! Mírame amorcito, mírame tocando tu pequeña verguita, ¡Dame, Pedro, dame mi amor! Quiero tu verga, quiero tu semen en mi culito, ¿me lo vas a dar? Lo quiero todo hasta dentro, ¡Míralo Dieguito, míralo!, ¿te gusta amor? ¿Cómo se siente?─ Apretadito─ contesta el─ vente ¿sí? ¿Te vas a venir en mi culito? Él dice: ─sí, ahí va, ahí va ¡ahí va todo princesa, todo para ti! Ella le dice: ¿te viniste? ¿Ya te viniste? ─si, ya. Él se separa, va por la cámara y hace una toma de Eugenia con el culito parado, escurriéndole el semen, resbalando hacia su vagina, ese semen que un par de horas más tarde yo estaría limpiando de su culo, su vagina y su boca.

Una hora después de que terminara de ver el video, estaba con mi amada Eugenia en la cama de nuevo, lamiéndola, besando su boca con sabor a culo de Pedro Jaime, besando su vientre, sus pechos, toda ella, comiendo el semen de su macho y al mismo tiempo disfrutando de todo aquello de lo que la convencí hacer, de lo que le pedí que hiciera por mi e hizo al pie de la letra, y además logró que su amante hiciera aquello que ella le pidió.

Han pasado tres meses desde aquella primera vez, ahora tiene una pequeña pancita que crece y crece con la mezcla del semen de Pedro y su óvulo, está preñada, yo soy un cornudo humillado, caliente y de rabo corto que disfruta como este macho la sodomiza y como mezclamos nuestro semen y nuestra saliva.

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