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Los gajes del oficio
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Tiempo de lectura: 18 minutos

Hola de nuevo, soy Edmundo, debo comenzar por aclarar que no soy del todo “solterito sin compromiso”, la verdad es que llevo viviendo cerca de medio año con mi novia de nombre Rosa, es una buena chica, atractiva, dedicada a su trabajo, en fin, buena mujer, sin embargo, la relación con Sol no puedo dejarla, menos ahora que le ha dado por idear cosas (ya hasta nos filmamos haciendo el amor), pero de eso ya les hablaré en futuras ocasiones, en este momento me gustaría platicarles algo que pasó hace 1 mes.

Mi novia tiene tres hermanas, todas mas grandes que ellas, mi novia, apenas tiene 22, si, le llevo mas de 10 años, pero eso no importa, nos llevamos bien. Su hermana mas grande, Liz, tiene 28, es una mujer divorciada (2 veces), con 2 hijos pequeños, uno de 2 y el otro de 5. Ha tenido una vida complicada, digamos simplemente que no ha tenido suerte en el amor. La última relación que tuvo, resultó ser un tipo golpeador y agresivo, de hecho aquí es donde intervenimos mi novia y yo.

Soy enemigo de esos idiotas que sienten que puede golpear una mujer solo porque tienen la fuerza para hacerlo. Resulta que hace cuatro meses, mi “cuñada”, recibió una golpiza que le dejó la cara inflamada y moretones en brazos y espalda. Fuimos a la delegación, levantamos acta, el tipo fue detenido y bueno, toda una serie de cosas que estuvieron bastante complicadas y este no es el foro para platicarlas, la cuestión es, que después de que mi novia platicara conmigo, accedí a que se fueran a vivir hace dos meses, tanto mi cuñada como sus hijos a mi casa, que afortunadamente es bastante grande, tuve la oportunidad de comprarla en una subasta del gobierno y no está en una zona mala de la ciudad, honestamente, fui afortunado por poder comprarla, obviamente, aún debo el préstamo bancario, pequeñeces. Lo importante es que la casa es grande y hay lugar para que estén bien acomodados mi cuñada y sus hijos.

Debo confesar que la idea nunca fue de mi agrado porque no me gusta el ruido y el escándalo que hacen los niños, sin embargo, se han comportado bastante bien. Este movimiento me obligo a prescindir de mi cuarto de juegos y de mi gimnasio. Los juegos los trasladé a la sala de TV y el gimnasio lo mudé a mi recámara, que de hecho es el cuarto mas grande de la casa. Originalmente el gimnasio y mi recamará se comunican por una puerta corrediza, ahora tuvimos que poner un seguro en esa puerta, para darle un poco de privacidad a mi cuñada, ya que ese terminó siendo su cuarto, ella insistía en que no moviéramos nada, que ella entendería cuando yo tuviera que pasar para hacer ejercicio, sin embargo, la cuestión del respeto por su espacio mandó mover las cosas, mi cuarto de juegos (el que está en frente del gimnasio) terminó siendo el cuarto de los niños.

En fin, desde hace poco menos de dos meses, después del incidente con su expareja, estamos viviendo bajo este ordenamiento. La verdad es que desde hace dos meses, a raíz de que está mi cuñada en la casa, nunca falta comida recién hecha, ropa limpia y planchada y la casa impecable. Este es un punto que para mi novia que trabaja era complicado cumplir, así que teníamos contratada una señora que nos ayudaba, ahora, mi cuñada se ofreció a hacerlo a manera de pago por estar en mi casa, yo dije que no era necesario, pero ella insistió.

Hace un mes, como les comentaba al principio, mi novia tuvo que salir de viaje cuatro días a otra ciudad porque como gerente de su empresa, organizó un evento en el cual, mostrarían nuevos productos de la línea de belleza de la empresa donde trabaja. Yo esperaba pasar al menos dos días con Sol (mi amante de planta desde hace ya algunos buenos meses), sin embargo, su niño tuvo a bien accidentarse, rompiéndose un brazo y Sol se tuvo que quedar con él; ni modo, esto me frustró mis planes con Sol… pero no mis intenciones.

Hace un año, puse en conjunto con un amigo, un negocio: una tienda de artículos sexuales (un sex-shop). Tenemos dos empleados, a la tienda no le va mal, vendemos bien, no me quejo, es curioso como mis aventuras me dieron la idea de pasar de ser un asiduo cliente a un proveedor de artículos varios sexuales. Cada cierto tiempo nos llegan artículos nuevos de promoción, me gusta poder revisarlos para explicarle a mis empleados de que tratan, como funcionan y como recomendarlos para venderlos, esta técnica de revisar los artículos en vivo y a todo color, me ha funcionado de maravilla (por eso mi novia está tan contenta conmigo y por eso Soledad sigue siendo mi amante satisfecha).

Resulta que los días previos al viaje de mi novia, llegaron artículos nuevos que quería probar con Sol, pero debido al accidente de su niño, pues pensé que ya no probaría. Estaba en un error.

El miércoles que salió mi novia de viaje, llegué por la tarde, medio desganado por la noticia de Sol. Al llegar me recibió mi cuñada. En este punto debo hacer un paréntesis para describir un poco a mi cuñada. la verdad es que para sus 28 años, se ve un poco mas grande, se ve de algunos 32, la vida que ha llevado no ha sido sencilla, sin estudios de ningún tipo, siempre ha dependido de sus maridos, parejas o similares, como ama de casa. Sus dos hijos fueron por parto natural, tiene una cadera bien dibujada, y de un tiempo para acá, ha bajado mucho de peso, mas aún a raíz del problema que recién tuvo. Esto le significó reducir mucho su vientre y recuperar esa cintura que todos en su familia dicen era legendaria. Este hecho se acentúa por su par de pechos que la verdad son bastante grandes. Se ve que los niños comían bien. Tiene ojos bonitos, cabello corto, y boca chiquita, pero para mi su mayor característica es que tiene una mirada y unos gestos súper sensuales. Cada que te mira da la impresión de que te dice “te la mamo entera y no hago caras”. Es por tanto una mujer que da la impresión de ser muy cachonda.

Como les decía, llegué el miércoles, mi novia ya no estaba. Me recibió mi cuñada, me preguntó si quería cenar, accedí. Ese día vestía diferente, generalmente viste de manera que pasa desapercibida, jeans, camisetas o blusas sueltas y zapatos tenis. Ese día traía puestos unos mayones negros con una blusa pegada de color negro con una imagen estampada de color plateado, unas zapatillas de tacón bajo y lo que mas me impresionó, estaba maquillada. Le pregunté que a que se debía el cambio y me dijo que ese día se había levantado con ganas de lucir diferente. Se lo agradecí. La verdad es que estaba mas delgada de lo que pensaba, prácticamente ya no tenía grasa en el abdomen y como que las nalgas estaban un poquito mas firmes, no lo sé, al menos esa impresión me daba, quizá era por las zapatillas.

Terminé de cenar, agradecí la cena y subí a mi recamara. Después de dos horas, escuche que mi cuñada entraba en su recamara (mi antiguo gimnasio). Ya eran cerca de las 10 de la noche. Hablé con mi novia por teléfono, me puse mi pijama y me disponía a dormir, cuando abrí la bolsa con los nuevos productos para al menos revisarlos. Sin embargo, eso me recordó que no pude ver a Sol (y con las ganas que le traía), entonces solté una maldición y dejé lo que estaba haciendo, no estaba de humor. En eso escuché que tocaban la puerta, pero por dentro, es decir la puerta que comunica mi recamara con la de Liz, respondí un “adelante” y entró Liz, pero ahora ya no traía la blusa negra, sino un top negro que dejaba claras dos cosas, primero, que había amamantado dos niños y segundo, que efectivamente, había estado haciendo ejercicio. Se abdomen se veía bastante bien y sus tetas, no eran duras como de quinceañera, pero se veían suculentas. Me quedé con la boca abierta, hasta ese momento no había reparado que era una mujer buenísima, quizá derivado de mi romance con Sol y mi noviazgo con su hermana.

– ¿Estás bien Eddy? – es como me llama Rosa y por ende mi cuñada.

– Pues no, realmente no – le respondí, sin dejar de mirarle la figura.

– Te escucho alterado, ¿qué tienes?, ¿te puedo ayudar en algo? – preguntó Liz.

– Mira, continuamente nos llegan productos nuevos para el negocio de la tienda, lo que hago es revisar su funcionamiento para saber como recomendarlos a los clientes, y que mis empleados los puedan vender bien. Siempre lo hago con Rosa, los pruebo con ella (obviamente no le dije que también con Sol), pero ¡hoy no se podrá y eso me frustra porque cada vez tenemos mas competencia y nos llegan mas productos que hay que investigar y saber vender, porque ese es nuestro diferenciador! -dije al final un poco alterado-.

– Oye, si quieres te puedo ayudar, bueno -en este punto Liz tartamudeó un poco-, es decir… si quieres, tú me dices que hacer y yo te digo que tal.

– ¿Que me quieres ayudar con esto? – solté la carcajada. No porque la idea fuera mala, sino porque ya sabía hacía donde iba todo esto y estaba sorprendido porque pensaba que estos días no iba a coger.

– No te burles, te lo digo en serio, pero si no quieres… – Liz se mostró un poco indignada y daba la media vuelta para retirarse.

– Espera – le dije para detenerla – No me burlo, es solo que me tomas de sorpresa. ¿Los niños ya están bien dormidos? – pregunte con cierto tono de malicia. Imagínate que vean a su mamá ayudando a su tío a probar productos de la sex-shop…

– ¿Si verdad cuñado?, pero ya, ya están dormidos.

– Ok, perfecto, ¿de verdad me quieres ayudar?

– Si, con lo que tú me digas, es lo menos que puedo hacer desde que nos dejaste vivir en tu casa.

– ¿Lo que yo te diga?, muy bien, pero entenderás que si Rosa se entera…

– No lo sabrá, te lo juro por mis hijos – me interrumpió rápidamente mientras se acercaba mas a la cama.

– De acuerdo, ven siéntate aquí conmigo, te voy a explicar de qué se trata. Primero te voy a mostrar todo lo que traje – acto seguido vacié todo el contenido de la bolsa en la cama, ella solo abría los ojos de sorpresa.

– ¿Todo eso vamos a probar? – me preguntó con un tono excitado.

– No, tu lo vas a probar – le dije- primero necesitamos probar este lubricante de feromonas, te explico, me lo unto en el miembro y lo tienes que oler para decirme que sensación experimentas, ¿va? – acto seguido me bajé la pijana y me unte el lubricante en la verga.- Venga Liz, huélelo.

Liz tomó mi pene y lo acercó a su nariz, me dijo que como que olía a vainilla, le pedí que lo probara para saber si tenía un mal sabor. Así lo hizo, sin embargo fue mas allá, comenzó a mamarlo de una manera desenfrenada, con hambre de verga.

– Espera Liz – le dije mientras la alejaba de mi pene – dime, que te parece el sabor, ¿es rico?

– Riquísimo, déjame seguirla probando ¿si? – en ese momento, el tono de súplica que utilizó me convenció de dejarla jugar un poco mas, al fin y al cabo recordé que ella no tenía con quien hacerlo desde hace un tiempo.

Me dio una mamada de miedo, que bárbara, me dejé llevar de pronto comencé a sentir que venía mi orgasmo, así que sin avisarle, le dejé ir toda la leche dentro de la boca, pero para mi sorpresa, la recibió y se la tragó toda. No dejó que nada se escurriera. Debo admitirlo, en ese momento algo se cruzó por mi cabeza, se me estaba ocurriendo que el destino dictaba que tuviera dos amantes y una novia. Sonaba bien, pero estaba muy loco el asunto, en fin.

– Ay Liz que manera de mamar – le digo con tono de broma y ella rio un poco.- Ahora, te voy a explicar que sigue, ten, ponte este body, porque necesito que me digas como lo sientes, si no te lastima, tengo que ver si no tiene costuras abiertas, etc. Ten – le dije mientras le extendía un body de red, de esos que cubren todo el cuerpo menos la zona púbica, vaginal y anal.

Cual no sería mi sorpresa, cuando Liz se levanta de la cama y se empieza a desnudar mostrando el cuerpazo que tiene, estaba impresionado. Traía una tanguita negra muy chiquita, al quitarse el top, sus tetas colgaron un poco, pero no dejaban de ser enormes y suculentas. Lo que mas me impresionó fue que tenía un culo y unas piernas, que si digo sabrosas es poco. Que buenas nalgas, solo tenía un detalle con un par de estrías a la altura de la cadera, pero vaya, ese detalle, junto al resto de los demás atributos, es lo de menos, en verdad. Cuando se quitó la tanga, dejó ver una panochita que se notaba que constantemente era rasurada, pero que hoy tenía apenas dibujado un poco de pelo, apenas perceptible.

– Órale Liz, no sabía que te rasurabas allí abajo… – Comenté, mostrando mi sorpresa, a lo que ella río un poco apenada.

– Ay cuñado es que me quedó la costumbre desde mi primer marido – me aclaró mientras se acariciaba un poco.

Se puso el body y lo que vi me puso a 100. Que sensual se veía con ese body, disimulaba muchos de los detalles que se podrían encontrar al cuerpo de Liz. Es decir, así se veía perfecta, lo que es más, debo admitir que se veía mas deliciosa que Rosa, lo admito. Rosa no está mal, pero Liz está mucho mas, ¿cómo decirlo?… frondosa.

La acerqué a la cama y comencé a revisar todo su cuerpo, mientras lo acariciaba y ella gemía en un volumen bajito. Con la excusa de revisarlo todo, amasé sus senos, froté sus pezones, roce su panocha (lo cual me dio oportunidad de saber que estaba bien húmeda) y le pellizque las piernas, y las nalgas, siendo esto último lo que mas la hizo gemir.

– Ok, parece que vienen bien estos body- le dije – ¿tú como lo sentiste? – le pregunté mientras le masajeaba las tetas.

– Se siente bien, me siento vestida y desnuda al mismo tiempo, me siento muy zorra.

– ¿Y eso te encanta, verdad? – le dije mientras le empezaba a apretar las nalgas. Ella respondió con un si discreto con la cabeza.

– Ahora – le dije mientras la sentaba en la cama – te voy a explicar que pasa, los productos que traigo ahorita son todos para el sexo anal; te debo confesar que a tu hermana no le gusta mucho el sexo anal, de 3 veces que hacemos el amor a la semana, solo una me permite metérsela en el culo. A mi me fascina la sensación, pero a ella no mucho y eso que lo hago con cuidado y la ayudo con mucha estimulación, es cuestión de gustos, poco a poco le va agarrando mas. En tu caso, no sé que tanta experiencia tengas, pero ahorita necesito que te relajes porque este buttplug están un poquito grande – cerca de 5 cm en su parte mas ancha -, y estas bolitas anales las veo muy grandes, pero dice que son de silicón y súper fáciles de insertar. Creo que me ayudarás mas de lo que crees. Mira vamos primero a ponerte de este relajante, es similar al lubricante, solo que calienta mucho mas y lo hace muy rápido. Ponte de perrito por favor.

Liz obedeció inmediatamente y se colocó encima de la cama, en posición de perrito. Le pedí que pusiera su mejilla en la almohada y que con ambas manos se abriera las nalgas. Una vez hecho esto contemplé el culazo que se cargaba Liz y comencé poniendo un poco y metiendo un poco del aceite por dentro con mi dedo, se quejó un poco, pero hice caso omiso. Comencé a frotar rápidamente el ano y dejé que el relajante hiciera su efecto. Mientras hacía efecto, unte un poco del líquido maravilloso en sus nalgas y le di un par de nalgadas, lo cual la hizo gemir, eso me calentó, así que le di una buena tanda de nalgadas que le dejaron las nalgas bien rojas. Le pregunté si quería más y me dijo que sí, así que le di otras mas. Así, con las nalgas rojas y brillantes, tomé mi cámara fotográfica del buró de mi cama y le tomé una foto a su delicioso culo, le tomé otra mas y otra, no podía detenerme, y con cada foto ella abría mas el culo y se empinaba mas. Metí el dedo medio y no sentí ninguna oposición, así que me llene dos dedos, índice y medio, de aceite y se los empecé a meter, rápidamente, frotando todo por dentro, poniendo mas relajante en su recto. Empezaba a pujar y eso que no sabía lo que le faltaba. Tomé el buttplug, le puse lubricante y lo fui introduciendo poco a poco, estuve en el mete saca unos minutos, le pregunté que como se le hacía mas fácil esa penetración, contestó que así estaba bien. Mientras con una mano le metía el plug, con la otra le sobaba la vagina, la cual estaba que babeaba. faltaba poco para llegar a los cinco centímetros así que hice un poco de presión, pero no se abrió su culo todo lo que se necesitaba, así que le pedí que respirara hondo tres veces, a la segunda exhalación profunda que hizo se lo encaje, no le dí tiempo de llegar a la tercera cuenta. Una vez que pasó la parte gruesa, lo siguiente se reducía mucho, hacia la base. Que rico se le veía el culito ensartado con eso. Le pedí que se levantara de la cama y que caminara por el cuarto apretando la nalgas. Mientras caminaba iba gimiendo, le dije que se pusiera en cuatro y que caminara como gata en celo hacia mí. Tomé mi cámara y le tomé dos fotos mas de frente. Le pedí que se subiera a la cama boca arriba y que abriera las piernas, y que con las manos abriera las nalgas para que se le viera el plug metido en el culo. Le tomé un par mas de fotos, una con acercamiento y la otra de cuerpo completo, pero con las perspectiva de su culo. Le ordené que se metiera y sacara el plug, mientras lo hacía le tomé un video con la misma cámara, que cosa tan rica, pujaba de lo lindo. En un momento, la puse de perrito, tomé el plug y empecé a meterlo y sacarlo mas rápido, lo saqué por completo para ver el tamaño de su hoyo estimulado, era enorme. Eso me calentó al punto de perder la cabeza. Me quite la ropa, tomé lubricante y me lo unte por toda la verga, le dije que teníamos que validar si ese lubricante a base de silicón en verdad aguantaba para el sexo anal como decía la propaganda. Me acomodé atrás de ella y se la metí de golpe y empecé una penetración frenética, mi pubis rebotaba en sus nalgas. No aguante la tentación y le di otra tanda de nalgadas, cual sería mi sorpresa cuando me dijo “Mas duro papi, mas duro”, que tal con la puta esta. La complací, le di mas duro, llegó el momento en que sentía que se me ponía mas duro y ya veía mi orgasmo venir, acelere las embestidas y de pronto le aventé un chorro de leche dentro de los intestinos, mismo que correspondió con un gemido de mujer caliente.

Acto seguido, se la saqué y se la di a mamar, le dije que debía dejarme la verga limpiecita. Liz ni tarda, ni perezosa se la trago toda, lo que provocó fue que se me volviera a poner dura. Tomé las bolitas de silicón, las bañe en lubricante y le dije a Liz que se pusiera de a perro otra vez. Las bolitas, no obstante estaban un poco grandes, le entraron como cuchillo en mantequilla. 5 bolitas enormes de silicón metidas en el culo. La acosté boca arriba y se la metí por la vagina, mientras lo hacía le dije:

– Liz, aclaremos algo.

– ¿Que pasó cuñado? – me preguntó en medio del goce.

– A partir de hoy, serás mi amante, de acuerdo – ella se quedó pensando un poco.- Serás mi otra mujer, te daré ropita, juguetitos y te mantendré. Lo único que si te digo es que si me entero que andas con otro, se acaba todo, ¿ok?

– Si mi amor, lo que tú me digas y hagas, está bien. Además, a mi si me gustó por atrás.

– Bien, eso está bien, empezamos bien. Dime una cosa ¿te gusta mi verga, putita?

– Me fascina. Métemelo rico papi.

Esas palabras me pusieron bien caliente, no podía dejar de metérselo por la panocha, al mismo tiempo que me ponía las piernas sobre los hombros. Tomé sus tobillos con mis manos, abriendo sus piernas lo más que pude para ver como le entraba toda la verga. Después de unos minutos de estar en este movimiento, se la saqué, tomé otro de los artículos, unas cintas para detener las piernas, con velcro en los tobillos, fui a la cajonera y saqué unas cuerdas, le até las manos y las piernas a la cabecera, de manera que todo el culo me quedaba de frente, aproveché para tomarle unas fotos, del culo al aire. Enseguida le empecé a sacar las bolitas de silicón del culo, que manera de gemir tiene esta perra. Tomé otro de los artículos, un consolador de dos cabezas, le puse lubricante y comencé a meterlo por su vagina y por su culo, al mismo tiempo. Lo prendí y comenzó a vibrar. Liz pujaba de lo lindo. En ese momento aproveché y se la metí por la panocha, era increíble, la vibración del consolador y lo apretado de su puchita (que en ese momento tendía dos vergas metidas, la mía y una de las cabezas del consolador) es indescriptible. En ese momento me pidió que pusiera lubricante en su panocha, así lo hice, entonces el placer aumento, resbalaba delicioso.

– Viene mi orgasmo, viene… – comenzó a gritar Liz.

De pronto vi como se tensaban las cintas con las que le amarré los tobillos y sentí un apretón en el pene, que por poco y me lo desprende. Una de las mejores sensaciones de mi vida. Esto me excito sobre manera, de modo que aumenté mi ritmo y sentí que venía mi orgasmo, antes de venirme, la saqué y se la puse en la cara. De pronto Liz tenía la cara llena de semen. Se la dí a mamar para que sacara las últimas gotitas de leche. Me retiré un poco, fui por la cámara y así, amarrada con el vibrador de doble cabeza todavía metido y con la cara llena de lefa, le tomé cerca de 10 fotografías y un video donde continúa con su orgasmo, gracias al consolador. La dejé seguir hasta que estuvo casi desmayada y había terminado el ciclo del vibrador.

Le saqué el vibrador, la desamarré y la dejé descansar un poco.

Acomodé los artículos que habíamos revisado y preparé los que aún nos faltaban por revisar. Cual sería mi sorpresa, cuando al voltear la encontré retirando el semen de su rostro para introducirlo en su boca.

– Creo que ya no te paso una toalla, verdad? – Dije, con una risa burlona.

– Que rico estuvo todo – me contesto, medio soñolienta.

– La verdad es que si, coges sabrosísimo –le dije-, pero todavía no terminamos, nos falta revisar mas cosas.

– No inventes, en serio?

– Claro, ten, ponte esto – le dije mientras le daba un conjunto de doméstica. Se rió un poco.

Al instante se levantó de la cama y después de quitarse el body comenzó a disfrazarse de criadita sexy. Le pedí que se pusiera la tanga después de las medias y el liguero (así es mas fácil quitarlo).

Saqué de su empaque los dos artículos que quedaban por probar un balón con consolador anal integrado y un lubricante de sabor a canela.

Cuando ya tenía puestas las medias, el liguero y la tanga, de pronto corrió en dirección de su recamara (mi antiguo gimnasio), yo no sabía que estaba pasando, por un momento pensé que estaría apenada y que ya no querría seguir con esto, lo entendí y no le dije nada, respeté su decisión, no quería forzarla. Empecé a guardar los artículos que ya habíamos probado en ella.

Cual no sería mi sorpresa, cuando regresó 10 minutos después, ya con el traje de doméstica, maquillada (se dio una manita de gato, como se dice) y con un par de zapatillas puestas.

– Pensé que ya no querías seguir con esto – le comenté sinceramente y en tono de agradecimiento de dije- Gracias.

– Ay no como crees –me dijo- esto está riquísimo, ya entendí porque mi hermana siempre anda con una sonrisota!

– Oye, esas zapatillas están muy bonitas –le dije.

– Gracias, las compré para la boda de una amiga, pero están prácticamente nuevas, digo, no voy a ser una criada descalza, no? Además el señor es muy exigente con mi apariencia – me miró de manera maliciosa, eso me prendió de nuevo, ella estaba insinuando que estaba dispuesta a jugar el rol, entonces, me dije, vamos a jugar…

– De acuerdo, señorita Pérez, -inventé ese apellido, porque es común entre las domésticas de mi país- hágame favor de limpiar el cuarto y cuidadito con doblar las rodillas al recoger las cosas del suelo –aquí ella rio un poco, su risa sonaba divina- y después de poner todo en su lugar, prepare la cama.

– Con gusto patrón –me dijo en tono sumiso, jugando su rol.

Así, sin más, me puse una bata y me senté en el sofá individual que tengo en mi recamara, para observarla “hacer la limpieza”. Se veía mejor que un millón de dólares. La grabé de nuevo, mientras se empinaba para recoger cosas del suelo y me enseñaba el culo. Le pedí que se acercara, así lo hizo.

– Como siente el uniforme señorita? Espero que bien –le dije en tono mandón.

– Pues si, está muy bien, solo que me aprieta un poquito de aquí, mientras me señalaba su cadera.

La tomé por la cadera, la gire, de manera que sus nalgas me quedaban de frente y a la altura perfecta para darles una mordida, pero me refrené, me estaba reservando para lo que venía. Al examinar el modelito, efectivamente, se ajustaba mucho a su cadera.

– Entonces la solución es muy sencilla quítese usted por favor su falda, pero sin doblar las rodillas, eso aliviará esa molestia –sé que es una idiotez, pero fue lo que se me ocurrió para que se empinara poniéndome el culo en la cara.

Así lo hizo, se bajó el zipper del vestido y poco a poco fue bajando la faldita, dejando al descubierto un par de suculentas nalgas resaltadas por las medias y el liguero. En ese momento ya no aguanté mas y la tomé de las nalgas y mientras la empinaba de nuevo le dije:

– Sabe señorita, esto le aliviará toda molestia para limpiar y estará usted mas a gusto –mientras decía esto le bajaba poco a poco la tanga y le metía la lengua en el culo, lamía todo su esfínter y alargaba la lengua hasta su recto lo mas que podía. Alternaba entre su pucha y su ano, sin soltarle las nalgas, mismas que apretaba con frenesí. Acariciaba sus medias y disfrutaba de la sensación, recorría con mis dedos el liguero que traía puesto y de pronto me vi metiendo un dedo en su vagina.

– Hay señor que ricas cosas hace, pero, eso está bien señor? No quiero que me corran si se entera la patrona –me encantó como jugaba su rol de criadita inocente.

– No se preocupe señorita Pérez, ella no se enterará de nada. –le contesté. Para este punto, Liz ya estaba gimiendo de nuevo y estaba húmeda a montones.

– Ay señor, que rico, dígame, qué más puedo hacer por usted? Pídame lo que quiera –me dijo en tono suplicante.

– Ahora que lo menciona me gustaría que me ayudara con la cama… ayúdeme a distenderla.

Acto seguido, la llevé hasta la cama, comiéndomela a besos, al mismo tiempo le quitaba la parte de arriba del coordinado de doméstica, dejándola en bra, mismo que le duró solo unos segundos.

La tendí en la cama, mientras devoraba sus suculentos senos, por cierto, que pezones tan deliciosos, grandes, y jugosos, una maravilla de tetas, no me cansaba de mamárselos.

Así como estaba, se la metí en la puchita y empezamos un mete saca apasionado, veloz, salvaje que terminó en un orgasmo simultáneo y sus uñas en mi espalda lo comprobaban. La inundé de leche por dentro. Tuvimos que parar un momento a descansar de este arranque de lujuria tan sabroso que recién habíamos experimentado. Sin embargo, era nuestro momento, no había otro, así que teníamos que aprovecharlo, verla así, en liguero, con medias, su puchita medio rasurada, sus super tetazas colgando deliciosas… no lo pude evitar, esa imagen me puso duro otra vez. Debo ser honesto, para este punto ya me dolía la verga, por la jornada tan exhaustiva que habíamos tenido. Le dije que nos faltaba probar el último de los artículos, que de hecho era una novedad en la tienda. Se trata de un balón para sentarte en él y rebotar, con un consolador anal integrado.

Solo me tomó un momento inflarlo y tenerlo listo. Lo dejé en el piso. Acto seguido y sin comentarle nada, la puse de a perro, le separé las piernas y la empiné riquísimo colocándole su mejilla en la almohada. Estaba lista.

Tomé el lubricante de sabor a canela, me unté ambas manos y comencé a meterle los dedos en la vagina y en el ano. Primero uno, jugaba un poco, después dos, luego tres, allí me tardé un poco mas. Al final el resultado fue el mismo ya tenía 4 dedos en cada agujero entrando y saliendo, provocándole gemidos que reprimía mordiendo la almohada. Yo también mordía, pero sus nalgas.

– Ya está lista señorita López –le dije al tiempo que le sacaba los dedos.

– Espéreme tantito señor, por favor, ya casi termino –esta suplica la dijo en un tono que no me podía negar. Me encantó que aún mantenía su rol en este juego.

– Ok, sigamos entonces –me volví a llenar las manos con lubricante y en esta ocasión entraron los dedos como cuchillo en mantequilla, que ricura de hoyitos tenía en ese momento, abiertos y dispuestos. Empecé con un mete saca lento y profundo que le provocaba unos gemidos que ni la almohada ahogaba, se oía delicioso. Cada vez mas profundo, y dejaba un rato mis manos acariciándola por dentro. De pronto empecé a hacerlo mas rápido y luego un poco mas… el resultado no tardó en llegar, un alarido de Liz seguido de un líquido que me escurría hasta el codo, mismo que me bebí, pegándome a su panocha, hasta beberme hasta el último de sus jugos. En ese momento, ese sabor de lujuria, vagina y canela, me volvieron loco, así que le lamí el culo por dentro hasta escucharla gritar “ya, por favor, ya, es demasiado!”, no le hice caso, seguí lamiéndole el culo. Unos momentos después volvía a venirse, esta vez con espasmos en todo su cuerpo. Le saqué mis manos, y dejé que descansara un momento. Pero solo fue un momento, porque mi excitación era tal que no pude resistir y así como estaba ella, boca abajo, la penetré analmente, le metí mi verga que entró sin ninguna dificultad y resbalaba de lo lindo. Mientras se la metía le tomé las manos y le mordí la nuca, a lo cual respondió con un temblor que me excitó aún mas y provocó que mis embestidas fueran mas severas. Así duramos un rato hasta que sentí que venía mi orgasmo, entonces me detuve, tenía otro plan mucho mejor para esta venida que se preveía copiosa, hasta los huevos me dolían de lo cargados que estaban.

Así como estaba Liz, toda relajada, embarrada de lubricante y chorreando liquido de la vagina por las medias; la tomé y la llevé al balón con consolador, le dije que se sentara y se lo metiera por el culito. Ni tarda ni perezosa lo hizo y sin mayor instrucción comenzó a rebotar y moverse en círculos sobre el balón. Aproveché el momento, era el momento del gran final, me acerqué a ella y acerqué mi pene a su boca, no tuve que decir nada, la abrió grande, grande y se la trago completa. Sentía como resbalaba por su garganta es una sensación maravillosa. La tome de la nuca y comencé a metérsela hasta el fondo, a momentos se ahogaba, pero aguantaba la penetración por la garganta como una profesional. En ese momento agradecí su pasado que la preparó para este momento. Reduje la velocidad de las metidas, mientras ella seguía montando al balón con consolador de diversas maneras, los dos gozábamos como locos. De pronto no pude mas y sin avisar le aventé un chorro grande de leche en la garganta. Casi se ahoga y tosió un poco, pero no escupió, se tragó todo el semen. Estaba exhausto, al igual que ella. Le pedí un último favor, que me dejara grabarla usando el balón, ella estuvo de acuerdo. Así que por dos minutos mas estuvo ensartada cobre el balón gozando, siendo mi putita.

Terminé la grabación ella tuvo otro espasmo y se sacó el consolador del culo, estaba hirviendo, esa mujer es una fiera, por un momento pensé que derretiría el consolador y el balón explotaría, sin embargo aguantaron muy bien. Pasaron la prueba de fuego (literalmente).

Nos tendimos en la cama, nos abrazamos un momento y empezábamos a quedarnos dormidos, cuando sonó la puerta de su cuarto, de inmediato, se levantó, se quitó las zapatillas, las aventó a un lado de mi cama y se puso una bata larga de baño, de manera que solo se veía un poco de las medias que todavía traía puestas. Quien llamaba a la puerta era uno de sus niños que tenía sed y quería un poco de leche. Pensé entre mí, “que coincidencia, su mamá también”.

Mientras ella le daba su leche al nene, yo limpiaba un poco del batidero que dejamos en la cama y sobre la alfombra con el balón. Lavé el balón y los demás juguetes, para usarlos después sin ningún contratiempo.

Estaba terminando cuando Liz regresó a mi recamara y ya estaba cambiada, tenía puesto de nuevo su pijama. Me dejó sobre la cama el liguero y las medias. Se acercó al baño, donde yo me encontraba terminando con mi tarea de limpieza de juguetes y me abrazó al mismo tiempo que me daba un beso.

– Ay cuñado, eres un cochinote! –me dijo con una sonrisa.

– Si verdad?, pero dime la verdad, te gustó? –le dije mientras la abrazaba por la cintura y me ponía sus brazos alrededor del cuello.

– La verdad… si, es mas, mañana me enseñas los demás juguetes que has probado con mi hermana, los quiero ver todos.

– Seguro –le di un beso con mordida que ella respondió-. Entonces mañana a las 10?

– Si cuñado.

En ese momento tenía seguras dos cosas, ese fin de semana sería como lo había planeado, es decir, de locos; y la segunda, esta mujer se había ganado un lugar en mi nómina como amante de lujo, es una fiera. Cuando ví el reloj, eran las 2:00 am. Obviamente, unas horas después, en el trabajo me estaba durmiendo. Pero así esto, son los gajes del oficio…

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