Sus piernas todavía temblaban cuando subió al autobús que la llevaría a casa. Había varios asientos libres y se sentó en la parte de atrás donde estaba mas vacío. Necesitaba sentirse sola. Acababa de follar con el marido de su mejor amiga y esta vez no había sido obligada a hacerlo sino que había sido ella quien por voluntad propia lo había follado. Se avergonzó de haber sucumbido al deseo que aquella polla le provocaba. Le era materialmente imposible no pensar en el sexo erecto de Andrés y en las sensaciones que había tenido al meterlo en la boca y cuando lo cabalgó en el sofá. Aún le faltaba bastante para llegar a casa y deseó que ese trayecto transcurriera rápido pues necesitaba calmar la excitación que su vagina sentía de recordarlo. Cada curva o bache que el autobús cogía le provocaba un estremecimiento entre las piernas. Sentía su coño mojado, sensible. Agradecía estar sentada sola y en cada parada que se subía gente rogaba que nadie se sentara a su lado y pudiera notar su estado. Miró los asientos a su alrededor y se maldijo a si misma cuando comprobó que el único asiento que quedaba libre era el que estaba a su lado. La gente conversaba ajena a lo que le estaba pasando, algunos iban absortos mirando sus móviles y otros aislados del mundo con los auriculares puestos. El autobús se detuvo en una nueva parada y vio como subían tres personas y se quiso morir cuando vio que aquel señor, casi anciano, buscaba con la mirada un asiento libre y contento de poder ir sentado se aproximaba adonde ella estaba.
-Buenos días joven -con educación aquel hombre la saludó -he tenido suerte y quedaba este asiento libre.
-Buenos días -le respondió con frialdad pues se sentía incómoda por lo que estaba sintiendo bajo el vestido.
-Hace mucho calor. Hubiera preferido quedarme en casa pero he tenido que venir al centro a hacer unas gestiones. Tu por donde vives?
-Vivo en las afueras -no podía ser cierto, encima se había sentado a su lado el típico señor que le gusta hablar y aquel traqueteo del autobús la estaba volviendo loca.
-Nunca te había visto por este autobús -la miraba como intentando reconocerla – yo vivo en las afueras en la urbanización de los chalets blancos.
-Si, yo también vivo en esa urbanización.
-Uy disculpa -en una curva cerrada el cuerpo de ese hombre se había resbalado y puso su mano sobre la pierna desnuda de ella.
-No pasa nada -al sentir esa mano sobre su pierna no pudo evitar estremecerse. Acaso estaba loca por sentir eso con un anciano? Quizás ese hombre había notado su estado de excitación?
-Ese vestido te queda maravillosamente. Veo que te gusta tomar el sol, tienes las piernas morenitas.
-Si me gusta tomar el sol -un bache le hizo morderse los labios y su voz sonó entrecortada. Estaba sudando por las sensaciones
-Te sientes bien? – el hombre sacando un pañuelo se lo pasó por la frente.
-Es que siento muchísimo calor -su frente, sus brazos y sus piernas estaban bañados de sudor.
-Quizás sea un golpe de calor -le estaba secando la frente, las piernas y sorprendida sintió como ese señor le desabrochaba un par de botones del vestido dejando prácticamente a la vista sus pechos -No te preocupes aquí nadie te verá.
-Es que no se que me pasa -sintió como ese hombre abría el escote y comenzaba a secarle el cuello e incluso la parte de arriba de los pechos y sorprendida se dejaba hacer.
-Por suerte no llevas sujetador, esa prenda debe dar mucho calor, verdad?
-Si, odio usar sujetadores.
-Mejor no los uses. No te hacen falta -aquel hombre le miraba los pechos con descaro pero de una manera muy tierna y eso a ella le gustaba.
-Estoy avergonzada, no se porque me pasa esto.
-A cualquiera puede pasarle, no te preocupes. -con el pañuelo abierto comenzó a secarle los pechos y esa sensación la hizo estremecer.
-Por favor no haga eso -podía sentir perfectamente el tacto de aquella mano a través de la fina tela del pañuelo. Sentía aquellos dedos frotar sus pezones totalmente erectos y estaba a punto de sentir un orgasmo con los cuidados que ese hombre le estaba dando.
Tania miraba en todas direcciones asustada de que alguien pudiera ser testigo de lo que estaba pasando pero la gente estaba distraída con sus conversaciones, con sus teléfonos, con su música y cerró los ojos y apoyó su espalda sobre el respaldo de su asiento. Y se dejó llevar por su cuerpo. No dijo nada cuando sintió que ese hombre estaba acariciando sus pechos directamente, sin la fina tela del pañuelo por medio y se tuvo que agarrar a aquel brazo desconocido cuando comenzó a correrse ahogando sus gemidos con la mano libre.
-Te sientes mejor? -la miraba con cariño mientras doblaba el pañuelo y lo guardaba en el bolsillo -Estoy seguro que ha sido un golpe de calor.
-Si, creo que si. Voy a bajarme en la próxima parada que necesito tomar el aire.
-Quieres que te acompañe?
-No, gracias. Prefiero ir sola -se abrochó el vestido con prisa y se levantó avergonzada de lo que acababa de pasar -Gracias por ayudarme.
-Es lo que menos podía hacer. Ten cuidado por favor.
Ya fuera del autobús se sintió abochornada. En que se había convertido, que había permitido que un anciano la tocara de esa manera y hasta había tenido un orgasmo? Se asustó al pensar que si ese hombre hubiera insistido en acompañarla seguramente hubiera aceptado y su vergüenza fue mayor al pensar que con seguridad hubiera terminado follando con él.
Sonó el teléfono y al sacarlo del bolso vio que era Rodrigo.
“Hola amor, que tal estás? Ha pasado algo?
“No cariño, solo que te echaba de menos y tenía un momento y necesitaba escucharte. Que haces? Estás en casa?”
“Estoy llegando a casa ahora. Vine hasta el centro comercial a ver unas cosas y ya voy de vuelta.”
“Estoy deseando llegar a casa para poder estar juntos mi amor”
“Yo también estoy deseando que llegues. Necesito abrazarte muy fuerte”
“Esa idea me encanta cariño.”
“Te amo, eres el hombre de mi vida”
“Y tu la mujer de la mía cariño”
Cuando colgaron Tania no pudo evitar que sus ojos se desbordaran y comenzó a llorar. Amaba a su marido y siempre la había hecho sentir la mujer mas feliz del mundo. Todo el mundo los envidiaba porque eran el matrimonio perfecto. Pensó en Braulio, lo quería? Claro que lo quiero, pensó. Ese señor me hizo descubrir un sexo diferente y siempre está pendiente de mi y nunca intentó separarme de mi marido sino todo lo contrario. Pensó en Estela, su alocada amiga a la que adoraba y hasta la había hecho descubrir que el sexo entre dos mujeres podía ser maravilloso. Sonrió al pensar que la condenada estaba muy buena y que ojalá fuera feliz o bien con Braulio o con su Andrés.
Pero todo aquello tenía que cambiar, por el bien de ella, de su matrimonio, de su amiga…
Un año después…
Cuando Estela y Andrés los vieron acercarse se levantaron de la mesa. Estela no pudo evitar echar a correr hacía ellos y abrazó a su amiga con efusividad.
-Cariño que tal estás? -estaban felices de volver a encontrarse – A ver esa preciosidad -se separó de su amiga y se agachó para ver a la bebé que dormía plácidamente dentro de su carro de recién nacida -pero bueno si es preciosa.
-No grites tanto, escandalosa, que la vas a despertar -Andrés se había acercado y le dio dos besos a Tania y un abrazo a Rodrigo – Enhorabuena! Nos alegra mucho que todo haya salido bien.
-Gracias Andrés -Tania se volvió a abrazar a su amiga – Haber cuando os animáis vosotros que Lucía querrá una amiga cuando crezca.
-Pues viendo esta preciosidad me dan ganas -los cuatro estaban felices y sonreían.
-Venir, vamos a sentarnos…
A los tres meses de aquel suceso en el autobús, Tania supo que estaba embarazada. Rodrigo y ella lo habían hablado y después de un mes intentándolo la buena noticia llegó. En el momento que habían decidido buscar un hijo Tania dejó de mantener relaciones sexuales con otra persona que no fuera su esposo. Braulio fue después de Rodrigo la segunda persona en saber que estaba embarazada y se sintió feliz por los futuros papás aunque entristecido de sentir que aquello alejaría a Tania de él.
En aquella conversación habían dejado claro que cuando ella necesitara ir a su casa, podría hacerlo sin problema y hubo varios días que ella lo fue a visitar y se pasaban horas abrazados conversando.
En una de esas ocasiones que Tania fue a casa de su vecino, hablaron de ellos, de Estela, y los dos estaban felices de que hubiera vuelto a casa con su Andrés hacía unos meses.
-Desde que volvió con su marido no vino aquí nunca más? -Tania tumbada con la cabeza sobre las piernas de su vecino le preguntó con curiosidad.
-Sabes que eso no puedo contarlo Tania – mientras hablaban el le acariciaba la barriga que ya era muy evidente pues estaba embarazada de cinco meses – uy se ha movido.
-Sabe que estamos hablando de su madrina. -puso su mano sobre la de Braulio y la movía sobre su barriga -Y si no me lo niega es porque si que vino alguna vez. Verdad?
-No seas mala.
-Alguna vez he contado un secreto? Además a Estela le gustaba mucho su… ya sabe.
-Ahora te da vergüenza decir la palabra?
-Ahora es distinto. Un poco si que me da vergüenza decirla.
-Te entiendo. Ahora vas a ser mamá. Entonces a Estela le gustaba mucho mi…? Ya sabes.
-Usted puede decirla -los dos sonrieron -la que voy a ser mamá soy yo.
-A Estela le gustaba mucho mi polla?
-Si y por eso ha vuelto. Verdad?
-Si -sin darse cuenta había caído en la trampa de confesar aquel secreto. -Perdona, no dije nada.
-Jajaja… Ve? Lo sabía. Ella me lo había dicho que le gustaba mucho.
-Y a ti, no? Perdona la pregunta.
-A mi no, lo que?
-No te gustaba mi…?
-Recuerdo cuando me decía que tenía que decirle las cosas claramente. Ya no es así?
-Si, pero recuerda lo que habíamos acordado. Ahora es distinto cariño.
-Lo se aunque a veces es inevitable recordar aquello.
-Lo recuerdas a menudo?
-No puedo decirlo.
-Te conozco cielo y es normal que lo recuerdes como yo también lo hago.
-Pensaba que había superado aquello y muchas veces lo pienso.
-Que piensas? Sabes que puedes contármelo con tranquilidad.
-Recuerdo que este era mi lugar donde sentirme libre.
-Sientes que ya no lo es?
-Pero ahora es distinto. Ahora me da como vergüenza decir o hacer algunas cosas.
-Que te gustaría decir?
-Antes que me preguntó?
-Si a ti no te gustaba mi…
-Si no me gustaba lo que? -Tania extrañaba las preguntas directas como hacía meses.
-Mi polla… A ti no te gustaba mi polla?
-Si, si que me gustaba.
-Que te gustaba? -él deseaba volver a escucharla decirlo.
-Su polla -al decirlo algo se removió dentro de ella -Me gustaba su polla.
-Y ya no te gusta?
-Hace meses que no la veo.
-Y sientes que te gustaría volver a verla?
-Si pero me da miedo volver a lo de antes.
-Te entiendo cariño. Quizás ha sido un error volver a hablar estas cosas.
-Creo que se le ha puesto dura -en su cabeza sentía la erección de Braulio.
-Si. Discúlpame pero no lo he podido evitar.
-Es normal. Hablar estas cosas y recordar aquello excita -ella también sentía su sexo húmedo al recordar y volver a hablar con su vecino sobre cosas tan íntimas.
-Tu también te sientes excitada?
-Si y me da reparo Braulio.
-Mucho? -la mano de su vecina que estaba sobre la suya en la barriga comenzó a arrastrarla hacia abajo. Él se dejó guiar la mano sin resistencia. Ambas manos se introdujeron bajo el elástico del pantalón premamá, la goma de las bragas no fue ningún obstáculo para seguir aquel camino y enseguida sintió la humedad de aquella joven en la palma de su mano. El corazón de Braulio latía agitado como hacía meses que no lo hacía. Sintió su pene totalmente duro como antes de quedar embarazada su vecina. Mantuvo la mano quieta temeroso de hacer cualquier cosa que pudiera estropear ese momento. La mano de ella presionaba para sentir su contacto, un contacto que su vagina extrañaba desde hacía mucho. Aquella humedad eran como lagrimas de felicidad que aquel sexo derramaba por sentir de nuevo la mano de Braulio sobre él. Sintió como aquella mano movía la suya pidiéndole en silencio que la acariciara y la acarició despacio. Y cuando Tania supo que él había entendido lo que necesitaba en ese momento retiró su mano y gimió de placer al ser masturbada de nuevo por su vecino.
Braulio acarició con detenimiento cada pliegue de aquel coño. Estaba totalmente mojado, caliente, suave, inflamado. Cada poco rato sentía como su joven vecina se retorcía de placer y en su mano notaba aquellos chorros que tanto le excitaban. La tela del pantalón estaba empapada como cuando alguien se orina encima. Tania apoyaba su mejilla sobre su erección y se puso nervioso cuando sintió que comenzaba a darle besos sobre su pantalón. Deseó liberar su polla de la presión pero no quería estropear ese momento y que fuera ella la que decidiera lo que quería. Se estremeció de placer cuando sintió las manos de ella bajándole el pantalón y sentir su sexo rozar la suave cara de Tania.
Comenzó a masturbarlo como solo ella sabía hacerlo. Movía su mano primero despacio, luego lento, de nuevo mas rápido y él gemía desesperado. Braulio observaba la cara de ella mientras lo hacía. Le excitaba como esa joven miraba su polla. Era deseo? Devoción? Admiración? Un nuevo orgasmo estaba alcanzando su coño y sintió como al momento de correrse acercaba su boca y se metía la polla en ella. Le estaba haciendo una mamada de nuevo. Lo que creía que nunca mas iba a pasar estaba sucediendo en esos instantes
-No me avise cuando se vaya a correr por favor -y de nuevo comenzó a chupársela con verdadera devoción.
Lo que le estaba haciendo con sus labios y lengua era un placer increíble pero escuchar esas palabras lo pusieron al límite del orgasmo y sintió que se iba a correr. Y lo iba a hacer en su boca porque ella le había dado permiso. Y no solo le había dado permiso, con aquellas palabras ella le había insinuado claramente que deseaba que se corriera en su boca, y que lo hiciera sin avisarla, de sorpresa. Y pensar eso lo excitó muchísimo y se comenzó a correr. Tania gimió al sentir en su boca los chorros de semen y se corrió de nuevo sobre la mano de él. Habían eyaculado juntos de nuevo después de meses en los que los dos se habían recordado a menudo. Al terminar se miraron, la culpabilidad se reflejaba en sus rostros por no haber podido evitar el deseo de volverse a acariciar.
La niña había despertado y Estela la tenía en brazos. Llevaban un par de horas allí y los cuatro sabían que enseguida tendrían que despedirse.
-Nos vemos el domingo en el bautizo -Tania se sentía nerviosa por la celebración y porque todo saliera bien -Acuérdate de traerme la chaqueta por favor.
-Tranquila chochete que no me olvido.
-Estela! -que la llamara así delante de Rodrigo y Andrés la hizo sonrojar -No me llames así!!
-Pero si la niña es muy pequeña y ni sabe lo que significa!
-Pero ellos si -con la cara señaló a su marido y a Andrés. Una extraña sensación se apoderó de su cuerpo al darse cuenta que las tres personas que estaban allí sentadas con ella conocían perfectamente esa parte tan íntima de su cuerpo y las tres le habían hecho disfrutar mucho.
-Pero saben que lo digo con cariño.
-Claro que lo dice con cariño mi amor -Rodrigo intentó tranquilizar a su mujer apoyando su mano sobre la rodilla de ésta -No pasa nada cielo.
-Perdona cariño -Tania se levantó y abrazó a su amiga -Estos días estoy muy nerviosa, no se que me pasa.
-No lo volveré a decir mi niña.
Todo volvió a la normalidad y transcurridos unos minutos se despidieron y quedaron para el domingo.
Había terminado de cenar y ya era tarde. Entre bañar a la niña, darle el pecho y después ducharse ella y cenar vio que eran las once de la noche. Rodrigo ya se había acostado y ella se tumbó en el sofá a ver una película. Se sentía mal por como había reaccionado esa tarde con Estela y se dio cuenta que los últimos días se sentía muy sensible y alterada. Será esta maldita cuarentena? Estaba segura que si. No estaba acostumbrada a estar mas de dos días seguidos sin sexo y eso le afectaba mucho. Pensó en llamar a Estela para disculparse de nuevo pero decidió que lo haría al día siguiente.
Escuchó que recibía un mensaje y al ver de quien era se sorprendió, era de Andrés.
Andrés: “Hola Tania, que tal estás?”
Tania: “Hola Andrés, bien aquí viendo una película. Y tu?”
Andrés: “Yo también viendo una película. Estás mas tranquila?”
Tania: “Si, perdonarme por mi reacción esta tarde. Iba a llamar a tu mujer pero es tarde y la llamaré mañana”
Andrés: “Si, Estela ya está dormida. No hay nada que perdonar, tranquila”
Tania: “Es que me dio mucha vergüenza que me dijera esa palabra delante vuestra”
Andrés: “Delante nuestra o delante de mi?”
Tania: “No lo había pensado. Delante de los dos supongo, bueno delante de ti un poco mas”
Andrés: “Por que delante de mi un poco mas?”
Tania: “Por lo que pasó hace un año. Cuando dijo la palabra me hizo recordar que tu conoces esa parte de mi”
Andrés: “En realidad conozco todo tu cuerpo y tienes razón fue una situación extraña esta tarde porque yo también recordé aquello”
Se estaba sintiendo nerviosa con aquella conversación a través de mensajes con el marido de su mejor amiga y con él futuro padrino de su bebé.
Tania: “Espero que por lo menos el recuerdo sea bueno”
Andrés: “Muy bueno. Tu recuerdo es malo?”
Tania: “No, bueno no sé. Lo que me hiciste me costó perdonártelo.”
Andrés: “Y me has perdonado?”
Tania: “Si”
Andrés: “Gracias. No se porque hice aquello. Bueno si lo sé, estás muy buena y estaba muy salido”
Tania: “Que bruto eres”
Andrés: “Perdona que sea tan bruto pero es la verdad”
Tania: “Con razón decía Estela que eras un bruto”
Andrés: “Ya pero a ti te gustaba que fuera bruto. Siempre me acuerdo como dejabas mi cama toda empapada”
Tania: “Ni yo entendía por que me pasaba eso. Creo que era porque nunca me lo habían hecho así”
Andrés: “Por eso y por mi polla”
Tania: “Andrés no vayas por ahí por favor”
Andrés: “No te gusta recordar mi polla?”
Tania: “Eres mi amigo y de mi marido, eres el marido de mi mejor amiga, vas a ser el padrino de mi hija y yo estoy muy feliz con mi esposo. Te parecen pocos argumentos para no hablar estas cosas?”
Andrés: “No te estoy pidiendo que volvamos a follar. Yo también estoy muy bien con Estela. Solo quería saber si te gusta recordar mi polla”
Inevitablemente el recuerdo del sexo de Andrés volvió a su mente. Recordaba su grosor, su tamaño, lo duro que se le ponía al verla desnuda. Su maldita falta de sexo estaba haciendo que su vagina reaccionara con aquella conversación. Un nuevo mensaje de Andrés llegaba enseguida.
Andrés: “A mi me gusta recordar tu coño”
Tania: “Diré que me impactó mucho”
Andrés: “Mi polla?”
Tania: “Si”
Andrés: “Y que fue lo que mas te impactó de mi polla?”
Tania: “Creo que lo gorda que la tienes”
Andrés: “Por eso la recuerdas a veces?”
Tania: “Si”
Sin darse ni cuenta se bajó hasta medio muslo el pijama y se comenzó a tocar, estaba empapada. Mientras esperaba un nuevo mensaje cerraba los ojos y recordaba las veces que había ido a casa de su amiga para ser follada por su Andrés.
Andrés: “Yo también pienso en tu coño. Me gustaba mucho follarte”
Tania: “No sigas por favor”
Andrés: “Seguro que estás cachonda. Yo también lo estoy. Te gustaba como te follaba?”
Tania: “Eras muy bruto”
Andrés: “Estela dice que follo como un toro”
Tania: “Tiene razón”
Su mano entre las piernas frotaba su coño con rapidez, cerraba los ojos y recordaba a Andrés follándola fuerte y como la hacía correrse aquella polla tan gorda. Estaba muy cachonda.
Andrés: “… archivo de video recibido”
Tania vio que le había enviado un video y lo abrió. Se quedó asombrada al ver que era un video de la polla de Andrés mientras se masturbaba. Estaba totalmente dura, gruesa. En el video escuchaba los gemidos de ese hombre y como decía su nombre. Tania se frotó con mucha rapidez y se corrió al ver como aquella polla comenzaba a lanzar chorros de semen sobre el estómago desnudo de él. Nerviosa miró hacia la puerta del pasillo, no había podido reprimir los gemidos y temía que Rodrigo se hubiera despertado. Se subió el pijama de prisa e intentó controlar su respiración agitada por el orgasmo que acababa de sentir.
Tania: “Esto no puede volver a pasar”
Andrés: “Te has corrido viendo mi polla y como me corrí pensando en ti?”
Tania: “No pienso contestarte a eso. Me voy a dormir.”
Andrés: “Hasta mañana. Besos”
Todavía perpleja por lo que acababa de suceder se subió el pantalón del pijama y apagó la televisión. Se fue para la habitación no sin antes pasar por el cuarto de Lucía y comprobar que su bebé dormía plácidamente. Ya en el cuarto escuchó la respiración inconfundible de alguien que estaba totalmente dormido, su marido al igual que su hija también dormía profundamente. Se metió en la cama y lo abrazó. Con su mente le pedía disculpas por haber caído en la tentación de masturbarse pensando en otro hombre que no era él.
Durante la noche se despertó sofocada, totalmente bañada en sudor. Su cuerpo estaba excitado. Sentía sus pechos y pezones extremadamente duros tensos, su vagina inflamada y mojada. Vio que su marido aún dormía a su lado.
De nuevo acababa de tener ese sueño que para ella ahora era una pesadilla. Es que nunca iba a poder pasar página y dejar atrás a la Tania de antes de quedar embarazada, que se entregaba al sexo con otros hombres sin sentir remordimientos ante su marido? Ese sueño se repetía constantemente durante sus meses de embarazo y ahora que había dado a luz volvía a acompañarla en sus noches.
En el sueño Tania llegaba a casa y en el salón veía a aquellos hombres que la habían hecho descubrir placeres que jamás imaginó que podrían existir. La esperaban sentados en el sofá. Braulio, Andrés y Carlos estaban desnudos. Cuerpos distintos, sexos de hombre diferentes, cada uno la trataba de distinta manera, pero los tres la hacían sentir excitada, deseada y el placer que sentía con ellos era arrollador. En el sueño la desnudaban entre los tres. Seis manos recorrían su cuerpo, tres bocas que se alternaban para besar su boca, sus tetas, su coño. La volvían loca de placer y deseo. En el sueño aquellos hombres se turnaban para follarla y ella los recibía entre gemidos y gritos de placer. Se despertaba siempre sudorosa, excitada. Teniendo esos sueños descubrió que podía alcanzar el orgasmo aún estando dormida, el colchón mojado eran la prueba de ello.
Se levantó asustada y se fue al salón. Se sentó en el sofá aturdida, odiaba tener ese sueño. Que podía hacer para que su subconsciente la traicionara de esa manera? El teléfono sobre la mesa del cristal era como si le pidiera que lo encendiera y no pudo evitar hacerlo. Se tumbó en el sofá y buscó en los archivos. Encontró lo que buscaba y le dio a reproducir. De nuevo la voz de Andrés diciendo su nombre, sus gemidos mientras se masturbaba, la imagen de aquella polla hinchada. Se bajó el pijama y comenzó a masturbarse viendo aquel video que el marido de su amiga le había enviado hacía apenas unas horas. De nuevo se corrió viendo aquel sexo masculino, que tanto la atraía, expulsar el semen en varios chorros.
Cerró los ojos enfadada consigo misma. Por qué era tan débil y no era capaz de reprimir su deseo? Tenía que terminar aquello. Necesitaba ser una mujer fiel a su marido, deseaba ser una madre solo pendiente de amar y cuidar de su hija y de su esposo. Tenía que hacerlo, pulsó la tecla de eliminar archivo. Cerró los ojos y se sintió liberada. En ese momento supo que tenia que pasar pagina con su vida anterior y la única manera era volver a la casa del señor Carlos. Con Andrés acababa de pasar página. Desde ese momento sólo sería el marido de su mejor amiga, sería el padrino de su hija. Solo eso.
Aquel jueves hacía mas calor de lo habitual y se sentó en la mesa de la terraza, aquella terraza le traía recuerdos vergonzosos y placenteros en la misma proporción. Se preguntaba si estaba arrepentida de lo que en aquel lugar había pasado. Alli había permitido que un auténtico desconocido, Carlos, mirara su ropa interior primero y luego incluso que ese hombre mirara su sexo desnudo bajo el vestido subido. Recordó como aquel hombre había conseguido con su mirada que ella abriera sus piernas y le mostrara su sensible coño ante el resto de las personas ajenas a lo que estaba pasando entre ellos. Ese hombre desconocido había conseguido follarla en la ducha de su casa. Había sido el primero en hacérselo después de Rodrigo. Aquello era ya era historia, una historia que tenía que ponerle punto y final esa mañana.
Estaba mirando embelesada a su hija dormida en el carro, cuando escucho aquella inconfundible voz. Voz de hombre seguro de si mismo.
-Buenos días, lo de siempre por favor.
Escucharlo la puso nerviosa, por un momento estuvo a punto de levantarse y huir como huye un cervatillo ante la amenazante presencia de algún depredador. Así se sentía en esos momentos, una temerosa y asustada presa ante aquel depredador que era ese hombre. Pero no debía huir si quería que todo aquello terminara.
-Hola Tania -Carlos se había acercado al verla y la estaba saludando -Tenía la esperanza de algún día volverte a ver sentada en esa mesa -miró el carro de la bebé – lo que no me imaginaba en mis sueños es que vendrías acompañada.
-Es Lucía, mi hija.
-Vaya, enhorabuena. Te felicito. Y puedo saber si encontrarte ha sido una casualidad?
-He venido para ver si lo encontraba a usted -su voz sonaba nerviosa, temblorosa -Puede sentarse aquí con nosotras?
-Claro te agradezco la invitación -el camarero recibió una señal de que se cambiaba de mesa y se sentó frente a Tania. -Y cuéntame. Por qué querías encontrarte conmigo? Hace mas de un año que no sé nada de ti. Acaso echas de menos mis miradas a escondidas de todo el mundo?
-No es eso -podría perfectamente serle sincera y decirle que a lo largo de ese año había recordado muchas veces aquellas miradas pero prefirió no hacerlo -Quería hablar con usted.
-Que te pasa?
Tania le explicó todo. De su embarazo. De su necesidad de dejar atrás a la Tania que antes era y dedicarse en cuerpo y alma a su esposo y su hija. Le habló de sus sueños, pesadillas? omitiendo por supuesto detalles como que en ellas había mas hombres y no sólo él.
-Y como puedo ayudarte? -la miraba comprensivo y admirado por el valor de esa joven de enfrentarse a lo que le ocurría -Eres una joven digna de admirar y no me refiero ahora a lo físico, que por descontado sabes que en ese aspecto me fascinas. Comprendo lo que te pasa.
-Siento que necesito cerrar página con usted. Que esta será la ultima vez que nos veamos y a partir de hoy todo quede como si nunca hubiera pasado.
-Para cerrar página necesitas que te vuelva a mirar?
-Creo que será la única manera de poder hacerlo. Que me mire sabiendo los dos que será la última vez.
-Quieres que me cambie de mesa?
-No -miró a ambos lados, el carro de la niña a un lado y la mesa en el otro les proporcionaban una situación perfecta para lo que necesitaba -Aquí nadie se dará cuenta.
Cerró los ojos y llevó sus manos al borde del vestido y lo subió despacio. Él atentamente miraba como esa joven iba descubriendo sus piernas. Sus muslos asomaron tan hermosos como siempre. Vio sus bragas, aquellas bragas blancas que un día se pusiera para él.
-Me encantan esas bragas.
-Lo sé, por eso me las he puesto esta última vez.
-Es tan excitante verte… -no pudo evitar abrir un poco los ojos y dirigir su mirada hacia el pantalón de él -Si, estoy muy excitado.
-Yo también lo estoy -abrió sus piernas y la humedad de su ropa interior era evidente, aquella mancha en el centro de la fina tela blanca delataba su estado.
Se estremeció cuando sintió que Carlos apoyaba sus manos en sus rodillas y las fue subiendo lentamente por sus muslos. Sorprendida de que ese señor agarrara el elástico de su ropa interior, levantó un poco las caderas y gimió al sentir que se las bajaba. Estaba abierta de piernas para él y de nuevo gimió cuando aquellos dedos rozaron su vulva inflamada de deseo.
–Espere -cogió a su bebé del cochecito y colocó una toalla de tela que llevaba para cuando le daba el pecho sobre sus piernas. Necesitaba que ese hombre la masturbara allí mismo. La urgencia del deseo era mas fuerte que la prudencia. Estaba empapada -Así nadie se imaginará lo que hacemos.
La masturbó con delicadeza, ella con su hija en brazos intentando que nadie se diera cuenta que se estaba corriendo, una, dos, tres veces casi consecutivas. Sería la última vez que ese hombre la iba a tocar, los dos lo sabían y por eso ninguno quería terminar aquel momento. Un cuarto orgasmo demoledor la hizo tener que morderse los labios.
Tania se sentía totalmente excitada. Miraba el pantalón abultado de Carlos y recordó su polla. Deseaba en esos momentos arrodillarse y sacársela fuera y darle placer pero era algo imposible en aquel lugar. Sabía que si en ese momento se iban cada uno por su lado, quizás la puerta no quedara totalmente cerrada.
-Me gustaría masturbarle yo a usted pero aquí es imposible
-Vayamos a mi casa. Estaremos solos y podré follarte por última vez.
-Eso no podrá ser, estoy con la cuarentena del parto.
-Haremos otras cosas.
De nuevo se vio, como hacia mas de un año caminando detrás de ese hombre. Siguiendo a ese señor hasta su casa para gozar juntos del sexo sin ataduras. Sexo por sexo, sin cariño, sin amor. Un deseo casi animal en el que su cuerpo solo buscaba el placer de ser acariciado. Un deseo por acariciar el cuerpo de ese hombre y darle placer. Seria la última vez.
No pudo resistir mas tiempo sin tocarlo y en cuanto cerraron la puerta y llevó la silla del bebé al salón lo comenzó a desnudar. Acarició todo su varonil cuerpo, besó su torso velludo, sus brazos, sus piernas. Cuando le bajó el slip admiró aquella polla y se la acarició con deseo. Sus ansias la empujaron a meterla en la boca y saborear cada centímetro de aquel sexo totalmente erecto.
Carlos la desnudó, besando y lamiendo cada rincón intimo de ella. Mamó de sus pechos y bebió de su leche materna, el alimento de su hija que por ser la última vez que estarían juntos le permitió hacerlo. Y se corrió sintiendo su pezón succionado de manera tan fuerte.
Se corrieron juntos haciendo un sesenta y nueve lleno de deseo en el que ella se frotó contra la cara de ese señor mientras él movía sus caderas embistiendo su boca de manera profunda y rápida. El deseo y el placer era demasiado intenso como para detener ese momento y ambos se corrieron en la boca del otro. Tragaron el orgasmo. Semen y flujo por sus gargantas. Sabor del placer del amante satisfecho.
El llanto de la niña le devolvió al mundo de los despiertos. Se había quedado adormecida abrazada a ese hombre después de haberse corrido juntos. Se sentía tan a gusto entre sus brazos que se había dejado estar y se adormeció. Carlos estaba dormido y le recordó a Rodrigo, que por las noches ni se enteraba cuando Lucía reclamaba su alimento. Se levantó con cuidado de no despertarlo y acudió a tranquilizar a la niña. Vio la hora y se sorprendió pues habían pasado dos horas desde que entrara en aquel piso. Sentada en el sofá dio el pecho a su hija y cuando terminó la durmió acunándola contra ella. En la habitación Carlos seguía dormido y lo observó durante unos minutos mientras se vestía. Era un buen hombre y le daba pena pensar que aquella sería la última vez que lo vería, por lo menos desnudo, pensó. Sacando un bolígrafo y un papel escribió una nota y la dejó sobre la mesilla de noche. Al lado de la nota dejó sus bragas, aquellas bragas blancas que tanto le gustaban a ese señor. Salió de la habitación y girándose lo vio por última vez. Estaba a punto de llorar. Tristeza? Felicidad por cerrar aquella página? Se sentía triste y a su vez muy feliz, extraña mezcla de sentimientos. Triste por saber que nunca mas volvería a tener esos increíbles orgasmos con ese señor pero feliz de saber que lo hacía por su hija y por Rodrigo. Ahora se sentía mucho mas cerca de ellos, de su familia a la que amaba.
Carlos se despertó cuando hacía media hora que Tania se había ido, la buscó por casa con la esperanza de encontrársela en la cocina con la niña. Desolado comprobó que la casa estaba vacía, ausente de vida más allá de la suya. Volvió a su habitación y vio las bragas sobre la mesilla. Las cogió y aquel papel llamó su atención.
“Gracias por ayudarme a dar este paso tan difícil para mi. Nunca olvidaré las veces que he estado con usted y el cariño con el que me ha tratado. Le dejo la prenda que un día me pidió que me pusiera y ahora será suya para que haga con ella lo que crea conveniente. Adiós Carlos, mi hija y mi esposo me necesitan mas que nadie. Gracias por comprenderlo”
Terminó de leer aquella nota tan dolorosa y se dejó caer sobre la cama abatido. Habían sido pocas las veces que estuviera con esa joven pero sabía que era una mujer muy especial. Se levantó deseando que ella fuera feliz y guardó aquellas bragas en un cajón del armario pues era lo único que le quedaba como recuerdo de aquella maravillosa experiencia.
Estaba llegando a casa y la niña despierta la miraba atentamente tumbada en su cochecito. Tania le hacía gestos con su mano para distraerla. Al pasar por delante de la casa de Braulio pensó en su vecino. Aquella sería la página mas dolorosa de cerrar. Mañana iré por la mañana a su casa, pensaba mientras cogía a su hija en brazos, bueno, mejor iré el lunes después del fin de semana.
Se fue a cambiar a su habitación. Le encantaba ese silencio solo interrumpido por el trinar de unos pájaros que habían anidado en su jardín. Se quitó el vestido y vio su imagen en el espejo. Su cuerpo con tan solo el sujetador puesto. Pensó en si Carlos habría tirado sus bragas o las habría guardado. En ese momento de total silencio, escuchó el sonido inconfundible de gemidos al otro lado de la pared. Se puso nerviosa, quizás celosa?, al darse cuenta que su vecino estaba con una mujer. No pudo evitar acercarse a la pared y pegar su oído en ella. Los gemidos eran mucho mas claros ahora, incluso podía escuchar el vaivén de la cama. A su oído llegaba el sonido de dos cuerpos chocando entre si y cerrando los ojos podía visualizar a Braulio embistiendo con deseo otro cuerpo que no era el suyo. Se comenzó a masturbar imaginando que era a ella a quien Braulio follaba. La mujer que estaba del otro lado de la pared aumentó el volumen de sus gemidos, ahora eran casi gritos, gritos de placer y Tania supo que esa afortunada estaba teniendo un orgasmo. Movió su mano al ritmo de aquellas embestidas y se corrió entre temblores de placer.
Lavándose en el baño no podía dejar de pensar en quien sería esa mujer que tanto había gozado con su vecino. La curiosidad era mas fuerte que sus celos y esperó sentada en la cocina pues desde allí podía ver la puerta del jardín de Braulio y si salía alguien podría verla.
Varias veces volvió a su habitación y arrimando su cara a la pared comprobaba que aquellos sonidos de dos personas sintiendo placer juntas no volvían a escucharse.
Ya estaba a punto de desistir de saber quien estaba con su vecino, cuando escuchó la puerta de al lado abrirse. Desde donde estaba no podía ver con quien estaba Braulio pues solo podía escuchar la voz de este.
Su corazón le dio un vuelco y se aceleró de repente. Con miedo de ser descubierta, por fin pudo ver quien era la afortunada que hacía unos instantes estaba gimiendo y casi gritando de placer con su vecino. La vio girarse y despedirse de Braulio con la mano, sonriente, feliz. Vio que era Estela. Su mejor amiga, la que se suponía que era feliz de nuevo con su marido. La madrina de su pequeña. Se ruborizó al pensar que acababa de masturbarse escuchándola a través de la pared.
Acercándose a la habitación de su bebé la cogió en brazos. La miró con mucho amor.
-Me podrás perdonar algún día por no poder cerrar esa puerta? -la niña escuchaba a su madre y sonreía ajena a lo que esas palabras significaban -te amo mi bebé y amo a tu padre pero no puedo evitarlo.
Cuando Lucía se quedó dormida en sus brazos cogió el teléfono móvil de la mesilla y escribió un mensaje.
Tania: “Braulio se que hace meses que no hablamos. Le gustaría volver a caminar el lunes juntos?”
Después de un buen rato mirando impaciente si recibía algún mensaje, sonó el móvil. Era un mensaje.
Braulio:” Será un placer caminar de nuevo juntos”
Tania: “Llevaré el pantalón que tanto le gusta”
Al enviar ese mensaje se sintió avergonzada porque era reconocerle a ese hombre lo que le pasaba.
Braulio: “El que mas me gusta de todos está aquí en el cajón”
Tania: “Es verdad. Al volver de caminar podría pasar por su casa para ver si todavía me sirve”
Braulio: “Esta casa siempre estará a tu disposición para lo que desees”
Tania: “Gracias. Nos vemos el lunes”
Braulio:” Hasta el lunes. Besos”
Tania:” Besos”
FIN.