Mi amante, una mujer deseosa de placer. La conocí en el trabajo, en otra ocasión hablaré de ella. Lo que nos compete ahora, es la confesión de tantas veces que nos masturbamos con nuestras parejas en la casa… Y otras muchas veces que no.
Son pocas las veces que recuerdo sentirme así de extasiado, de desear tanto a una mujer, ese incontrolable deseo de pensar en ella, poseerla y hacer con ella todo eso que tanto nos gusta.
En esta época de tecnología y siendo amantes, hablábamos constantemente por wasaps, y casi siempre terminábamos viendo nos las caras por video llamada. Sus pedidos iniciaban con una mirada, con esos ojos entre cerrados y brillosos me decía: "Ve al baño", para cuando ella me decía eso, yo ya estaba duro y ella me mostraba sus tetas, un par de grandes y hermosas tetas, ufff como me encantaba chuparlas.
Yo iniciaba de acuerdo a sus peticiones, mi mujer en el cuarto, mientras yo en el baño me mostraba y me tocaba, imaginaba su gran trasero. Ese culo enorme y blanco, casi pálido, lo imaginaba rosado de las nalgadas qué le daba, o cuando me decía: "Quiero que me des duro", mientras estaba sobre mi, no lo puedo explicar, sentir esos momentos, cuando ya han pasado. Imaginar su apretada vagina, parecía una virgen, siempre que estaba en ella era muy placentero para mi.
Ella miraba todo el tiempo, hacia gestos con sus cejas y silbaba con sus labios, deseando chupar mi pene, respiraba fuertemente, lo notaba en los orificios de su nariz, y cuando yo terminaba, imaginaba sus grandes y pronunciados labios. Esos qué ella se mordía mientras veía como salía mi leche, ver eso me excitaba aún más. Era como un ritual, cada que terminaba, ella lamia sus labios y se mordía el labio inferior y me decía:
"Mira esas venas, quisiera estar ahí para tragarme toda esa leche"
Si mirada, me suplicaba que terminara en su boca, como tantas otras veces hice.