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Los casos de Amanda: Estirpe de la cripta
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Tiempo de lectura: 23 minutos

Los casos de Amanda White, la puta de lo sobrenatural: Estirpe de la cripta

Ahora

La familia Matheson tenía una gran historia y mucho dinero para albergarla. El mausoleo familiar permitiría vivir con tranquilidad a una familia de clase media. Si es que las losas, copas funerarias, las estatuas y esquelas mortuorias y los ataúdes fuesen de su gusto, claro está. La única fuente de luz que iluminaba el lugar es la de una cristalera tan adornada como cara, que daba al conjunto un toque aún más fantasmagórico gracias a la tenue luz de la luna. El olor a polvo y humedad llena el lugar y cualquiera que entrará tendría la necesidad de taparse las narices con un pañuelo, aunque otros olores como el almizcle proveniente de un animal grande y el olor a sexo… Porque si bien en la mayor parte de su existencia la cripta estaba en un silencio apenas roto por algún ruido exterior o alguno más inquietante del interior.

Esta noche encima del altar donde una vez al año se hace la misa para los muertos que yacen en el lugar, está teniendo un acto sacrílego. Y no solo porque estuvieran follando encima de él. Sino por la naturaleza de uno de los dos participantes, que se podía oír gruñir gracias al eco que producía la sala y a veces aullar de placer, mientras usa sin miramientos a una mujer que hace tiempo ha dejado de aguantarse los gemidos y que de vez en cuando musita entre dientes cosas como “cuando llegará…”, “Joder, no más…”,“Diooos, ¿Por qué estoy disfrutando tanto?…” entre otros, antes de arquear la espalda cuando tiene un orgasmo más.

La mujer que yace encima de la losa, llama la atención por su piel anormalmente blanca que la hace evidenciar como albina, que es lo único que tiene en común con la cosa que se la está beneficiando. La mujer que gime como una perra en celo se llama Amanda, sudando por el “castigo” que está recibiendo, ahora su blanca piel apenas está protegida por los desgarros que ha sufrido durante la noche en lo que solía ser ropa de calle. Lo primero que llama la atención de su vestimenta son unos pantalones vaqueros rotos por la entrepierna para dejar a la disposición de la bestia su sexo y culo, este último enfriándose en el frío mármol mientras recibe los golpes de los cojones de la criatura. Su blusa es poco más que un jirón que cuelga de su brazo derecho, aunque quizás por un mínimo de decencia sigue manteniéndose agarrado a su cuerpo, y su camiseta blanca de calidad que le daba un toque profesional ha sido rota por la mitad dejando a la vista un sujetador gris deportivo que ha sido levantado hacía arriba con cierta brutalidad como muestran las marcas que le ha quedado en la piel. Sus pechos bastante firmes, con unos pezones respingones, tanto por el frío como por la reacción al sexo, botan al ritmo de la frenética follada de la criatura. Amanda intenta no mirar al frente, agradeciendo que al menos la luz de la luna no haga visible el rostro de la cosa que de vez en cuando baja para lamerle la cara y dejando el olor de su aliento putrefacto, y las manos al final de sus brazos musculosos, están firmemente sujetas contra la lápida para que no pueda defenderse. Sus piernas torneadas y duras por el ejercicio están abiertas colgando en el aire, pero Amanda debe reconocer con cierta vergüenza que en ciertos momentos ha rodeado la cintura peluda de la criatura cuando ha tenido un fuerte orgasmo, los cuales ya ni los cuenta, la criatura sigue y sigue, no parece cansarse… ni tampoco quedarse seco con la cantidad de semen que resbala por la lápida hacia el suelo, junto a sus propios fluidos. A veces, la deja “escapar” para luego volver a cazarla y montarla. Esto ha sido así desde hace una hora y media. Si al menos pudiese encontrar la maldita pistola… Y pensar que había venido hace tan solo unas horas dispuesta a enfrentarse a lo que sea.

Hace tres horas en un lugar en las afueras de Boston, Massachussets

Amanda es conocida en ciertos círculos que la gente normal no debería conocer para su propia cordura, y los conspiranoicos que hurgan en ellas terminan desapareciendo, incluso quien se mueve en ámbitos más oscuros, prefiere dejar en paz. Porque a un matón o a un asesino puedes pagar a otro mejor para que se lo cargué… Las cosas que Amanda se enfrenta por cantidades bastante cuantiosas no morían usualmente por el vil metal. Cada una de sus cacerías e investigaciones previas era casi una ciencia, pero no exacta, ya que cada caso era muy distinto, y necesitaba investigación previa. Lo peor, es que la mayoría de la información que se encuentra no es muy fidedigna, y la prueba/error solía terminar con resultados mortales… aunque no para ella. Tenía cierta condición que la hace “compatible” con los entes, eso significaba que no la hacían daño (al menos sino les hacía daño primero, y aun así le dan oportunidades si les permite desahogarse) y se convertía en un buen cebo para llevarles a trampas donde despacharlos, si todo iba bien, si iba mal… prefería no recordarlo y había cierto video suyo de uno de sus casos que estuvo rulando en la Deepweb antes de que desapareciera él y quien lo compartió, junto con varios que lo recibieron como un mensaje claro, es terreno vetado, ofrecía demasiadas respuestas a preguntas muy incómodas. En el se mostraba, que si bien, ellos son compatible con ella, la condición de ella les hacía compatibles con ellos… O sea, que llegaba a ponerse cachonda cuando le sucedía, lo que le repateaba las tripas.

Aunque en esos casos les cobraba más a los clientes, y eso le hacía sentirse también bastante puta, ya le costaba mantener una pareja o incluso un rollo esporádico, sin tener recuerdos demasiado explícitos volviendo a su mente mientras tenía sexo y, claro, las comparaciones a veces eran demasiado humillantes. Pero hoy se había preparado con un set bastante amplio por las pocas explicaciones que le dio su cliente. Aunque conseguir encajar las piezas y obtener las que faltan, es algo que debe hacerse.

Había salido el día anterior con su coche, un Pontiac GTO, un coche que su “padre” admiraba y que ella le llegó a coger aprecio en su juventud. El motel de carretera en el que se había hospedado, era cuanto menos “humilde”, pero no pensaba llegar con sueño al trabajo.

Al fin al cabo, le espera la mansión Matheson. Su propietario, un ermitaño suficientemente rico como para mantener el lugar como si el tiempo no pasara, parecía apegado a la época victoriana. Si, su casa había sido ampliada, pero tenía ese aire colonial que hacía que cualquier Poe de pacotilla se estremeciera de placer. También le habían dedicado algún corte periodístico con el título del hombre que nunca duerme, ya que siempre mantenía las luces encendidas de la casa y tenía reflectores en el exterior. Así había sido desde la muerte de su mujer y primogénito durante el embarazo. Nunca se casó de nuevo y cortó de raíz cualquier asunto social. Ella misma había hablado con una sucesión de intermediarios y ni siquiera se dignó a hablar con ella, fue una especie de mayordomo con una voz nasal horripilante que había provocado que varias veces le tuviera que hacer repetir lo que decía.

El caso, el hombre que nunca duerme, tenía muchas razones para ello y necesita ayuda profesional. La clase de ayuda que jamás pedirías sin mirar a ambos lados antes de decir tu suplica. La llegada por la mañana temprano al lugar hizo que la casa pareciese un poco menos siniestra… solo un poco. Le abrió la verja el mayordomo, un hombre muy alto, delgado y de características aguileñas con una mirada penetrante de ojos verdes inquietante… aunque para si misma, Amanda pensó que se parecía más a un buitre… hasta que le oyó hablar y no le pegaba nada la voz que tenía, demasiado aflautada. Por lo que intento no sonreír en exceso, al menos mientras él mirase.

El despacho del señor Matheson tenía un contraste curioso entre el equipo de informática y varios cacharros de última generación, mientras que cuadros severos y esculturas añejas parecen estar sembradas en el lugar para que fuese una tortura limpiarlas o no tener la sensación de que estás siendo observado. El señor Matheson quizás fuera guapo de joven, pero las desgracias que no había terminado de asimilar, le habían hecho mella. Grandes ojeras, un pelo que proliferaba más el blanco que el negro cortado de forma bastante excéntrica ¿Se lo cortaría el mismo? Pensó Amanda. Y bueno, los ojos, infinitamente cansados y vehementes del obsesionado en algo. Su charla es como la lluvia al paso de una tormenta, incesante y que corta cualquier cosa que estuviera pasando alrededor.

Tras las presentaciones de rigor, un pequeño rifirrafe en cuanto al pago y una mirada asesina a su mayordomo por seguir de pie al lado suyo, lo que hizo que este se fuera. Empezó a hablar de su verdad, y esto es importante. Amanda sabía muy bien que usualmente cuando se llega a estos extremos es que los esqueletos rebosan en el armario. Al parecer su mujer sufría de ataques que la dejaban en un estado parecido a la muerte, los Matheson eran bastante reacios a que extraños se metieran en sus asuntos y solo permitían a un médico de su confianza verlos. Cuando finalmente parecía que iba a haber un nuevo miembro en la familia, tuvo uno de sus ataques que la dejó como muerta. Por desgracia el médico estaba en ese momento lejos y a pesar de los intentos de reanimación, no parecían surtir efecto, por lo que con temor de que fuera otro de esos ataques, fue dejada en un ataúd en el mausoleo familiar abierto, en una sala fresca para que si al final estuviese fallecida, la corrupción de la muerte no la tocase en exceso y el mausoleo fue cerrado para que no entrarán curiosos (Amanda intentó no enarcar la ceja ante el cúmulo de despropósitos que podrían haber sido solucionados con no ser tan cerrados de mente). Esa noche el señor Matheson apenas pudo conciliar el sueño y a la mañana siguiente fue con premura a ver a su amada tras abrir el cerrojo con la única llave disponible.

Al entrar pudo escuchar la voz de su mujer balbuceando, y entre emocionado y asustado llegó a la sala donde había sido situado el féretro abierto. Allí es donde la pudo encontrar hecha un ovillo, con la ropa que había sido preparada para su entierro hecha jirones, ella semidesnuda mirando al cielo sentada con las piernas abiertas, mirando al cielo con una mirada destemplada y una sonrisa enloquecida, mientras que no pudo más que horrorizarse de que alguien había depositado su semilla en su mujer tras forzarla… y ese alguien le había hecho heridas de zarpas en su cuerpo.

Su mujer nunca se recuperó, quedó en cama mirando la nada hasta que tuvo lugar el parto. No salió bien, tanto la madre como el niño habían muerto. Quizás hasta aliviado les dejó en el panteón familiar, juntos. Entonces, uno de los criados fue salvajemente atacado, luego otro y otro más… cada vez eran menos esporádicos y llego a haber una víctima mortal. Cuando se hizo una investigación y una caza… todo fue a peor. El asunto se tuvo que tapar por el número de muertos, pero una cosa estaba clara, el ente que salía del mausoleo no era humano. Otros habrían dejado su casa, pero Matheson se agarraba a ella como una lamprea. Y consiguió ayuda. Otro profesional había puesto salvaguardas en el mausoleo que debían renovarse cada cierto tiempo y le había indicado que lo mejor sería no dejar ninguna habitación cerca del exterior sin iluminar. Matheson mudó su dormitorio en una de las habitaciones interiores y pagó religiosamente por la protección. No hubo problemas desde entonces… hasta ahora. El tipo había fallecido, sin duda por algún encuentro que le vino grande (hay gente que no sabe cuando dejarlo). Si bien el ente no había entrado en la casa en sí, se le podía ver rondando por el lugar y salir para cazar en el exterior. Y la casa no estaba lo suficientemente alejada como para que no pudiera acercarse a alguna urbanización y hacer una escabechina.

El “houdini” que le había ayudado en su momento, pensó Amanda, era de los de peor calaña. Los que agarran al cliente con una solución a medias y que les hace pagar el “rescate” a cambio de un poco de seguridad. Le siguió preguntando por los detalles de los avistamientos, la apariencia de la criatura (que sugería ser una figura albina humanoide de características animales) y su comportamiento en general. Matheson le contestó lo que sabía, y dijo que si quería podía ver las cámaras de seguridad, a lo que Amanda solo sonrió y le indicó lo que pensaba de su antiguo empleado y negó ver las grabaciones. Para ver un borrón en medio de la grabación, prefería empezar a seleccionar el equipo adecuado y leer leyendas autóctonas del lugar, a partir de ahí, ver que podía hacer. Si quería que se solucionase permanentemente, ya que la opción de las salvaguardas se había ido a la porra, tardaría años en que la esencia de la magia a medio hacer permitiese poner otras, solo el profesional que las hace puede reforzarlas o quitarlas. En fin, cuando se hace una chapuza, siempre viene el profesional… que no cobrará barato precisamente. Lo que si tenía claro es que la hora en la que aparecía la criatura era a partir de las tres de la mañana, una confirmación de su naturaleza malévola.

Tras unas horas de búsquedas en sus libros almacenados en su fiel portátil. No encontró nada relacionado en los mitos de la zona, según amplió la búsqueda había más candidatos, pero resultaban “exóticos”. Aunque no era tan raro que alguna “cosa” llegase a lugares insospechados, lo que lo hacía el trabajo aún más pesadillesco. Pensó en varias hipótesis, que influyó en la selección de talismanes y la carga de sus balas, ninguna de ellas haría mucho daño a un humano, materiales blandos, pero todos bendecidos y condimentados con cosas que según que criatura podría provocarle mucho daño o matarla directamente… pero para eso solo tenías un disparo. Retener, reconocer y eliminar. A Amanda le habían enseñado a ser metódica, de otra forma, solo sería otra víctima más.

Al cenar en la mansión, mientras aguanta la perorata lo suficiente para poder meter baza, le comentó a Matheson que le haría una señal para iluminar el lugar con las luces que tienen en el interior del mausoleo. No creía que fuera a ser decisivo, pero a las malas puede espantar a la criatura si le hace daño la luz. No había dejado de estar incómoda durante la velada… excitada, y eso significa que había algo fuera de lo normal en el lugar ¿La entidad del mausoleo era tan poderosa? Al menos pudo entretenerse en ver la incomodidad que le provoca al mayordomo, durante la cena se le había caído un par de veces, se le habían caído los cubiertos y por un momento pensó que la sopa iba a acabar rociando la calva del señor Matheson, que le miró con cara reprobatoria y le dedicó varios gritos bastante destemplados… Teniendo en cuenta su carácter, le extraña que alguien tan patoso siguiera en su servicio.

Tras tomar una taza de café bien cargado y llevar un termo para pasar la noche, salió al jardín, que está bastante recargado, con estatuas de dudoso gusto adornando el buen surtido de flores que lo adornan, la noche está iluminada por una luna llena que da a todo un toque melancólico, pero no podía quedarse a observar el jardín y decidió dirigirse con prontitud al mausoleo.

Al llegar observó la puerta, ya había puesto una salvaguarda en el exterior, para que no saliera nada maligno de allí, al menos durante unas horas, es la máxima protección que puede poner por culpa del hechizo a medias del “houdini”. Y en el interior había hecho preparativos de todo tipo, variando diferentes fórmulas, al fin al cabo, es como encontrar la jaula indicada para el ser en cuestión. También lleva una pistola y diferentes balas para darle el toque final y a las malas diferentes armas de cuerpo a cuerpo de diferentes materiales, pero no era lo mismo que con las armas de fuego. Si tenías que defenderte cuerpo a cuerpo con una de esas cosas, es que estás en un gran problema.

Como le había comentado al señor Matheson, por ahora era mejor que estuviera todo en semipenumbra. Se puso unas gafas de infrarrojos, recuerdo de su paso por un caso pagado por el gobierno, y examinó de nuevo todas las preparaciones, para esperar en la sala del altar, cuya imagen de Jesús en la cruz, tenía un tono fúnebre a la luz de la luna.

El lugar es amplio con varias pequeñas salas interconectadas entre sí y abajo del altar, la cripta en sí, al igual que todo, bastante recargado, aunque al menos no hay el problema de tropezarse con alguna maldita estatua. Las otras pequeñas salas están llenas de nichos de los Matheson más antiguos, traídos de Europa para descansar con su familia. No tenía queja, ya hace tiempo que encontraron su lugar de descanso, pensó Amanda, mientras observa la oscuridad con detenimiento, para su alivio ningún movimiento, ningún sonido, aunque le preocupa especialmente la cripta, pasar por allí la ponía especialmente excitada, sea lo que sea está ahí, esperando su turno. Por lo que había dejado la mayoría de trampas rodeando está entrada.

El tiempo pasa, tras haber dado varias vueltas al lugar para que no se le escapara nada. Se había sentado contra la pared mirando al altar. Solo son la una y media de la noche. Se ha tomado el cuarto café, y no hay movimiento alguno. Suspira, mientras mira hacia la vidriera que solo está iluminada muy tenuemente, en ella se puede ver el polvo en suspensión concentrado. Amada solo siente esa ligera excitación, nada más. “No hay nada y queda tiempo, mejor me voy a mear” se dijo mientras se levanta para ir al exterior, ya le habían indicado donde está el servicio, y la casa está “despierta” esperando que todo acabe. Por lo que no debería haber ningún problema. Se dirige a la salida y tira de la puerta… No se abre. Extrañada, tira de nuevo y nada. La examina, no hay actividad sobrenatural en ella, entonces mira en la mirilla y ha sido cerrada con llave, desde el exterior.

Mantiene la calma ¿Una encerrona? Pero si no ha conocido a Matheson en la vida y… que ella sepa no ha dejado a ningún cliente insatisfecho, ni tiene ningún enemigo que pudiera sobornar a Matheson. Pero logra recobrar la calma. Vale, se comprende, no quiere que salga hasta que termine con el trabajo. Menudo capullo. “No me iba a escapar” sonríe “aunque esto me lo voy a cobrar.” Utilizó el móvil para mandar varios mensajes a Matheson y certificó el hecho. Después le indicó que o abría o se iba a mear en la tumba de sus muertos, nunca mejor dicho. Matheson le indico que hay una pequeña garita, allí hay un WC, que se mantenía en funcionamiento.

Refunfuñando, se dirigió allí, pudiendo comprobar que era un poco más que un zulo, aunque bastante limpio, efectivamente en un minúsculo habitáculo está el WC. Antes de aliviarse, busco cámaras, con un vídeo suyo indecente, ya era suficiente. Cuando terminó se encontró con que todavía mantenía esa tensión en el cuerpo, desde la cena no ha parado de estar cachonda, vaya. Todavía seguía con los pantalones bajados, miró el móvil, no había pasado mucho tiempo.

Su mano tentativamente buscó su sexo, sus dedos lo abrieron ligeramente para tocar la ligera humedad que tenía y así empezó a masturbarse, sentada en la tapa con las piernas abiertas se dejó llevar, cerró los ojos e imaginó una relación con Charles su …, ni ella misma lo definía ¿Amigo con derechos, proyecto de novio? Él era “normal”, ella un fenómeno. No podía salir bien, pero el sexo era divertido. Y recordar como la empotraba contra la cabecera, la está poniendo a mil, aceleró el ritmo metiendo dos dedos dentro de su coño para terminar pronto, cuando lo sintió, algo se acerca.

Maldición, se dijo para sus adentros. Se puso rápido las bragas deportivas, el pantalón y su cinto con las balas y su revólver, saliendo rápidamente del servicio. Entonces escuchó el aullido de dolor. Había picado, sin duda, una de las trampas le había afectado. Sacó el revólver, y dejó la recámara abierta, para añadir la bala que hiciera falta. Y llegó a la sala del altar, donde espera una figura entre el brillante círculo que no le deja de dar pequeñas descargas, dejándola inmóvil. Ahí está una bella mujer de origen árabe, que se encuentra semivestida hecha un ovillo en el interior del círculo. Esta musita algunas palabras lastimeras en un idioma que no conoce.

“A otro perro con ese hueso, querida” según el dolor se hacía más evidente en la criatura, podía ver como adquiría su forma real. Aunque humanoide y algo más pequeña que un ser humano medio, la simiesca criatura tenía facciones de hiena, especialmente en su rostro y más específicamente en su boca, sus huesos son ideales para romper hueso, sus ojos negros miran a Amanda con una mezcla entre odio y hambre. Ahora sin la ilusión está completamente desnudo y puede mostrar ese pelaje albino que le cubre por completo, pero no lo suficiente como para ocultar su sexo. Ahora si reconocía lo que había sido la fuente de infortunio para la casa Matheson, un ghoul. Uno de los comedores de cadáveres del cercano oriente, pero que no les impedía comer a un humano despistado si era tan tonto como para acercarse a una desconocida pidiendo ayuda semidesnuda en un maldito cementerio, seguramente para aprovecharse de ella. En opinión de Amanda, se lo merecían.

Mientras carga las balas con cabeza de mezcla de sal y hierro frío. Pensó en como demonios había acabado una criatura así en pleno Estados Unidos… Entonces escuchó el movimiento a sus espaldas. La criatura no había hablado para que la liberase, sino para despistarla de la que está justo detrás suyo. Esquivó como mejor pudo el envite e intentó mantener el revólver en sus manos, mientras caía al suelo y se deslizaba ligeramente hacía adelante.

Escuchó la risa de hiena que le dedicó el segundo ghoul, en tanto agarra una de las piernas de Amanda para llevarla hacía él. Las balas se habían dispersado por el golpe y Amanda tuvo que buscar a tientas la idónea para ese momento. Entonces la criatura dejó de reírse y se quedó un momento pensativa, mientras Amanda seguía buscando desesperada y algo cachonda por estar tan cerca de la criatura.

Y la naturaleza de Amanda, empezó a actuar, la lengua del Ghoul salió de su mandíbula y empezó a jadear, mientras su sexo crecía por momentos sin que Amanda se diera cuenta. Ahora ya no le apetecía comerse a la humana, le apetecía montarla y llenarla con su semen para poder reproducirse. Una idea que no había tenido desde hace quince años, cuando se encontraron a esa humana en este edificio, que sirve como una de las salidas de la madriguera que conectaban varios cementerios de la zona. Aunque su instinto decía que si no estaba la humana embarazada no podría hacerlo, pero algo le impedía seguir su naturaleza. El puro deseo. Y esos pantalones apretados que cubrían el trasero de Amanda molestan en ese objetivo.

Amanda sabe que por ahora está a salvo, pero tenía que encontrar las malditas balas si quería acabar con estos bicharracos. Y entonces escuchó el rasgar de ropas y el frío llegándole a su culo ¡Esa maldita cosa le había roto el pantalón por la entrepierna! Intentó gatear, pero soñadoramente el Ghoul puso una garra sobre cada una de sus piernas y la arrastró hacía él, para luego abrir las piernas. Amanda se giró y pudo ver el miembro que parecía humano en parte, aunque también tenía un toque animal y un suspiro se escapó de su boca. Su cuerpo se cubrió de un sudor frío, mientras su sexo se humedecía indicando que lo espera dentro e intento forcejear para poder liberar sus piernas sin mucho éxito, agobiada susurra —Otra vez, no.

Pero la criatura pensó en otra cosa, su morro se acercó al coño de Amanda y empezó a lamerlo disfrutándolo como si fuera un manjar. A lo que Amanda, reaccionó arqueando su espalda entre la humillación y el placer, mientras sus ojos lagrimean un poco. Un pensamiento le llegó a su mente, se había rasurado su sexo al poco de saber que tenía el caso ¿Lo estaba buscando inconscientemente?, pero lo disipó y volvió a buscar entre las decenas de balas caídas, mientras que la criatura no para de lamer de arriba abajo el coño, que agradecido no para de humedecerse, mientras Amanda se muerde los labios para no gemir, mientras las lágrimas enturbian su visión.

Ahora la sala está llena de los aullidos de dolor del Ghoul que se encuentra dentro del círculo, el sonido de los lametones del otro Ghoul acompañados de algún aullido de placer y los intentos de Amanda de no gemir. Le cuesta agarrar las balas y ya que todas le parecen iguales, mientras que la comida de coño se acelera, su cuerpo reacciona moviéndose ligeramente a la par de la lengua de la criatura. Tras un par de minutos y cada vez menos balas que revisar, su cuerpo no puede más y un orgasmo recorre su cuerpo, tan fuerte que chilla entre dientes, mientras sus piernas flojean. Y si antes estaba en tensión a cuatro patas, tiene que tumbarse para relajarse.

El Ghoul degusta el néctar de Amanda por un momento y ve a la mujer indefensa con lujuria, es hora de empezar, la coge de la cintura y la eleva para dejar el culo de Amanda a algo más de altura. La verdad, es que es todo un poema, con el pantalón roto y las bragas ídem, haciendo de telón de su coño y culo. Y poniéndose de rodillas acerca su polla a la entrada de su coño, que palpita de deseo, ante el calor del miembro del monstruo.

Pero Amanda por fin, ha encontrado una de las balas y cargado la pistola. Justo cuando el Ghoul iba a ensartarla, como medianamente pudo se giró y disparó, con tan buena fortuna que acertó en el pecho al Ghoul, aunque el arma sale despedida por el retroceso y casi le rompe el dedo. Que sorprendido y dolorido, sintió los efectos de la combinación venenosa que su propio corazón lleva a todas partes de su cuerpo. Para caer a plomo sobre la mujer, que se lo sacude como puede.

Tomando un respiro sentada, ve al Ghoul que se debate en el círculo. Le había cabreado inmensamente la situación. —Jodido, capullo, dijo que solo había uno. Se levantó y caminó hasta el círculo, incluso dolorido el Ghoul empezó a reaccionar al estar cerca de Amanda, pero esta amplió la potencia del círculo. La criatura chilló de una forma brutal y dolorosa durante diez minutos, antes de quedarse callada y que su cuerpo se carbonizará para luego desaparecer… No es una forma bonita de morir, pero Amanda necesita esa pequeña revancha.

De nuevo en penumbra, busca las balas que han rodado por el lugar con su móvil, para luego intentar localizar la pistola que no había tenido que ir muy lejos… pero no encontró rastro de ella. Eso significa que hay algo más en el lugar. Ahora que está más calmada, nota que la sensación sigue ahí. No podía ocuparse de lo que fuese sin recargar suministros y las armas de cuerpo a cuerpo que había traído eran inoperantes con ese tipo de seres. Por lo que mirando en la oscuridad desde el centro de la sala junto al altar, empezó a mensajear a Matheson, necesita ya la maldita luz.

Pero se sorprendió cuando escuchó la voz del viejo resonando en el lugar, hay al parecer altavoces escondidos entre algunas de las horteras estatuas: —Ha sido un espectáculo maravilloso. Sin duda, un gran trabajo por su parte, aunque en cierto momento dudé de que no terminara montada por una de esas cosas.

Amanda se crispó mirando a su alrededor temerosa ¿Acaso no se había movido algo en aquella sala a lo lejos?: —Pero ¿Qué? Si me estás viendo, enciende las malditas luces, hay al menos otra de esas cosas por aquí. Lo necesito.

El señor Matheson con una voz ligeramente burlona respondió: —Lo sé. Para eso ha venido usted, en vez de otro profesional de su rama. Antes de que Amanda preguntara, el señor Matheson siguió: —Mi querido niño necesita a una amante para poder darme un nieto, según mis cálculos y cierto objeto que hay entre mis manos, este sería humano. Me temo que mi niño ya no puede ser salvado. Usualmente termina comiéndose a las féminas que le llevo, no comprende lo que debe hacer, pero con usted, por su naturaleza, sobrevivirá y será impregnada. Descuídese no le faltará de nada mientras dure el período de embarazo.

Amanda busco en el bolso que había traído consigo, tenía que haber algo que pudiera serle útil, maldita sea, pero a excepción de las balas, no había nada preparado para eliminar a esa criatura. Finalmente recuerda que Thomas, un conocido de varios casos, que ella denomina “el capullo del FBI”, vivía por aquí y siempre había intentado congraciarse con ella, dicho suavemente, no es que en cierto momento, no pensará ella lo mismo, hasta que conoció su personalidad fuera del trabajo. Le repatea jugar esta carta. —Aunque le agradezco que eliminara a esas… cosas. Sin duda una de ellas fue la que atacó a mi mujer ¡Malditas alimañas! Pero agua pasada no mueve molino, y me preocupa más que le roben la comida a mi pobre angelito. Por eso se ha habituado a salir a una hora más tardía.

A Amanda le empezó a encajar las piezas, la mujer de Matheson quizás diera un hijo muerto, pero este se levantó como primer paso para convertirse en un Ghoul, los primeros años incluso podría pasar por humano, con sus terribles apetitos. Ahora, sin duda no. La sombra que se movía entre las tumbas era más alta que los Ghouls con los que se había enfrentado, tardaría unos años en encogerse al tamaño correcto, pero mantenía muchas de sus características. Amanda no es una mujer muy alta y esa cosa le saca una cabeza. El hijo de Matheson, se acerca lentamente, temeroso, ha visto como han matado a sus enemigos y teme que le pueda pasar lo mismo a él. Pero el hambre hace audaz al monstruo.

Amanda se agarró de un clavo ardiendo mientras envía el mensaje con la localización a Thomas, al que al parecer ha pillado despierto. Matheson no había utilizado un inhibidor de móvil. Ahora tenía que engañarle. Espera que el obsesivo señor Matheson se agarre a cualquier esperanza de tener un primogénito: —¿Cuántos años tiene su hijo?

El señor Matheson duda por un momento y pregunta receloso: —¿Eso que tiene que ver?

Amanda con su voz más profesional, a pesar del miedo que tiene y la excitación, empezó con la mentira: —Sino tiene la edad adulta hay un ritual para volverlo a la normalidad…

—Eso es imposible, me habían dicho que era irreversible, intenté pagarle mucho más para que lo hiciera y… —verborreaba Matheson, mientras que Amanda intenta mantener la compostura para que no se le note la sonrisa ni le tiemble la voz: —Ya le comente que no era de fiar. Lo dicho, se puede revertir. Él sería humano, aunque debería ser educado. Pero con el tiempo, podría tener una mujer de categoría… ¿O qué pensará la gente cuando vea que tiene el hijo de una albina don nadie? Sin duda, sería una deshonra para su apellido.

Matheson calló un momento, mientras que su hijo se acerca cada vez más a Amanda, y terminó diciendo: —Como me mienta no vivirá para disfrutar de su mentira. Lo sabe…

Amanda pensó para sí misma, eso ya será un problema que resolveré más adelante. Mientras veía como el hijo de Matheson se acercaba más, antes hambriento, ahora curioso, sin duda afectado: —Pero la paga será doble y como seguro, tendrá un hechizo que se deberá reforzar durante dos años, sin pago adicional. El extra es tanto por el hechizo, como por todo esta encerrona…

Entonces las luces iluminaron el lugar, y el hijo de Matheson huyó hacía las sombras dolorido, aullando. Amanda suspiró y dio unos pasos hacia la puerta principal, cuando las luces se apagaron de nuevo. Asustada su voz se destempló ligeramente, para luego ganar firmeza: —Matheson, termine de una vez con la broma y hablaremos del hechizo fuera. Pero solo hubo silencio, y el hijo de Matheson salió de nuevo de su escondrijo dubitativo.

—¡¿Matheson!? —Preguntó Amanda, mientras que volvía a mirar el móvil y vio que el mensaje había sido respondido por Thomas. Su ánimo se le cayó al suelo, al ver que indica que estará en una hora y media. Entonces una voz nasal le habla desde los altavoces: —Señorita Amanda, me temo que Matheson anda algo indispuesto. Normal, teniendo en cuenta que le he atravesado uno de sus pulmones con un cuchillo de cocina. ¿El mayordomo? Pensó Amanda, mientras que le escribía con rapidez a Thomas sobre la situación, mientras que la criatura se acerca más y más, aunque se detiene en cierto lugar, temeroso de que vuelvan a encenderse las luces.

Amanda le grita al vacío: —Pero que demonios ¿Quién te envía?

La voz nasal se ríe y comenta: —Justo, que demonios jajaja. Mi amo durante estos quince años tuvo a bien ponerme de guardián de este papanatas para que le siguiera entregando dinero con la frecuencia deseada y protegerle por si sus ridículas protecciones no funcionaban como deberían en el mausoleo. Sin apenas cambiar el tono de voz sigue:— He odiado cada maldito día bajo su servicio, por lo que tras la muerte de mi amo he esperado el momento propicio para romper toda esperanza posible al señor Matheson antes de que muriese y poder recoger su alma, antes de volver a mi lugar. Todo hay que decir que su mentira le ha hecho brillar los ojos como nunca, antes de que yo se la desmintiera. Claro está. Lástima que no pudiéramos jugar señorita Amanda, me excitó en demasía durante la cena, pero me lo apunto en pendientes.

Amanda mira la pantalla del móvil, a su afirmación de que iba a hacer durante una hora y media encerrado con un ghoul, Paul simplemente le ha comentado “supongo que abrirte de piernas, cariño y esperar a la caballería”. Ya no sabía como sentirse y prefirió no seguir mirando al móvil y fijarse que el hijo de Matheson está a tan solo diez metros de ella, con la polla bien tiesa. Y para su vergüenza su coño vuelve a estar mojado. Abatida le dice al aire: —Supongo que sería mucho pedir que encendieras las luces ¿Verdad?

La voz nasal le responde: —Me encantaría hacer un trato contigo, pero conozco a tu “Padrino” y haría mi existencia muy corta y muy dolorosa. Por lo que me tengo que ir, las cadenas que me tenían preso se han deshecho y tu realidad es nociva para mí. Lo dicho, una pena, me habría gustado ver como te la desenvuelves con ese Ghoul. Au Revour. Y los altavoces dejaron de sonar.

Amanda recuerda a su “Padrino” por un momento acaricia la idea, pero al final se resigna. Sería como saltar de la sartén a las brasas. Nerviosa y excitada, con la sonrisa perdida del que le falta toda esperanza y shockeada por los acontecimientos, le dedica una mirada al monstruo, el cual está babeando de anticipación con su miembro duro deseoso. Amanda comenta de forma suave intentando parecer inofensiva, mientras intenta desabrocharse el cinturón para dejar caer los pantalones, pero sus dedos no se coordinan por los nervios: —Sé un buen chico. Espera un momento, a que me quite esto para que sea más cómodo… Pero la criatura no era precisamente un caballero, no esperó ni siquiera a que terminara de desabrocharlo antes de tirársele encima.

Ahora

El hijo de Matheson aprieta su polla para meterla lo más dentro posible del coño de Amanda, mientras ella una vez más nota como el semen de la criatura la llena. Acompañándolo, un fuerte orgasmo hace temblar su cuerpo, rodeando con sus piernas a su bestial amante. Su cara se gira hacia arriba por instinto, lo que hace que la criatura meta su lengua y juegue con la suya por unos instantes. Puede reconocer los rasgos del señor Matheson en esa cara animalesca, lo que le produce más humillación y asco. La criatura deja sus juegos y se retira de encima de ella, liberando sus manos. Al sacar su polla deja un rastro de semen que cae al suelo, mientras que el coño palpitante de Amanda, libera otro poco más, dándole la despedida.

La criatura agotada, se acuesta en el frío suelo de la gran sala. Su estómago resuena, no ha comido, por lo que mira Amanda por un momento, pero luego se cerciora del cuerpo del otro Ghoul, pronto lo come, mientras no deja de observar el cuerpo tumbado de Amanda, que está recuperando el aliento.

Agotada igualmente, tarda unos momentos en girarse y buscar el móvil que está cerca de ella. La criatura no lo ha visto como una amenaza y ha estado viéndolo para saber cuanto tiempo le queda antes de que llegue Thomas. Para su alegría, ve un mensaje que dice que ya está ahí y que ha traído lo necesario… Espera que eso sea verdad. Amanda escribe extenuada, que la puerta está con llave y es muy resistente. Este le quita hierro al asunto, pero le comenta que debería mantener ocupada a la criatura haciendo el suficiente ruido como para que no sepa lo que se le viene encima.

Amanda deja el móvil e intenta bajar del altar, pero las piernas no le responden demasiado bien, se queda de pie sujeta al altar un tiempo hasta que se siente segura de poder andar. El hijo de Matheson, devora las entrañas del Ghoul caído sin perder un detalle de sus movimientos. Para sorpresa de este, ella se libera por fin de los pantalones, su coño rasurado y palpitante, deja caer gotitas de semen según avanza hacía la criatura que se encuentra recelosa, y deja de comer por un momento.

Entonces Amanda pensó que ya había sido humillada, lo mejor es aprovecharse de este hecho. Por lo que se sienta cerca de él, abre sus piernas dejándole ver su coño húmedo y usado. Y a pesar del fuerte olor a vísceras, empieza a tocarse y a gritar de placer de forma escandalosa, haciendo que el eco resuene por toda la sala. El ghoul devora unos bocados más para saciarse un poco mientras observa el espectáculo y sonríe macabramente, apenas tiene entendimiento, pero le encanta la situación. Por lo que tras un minuto empieza a excitarse de nuevo y pospone su banquete para acercarse a Amanda con aviesas intenciones.

Pero esta para de tocarse y de gritar placenteramente para mirarle con una cara de odio y asco y le espeta: —Muérete basura. El tiro que recibe por la espalda hace que la criatura aullé de dolor antes de que sintiéndose herida de gravedad huya hacía el interior de la cripta, ya que es la salida más cercana. Amanda mira a Thomas de forma seria, mientras este le dedica una mirada lujuriosa —No digas nada.

El agente del FBI, cerca de los cuarenta años, hombros anchos, con un cuerpo corpulento, lleva una ropa de calle cuanto menos desafortunada. Sí, Amanda había decidido dejarle atrás porque el tipo era poco más que un desastre con patas en su vida personal y no sabía hacer nada a derechas fuera del trabajo (donde es de los mejores), además de que le encanta molestarla. Su voz grave se llena de sorna: —Yooo… para nada, ahora mismo tengo que terminar con ese espantajo. Luego hablamos. Pero no dio ni un par de pasos antes de que un horroroso aullido de horror y dolor saliera de la cripta, para pasar a la voz de una mujer que canta una nana, pero en un perfecto inglés. Por lo tanto no es una Ghoul.

Los dos se miran, y Thomas le ofrece una linterna, mientras él lleva la pistola preparada para la acción: —Vamos… Amanda asiente, todavía semidesnuda, pero sin duda dispuesta a llegar al fondo de esto.

No son muchos escalones hasta que llegan a la cripta, donde decenas de ataúdes están protegidos en urnas de cristal. En una sala poco adornada, casi como si fuera una sala de autopsias. Casi al final de ella, se pueden ver trozos de cristal, que llevan a uno de los recodos. La nana ya ha terminado y todo está en silencio. Los dos avanzan en la oscuridad hasta llegar a esa zona y pueden ver el destino final del Ghoul que fue el hijo del señor Matheson. Con su cara desencajada, y su cuello roto, se encuentra entre los brazos de un esqueleto al que todavía le quedan parte del vestido y pelo, que parece acunarle.

Amanda al vuelo pensó en una hipótesis. El hijo de Matheson, jamás había bajado al interior de la cripta por la presencia de los otros Ghouls, allí le esperaba su madre, que quería que descansara junto a ella. El asesinato de los Ghouls le había hecho perder el miedo a entrar en el lugar y la madre había conseguido reunirse con su hijo… quitándole la vida en el trayecto.

Thomas suspira y mira más allá. Se percata de algo oculto en la penumbra y señalando le pregunta a Amanda: —¿Puedes apuntar por allí? Amanda hace lo que dice, al dirigir la linterna hacía el lugar pueden ver un agujero, donde bien podría caber un humano pequeño: —Y aquí tenemos el conducto de los Ghouls… Bufff, tendré que comentarlo con los chicos, no me extrañaría que tuviéramos un avispero.

Amanda observando el agujero pregunta: —¿Cómo es que nadie se dio cuenta? Ya sabes como se comportan esas cosas. Al final terminan matando además de robar cadáveres.

Thomas sombrío declara: —Los Ghouls o similares, suelen cazar a personas sin techo o similares, los que saben que no van a echar de menos nadie. Nuestros propios fallos alimentan a estas cosas… Vámonos de aquí, ya se ocuparan mis chicos de esto. Poco después volvieron a la sala del altar, lo que los dos agradecieron. Pronto Amanda recogió el equipo que pudo encontrar y Thomas, encontró la pistola desaparecida. En realidad estaba a pocos metros del altar, escondida detrás de una de las malditas estatuas. A Amanda casi le da un tic en el ojo cuando se la devolvió, lo que Thomas al contrario de lo usual no se burló de ella.

Al salir del mausoleo, tras limpiarse un poco Amanda en el servicio del guardia, pudieron notar el frío de la noche. Thomas galante le dice mientras se dirigen al aparcamiento: —He traído algo de ropa para ti. Lo siento por no haber llegado antes, pero me has pillado a bastante distancia de aquí… Amanda asiente con una sonrisa, y le dirige una mirada a la mansión. Está se mantiene iluminada, aunque teniendo en cuenta la naturaleza del mayordomo, duda de que haya alguien vivo dentro

Aparcado al lado de su coche, está el coche de Thomas. Amanda no conoce la marca, pero sin duda es caro. Thomas abre la puerta trasera para ofrecerle ropa que tiene hay guardada a Amanda, puede que le venga grande, pero Amanda le agradece el gesto, ya que ahora sin el intenso deseo sexual se está helando. —Creo que estamos más cerca del desayuno, si quieres tomamos algo para que recuperes energía antes de que te vayas a dormir. La sonrisa de Thomas hace que Amanda sonría a la par, cuando quería podía ser encantador: —No me importaría… Entonces, se fijó en el salpicadero, en el vaso de café y especialmente en el logo que viene impreso… Es de la cafetería que está a diez minutos de la mansión.

A Amanda se le encendieron los colores del rostro y echándole una mirada asesina le informó de su descubrimiento a Thomas: —¡No me jodas! ¿Te has tomado tu tiempo en pedirte un maldito café, mientras que esa cosa me estaba violando durante más de una hora?

Thomas hace un gesto para apaciguarse: —Ey, son cerca de las tres de la mañana y me he despertado por tu maldito mensaje y he venido desde mi casa…

Amanda chilla: —¡Tu casa está a media hora de aquí! —Calmándose junta dos y dos: —Has buscado que estuviera desesperada para encontrarme dispuesta a… —Girándose se va hacía su propio coche.

A lo que Thomas dice: —Encima de que vengo a ayudarte, sino hubiera venido te habrías quedado como puta de esa cosa al menos hasta el amanecer… A lo que Amanda se detiene un momento y se gira, para decirle —Gracias… y como agradecimiento no haré que se te caiga el pene de una maldición. Entró en su coche y lo encendió para irse.

Thomas iba a decirle algo, pero se lo piensa. Amanda, podría ser bastante puta, pero es mejor tenerla en su lado bueno. Con el tiempo olvidará esto… siempre lo hace. Por lo que solo pudo ver como se marcha a toda velocidad con el coche. Y pensó “Al menos podré apuntarme el tanto de lo del avispero de Ghouls… algo es algo”.

Fin

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