Mi nombre es Susana, tengo 28 años. Soy doctora. Terminé hace 4 años la carrera y llevo casi tres años, trabajando en un hospital.
Soy lesbiana y llevo 10 años de relación, con Sandra. Ella es enfermera, en un centro de salud, y mi Ama, en nuestra relación. Llevamos tres años viviendo juntas y nos va bastante bien.
En casa, por supuesto soy yo, quién cocina, quién friega, quién plancha, quién limpia… Mi Ama Sandra, quién manda, quién exige, quién gobierna nuestra relación. Sandra, tiene 29 años, es una auténtica Diosa. Tremendamente dominante y caprichosa…Y yo, sencillamente la adoro.
Desde que vivimos juntas, mi vida parece un sueño. Vivo por y para Sandra, Mi vida sin Ella, no tendría ningún sentido. Disfruto atendiéndola.
Me encanta levantarme antes, para servirle su desayuno. Para prepararle lo que quiere vestir ese día mi Ama.
Por supuesto soy yo la encargada de que su ropa y su calzado esté siempre limpio y ordenado. Sandra no es de las personas que olvidan fácilmente, cualquier mínimo error, el más mínimo fallo, puede ser castigado por ella y Sandra sabe cómo castigar. Eso me obliga a estar siempre atenta a sus deseos y a no poderme relajar.
Sandra me quiere así. Le gusta que me desviva por ella. Que le demuestre día tras día mi entrega, mi sumisión. Y así lo hago, así me humillo por ella y le doy todo de mí. Me someto a sus perversidades, con única razón de agradarle a ella… Y es que entre Sandra y yo hay un abismo inmenso.
Sandra no siempre me permite gozar… Ella sí puede hacerlo. Ella muchas veces queda satisfecha y punto. Se olvida de mí. Me utiliza para su placer.
Entre Sandra y yo, no hay reglas a seguir, ni códigos, ni palabras de seguridad… Solo existen sus órdenes, sus deseos y mi manera de complacerla. Ya son muchos años de conocernos y sé cómo llegar a ella… Aunque siempre hay algo nuevo, algo más que dar, algo más que ofrecer a mi Ama.
A Sandra le gusta mucho castigarme y lo ha hecho a su antojo y capricho. En casa tiene dos varas, una muy fina y larga de unos dos metros, que escuece bastante, cuando me castiga con ella. Tiene también una fusta, que yo le regalé cuándo cumplió los 20 años. Y tiene dos látigos, que apenas utiliza. Uno pequeño, para castigar los senos, principalmente y otro látigo normal, que no lo utiliza apenas, porque hace bastante ruido… Y a ciertas horas de la noche no es recomendable, por lo que puedan oír los vecinos.
Pero a parte de esos instrumentos, a Sandra, lo que le gusta es castigarme de rodillas una hora, delante de ella, mientras ella ve la tele o está con el ordenador, yo tengo que permanecer de rodillas, en posición de firme, sin poderme sentar sobre mis talones, a veces media hora. A veces una hora… Incluso dos horas estuve no hace mucho… Y se hace insoportable ese castigo.
Por supuesto, me abofetea siempre que quiere y me da con su zapatilla, con bastante frecuencia. Y le encanta ponerme pinzas en el pecho, pellizcar mi pezones, También me pone pinzas en mis partes más íntimas y en los pezones, no es que lo haga todos los días, pero dos o tres veces al mes, sí. Y solo ella sabe cuando…
Pero el peor de los castigos, con mucha diferencia, es cuando trae a casa una chica con ella y le deja a la nueva humillarme y que me castigue…
Sandra es muy amiga de Adriana, una mujer que tiene una agencia de publicidad y conoce mucho éste ambiente… Cuando Sandra queda con Adriana, malo. Pero yo no le puedo protestar… Sandra es libre en todo momento, ella lo sabe y a veces juega sus bazas… Ella dice, que lo hace para castigarme… Puede ser que en parte sea verdad, pero no la creo del todo.
Por supuesto, cuando trae una invitada, tengo que dormir en otra habitación, normalmente o en el sofá, según ella me ordene.
El año pasado, por ejemplo, conoció a una tal Laly, de Barcelona, una chica de 24 años que vino a grabar a Madrid dos veces sport publicitarios, y las dos veces que la trajo a casa, fueron para mi inolvidables… Pues no siempre que viene una chica a casa, le gusta humillarme, es más, casi ninguna quiere hacerlo y eso que Sandra les invita… y me humilla delante de ellas, pero la mayoría, nunca quieren. (Tampoco son muchas) Pero si habrán sido 5 chicas, que yo recuerde.
Sin embargo Laly, las dos veces que vino, disfruto de lo lindo conmigo y con Sandra. Laly, no es que sea una dómina, pero si le va el juego de la dominación y le gusta participar. Recuerdo la primera vez, que me toco servirles la cena, luego después de cenar, como Laly había estado todo el día con tacones, tenía doloridos los pies y Sandra me ordenó darles un buen masaje… Yo le di el masaje, y según Sandra me iba ordenando, yo de rodillas le besaba los pies a Laly y se los lamia… Y Laly encantada. Estuvieron un buen rato jugando conmigo, pellizcando mis pezones, mis pechos, Sandra dándome alguna que otra bofetada, luego ellas se ducharon, mientras yo recogía todo. Sandra y Laly, habían decidido dormir juntas esa noche, yo eso ya lo sabía prácticamente desde el primer momento… Pero lo que no me podía imaginar, es que mientras se ducharon, decidieron que yo estuviera en la habitación, arrodillada a los pies de la cama, mientras ellas disfrutaban de su pasión. Encima cuando estábamos las tres en la habitación, yo arrodillada y Ellas desnudas… Laly, se me quedó mirando y le pregunto a Sandra:
-¿Tienes unas esposas…?
Sandra dijo: “si”.
-Me gustaría que se las pusieras a tu esclava, no vaya a ser que se quiera tocar…
Sandra dijo: “Lo que tú quieras…”
Me ordenó colocar los brazos atrás y me puso las esposas.
-¿Así te gusta? -le preguntó Sandra a Laly.
-Sí, así está bien -contestó Laly.
Para mi fue infernal… Ellas empezaron a tocarse, a quererse… Y yo allí arrodillada, con las esposas, viendo como ellas gozaban, pues Sandra se refociló a base de bien, con Laly. No había mucha luz, pero si la suficiente, para ver cómo se amaban y se daban placer. Las oía, las escuchaba jadear de placer…
Era un capricho demasiado cruel el que tuvo Laly, consentido por mi Ama Sandra, que disfrutó plenamente de aquella velada.
Yo lo había pasado muy mal, pero mi dolor aún no había terminado.
Cuando las dos llegaron al final y sentadas en la cama se empezaron a relajar de los orgasmos… Sandra le preguntó a Laly: “¿Quieres que le quite ya las esposas a mi esclava?”. Laly le dijo que no. y añadió: “Yo se las quitaré después…”. Y volvieron a besarse, y a meterse mano otra vez…
Cuándo se cansaron, por fin Laly vino hacia mi y me preguntó:
-¿Has disfrutado?
Yo le dije que no. Laly me cogió un pezón, empezó a pellizcarlo y me dijo:
-Es que las esclavas no tienen que disfrutar… -apretó más fuerte mi pezón, haciéndome derramar alguna lágrima. No contenta con eso, se metió dos dedos en el coño y me los ofreció, para que se lo lamiera…
Yo eché la cabeza atrás, queriéndome negar, pero Laly, no fue magnánima conmigo, me dio dos bofetadas al derecho y al revés, volvió a meterse los dedos en el coño y me los volvió a ofrecer para lamérselos… Yo me volví a negar, pero Sandra que había visto todo, cogió una de sus zapatillas, y con ella me golpeó la cara bastante fuerte y repetidas veces, ordenándome lamer los dedos de Laly.
Llorando empecé a lamer los dedos de Laly… Yo tenía todavía las esposas puestas… Y Sandra me ordenó besarle los pies a Laly y pedirle perdón. Yo con las manos en la espalda y las esposas puestas me costó horrores, besarle los pies a Laly… y pedirle perdón. Al final Laly me quitó las esposas, y yo le di las gracias.
Se volvieron a duchar y entre tanto me ordenaron servirles dos sidras. Cuando salieron del baño, ya tenían las sidras en una bandeja y mientras se bebían la sidra, Sandra me dijo:
-Te iba a mandar acostarte, pero te tengo que castigar, por haber desobedecido a Laly. Así que tendrás que copiarle antes de irte a dormir 100 veces: "No volveré a desobedecer a la Excelentísima Señorita Laly, nunca más". Se lo escribes 100 veces, numerando cada frase y con buena letra.
-Si mi Ama, como usted ordene.
Y Laly le dijo a Sandra: “Mejor 500 veces…”
Sandra le comentó a Laly:
-500, van a ser muchas… Se va tirar toda la noche copiando el castigo… Digamos… 200 veces…
Pero Sandra dijo:
-500. Y si no puede dormir, que se joda. Para eso es tu esclava.
Y Sandra me dijo:
-Ya has oído a Laly… 500 veces copiada la frase.
Aquella noche mientras ellas dormían, yo copié aquella frase 500 veces, y prácticamente sin apenas dormir tuve que ir a trabajar…
Odiaba a Laly, como jamás había odiado a nadie.
Pero es que a los veinte días, vuelve Laly otra vez a Madrid, para hacer otras fotos con la misma agencia publicitaria.
De nuevo se pasa por casa, invitada por Sandra y esa noche Laly desde el primer minuto se muestra irascible conmigo. Yo aguanto como puedo sus caprichos, sus humillaciones, le beso los pies como me ordena, se los lamo… Me hace lamerle los sobacos y el culo… Yo no me atrevo a desobedecerle y me entrego sumisa a sus órdenes.
Más o menos como primera noche que pasó en nuestra casa, ellas se duchan, me vuelven a poner las malditas esposas y ésta vez, Laly tiene el capricho de vendarme los ojos… Vuelvo a estar arrodillada mientras ellas disfrutan de sus fantasías eróticas, el tiempo se me hacía interminable, pues no veía nada, era una situación nueva para mí y no me era agradable.
Por fin, ellas terminan y oigo a Laly cerca de mi, sigo con los ojos tapados y Laly me ordena abrir la boca… Esta vez si la obedezco, abro la boca, me introduce sus dedos… se los lamo, se los chupo. Laly me dice: “Hoy si te gustan mis dedos… Perra, que eres una perra salida…”. Yo no me atrevo a decirle nada, sigo lamiendo sus dedos… De repente ella, me quita la venda de los ojos, me lleva al borde de la cama y de rodillas, con las manos esposadas, me ordena lamer su pipa, hasta correrse en mi boca. Queda satisfecha. Me quita las esposas, yo me arrodillo a sus pies, se los beso para darle las gracias y Sandra me ordena irme a mi cuarto a dormir. Yo me retiro a mi otra habitación, me aseo en el otro baño, me pongo mi pijama, entre tanto ellas también se duchan y se preparan para dormir… Y cuando me estoy metiendo en la cama, viene Sandra y me dice que vaya a ver a Laly, que quiere decirme algo… Yo ya con el pijama voy al cuarto de Sandra, Laly estaba sentada en la cama esperándome. Yo me arrodillo ante ella y le pregunto:
-¿Qué desea Señorita Laly?
-Tengo un capricho…
-¿Usted me dirá?
-Quiero que esta noche, la pases aquí, con nosotras… Dónde estás ahora. Así arrodillada.
-¿Pero toda la noche así, de rodillas?
-Sí -contesta Laly. No es un castigo… Es un deseo mío, un capricho. Nunca he tenido a nadie de rodillas velando mi sueño, y hoy quiero darte a ti, ese privilegio.
-Si es su capricho, lo aceptaré lógicamente, señorita Laly.
Serían las 3 de la madrugada y hasta las 9 y media que se levantaron, estuve de rodillas a los pies de la cama, velando el sueño de mi Ama Sandra y el de su amiga Laly. Por supuesto no podía dormirme en ningún momento, eso fue quizás lo más duro, pues el silencio de la noche invitaba a dormir, pero aguante y vi que Laly se despertó dos veces, las dos veces me sonrió y volvió a dormirse.