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Los calzones de mi mejor amiga
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Es fin de semana, sábado para ser exactos, he decidido no hacer planes con los amigos y quedarme todo el día en casa, descansando del ajetreo laboral. Empieza a anochecer y mi plan es fantasear y masturbarme durante un buen rato. La estrella de mi película porno mental será mi mejor amiga, mi favorita, la que deseo pero que jamás podré tener, y digo que no podré tener porque ella es lesbiana.

Ella está totalmente enterada de mis bajos deseos hacia ella, de hecho esto le causa risa y me aguanta todo tipo de piropos, confesiones, acercamientos cuerpo a cuerpo, pero que no llevan a buen puerto al ser ambos incompatibles sexualmente. Hay tanta confianza que sabiendo de mi fetichismo por la ropa interior femenina, me acaba de regalar una panty roja tipo bikini de ella, cosa que me volvió loco literalmente, y que ahorita mismo será parte fundamental de mi autosatisfacción.

Cierro mi cuarto, todo está en silencio, me desnudo y veo en el espejo mi erección al 100 por ciento, no aguanto más, por mi cuerpo recorre una especie de escalofrío y excitación especial porque hoy “estrenaremos” los calzoncitos de ella. Le mando un mensaje de texto diciéndole “gracias amigui, me encantaron, en este preciso momento jugaré con ellos”, ella respondió “jajaja, que bueno que te gustaron, tu disfruta”.

Me acuesto en mi cama, en el celular busco una foto de ella, encuentro una de las que más me gustan, se ve hermosa, sale sonriendo en la foto, trae un vestido de fiesta azul cielo con un tirante en un hombro y el otro destapado, sus tetas se ven enormes, más grandes de la copa “C” que ella es. Con el teléfono en una mano y la otra en mi verga comienzo a masturbarme, mi mano sube y baja lentamente, mis ojos ven unos segundos su imagen y otros segundos los cierro, pensando que ella está conmigo, se empieza a desvestir, no trae brassiere pero si puestos los calzoncitos que me acaba de obsequiar, se ve deliciosa, camina para un lado y para otro modelándome, sus tetas se bambolean, sus nalgas también, se quita la panty y me la avienta a la cara, me dice, “ten, por fin es tuya, sé que morías porque te la regalara, y te la doy para que veas como te quiero y cuanto confío en ti”.

Veo por última vez su imagen en el teléfono y lo dejo, con esa misma mano tomo el bikini y me lo paso por la cara, siento su textura mientras no dejo de masturbarme con la otra, la excitación es total, estoy a nada de estallar. Me detengo por un momento, mi corazón late velozmente, mi respiración es profunda. Ya un poco más tranquilo, me levanto, pongo sus calzoncitos en mi escritorio y encima de ellos poso mi verga erecta, les tomo una foto, estoy tan excitado que se la quiero enviar, me da pena pero a la vez me prende el saber que ella la verá, no lo hago pero no borro la foto, algún día se la mandaré. Siguiendo así de pie, vuelvo a poner su fotografía en el teléfono y lo recargo en mi escritorio, tomo la panty y la enrollo en mi verga, volteo a verme al espejo y comienzo a masturbarme con ella, se siente suave, fresca, la sensación es deliciosa, susurro su nombre en voz baja, quisiera me estuviera viendo para que supiera como me pone, me encanta mi mejor amiga.

La sensación que causa el masturbarte fantaseando con alguien que deseas, tu mejor amiga, tu amor platónico, que ella sepa que lo haces, no te rechace y como un plus te regale su panty, ¡no tiene precio!.

Continúo masturbándome, cada vez más rápido, el final está cerca, lo siento, mi mano sube y baja con el bikini rojo envuelto en mi verga, cada vez siento más rico. Sin conocerlas imagino sus tetas muy cerca de mi, sus nalgas, su vagina recién afeitada, su linda cara, su boquita diciéndome “ya vente, termina… ¿te gustaron mis calzones?”, no aguanto más, para no mancharla retiro la panty de mi pito y… ¡¡PUM!!, exploto, las piernas se me doblan, el orgasmo es intenso, los chorros de esperma caliente y espesa salen fuertemente uno tras otro, embarran la pantalla de mi celular y el escritorio, siento desfallecer, el orgasmo ha sido enorme y delicioso, me recuesto, sonrío, cierro los ojos y finalmente me quedo dormido.

¡Gracias por tus calzoncitos amigui!, sé que leerás esto. Te amo.

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