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Los albañiles me rompieron el culo en casa
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Tiempo de lectura: 20 minutos

Mi nombre es Alexandra, tengo 27 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro, me gusta traerlo largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita y ojos color café claro me gusta maquillarme y usar labiales rojos. En esta ocasión les quiero relatar una fuerte experiencia que tuve con unos albañiles cuando era una chica universitaria de 21 años.

Como se podrán imaginar a esa edad yo estaba en plena flor, tenía bonita figura ya que desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. La cintura definida, el abdomen plano y un culito muy bien formado sobre todo cuando uso jeans, se me marcan muy bien mis nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito apretando mi zona intima, tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen.

En aquel entonces yo estudiaba en la universidad la licenciatura en administración, y el semestre había terminado por lo que yo estaba de vacaciones y me la pasaba todo el día en casa. Mis padres estaban divorciados y yo pasaba la mayor parte del tiempo en casa de mi mamá en Zapopan, Jalisco ya que ahí se encontraba la escuela donde estudiaba. Mi mamá trabajaba como enfermera en una clínica, y tenía un horario muy extenso, se iba desde las 7 de la mañana y regresaba aproximadamente a las 8 de la noche.

Un día escuché que mi mamá estaba hablando con un señor, se trataba de un maestro albañil que le habían recomendado para hacer una remodelación en nuestra casa. Mi mamá le dijo que si podía ir al día siguiente por la mañana ya que era sábado y ella descansaría, por lo que podría recibirlo para que le hiciera el presupuesto. Como yo siempre he sido muy vanidosa, al saber que iba a llegar gente a la casa, me levante temprano, me bañe y me peine aplicando una crema para el cabello que me lo deja fresco y con aroma a coco, me vestí muy coqueta con una blusa amarilla de tirantes que me quedaba arriba del ombligo, decidí no ponerme brasier porque quería se notaran mis pezones en la blusa, un short blanco muy pequeño que resaltaba mis nalgas y me puse mis tenis blancos. Por lo que me veía como una jovencita atractiva y fresca.

De pronto escuche que tocaron el timbre y mi mamá me pidió que abriera la puerta. Así que fui a ver quién era y al abrir la puerta vi al Maestro albañil.

—Hola, buenos días, soy Don Felipe. —Me dijo recorriendo mi cuerpo con su mirada.

—Hola buenos días soy Alexa, la hija de la señora que lo llamó. —Le contesté muy dulcemente.

Él era un hombre rudo y fuerte, moreno claro, con barba, de aproximadamente 40 años. Venía acompañado de sus 6 ayudantes, todos ellos de aproximadamente 35 a 38 años, también morenos claros, rudos, algunos tenían tatuajes en los brazos y se podía ver que sus cuerpos estaban curtidos por el trabajo duro. Pude notar que se me quedaron viendo directamente a los senos de forma lasciva, pues mis pezones estaban levantados ya que me acababa de bañar y con el frio se me ponen duritos y muy lindos.

—¿Está tu mamá? —Me preguntó mientras me miraba mis pezones duritos.

—¡Sí, pasen por favor! —Respondí con mi voz de escuincla cachonda.

Los fui guiando hasta la sala mientras caminaba muy femenina contoneando mi trasero pues yo sabía lo que tenía, mi culito se veía hermoso, muy bien formadito. Subí a la habitación de mi mamá.

—Mami ya llegaron los albañiles, los dejé pasar y están esperándote en la sala.

—Ah, está bien hija. Diles que ahorita bajo que, me esperen tantito por favor.

—Dice mi mamá que ahorita baja que, la esperen tantito por favor. —Les dije de forma dulce y coqueta.

—Sí está bien niña, aquí la esperamos. —Todos ellos me estaban cogiendo con la mirada, me puse muy nerviosa y mis pezones se me alargaron levantando la tela de la blusa.

—Hola, buenos días. —Dijo mi mamá bajando las escaleras.

—Hola, buenos días. Soy Don Felipe y ellos son mis chalanes.

—Mucho gusto, yo soy la señora Rocío. —Les dijo mi mamá a los albañiles.

—Usted me comentó que quiere le hagamos una remodelación ¿Verdad? Si gusta decirme que tipo de trabajo necesita que le hagamos, para hacerle el presupuesto. —Les cuestionó Don Felipe.

—Sí, por favor, acompáñenme al patio trasero. —Todos salimos al patio trasero para que mi mamá les explicase mejor.

—Debido a la delincuencia que se está dando en esta zona, me da miedo que alguien pueda saltarse por las bardas del patio. Entonces me gustaría que levanten la barda un metro más y que le pongan alambre de púas. También quisiera que la barda quedara con un acabado igual al que ya tiene, para que no se vaya a ver fea, y que la pinten del mismo color.

—Ah, muy bien señora. Entonces déjeme tomar unas medidas.

El maestro albañil junto con sus chalanes, comenzaron a tomar medidas con una cinta métrica. Al terminar hizo algunas llamadas desde su celular preguntando por precios de materiales. Después de unos minutos le hizo el presupuesto a mi mamá.

—Este tipo de trabajo lo podemos terminar muy rápido, aproximadamente en 4 días y quedaría muy bien. Podríamos comenzar a trabajar el día lunes. —Le propuso Don Felipe a mi mamá.

—Me parece muy bien, entonces aquí los esperamos eh.

Los acompañamos hasta la puerta, yo me fui caminando por delante de ellos disfrutando de sentirme mirada por esos hombres fuertes. Nos despedimos y les dije que los esperábamos el lunes.

Todo el fin de semana me la pasé teniendo pensamientos morbosos sobre las cosas que podría hacer con esos hombres para estarlos provocando durante esos 4 días. Yo había perdido la virginidad desde muy chica y disfrutaba mucho de masturbarme y tener pensamientos eróticos, pues por mis atributos físicos toda mi vida había sido asediada por los hombres y aprendí a disfrutarlo.

Mi mamá me pidió que de favor a partir del lunes estuviera al pendiente de la casa, por si se les ofrecía algo a los albañiles, me reí por dentro ya que yo era quien se les iba a ofrecer. Me comentó que ella dejaría algo de comida para que les ofreciera y dinero por si necesitaba comprar algo.

El día lunes, me levanté muy temprano por la mañana para arreglarme. Quería verme muy sexy, así que me peiné y maquillé. Para vestir elegí unos jeans blancos con rasgaduras al frente y una ligera rasgadura debajo de la nalga derecha, una blusa negra de tirantes escotada y unos tacones negros y altos. Estaba muy nerviosa y ansiosa por que llegaran, para que me vieran así de linda, arreglada para ellos. De pronto escuché el timbre y abrí la puerta, ahí estaban todos ellos, mis hombre fuertes y rudos a los que había elegido para seducir y sentirme muy deseada, estaba en mi casa y nadie lo sabría. Ellos se me quedaron viendo con mucho morbo, eran miradas sucias, las que recibí directo a mi culito esta vez, pues los jeans blancos y ajustados marcaban mi figura a la perfección y se podía ver mi vagina con sus labios apretados por la tela, las rasgaduras que dejaban ver la piel de mis piernas invitaban a que me tocaran, aunque aún no era momento.

Así que entraron a la casa cargando sus herramientas y yo los guie para que me fueran comiendo el culo con su mirada, pues la tela estaba tan ajustada que me separaba ligeramente las nalgas y las levantaba, llegamos al patio trasero dejaron sus herramientas y comenzaron a descargar de una camioneta algunos bultos de cemento, tabiques, arena y demás material para construcción. Yo me fui a sentar en el sofá de la sala muy sexy, bajé los tirantes de mi blusa, para mostrar un poquito mi brasier y ellos pudieran verme cada que pasaran.

Los albañiles, continuaron con sus labores y más tarde cuando ya iba a ser la hora de la comida, subí a mi habitación para retocarme el maquillaje y peinarme. Estaba muy nerviosa y excitada pues quería seducirlos mostrándoles un poco más de mi cuerpo, me miré en un espejo grande y comencé a tocar mis senos y estimulé mis pezones, frotaba mi vagina pasando mi mano sobre el pantalón ajustado, sentí como lubriqué y mojé mis jeans dejando una pequeña macha de humedad, después metí las manos en mi brasier para levantar más mis senos y que mis pezones quedaran ligeramente visibles, solamente dejé abajo un tirante para que la blusa cayera un poco y se viera mi brasier negro, era una lencería de mi marca favorita victoria´s, bajé y salí al patio para invitarles a pasar al comedor, se sentaron y comencé a servirles en sus platos. Cada que me acercaba a uno de ellos para servirles de comer, me sentía su zorra, les arrimaba mis nalgas hasta sentir mi pantalón rosando con sus brazos, un par de veces deje caer cubiertos al suelo para recogerlos, era el pretexto perfecto para inclinarme y mostrarles mi culito que ya estaba bien mojado, así como mis senos que casi se salían del brasier al inclinarme. Los albañiles no paraban de voltear a verme con miradas morbosas, como si quisieran meter su lengua en mi vagina y comérsela a lengüetadas. Miraban mis senos lascivamente, sentía como mis pezones se endurecían cada que los volteaban a ver.

Esa misma rutina estuve siguiendo los primeros 3 días, cambiando mis looks y siempre ofreciéndoles mi cuerpo en cada oportunidad. Los albañiles ya iban avanzados en su trabajo, los escuché decir que al día siguiente en la tarde terminarían. La casa es de dos pisos y mi habitación esta arriba, así que como estaba un poco aburrida me subí a descansar. En mi habitación hay una ventana en dirección al patio trasero, pude ver a los albañiles sentados platicando y escuche decían cosas muy morbosas sobre mí.

—¡Esa morrita está bien buena!

—¡Sí, dan ganas de meterle la verga bien duro!

—¿Si le viste las tetas güey?

—Sí, no mames me daban ganas de agarrárselas y mordérselas.

—Yo cuando me estaba sirviendo de comer el otro día, quería meterle la mano entre las nalgas.

—A mí me dan ganas de romperle su culito.

—Sí, yo se la metería bien duro por atrás.

Al escuchar esos comentarios, sentí miedo pues estaba sola en mi casa y ellos eran 7 hombres adultos, fuertes que estaban deseosos de cogerme, y peor aún ya estaban hablando de cogerme analmente, pues querían romperme mi culito, y en ese momento yo no estaba preparada.

Me puse muy nerviosa pero también muy excitada y comencé a tocarme los senos, mis pezones estaban muy sensibles y mi vagina muy lubricada, me ruboricé mucho y me masturbé mientras los miraba a escondidas por la ventana y seguía escuchando todo lo que les gustaría hacerme. En ese momento decidí que quería ser suya, me surgió un fuerte deseo morboso de ser penetrada por todos ellos y que saciaran sus ganas conmigo, deseaba sentirme sumisa y vulnerada.

Esa noche antes de que mi mamá regresara de trabajar, fui a comprar unas cervezas para ofrecérselas a los albañiles al día siguiente y las guardé en mi habitación, después fui a la habitación de mi mamá y busque dentro de los cajones de su recamara, ya que como es enfermera tiene acceso a medicamentos para la impotencia que se trae de la clínica para dárselos a su actual pareja. Después de hurgar en su cajón, encontré unas cajas con tabletas azules, ¡Viagra! Entonces saque 7 tabletas una para cada uno de los albañiles.

Como ya les había comentado soy una chica que ha explorado en su sexualidad muy rápidamente, por tanto, ya me había convertido en una experta practicado el sexo anal con mi novio Eduardo. Así que fui a mi recamara y busqué mi enema para limpieza anal y un plug anal con adorno de corazón que había comprado desde hace unos años. Entre a bañarme y me apliqué varias veces el enema hasta quedar limpia y me puse en el ano un lubricante intimo que siempre traigo en mi bolso, comencé a introducirme el plug en el ano muy suavemente, sentí una punzada, pero fue pasando. Me dormí desnuda con el plug anal dentro de mi ano toda la noche, para estar muy dilatada por la mañana.

Desperté muy cachonda, con las hormonas al máximo pues estaba en mis días fértiles y lubricaba mucho, cada rosé de las sábanas con mi piel era una delicia, me sentía mujer, muy femenina y tan dilatada que ya no sentía el plug en mi ano, pues me había acostumbrado a su grosor. Así que me levanté y me aplique el enema nuevamente para asegurarme de estar limpia, me depile completamente pues soy una mujer muy vanidosa, y me bañe con agua caliente enjabonándome el cuerpo muy sensualmente, me di mucho cariño, me sentía muy excitada. Me puse lubricante en el ano y coloqué de nuevo el plug.

Me puse una crema con aroma a coco que dejo mi piel deliciosamente suave, me puse una tanguita muy erótica color negra de mi marca favorita y decidí no usar brasier ya que me gustaba mucho la forma natural de mis seños, pues estaban muy firmes. Elegí un vestido blanco de tirantes delgados, estaba muy cortito me quedaba a tres dedos debajo de mis nalgas, era de una tela muy delgada y me quedaba muy ajustado mostrando mi figura perfectamente, mis pezones quedaban marcados levantando la tela, hacia lucir mi culito hermoso, y tenía un escote muy pronunciado que dejaba ver en medio de mis senos. Me puse tacones plateados y altos que tenían unos retoques de brillantes. Alacié mi cabello castaño claro y largo. Me maquillé y puse labial rojo, pestañas postizas, mis arracadas de plata 925 y además me puse un perfume muy fino, que solo usaba en fiestas. Quede hecha una princesa, lista para que esos hombres me cogieran brutalmente, pues es lo que buscaba.

Estaba tan nerviosa que no tenía ganas de desayunar, absurdamente sentía mariposas en el estómago, me temblaban las manos pues, esos albañiles me verían como los perros ven un pedazo de carne. Fui a la habitación de mi mamá y tomé una botella de vodka que tenía en su cajón. Le di un buen trago con el estómago vacío. Después de unos minutos sentí como mi cara se ponía caliente por el efecto del alcohol, me sentí muy cachonda, mi vagina lubricaba mucho. Sentía un delicioso calor y sensibilidad en mi ano con el plug anal puesto. Unos minutos después escuché el timbre, tomé las cervezas que escondí en mi cuarto y bajé con ellas para meterlas en el refrigerador, después caminé hacia la puerta dejando el aroma de mi perfume por toda la casa. Miré por la ventana y pude ver que eran los albañiles, me estremecí y sentí mucho temor, así que no abrí, fue hasta que tocaron el timbre de nuevo que tomé valor y les abrí. Al verme se quedaron callados, sentí que me estaban devorando con sus miradas morbosas, mis senos se pusieron firmes y sentí como se erizaba mi piel levantando mis pezones tras la tela del ajustado vestido, mi vagina estaba hecha un rio, casi podía sentir sus vergas atravesándome. Les pedí que pasaran y los acompañé de nuevo al patio para que fuesen detrás de mi comiéndome el culo con sus miradas. Llegamos al patio y les comenté que me gustaba mucho el trabajo que estaban haciendo y les pregunté que si ese mismo día terminarían y me dijeron que sí. Se quedarían hasta las 8 de la noche que llegara mi mamá, para entregarle la obra que hicieron y retirarse. Sali del patio para que ellos continuaran con su trabajo y me senté en el sofá de la sala a ver televisión.

Cuando vi que comenzaba a hacer un poco de calor, fui a mi habitación por las tabletas de viagra, yo quería provocar más a esos albañiles, y con esas pastillas sabía que sus vergas se pondrían mucho más duras y mantendrían la erección mucho más tiempo, que les puedo decir era una chica muy cachonda y quería ser cogida durante horas sin parar. Preparé una limonada y la vacié junto con las 7 pastillas en la licuadora, dejé remojar unos minutos para después encender la licuadora y disolverlas perfectamente. Subí mi vestido un poquito más, justamente donde comenzaban mis nalgas y bajé uno de los tirantes del vestido para descubrir un poco mis senos sin que llegaran a verse mis pezones. Servi siete vasos y se los fui llevando a cada uno de los albañiles diciéndoles que se los preparaba con mucho cariño, mientras ellos miraban mis suaves y hermosos senos. Me dieron las gracias y me retiré a mi habitación durante una hora en lo que hacían efecto las pastillas.

Cuando llegó el momento fui a la habitación de mi mamá que está al lado del mío y me llevé la botella de vodka a mi habitación, me serví en un vaso de cristal hasta la mitad, sabía que era demasiado alcohol, y que si lo tomaba se me iba a subir muy rápido ya que no había desayunado, pero yo quería alcoholizarme completamente para no poner resistencia a nada, quería que me cogieran brutalmente e hicieran con mi cuerpo cuanto quisieran esos albañiles sucios y rudos. Así que me tomé el vodka de un trago, a los 5 minutos sentí como se me adormeció la cara y me comencé a sentir muy cachonda y desinhibida, tanto que comencé a tocar mis senos y frotar mis pezones frente al espejo de mi habitación quedaron muy levantados y duros. Baje mis manos para introducir tres dedos en mi vagina lo que me hizo soltar algunos gemidos. Ya era el momento de ofrecerme completamente a esos albañiles, estaba sola en mi casa y mi mamá llegaría hasta las 8 de la noche, me sentí, desprotegida, vulnerable, a merced de esos hombres.

Saqué del refrigerador los dos six de cerveza muy fríos y los deje en mi habitación. Volteé a verme en el espejo y me levanté el vestido descubriendo la mitad de mis nalgas, para ofrecerles una hermosa vista de mi culito bien caliente y lubricado, así como de mis deliciosas piernas de jovencita universitaria. Enseguida con suavidad retiré el plug de mi ano, sentí muy rico cuando salió y vi escurrir lubricante entre mis nalgas, en ese momento creí que mi ano ya estaba listo para ser penetrado violentamente por esas vergas que estarían reventando de gruesas. Me bajé los dos tirantes del vestido, jalé la tela un poco hacia abajo para dejar mis pezones rositas completamente descubiertos, estaban muy duros y sensibles.

Saqué el lubricante vaginal de mi bolsa y lo dejé en la cama. Bajé las escaleras sintiéndome muy alcoholizada y con la vagina mojada. Salí al patio trasero con el corazón latiendo rápido, el abdomen se me contraía de los nervios, estaba frente a los albañiles, podían verme los pezones de fuera y el vestido mostrando la mitad de mi culito.

—Hola chicos ¿Les gustaría descansar tantito para tomarnos unas cervezas? — Les dije con mi voz nerviosa, dulce y cachonda de escuincla, sintiendo mis pezones excitados y descubiertos ante ellos.

—¡Sí, está bien! —Los albañiles no podían dejar de verme los pezones.

—Nada más que, me gustaría que nos las tomáramos allá arriba en mi habitación, es que ahí me voy a sentir más cómoda. —Cuando les dije eso me sentí muy sensible y femenina, estaba invitando a esos albañiles a mi habitación, era mi lugar especial, donde me sentiría cómoda para entregarme completamente a ellos.

—¡Ah! ¡Sí está bien! —Me dijeron recorriendo mi cuerpo con sus miradas.

—¡Si gustan venir, ya tengo las cervezas en mi habitación! —Mi vagina estaba muy caliente y lubricada, podía sentir mi tanguita mojada.

Me di la vuelta y comencé a caminar muy femenina con mi vestido mostrándoles la mitad de mi culito, cuando ya íbamos subiendo las escaleras fui levantando el vestido con mis manos hasta dejar completamente descubiertas mis nalgas. Casi sentía sus lenguas lamiéndome el culo. Llegamos a mi habitación y les di una cerveza a cada quien, la destaparon y comenzaron a tomar. Ya que tenía a esos hombres con su cerveza en mano, me moría de ganas por desnudarme ante ellos, así que me quité el vestido muy lentamente, quedando mis senos completamente expuestos ante ellos, mis pezones nunca los había sentido tan excitados. Me dejé puestos los tacones, me recosté en la cama boca arriba y abrí mis piernas para mostrarles mi zona íntima a esos albañiles vulgares y morbosos. Lo único que me hacía sentir protegida en ese momento era mi tanguita negra que ya estaba completamente mojada.

Entonces Don Felipe, se acercó a mí y se lanzó sobre mis senos, comenzó a lamerlos delicioso, podía sentir su lengua pasando sobre mis pezones duros, me los estaba comiendo a lengüetadas, succionaba mis pezones como si me los quisiera arrancar. Los otros seis albañiles me rodearon y comenzaron a tocar mi cuerpo, podía sentirme acariciada de pies a cabeza, no había una parte de mi cuerpo que no estuviera siendo tocada. Don Felipe terminó de lamer mis senos y sin perder tiempo tomó mi tanguita y me la quitó de un jalón, eso causó un fuerte sentimiento en mi abdomen, me sentí desprotegida, muy vulnerable y cachonda.

Entonces Don Felipe les dijo a los demás albañiles que me abrieran las piernas. Ellos disfrutaban acariciándolas y lamiéndolas desde la entrepierna hasta las pantorrillas. Otros de ellos se lanzaron sobre mis senos y comenzaron a comérselos, mientras el Maestro albañil se comía mi vagina como una bestia, metía su lengua muy rico, podía sentirla moviéndose deliciosamente en mi interior arrebatándome fuertes gemidos. Sentí como lamía y succionaba mis labios internos y externos, mientras estimulaba mi clítoris con sus dedos sucios de cemento.

—¡Cójanme! ¡Quiero que me cojan muy fuerte hasta cansarse! ¡Pueden hacer conmigo lo que quieran! No se preocupen no le diré nada a mi mamá. Esto es lo que yo quería, que me cogieran entre todos. ¡Quiero que me duela mucho…! —Yo estaba tremendamente excitada, jamás había estado con tantos hombres a la vez.

Cuando los albañiles escucharon lo que les dije, me levantaron de la cama para llevarme al suelo y me hicieron arrodillarme, se quitaron las playeras y pude ver sus cuerpos fornidos y tatuados, comenzaron a desabrochar las hebillas de sus cinturones, ese sonido del metal de sus hebillas, me hacía saber que iban a sacarse sus vergas para que se las mamara, entonces ellos se bajaron los pantalones y se los quitaron por completo, pude ver como sus vergas estaban muy ensanchadas, reventaban de gordas, yo sabía que era por las pastillas de Viagra que les disolví en la limonada, tenía frente a mi 7 vergas algunas muy gruesas, otras más largas, todas capaces de hacerme sentir mucho placer o dolor según como ellos quisieran.

Se pusieron a mi alrededor y me tomaron de mi cabello largo y castaño, de una forma muy tosca, me lastimaban al jalarlo, pues me empujaban contra sus vergas haciendo que me las tragara hasta la garganta, lo que me atragantaba y me causaba ganas de volver el estómago, pero lo soporté, me sacaban lágrimas, me sentía utilizada, y comencé a disgustarme porque me estaban tratando de una forma muy agresiva, no terminaba de mamársela a uno cuando otro ya me estaba jalando del cabello para atragantarme con su verga que entraba hasta el fondo de mi garganta, dejando mis labios rojos pegados hasta la base de su verga, así estuvieron peleándose por meter sus vergas en mi boca durante unos 15 minutos. Pude verme en el espejo y tenía el rímel escurrido por mis lágrimas de atragantamiento.

Uno de ellos me levantó jalándome del cabello y me dio una bofetada no muy fuerte, pero me dejo ardiendo la mejilla, supe que solo lo hizo para castigarme, pues yo les pedí que me causaran mucho dolor, así que me aventó a la cama.

—¡Estás bien buena mamacita! ¡Tienes un culo bien rico! ¡Empínate para metértela por el culo! —Obedecí para que no me fuera a golpear otra vez. Me excitó mucho sentirme sumisa.

Me incliné extendiendo mis brazos y dejando pegados los senos sobre el colchón, curveando mi espalda hacia abajo, dejando completamente empinado mi hermoso y suave culito con forma de corazón, mi ano rosita y lubricado estaba siendo entregado a ese albañil sucio para que me embistiera brutalmente, sentí mucho miedo porque él era quien tenía la verga más larga y gruesa de todos, estaba mucho más gruesa que el plug anal, así que mi ano nunca había recibido una verga tan grande y no estaba preparado todavía, sentí como con sus manos toscas y sucias me abrió las nalgas y coloco la punta de su verga en mi ano, me tomo muy fuerte de la cintura.

—¿Quieres que te la meta toda de golpe?

—Sí, me gusta mucho sentir que me la meten muy fuerte, ustedes cójanme, aunque me duela mucho.

—Ya métele toda la verga. Sí, ya métesela, se ve que es bien puta la morrita. —Dijeron los demás albañiles, ansiosos de ver cómo me rompían el culo.

—¡Sí, ya cógeme! ¡Cógeme! —Le rogaba por que me rompiera el culo, le arrimaba mis nalgas empinadas.

El albañil me dio un fuerte jalón contra su cuerpo al mismo tiempo que empujo su verga embistiéndome salvajemente, sentí como mi ano se abrió desgarradoramente, me provocó un tremendo ardor y una punzada horrible en mi ano, esa verga se abrió paso en mi interior brutalmente, sentí como topó a fondo en mi interior, dejando a su paso un ardor insoportable.

—¡Aaaaaaahhhhhhhhh! ¡Aaaaaaaahhhhhhh! ¡Aaaaaaaaahhhhhhhhh! —Grité muy fuertemente, estoy segura que se escucho hasta la calle.

Mi ano estaba punzando, fue una sensación muy dolorosa, como si tuviese fuego por dentro. Rompí en llanto del que no te deja hablar, tenía mucho sentimiento y contrastantemente el saberme tan lastimada me causo un placer que superaba por mucho el dolor causado. Aquella sensación de estar siendo vulnerada y lastimada tan fuertemente me causó un placer delicioso digno de una masoquista.

—¡¿Te duele mucho morrita?! —Me preguntó morbosamente el albañil, mientras me restregaba su verga hasta el fondo, como si quisiera llegar más adentro.

—¡Sí, me duele! —Le dije con mi llanto entrecortado, haciéndole señas con la mano para que continuara—. ¡No te detengas! ¡Sigue!

El albañil sacó su verga por completo, para ensartarla nuevamente de forma muy violenta, hasta el fondo de mi culo. Sentí como mi ano se abrió de forma intempestiva provocándome un fuerte ardor y la punzada se volvió más dolorosa, pues mi culo estaba siendo penetrado brutalmente. Pude escuchar el sonido del impacto de su cuerpo contra mis nalgas.

—¡Aaaaaaahhhhhhhhh! ¡Aaaaaaaahhhhhhh! —Yo estaba sufriendo mucho, pero el placer por el dolor era una delicia.

El hombre continuó sacando su verga por completo y ensartándola profunda y violentamente. Mi ano estaba siendo forzado a recibir esa verga que entraba a empujones, desgarrando mi ano con cada embestida que me daba. Así transcurrieron aproximadamente 5 minutos de tormento. Paulatinamente el dolor fue despidiéndose, para dar llegada al placer absoluto.

—¡Ayyy! ¡Que ricooo! ¡Cógeme! ¡Más rápido! ¡Más duro! —Yo estaba gozando muchísimo—. ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Mmmmjjj! ¡Aaaayyy! ¡Aaaahhh!

Sentía un calor delicioso en mi ano, era ya una necesidad de sentir su verga entrando hasta el fondo y saliendo de mi interior, cada que la sacaba deseaba mucho que me la volviera a ensartar.

—¡Aaaahhh! ¡Que rica verga tienes! ¡Aaaayyyy! ¡Me lastimaste! ¡Aaaahhh! —El albañil me lastimaba al impactar dentro de mi culo con la punta de su verga.

—Pero bien que te gusta putita, se ve que disfrutas mucho que te la meta bien duro. — Yo le apretaba la verga con mi esfínter anal, como si se la mordiera con el ano.

—¡Cógeme más duro! ¡Aaaayyy! ¡Que ricoooo! ¡Así, más rápido! ¡Se siente bien rico! ¡Ay que rico! ¡Me arde muy rico! ¡Fuck me! ¡Fuck me! —Yo aventaba mis nalgas contra el albañil, quería que me la ensartara más adentro, sentía delicioso.

Dicho esto, el albañil me tomó de la cintura muy fuerte y me jaló contra su verga violentamente, comenzó una penetración frenética. Sentía mi culo adolorido y cansado, podía escuchar el sonido del impacto de nuestros cuerpos al estar piel con piel. Me jalaba del cabello hacia atrás y me dolía, así que yo aventaba mis nalgas contra su verga para atenuar el dolor. Continuó penetrándome analmente aproximadamente 15 minutos hasta que escuché los jadeos del albañil que se estaba corriendo, unos chorros de semen caliente, estaban llenándome por dentro, me sentí muy excitada, pues ese hombre acababa de eyacular en mi interior, haciéndome su zorra.

Entonces saco su verga de mi ano y sentí como su semen salía de mi ano y se derramaba en las sábanas.

—¡Ay güey, se le quedó abierto el ano! ¡Se puede ver adentro de su culo! ¡No mames, le abriste el culo! —Dijeron los demás albañiles, al ver mi ano dilatado.

—Sí, esta morrita está bien buena, se siente bien chingón meterle la verga. Tiene el culo bien caliente por dentro, aprieta bien rico y esta bien limpia, se ve que ya se la habían cogido por atrás.

Entonces introduje los dedos en mi ano y pude sentir que estaba totalmente abierto, perdí la fuerza en el esfínter anal y quedó dilatado listo para seguir recibiendo más vergas, al mirar mis dedos mojados de semen pude ver que también había sangre y eso me excitó mucho pues fue el resultado de una penetración anal violenta, que me hizo sentir mucho dolor y ser vulnerada por ese hombre. Los otros 6 albañiles continuaron turnándose para penetrarme analmente hasta eyacular todos en mi interior. Mientras esperaban su turno para penetrarme, me tocaban los senos y me atragantaban con sus vergas. Así lo hicimos aproximadamente durante una hora.

Tomé la botella de vodka y le di un buen trago, que me dejó rendida, y mi entrega hacia esos hombres se volvió mayor.

—Me gustaría que me penetren anal y vaginalmente al mismo tiempo. —Les propuse muy ebria y cachonda, con mi voz de escuincla ninfómana.

—Te cogemos como quieras mamacita. Quien se iba a imaginar que, fueras tan puta, se ve que te encanta la verga ¿Verdad?

—Sí, me gusta mucho que me cojan, se siente muy rico. Quiero que me sigan cogiendo muy fuerte.

—Esta morrita me pone bien dura la verga. A mi ya se me puso bien dura otra vez. También a mí, ya la tengo bien pinche dura otra vez. —Se comentaban sorprendidos entre ellos.

Yo sabía que el viagra estaba haciendo efecto y que en consecuencia me iban a seguir disfrutando mucho. Entonces uno de ellos se acostó en la cama boca arriba con su verga bien ensanchada, erecta, descubierta y babosa de semen. Me monté sobre aquel hombre puse la punta de su deliciosa y jugosa verga en mi vagina y simplemente, me dejé caer rendida ensartándome ese miembro viril venoso. Yo no tenía fuerzas en mis piernas, su verga se abrió paso en mi interior, a través de mis paredes vaginales, sentía como mi cuerpo se complementaba era como si mi vagina hubiese estado esperando desde hace tiempo una verga gorda y larga que la llenara, el albañil me tomó de las nalgas y me llevaba hacia arriba y hacia abajo cogiéndome a su antojo, puso sus manos en mis senos, los frotaba y pellizcaba mis pezones, me excitaba mucho, tenía los pezones muy duros y me castigaba pellizcándolos muy fuerte y jalándolos, cuando de pronto sentí otro hombre detrás de mí que se colocó pegado a mis espaldas y me inclino, sentí como coloco su verga gruesa en la entrada de mi ano y me lo fue ensartando hasta el fondo, en ese momento ya tenía dos vergas dentro de mí, era delicioso sentir una verga en la vagina y otra en el ano, podía sentir como esas dos vergas entraban hasta el fondo topando en mi interior muy fuertemente. Cada verga iba a su ritmo, mi vientre se sentía muy cálido, constantemente sentía contracciones en mi abdomen, mis senos estaban muy sensibles y excitados ya que el albañil que estaba atrás de mi penetrándome analmente, me abrazaba y acariciaba los senos mientras me lamía el cuello.

—¡Ay que rico! ¡Aaahhhhh! ¡Aaayyyyy! ¡Sí! ¡Aaahhaaa! ¡Aaayyy, que rico! ¡Sí! ¡Cójanme ricooo! ¡Más fuerte! ¡Más! ¡Más! ¡No se detengan! ¡Aaayyy, que ricooo! —Me estaba sintiendo muy querida y gozada por esos hombres.

Súbitamente un sentimiento de vulnerabilidad me invadió y me erizó la piel. No tenía fuerza en las piernas, las sentía entumidas, un calor en mi vagina me estaba avisando que venía un orgasmo que, sería fuerte pues estaba experimentando una doble penetración.

—¡Aaaahhh! ¡Aaaahhhh! ¡Me voy a venir! ¡Aaayyy que ricooo! ¡Que ricooo! ¡Aaahhh! —Mis pezones rositas se me endurecieron mas y se me alargaron como montañitas.

Mis hombres comenzaron a trabajar más fuerte para mí, sentí que yo era suya y ellos míos, tanto haberles calentado la verga había valido la pena. Todo el dolor que sentí estaba siendo compensado con placer, de pronto sentí un calor delicioso en mi vientre, estaba teniendo un tremendo orgasmo; quedé rendida.

—¡Aaaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaahhhaaa! ¡Mmmmjjjj! ¡Aaaahhh! —El hombre que estaba debajo de mí penetrándome vaginalmente, me acariciaba los senos y pellizcaba los pezones. Y el albañil que estaba detrás de mi penetrándome analmente me abrazaba y metía su lengua en mi oído.

Yo estaba en clímax, mientras ellos continuaban cogiéndome muy duro hasta que sentí como comenzaron a dispararme chorros de semen caliente en mí vagina y en el ano, fue algo delicioso. Cuando sacaron sus vergas de mi interior sentí como si me faltara algo, tal como si me hubiesen quitado una golosina. Yo necesitaba que otras vergas me cogieran, quería volver a sentir esos chorros de semen dentro. Mi ninfomanía me pedía más, tan solo tenía 21 años, me veía tan hermosa y cachonda pidiéndoles más a esos albañiles. Ellos se turnaron para satisfacerme durante horas, cambiándome de posiciones en la cama, llevándome contra el espejo grande que había en mi habitación para cogerme de pie, me hicieron cuanto quisieron, eyacularon en mi boca varios de ellos y yo me tragué hasta la última gota de su semen.

Cuando ya se habían cansado de penetrarme, habiéndome usado a su antojo, quise experimentar algo más que, ni si quiera con mi papá había intentado, ya que me daba un poco de vergüenza pedírselo aún. Estaba tan ebria que dejé salir por completo lo putita que soy, al fin que jamás volvería a ver a esos hombres. Así que tomé el lubricante femenino que había dejado en la cama.

—Don Felipe hay algo que tengo curiosidad de hacer, pero, me da vergüenza —Le dije con voz cachonda.

—¿Por qué preciosa? ¿Qué es lo que quieres hacer? —Me preguntó mientras miraba mi cuerpo muy morbosamente.

—Es que he visto videos porno en internet y hay algo que se llama “fisting”, se trata de que usted meta su mano dentro de mí, y me gustaría que me haga eso en el ano pero, si no quiere pues no —Le dije nerviosa y muriendo de vergüenza por lo puta y enferma que me sentí al pedir eso.

—¡Sí! ¡Sí te lo hago! Ya lo he visto también y me han dado muchas ganas de hacerle eso a una mujer, pero pues no he tenido a una mujer con quien pueda hacer eso. Y si tu quieres pues lo intentamos. —Me contestó muy emocionado y con la cara roja de lujuria.

—Sí, hágalo por favor —Le contesté muy excitada—. Acérquese para ponerle lubricante en su mano

—A ver preciosa. —Él extendió su mano derecha y le apliqué lubricante en toda la mano que, por cierto, estaba sucia de cemento, lo que me excitó más.

—Tiene que estar muy lubricada para que no me lastime tanto y entre más fácil. —Le dije muy nerviosa y temerosa mientras observaba sus dedos toscos y gruesos.

—No te preocupes preciosa, lo voy a hacer con cuidado. Te voy a ir dedeando hasta que veamos que ya entra completamente y tú me vas diciendo.

Me incliné en la cama con mis senos bien pegados al colchón y la espalda curveada hacia abajo, dejando muy bien empinado mi culo y le pedí que metiera toda su mano hasta la muñeca dentro de mi ano. Entonces él comenzó a dedearme.

—A ver preciosa, te voy a meter tres dedos por que veo que ya los aguantas ¿verdad? —Me dijo mientras introducía sus tres dedos en mi ano—. Sí, preciosa te entran bien rico ¿verdad?

—Sí, ¡Aaaahhh! ¡Aaaahhh! Se siente bien rico, a ver métame cuatro. —Fue algo muy lindo sentir los dedos de un hombre dentro de mi ano.

—Ya te están entrando, tienes mis cuatro dedos adentro ¿Como te sientes?

—Se siente muy rico, me duele un poquito ¡Aaaahhh! ¡Aaaayyy! Ya métame la mano completa, suavecito, con mucho cuidado.

—Ya está entrando mi mano, pero te siento muy apretada, tu me dices si te duele. —Yo sentí como mi ano se estaba desgarrando, jamás lo había sometido a tal estiramiento, sentía mucho ardor, como si se me fuera a reventar y me dio miedo, pero la excitación me rebasaba.

—¡Aaayyyyy! ¡Aaaahhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaaayy! ¡Aaaayyy! ¡Ya hagalo! ¡Más Fuerte! —Mi ano se estaba estirando, estaba abriéndose más y más. Me ardía alrededor del ano, pero era placentero.

—Te la voy a meter un poquito más fuerte. —Cuando dijo eso me sentí muy excitada y el deseo de sentir esa gruesa, sucia y tosca mano dentro de mí. Me hizo aventar mis nalgas, entregándoselas para que su mano entrara completamente hasta la muñeca.

—¡Aaaaaaahhhhhhhh! ¡Aaaaahhhh! ¡Aaaaayyyy! ¡Me duele muchísimo! ¡Aaaaahhhhh! ¡Me dueleee! ¡Aaaayyyy! —Sentí mi ano desgarrado y el culo muy abierto. Ya no pude contenerme y rompí en llanto, lagrimas negras y saladas escurrían el rímel de mis pestañas, rodando por mis mejillas.

—Ya te entró preciosa, tengo toda mi mano adentro de tu culito, se siente muy rico, está muy caliente. ¿Te duele mucho verdad? ¿Quieres que te la saque? —La mano de aquel hombre me tenia destrozada, sentí como mi ano intentaba contraerse y apretaba la mano del albañil.

—No, no me la saque, déjela un rato ahí adentro. Quiero disfrutarla, siento mucho dolor, pero es muy lindo, siento bonito.

—Está bien preciosa, entonces te la dejo adentro un rato. —Así la dejó durante 5 minutos.

Yo me sentía desbordando de lujuria y excitación, esa mezcla de dolor y placer, me hacía sentir plena. El saber que un hombre tenía su mano adentro de mi causándome tal sufrimiento, fue el alimento perfecto para mi masoquismo.

—A ver ahora intente cerrar su puño adentro de mí —Le pedí sabiendo que eso me dolería más—. ¡Aaaahhh! ¡Aaaahhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaaahhhh! ¡Me gusta! Ahora, saque su mano con mucho cuidado por favor, muy suavemente.

Cuando Don Felipe, sacó su mano de mi culito por completo, todos pudieron ver como mi ano quedo abierto, mostrándoles a todos el interior de mi culito, como si pidiera más, eso me hizo sentir mucha vergüenza, ya que perdí la fuerza en el esfínter y se me quedó abierto durante algunos segundos. Le pedí a Don Felipe, que la volviera a meter, así lo hizo y comenzó a meter y sacar toda su mano con facilidad. Después le pedí que sacara su mano y me penetrara con el puño cerrado en repetidas ocasiones. Cuando lo hizo sentí como mi ano se abría más por dentro provocándome un poco de dolor, pero era muy excitante saber que tenía esa mano tosca adentro de mí. Los demás albañiles al ver eso, se excitaron mucho y se peleaban por meter su mano también. Al verlos tan excitados y deseosos de meter su mano en mi culo, los fui llamando para ponerles lubricante y dejar que me hicieran “fisting”, así lo hicieron con el puño cerrado entrando y saliendo de mi ano durante media hora aproximadamente.

Después de haber recibido ese “fisting” delicioso, y teniendo los albañiles sus vergas muy erectas nuevamente por el efecto del viagra. Me recosté en la cama y les pedí que eyacularan sobre todo mi cuerpo, así que se masturbaron y me bañaron con chorros de semen. Me quedé rendida en la cama, no habíamos visto el reloj, ya era muy tarde casi las 7 de la noche, faltaba poco para que llegara mi mamá, así que los albañiles se bajaron para terminar de enjarrar la barda con cemento. Recogieron sus cosas justo cuando mi mamá iba llegando, le entregaron la obra bien hecha y se retiraron. Entre tanto, yo me bañé y me vestí con mi pijama. Cambie las sábanas pues estaban mojadas y olían a fluidos sexuales.

Cuando sentí que se me bajo un poco el efecto del alcohol, bajé a la cocina por algo de cenar, pues no había comido nada. Mis piernas estaban temblorosas, mi vagina sensible y mis ojos brillosos por el placer recibido. Saludé a mi mamá y me senté junto con ella, a ver la televisión con mi culo completamente roto.

Alexandra Love.

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Comentarios

1 COMENTARIO

  1. Que genial ojalá yo tuviera una experiencia asi, pero les pediría sus números de teléfono para visitarlos en otras obras y seguir siendo su puta

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