Hola a todos, mi nombre es Marcos y actualmente tengo 35 años, a continuación, voy a proceder a contarles una historia que me pasó a los 18 años cuando por primera vez logré cumplir una de las fantasías que tenía desde la adolescencia, Elsa quien es la señora en cuestión en ese entonces tenía un par de años más que yo 37.
En el barrio siempre me la pasaba jugando futbol de niño y hasta ese entonces no es como que estuviera 100% interesado en las mujeres, yo jugaba futbol en la calle como cualquier otro niño hasta que ya no se veía iluminado en la calle. Así transcurrió mi adolescencia hasta que un día en la cuadra se mudaban unos vecinos nuevos, recién llegaron a la colonia ya que acababan de comprar una casa ahí.
Las primeras veces que la vi era una señora no muy alta, aproximadamente unos 1.55 cm pero con unas caderas, piernas y tetas de impacto, realmente se podría decir que todo su cuerpo lo tenía muy bien distribuido y proporcionado. El tiempo pasó y en ella surgió la idea de establecer una estética ahí mismo en su casa, para ser honesto el esposo casi nunca estaba en la casa por lo cual siempre la observaba yendo y viniendo tanto del mandado, a la tienda así como otras actividades.
Ella siempre vestía muy ajustada, ya fuera con shorts de mezclilla cortos y entallados que permitían apreciar de manera evidente su suculento trasero, así como sus playeras de tirantes que no dejaban mucho a la imaginación al tamaño de su prominentes pechos, logré descubrir su nombre una vez que estableció su estética ya que me hice cliente frecuente, su nombre era Elsa.
Es una mujer atractiva; y claramente le gustaba el chisme ya que con el tiempo se juntaba con muchas vecinas de la cuadra que tenían fama de hablar mucho del resto de la gente, la verdad al principio yo no tenía ninguna obsesión hacia su cuerpo ni siquiera le hacía evidente el posible gusto que tenía hacia ella, eso fue evolucionando a medida que yo iba creciendo, de hecho ella en ocasiones platicaba con una tía que también vivía en la cuadra por lo cual el contacto con ella se hacía más frecuente.
Normalmente siempre que la veía en la calle la saludaba, pero en una ocasión que la vi en el parque después de haber dejado a su hija en la escuela, la pude ver con unas mallas negras que comprimían sus piernas y marcaban muy evidentemente sus nalgas y el triángulo del paraíso que los hombres tanto observamos cuando una mujer esta entallada, ese día fue el día en que despertó en mi algo que generó que en primera no pronunciara palabra alguna para saludarla y solo observarla seguramente ella también lo notó, pero debe de haberle restado importancia por ser la primera vez que le hacía notorio mi deseo.
Siguieron pasando los días y cuando acudía a cortarme el cabello con ella, mientras ella estaba haciendo su trabajo, yo la veía a través del espejo fijamente, por lo cual notaba su mirada algo nerviosa y procedía a sacarme platica como para mitigar el momento tenso y desprenderse de sus nervios.
En otras ocasiones cuando acudía a la tienda y llegaba a encontrármela con su hija de regreso solo cruzaba miradas con ella dándole las buenas noches que ella me correspondía sonriendo, la verdad mi fijación hacia ella se hacía más latente cuando veía su cuerpo y la imaginaba en la cama gozando de cada rincón de su cuerpo, pero para mí mala fortuna eso hasta ese momento era imposible ya que ella era una mujer casada que amaba mucho a su marido.
Otro momento clave en el desarrollo de saciar mis instintos con ella fue en una ocasión en que me la encontré en el bus, yo con la idea de acudir al trabajo y ella muy seguramente acudiendo al centro a comprar cosas por lo cual decidí sentarme al lado de ella, como hacía mucho calor ella iba con su clásico short de mezclilla entallado y corto que permitía observar en su máximo esplendor sus deliciosas piernas y ahí no dudé en sacarle platica.
Yo: Hola Elsa, ¿vas a comprar cosas?
Elsa: Así es Marcos ¿y tú?
Yo: Yo voy a unos cursos
Elsa: A qué bien y para donde trabajas
Yo: Cerca del centro, de hecho, en cuánto el camión entra al centro en las primeras cuadras yo me bajo ¿y tú?
Elsa: Creo que también, es que voy a ir a varias tiendas a comprar diferentes cosas que necesito para la casa
Yo: A muy bien ¿y tu esposo porque no te trae en el carro mejor?
Elsa: Porque está trabajando y la verdad yo prefiero venir entre semana ya que los fines de semana se junta mucha gente en filas y me desespero.
Cada vez que Elsa hablaba, yo la observaba fijamente a los ojos, situación que no pasaba desapercibida para ella ya que podía sentir sus reacciones ante esto.
Yo: Bueno creo que aquí me bajo yo Elsa, ha sido un gusto platicar contigo, a ver si luego me dices otro día que vengas al centro y te acompaño a comprar las cosas.
Elsa: No como crees, yo no puedo hacer que faltes a tus cursos y además no puedo salir con alguien que no sea mi esposo.
Yo: Bueno te parece si luego lo hablamos a detalle.
Elsa: Ok
Esa noche en mi casa me hice una paja monumental recordando las piernas, los pechos y los labios de Elsa hablándome, imaginándome encima de ella haciéndole tantas cosas.
Días después me la encontré en el centro entrando a una tienda de ropa por lo cual sin que ella me observara me hice como que no la había visto para crear un encuentro supuestamente fortuito, ahí estaba ella con unas mallas de color rojo y una blusa de color negro resaltando como siempre su hermoso cuerpo, para mi ya era casi inevitable no hacerle ver el deseo que tenía por ella.
Elsa: Hola Marcos que haces por acá.
Yo: Voy saliendo del curso y me pasé tantito a ver cosas, haciendo tiempo para que se baje el solo un poquito.
Elsa: Oye si el calor esta insoportable.
Yo: De hecho si, está como para un helado no?
Elsa: Si.
Yo: Ven vamos te invito uno, aquí enfrente hay un snack que vende helados.
Elsa: Pero…
Yo: Ningún pero, ven acompáñame ándale antes de que hagas tus compras, sirve que te refrescas un poco, yo invito.
Finalmente ella aceptó y nos fuimos al lugar donde estuvimos comiendo helado y platicando muy amenamente de los vecinos y chismes que ella sabía porque como les había contado previamente, ella se juntaba con muchas vecinas de la cuadra, la verdad Elsa fue teniendo mucha confianza conmigo y platicábamos constantemente, lo que si me dejó muy en claro es que no tuviéramos contacto por teléfono ya que su esposo podría pensar mal y ella lo que menos quería eran problemas.
La verdad con el tiempo para Elsa fui un confidente ya que incluso me contaba problemas que tenía con esposo y me dio a entender que la confianza que tenía conmigo no podía tenerla con las vecinas, dentro de esas platicas me contó que algunas vecinas eran infieles a sus maridos, situación que yo aproveché para preguntarle si ella en algún momento había sido infiel y me confirmo que nunca por lo cual un poquito desistí de mi idea de intentar algo con ella, pero como todos sabemos las cosas siempre cambian de un momento a otro.
Un día que me puse de acuerdo para acompañarla a comprar unas cosas que necesitaba para su casa ella parecía muy triste y le dije que si gustaba podíamos ir a un parque que yo conocía donde no había mucha gente para que me platicara con confianza a lo que ella por lo triste que se encontraba me respondió afirmativamente.
Finalmente acudimos a ese parque y dentro de la conversación me confirmó lo que yo ya presentía, que su esposo estaba viendo a otra mujer y que se sentía poco valorada por todos los buenos años que le había entregado a él sin fallarle en ningún momento con ningún otro hombre.
Yo: Disculpa que te lo diga así Elsa, pero tu esposo es un pendejo, con una mujer como tu yo quisiera llegar del trabajo lo mas pronto posible para pasar tiempo contigo.
Elsa: Es que eres muy joven Marcos, el matrimonio no funciona igual, hay días buenos y malos y estoy segura que en algún momento te aburrirías de mi.
Yo: Claro que no, todo este tiempo reciente donde te he conocido mas me he dado cuenta que eres la mujer mas especial que conozco, eres muy bonito, tienes muchos temas para conversar y además tienes un cuerpo hermoso, que mas se puede pedir.
Elsa: Todo eso piensas de mi?
Yo: Todo eso y mas -En ese momento me acerco a sus labios y le planto un beso que ella rechaza y se sorprende.
Elsa: Que estás haciendo Marcos.
Yo: Lo que me está naciendo del corazón Elsa, en este momento me nace darte un beso.
Elsa: Marcos, pero tú estás loco apenas tienes 18 años y yo además soy casada, no podemos hacer esto.
Yo: Y por qué no? Que es lo que está mal? La única forma en que considere que esto está mal es que tu consideres que yo no soy atractivo para ti.
Elsa: Sabes que te considero atractivo pero al mismo tiempo te considero un niño.
Yo: Pues este niño ya es un hombre que necesita a una mujer como tú.
Elsa: Marcos por favor.
En ese momento ya con todas las cartas puestas sobre la mesa no podía aceptar un simple no y que la situación terminara ahí, en ese momento tenía que intentar besarla de nuevo por lo cual me lance con todas mis fuertes a sujetarla de la cabeza y plantarle un beso de lo más apasionado, que a pesar de que no fue correspondido en un inicio, más temprano que tarde termino cediendo ante mi deseo.
Elsa: ¿Bueno y cuál es tu plan que quieres hacer conmigo?
Yo: Quiero hacerte el amor.
Elsa: De verdad que estás loco.
Yo: No, ven acompáñame, pidamos un taxi
Elsa: No como crees tú estás loco.
Yo: No para nada, vamos a un hotel.
Elsa: No como crees, yo nunca he ido a un hotel.
Yo: Vamos juntos.
Nuevamente me acerque a besarla, a medida que la besaba cada vez más ella iba cediendo ante el deseo que claramente ya sentía.
Elsa: Vamos entonces.
Finalmente nos subimos a un taxi que nos llevó a un hotel cercano a ese parque entre cuadras escondidas que permitieran bajarle un poquito el nervio a Elsa, una vez instalados en el cuarto Elsa solo miraba por la ventana y no volteaba conmigo para nada, sentía que al voltear y tocarme no había marcha atrás, por lo cual me le acerque a su espalda y gire lentamente su cabeza para besarla de nuevo apasionadamente e irla desvistiendo poco a poco, primero procedí a quitarle el brazier, ahí me perdí en sus pechos, esos pechos que tanto había deseado y ahora estaban a mi merced para probarlos con todo gusto, los chupaba y Elsa solo expulsaba ligeros gemidos de su boca, posteriormente la tiré en la cama donde bajé a su abdomen y lo lamí con toda la paciencia del mundo, ella solo gemía y negaba la situación.
Elsa: Esto no está pasando, Marcos, no me hagas esto por favor.
Yo no hacía caso para nada y solo pretendía saciar estas ganas animales de saciar mi sed por ella, después de su abdomen bajé a su vientre bajo donde chupaba y lamia como un siervo sediento y finalmente baje su calzón que cubría ese vagina jugosa que ya se encontraba en su punto para ser penetrada pero que tenía que esperar un poco mas ya que necesitaba probarla y me fui directamente chuparla, el aroma que tenía era un aroma que incitaba a pecar a que no importara que era una mujer casa a punto de ser fornicada por su amante, ella gemía tenuemente y apretaba mi cabeza contra su vagina para que mi lengua llegara a lugares más y más lejanos.
Para ese entonces yo también ya me encontraba desnudo y ella me jalo rápidamente hacia su boca para besarnos apasionadamente y sin siquiera preguntarme si tenía protección acomodó mi pene al natural en la entrada de su concha jugosa donde al entrar por primera vez sentí el paraíso de lo apretado y húmedo que se sentía, en ese momento comencé un mete y saca lento que me permitía escuchar en mi oído unos gemidos más intensos.
Elsa: Cógeme!
Yo: Si?
Elsa: Si, cógeme duro! Dame duro papito!
Yo: La quieres toda adentro?
Elsa: ¡Si corazón, dame bien duro no pares!
Yo seguía con un mete y saca explosivo que, y no dejaba de mirarla, ella con sus ojos cerrados y sin parar de gemir
Elsa: Aaaa! Siii! ¡Así! ¡Sigue papi, sigue!
Elsa y yo cogíamos como animales en celo, comenzamos a sudar notoriamente y nos veíamos frente al espejo, llegó un momento donde se subió a cabalgarme y tenía una expresión de poseída, sacando tantos años reprimidos de no probar una verga diferente a la de su marido, ella me cabalgaba fuertemente y sus grandes nalgas rebotaban en mis huevos, el sudor y nuestros jugos hacían una mezcla que ocasionaba un ruido de chacaleo en toda la habitación, esa habitación ya tenía un olor impregnado a sexo un sexo prohibido de dos amantes que se comían como si fuera el ultimo día en la tierra.
Yo seguía super caliente y la acomodé de perrito frente al espejo y comencé un mete y saca intenso que provocaba gemidos más y más intensos de Elsa.
Yo: Así te gusta sentirme.
Elsa: ¡Si papi! Me encanta como me estas cogiendo, me encanta sentir tu verga entrando en mí, aaaa! Siii! ¡Sigue!
Yo seguía sin parar las penetradas y sentía ese cosquilleo previo a terminar por lo cual la acomode nuevamente de misionero para cogerla nuevamente así, nuevamente arriba de ella, me acomodé observando a todas luces el mete y saca de mi verga en su vagina, su vagina está ya muy rosada por las constantes arremetidas de mi verga en ella, Elsa solo seguía gimiendo y ya en el punto casi de mi clímax me abrazó y me besó apasionadamente y apretándome con sus manos las nalgas para sentirme aún más adentro.
Yo: Elsa ya voy a terminar.
Elsa: No te salgas papito, échame todo jugo adentro, que no quede nada afuera.
Para ese momento Elsa ya me mostraba ser otra persona, nada que ver con la vecina que se comportaba tímida conmigo al pasar, o con la faceta de la estilista que me cortaba el cabello, quien iba a decir que años después íbamos a estas fornicando en una habitación de hotel engañando a su esposo, definitivamente Elsa era toda una hembra que sabía que merecía ser cogida intensamente.
Mientras yo seguía con el mete y saca a punto de venirme Elsa gemía en mi oído ordenándome que expulsara toda mi leche en su vagina por lo cual ya no resistí y termine adentro de ella quien con sus piernas se aseguró de que esto pasara aprisionándome en ellas y ayudándose con sus manos apretándome las nalgas.
Sentí un gran calor en mi verga, a pesar de mi corta vida sexual, jamás había cogido tan rico y tan intensamente como lo hice con esa hembra en ese momento.
Ya en situación de calma y con los remordimientos entrando en su cabeza, Elsa cambió un poco su actitud.
Elsa: Por favor te voy a pedir que todo esto se quede entre los dos, yo no quiero terminar con mi esposo y menos poner en riesgo a mi familia.
Yo: No te preocupes, de aquí nada sale, esto va a ser nuestro secreto te lo prometo.
Elsa: Y esto no puede volver a pasar definitivamente.
Esas palabras me desconcertaron un poco porque hace apenas unos minutos me pidió que terminara dentro de ella y ahora me estaba pidiendo jamás volver a hacerlo, en ese momento no le dije nada y solamente nos cambiamos y le pedí un taxi ya unas cuadras más lejos del hotel, solo me despedí de ella de beso en cachete y le dije al oído los siguiente con determinación.
Yo: Eres la mejor cogida de mi vida hasta el momento y te puedo jurar que esto no va a salir de mi boca porque no quiero tener problemas, pero está loca si crees que estoy no se va a volver a repetir, nos vemos después.
Elsa solo se quedó callada y se me quedó viendo sin ningún gesto para proceder a retirarse en el taxi.