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Locos 70´s
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Buena noche amigos, ahora contaremos otras historias para todos ustedes, espero se acuerden de nosotros, pero para los que no nos conozcan les pondremos en conocimiento, describiré primero a mi esposa (María), mujer joven, de 1,60 cm de altura, de cuerpo delgado, cabello a los hombros, más bien lacio, con unos senos de regular tamaño, firmes, con areolas y pezones pequeños, una nalgas redondas y firmes y unas piernas delgadas, largas, ágiles. Yo (Pedro) unos años mayor que ella, de 1,89 de estatura, de cuerpo atlético, medianamente musculoso, ya que el trabajo no me permite hacer el ejercicio con la frecuencia que a mi, me gusta, con un abdomen que empieza a ocultar los músculos del frente.

He de decir que tenemos 2 hijas una de ellas terminando la adolescencia y la otra iniciándola, nos casamos alrededor de los 22 años, entonces, no somos viejos, para las edades de las hijas, en realidad pertenecemos a la edad de jóvenes maduros.

Vivimos en una unidad habitacional del entonces Distrito Federal ahora Ciudad de México, de condominios horizontales, conjunto de edificios de dos plantas con 4 departamentos por edificio, con grandes espacios de áreas verdes y estacionamientos, cercano a las orillas de la ciudad, lo que nos permite tener una mejor calidad del aire, lo único complejo es el ir y regresar al trabajo, ya que yo laboro en un municipio del estado de México, pero implica un recorrido de más de 25 km de ida y otros tantos de regreso.

Ahora contaremos historias de nuestra juventud, cuando estábamos ambos en la escuela, nuestra infancia la vivimos en el norte de la ciudad y estuvimos en un bachillerato por esa zona de la ciudad, en los principios de los 70´s, cuando empezaba la loca revolución sexual de nuestro país, nuestra adolescencia tardía nos llevó a tratar de conocer un poco mas de nuestra sexualidad y por supuesto tuvimos algunos juegos sexuales propios de nuestra edad e historia familiar, unos cuantos besos atrevidos, caricias que lograban excitarnos y humedecernos, sin embargo el temor era mas que el deseo de descubrir más.

Terminamos en bachillerato y entramos a una escuela superior en un municipio del estado de México, y poco a poco todo fue cambiando, nuestros deseos se fueron haciendo más intensos, lo mismo que nuestros juegos; una tarde que salimos de la escuela, era aún temprano para llegar a nuestras casas, alguno de nuestros profesores no había llegado y nos quedaban dos horas libres, decidimos quedarnos en la escuela y nos refugiamos en la parte trasera de la biblioteca, que en realidad era un gran jardín, y protegía entre los muros que le daban soporte a los grandes ventanales de la misma, unos rincones que nos permitían estar sentados a ambos y ser casi invisibles desde muchos puntos del acceso a la escuela y al edificio de la biblioteca. Nos sentamos abrazados de frente, ella entre mis piernas flexionadas, lo que nos permitía estar mas cerca uno del otro, los besos estuvieron a la orden del día, mi lengua buscaba ansiosa la suya y mis manos empezaron a acariciar su espalda, llegando cada vez mas al frente, rozando la parte lateral de sus senos, el tenerla entre mis muslos y cada vez mas cerca de mi, sintiendo como nuestro calor aumentaba hizo que mi verga empezara a crecer hasta que ella lo notó cerca de su cuerpo.

“te estas calentando amor

“no, me estas calentando,

Seguimos besándonos y acariciándonos, mis manos, cada vez mas al frente, aprovechaba para acariciar y apretar sus chiches,

“tú también me estas calentando…

Por la posición en la que estaba, mi verga doblada me lastimaba, y el dolor lejos de dejarme sentir placer, me incomodaba, intenté acomodarlo y solo aumentó la presión que ejercían mis jeans, me levanté para intentar acomodarme diferente, pero todo era inútil, entonces abrí el cierre y el botón con lo que la presión disminuyó, me volví a acomodar como estábamos, ella entre mis muslos y nos abrazamos nuevamente, solo que ahora mi trusa era lo único que mantenía mi verga en su lugar, después de un rato de seguirnos besando la punta de mi pene empezó a gotear con lo que se notaba la humedad en mi calzón. En un momento que nos dimos para tomar aire, ella bajo la vista quedando fijos sus ojos en la mancha que se veía,

“te estas mojando

“es por ti,

Aprovechando que sus ojos estaban fijos en el bulto y la humedad, moví mis manos y saque mi pene de la prisión que lo contenía, ella al verlo, empezó a tocarlo con la punta de su dedo, recorriéndole la cabeza, haciendo que la humedad que salía por el orificio se esparciera en toda la cabeza, mis manos buscaron bajo su blusa subiendo hasta encontrar el borde inferior de su bra, metí la punta de mis dedos por debajo hasta que mis manos se apoderaron de sus senos de mediano tamaño que se pusieron duros, la punta de mis dedos alcanzaron el borde de su areola y sus pezones, que de igual forma reaccionaron creciendo y poniéndose duros, subí mis manos arrastrando la blusa y el bra hasta arriba de sus chiches, por primera vez estaba yo observando sus senos turgentes, con sus areolas un poco más oscuras apenas que el resto de su piel, la atraje a mi cuerpo para poder besar esos pequeños botones que emergían del centro de sus globos y que me llamaban para besarlos, al jalarla su mano se quitó de en medio y mi pene rebotó contra sus senos salpicándole de esa humedad que salía, rozando la piel de sus senos, inmediatamente volvió a meter su mano entre nosotros, evitando que me acercara a besarlos, pero tomando mi pene completamente con una mano, para evitar que volviera a rozarle la piel de su pecho.

Le tomé la mano y empecé a moverla de arriba abajo, como las veces que yo me la jalo hasta venirme, su mano se fue mojando con mi humedad y así lubricándose con ella seguí moviéndola cada vez mas rápido, cada vez mas fuerte, ella no podía separar sus ojos de lo que ocurría entre mi verga y su mano, apareció un brillo en sus ojos y sus mejillas se colorearon al tiempo que sus caderas se apretaron contra mi cuerpo, en ese momento, mi pene se contrajo y escurrió mi leche entre sus dedos, se quedó estática, viendo sus dedos llenos de ese líquido pegajoso, oloroso.

Buscó entre su bolsa hasta encontrar un pañuelo desechable y limpiarse la mano, no sin antes acercarla a su nariz para oler, después con mucho cuidado me fue secando el pene, hasta limpiar todo residuo de mi leche.

Casi sin decir nada, nos levantamos y nos fuimos, al llegar a la puerta de su casa, me abrazó y me besó con un gran “te amo”.

Esta es la primera de muchas nuevas historias espero les haya gustado el inicio.

Si les es de su agrado escríbanme y sugieran algo más.

[email protected].

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