¿Tuve alguna ganancia en mi infidelidad?
Ninguna, solo perdí la oportunidad de tratarme como individuo de confianza.
-¿El lugar se encuentra ocupado? -mencioné señalando el banco a su costado.
-Ocupado para desconocidos -respondió sin verme.
-Permítame presentarme entonces -dije- Víctor Santos, desde ya servidor y admirador suyo.
Dirigió su mirada a mi persona sin responder a mi saludo, movió su cuerpo para permitirme el paso; tomé asiento y agradecí el gesto con una inclinación de cabeza.
-Old Fashioned -respondí a la pregunta del bar tender- ¿aceptaría la dama la invitación a un trago?
-Tengo uno -respondió sin verme.
-Dos serían mejor si la conversación se extiende.
-Para que se extienda primero tiene que haberla.
-Ya la hay -dije con mi mejor sonrisa.
Giró quedando frente a mi, su expresión mostraba desafío no así su mirada la cual lo hacía con extraño interés; tal vez sin entender quien osaba interrumpirla.
-¿Que le hace pensar que me interesa conversar con usted? -preguntó con seguridad.
-Bella dama, le suplicaría quite el “usted” a mi persona ya que quisiera hacer lo mismo con la suya; respondiendo a su pregunta no lo sé, pero puedo suponerlo considerando el lugar, el momento y que por fortuna no se percibe a nadie cerca que le acompañe.
-Supone “usted” mal -dijo acentuando la palabra- tal vez solo quiera estar sola.
-Puedo entenderlo, aunque le confieso que la soledad es mala consejera.
-¿Es un consejo entonces? -preguntó de forma irónica.
-Nadie es tan viejo para dar consejos, solo una sugerencia para tratar de iniciar una conversación.
-¿Que debería hacer para que me deje sola?
-Es claro que con solo pedírmelo no le molestaría mas, aunque esperaría también que me diera la oportunidad de compartir este trago; le prometería invitarla con otro después y dejarla sola si así lo quisiera.
-¿Su confianza es tal que supone quiera continuar después de terminar con este?
-Lo intentaría, que no le quepa duda; en realidad me encanta interactuar con las personas, principalmente con el género femenino.
No respondió, volvió a girar mientras tomaba de su vaso para, después, iniciar con un mudo llanto.
-Entre las pocas virtudes con las que cuento está la de saber escuchar -dije a baja voz- ¿le interesaría desahogar alguna pena?
-No le conozco -respondió limpiando su rostro- no podría confiarle lo que me pasa.
-Es importante, cierto; pero mucha gente confía sus penas a desconocidos solo por el hecho de serlo, puedo prometerle que sus secretos están a salvo.
Sonrió, giró nuevamente para quedar frente a mi.
-¿Cuál pensaría que es mi pena?
-Cierto es que no se puede llegar a conocer la mente de una dama pero, conociendo sus problemas comunes, podría apostar por un par, económico o sentimental; si me apresura, consideraría la segunda opción, con lo cual se abre un abanico de posibilidades donde las mas viables serían el despecho o la infidelidad.
-¡Caramba!, ¿acaso dije algo que me delatara? -dijo sorprendida.
-Es claro que no, pero me ha confirmado que no me encuentro errado.
-Es verdad -comentó mientras jugueteaba con su vaso- tememos el estigma de complicadas, pero todas sufrimos con los mismos problemas comunes.
-¿Sufre por amor? -pregunté.
-Sufro por desamor -respondió.
-¿El culpable de ello lo sabe?
-El culpable lo sabe, se arrepintió de lo que hizo, pero no le alcanzó para salvar la relación.
-¿Infidelidad? -pregunté aun conociendo la respuesta.
-Sí.
Volvió a tomar de su trago, recargó su cuerpo sobre la barra y volvió a llorar; lo hacía con una angustia que traspasaba el alma con solo escucharla. Respiró hondo, limpió sus lágrimas mientras comenzó su desahogo.
-¿Le han engañado alguna vez? -preguntó mientras su mirada se fijaba en la mía.
-Sí, no he salido exento en ese rubro.
-Entonces, ¿conoce lo difícil que es enterarse que su pareja haga con alguien mas lo que solo debía hacer con usted?
-Así es.
-¿Puede imaginarse entonces las consecuencias en un matrimonio con casi diez años de relación y dos hijos en este? -dijo esto último con amargura.
-Siento no poder hablar de relación matrimonial, pero puedo imaginarlo; mas que difícil habrá sido.
-Lo fue -asintió.
-¿Tuvieron el tiempo para hablarlo?, encontrar una solución; quizás -pregunté.
-Lo hablamos, al menos yo mas que él.
-¿Puedo suponer que no hubo un arreglo entonces?
-No lo hubo, ya no era posible; la falta fue muy grave.
-La infidelidad mas que destruir físicamente lo hace anímicamente, puedo dar fe en eso; mas, mucho mas cuando se ama a quien nos engaña de esa manera -mencioné- puedo imaginar lo que tuvo que haber sentido.
-Así es, lo amaba; aún lo amo. Nos conocimos en la escuela, al salir nos casamos porque ansiábamos estar juntos; pasamos días buenos y malos y después llegaron los chicos, todo marchaba bien, no era perfecto pero vivíamos felices. Él siempre fue atento y respetuoso, era mi esposo pero también mi amigo, cierto que con el tiempo la intimidad fue decayendo, pero no consideré que esto fuera el detonante… hasta que ocurrió.
-¿El hecho fue confesado o descubierto? -pregunté.
Inclinó su cabeza mientras sus lágrimas volvían a mojar su rostro.
-¿Cuál de los dos aplica cuando se llega a casa para encontrar que la pareja tiene relaciones en su propia cama con otra persona?
-Lo siento -dije tomando su mano- no debí tocar esa herida.
-Ya no importa, ya no estamos juntos.
-¿Decidieron separarse?
-Él lo decidió -dijo con tristeza.
-Si no encontraron una solución lo sano será dar vuelta a la página y continuar -dije tratando de confortarla- tómelo como una oportunidad para iniciar una nueva vida.
-Lo sé -respondió- lo que no sé es como hacerlo sin volver a equivocarme.
-No tendría porqué pensar en ello, no fue su culpa -dije.
Giró para verme mientras terminaba su trago.
-Gracias por la invitación -dijo con una sincera sonrisa- pero sobre todo por escuchar.
Bajó del banco tomando su bolso y abrigo, enfiló sus pasos a la salida mencionando un último comentario.
-Mi nombre es Karen Blanco -me dijo- y yo fui la infiel en la relación.