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Licenciada Paula
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A mis 19 años comencé a trabajar en una oficina, tengo compañeros y aún más importante, muchas compañeras, por lo que conseguir sexo no es complicado si sabes usar tus cartas.

A los 2 meses de trabajar aquí, conocí a una licenciada, Paula, una mujer de 45 años, blanca, usa brackets y un bastón por una discapacidad producto de una enfermedad en su juventud, es una mujer con rostro bello, pero lo que más resalta en ella son sus grandes pechos, los cuales siempre tapa pero son inevitables de ver. Ella es una mujer con hijos y separada, por lo que las fantasías de poder tenerla en mi cama y ser padrastro estaban muy presentes en las sesiones que le dedicaba.

Nuestra relación era profesional, con uno que otro toque casual donde mencionaba sus problemas por la separación y los hombres que la pretendían, a la vez que yo compartí mis anécdotas, etc. Por la diferencia de edad no me hacía ilusiones pero eso no me detenía a intentarlo, por lo que hice lo posible por no ser su mejor amigo al que cuenta sus problemas y es lindo, si no el hombre al que le comenta en problema y se lo resuelve.

Gracias a lo anterior dejó de notar los años que me llevaba, y empezó a tomarme más en serio.

Un día, en turno nocturno en la oficina, ella tenía un dolor de espalda muy fuerte, como comenté, por su enfermedad tenía dificultades para caminar y dolores de vez en cuando, por lo que ni corto ni perezoso, aproveché el momento para masajearla y, dicho sea de paso, poner mano por algunos lugares prohibidos. Hice mi mayor esfuerzo por contenerme de lo excitado que estaba al tocarla con tanta fuerza, ella gemía como resultado de los movimientos que hacía en su espalda, espalda baja, hombros y brazos

– Santos, que bien lo haces…

– Te lo parece? Solo hago lo que se me ocurre

– Sí! ¡Está delicioso! ¡Me tocas increíble!

Esas palabras hicieron que mi miembro se endureciera de tal manera que comencé a acercarme más a ella, no sé si sea casualidad, pero en el momento que me acerque, más, me comentó que se levantaría la blusa para permitirme sentir más si había algún nudo, lógicamente acepté y ella se levantó la blusa; y aunque estaba de espaldas a mí y sentada sus pechos son tan grandes que aun así podía ver su escote, me lo saboree en la mente y continue masajeando, mientras en luchaba internamente por no desabrochar su sostén blanco. Al terminar, se volteó "Olvidando" que su blusa estaba arriba y permitiéndome ver su escote más cerca que nunca. Instintivamente voltee a verlas, creo que me tarde viéndolas más de lo que pensé porque ella solo se reía:

– Jajaja Ups, olvidé que tenía la blusa arriba, lo bueno es que no me quité el brasier si no ya me hubieras visto todo

– Ojalá tuviera tanta suerte

– … Pues no me parece que tengas tan mala suerte (mientras bajaba muy lentamente su blusa para cubrirse)

Continuamos trabajando y a la mañana siguiente cuando nos íbamos a retirar, me comentó:

– Sabes, la verdad me serviría de mucho que dieras otro masaje, pero está vez quiero estar acostada.

– Está bien, cuando quieras

– Pues mi ex tiene a mi hija en su casa todo el fin, así que quisiera aprovechar que no me interrumpirá en este momento

– Yo encantado Paula, vamos

En el camino a su casa platicábamos de muchas cosas, al llegar, me pidió ayuda para subir las escaleras, así que pasó su mano sobre mis hombros y yo la tomé de la cintura muy fuerte, subimos a su habitación, encendió una vela, puso música en su SmartTV, puso seguro y me dijo:

– Me quiero relajar bien eh

– Está muy bien, no sé si tengas cremita para hacerte el masaje

– Está muy bien pero…

– Pero…

– La verdad es que me voy a quitar todo, y si tú quieres hacer lo mismo, por mi está bien

– Entiendo, quítate lo que quieras.

Procedió a sentarse en su cama, se quitó los zapatos que usaba, desabrochó su pantalón y se lo quitaba poco a poco, yo procedí a hacer lo mismo, sin quitar la vista de encima hacia ella… Continuó quitándose el brasier, pero sin quitarse la blusa, solo lo sacó, y lo aventó a un lado, mientras me miraba, yo me quite mi playera quedando en solo bóxer, ella se quitó su calzón, quedando a la mitad de sus piernas, así que me acerque a ayudarle, y lo tome, olía delicioso sin necesidad de acercarlo a mi nariz. El momento había llegado, tomo su blusa por ambos extremos con las manos cruzadas y comenzó a levantarla con una sonrisa en la cara, mientras yo solo estaba concentrado en lo que saldría… En ese momento dos enormes, jugosos y hermosos pechos rebotaron, saliendo a tomar aire y provocando que mi pene se endureciera aún más. Acto seguido, me quité el bóxer y amigo salió, totalmente despierto, 15 cm, nada que me avergüence, ella lo miro, y no se vio decepcionada, a lo que dijo:

– Creo que ya quedo claro qué clase de masaje me vas a hacer, ¿verdad?

– Sí, uno interno, usando esto (mientras me jalaba el pito en su dirección).

Continuará.

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