Todos los días coge el mismo autobús. Es joven, tiene 25 años. Siempre va vestida con la misma ropa. Chaqueta de chándal rosa, una chupa de cuero, falso, por supuesto, y unas mallas negras ajustadas que marcan sus curvas. Unas caderas estupendas y unas nalgas aún mejores que hacen que los hombres se vuelvan a su paso.
A la misma hora se sube a la misma línea de autobús. Como el horario es siempre el mismo, siempre coincide con el mismo conductor. Pasa la tarjeta del abono por el lector y continua su camino hacia la última fila, donde si hay asiento, le gusta sentarse.
Los primeros días, el conductor no le sonríe, ni siquiera la mira. Tienen que pasar dos semanas hasta que el conductor se quede mirando su culo.
Al día siguiente después de pasar la tarjeta, el conductor ya le sonríe y ella le devuelve la sonrisa. Parece que ande a cámara lenta hasta la ultima fila, mientras el conductor saca la cabeza del todo de la cabina y se queda contemplando sus caderas y su culo mientras se bambolean hasta que llega al asiento.
Se sienta y se acomoda el pantalón y deja su bolso sobre sus piernas mientras que el autobús arranca hasta su destino.
Se siente poderosa. Sabe que es muy guapa y que los hombres se giran al pasar para mirarla. Los tíos babean con cualquier cosa y con una mujer como ella mucho más.
El autobús llega a su destino. Siempre se baja en la última parada de la ruta. El conductor apaga el motor y se baja también del mismo. Se encuentra con su compañero de relevo. Se saludan justo cuando ella pasa junto a los dos que se quedan mirándola. El conductor vuelve a posar la vista en sus nalgas.
-¿Has visto que buena está? Le dice a su compañero.
-Está cañón. ¿Qué edad crees que tenga?
-Yo lo echo entre 22 y 25. No creo que tenga más.
-Su novio sí que debe pasárselo bien cuando se la folle.
-Qué envidia. Los hay con suerte.
Se quedan mirándola mientras se aleja. El primer conductor sabe que es afortunado porque siempre cogerá su autobús a la misma hora si no cambia de costumbres.
Su compañero se disculpa un momento. Tiene que hacer pis. Se mete en el aseo que tienen en la cabecera de la línea.
Cuando sale, sabe perfectamente que se ha hecho una paja pensando en la pasajera por el tiempo que ha tardado. Como son los jóvenes, piensa sonriendo para sus adentros.
Pasa una semana más, llega junio y empieza a subir la temperatura, por lo que decide llevar un escote en lugar de su chaqueta de chándal, que eso si, ahora lleva en su mano.
El conductor se la queda mirando y la saluda directamente.
-Qué guapa vas hoy.
-Gracias. Será la ropa.
El escote que llevas, piensa él.
Se le cae la tarjeta del abono y se agacha para cogerla, con lo que sus tetas se muestran más aún para el conductor. Nota como una erección empieza a crecer bajo su pantalón.
La mira de reojo mientras se dirige a la última fila como siempre. Se da cuenta de que se ha empalmado al máximo y que su polla da con el volante del autobús.
Le molesta para conducir y encima con el roce se está poniendo muy cachondo.
Otras jóvenes suben al autobús unas paradas después y espera que no se fijen en la tienda de campaña que lleva ahí.
Por fin llega al final del recorrido y para el motor. No se da cuenta de que la chica se acerca hasta él hasta que la tiene encima. Ya no quedan viajeros en el bus.
-Perdone, ¿podría indicarme que autobús debo coger para ir al museo de ciencias naturales?
-Sí, debes coger el numero 27 hasta el…
Se ha quedado mirando su paquete y ha visto el bulto en su pantalón.
-Veo que se alegra de verme. Le sonríe picarona.
-Es que ahora estoy separado y llevo mucho tiempo sin… Bueno, que vergüenza, no debería contarle eso.
-Si quiere podría ayudarle.
-¿Cómo?
-Ya sabe. Una mamada le vendría bien.
-¿Dónde?
-En el baño que tienen ahí mismo. Seguro que ya se la ha meneado ahí pensando en mí. Dice riendo picarona.
El conductor coge su chaqueta y sale de la cabina. Se baja del bus y la lleva a ella dentro del baño. Es pequeño, pero está limpio y para lo que van a tardar, es suficiente.
Se sienta en la taza después de haberse bajado los pantalones y los calzoncillos.
-Si me pillan con usted me despedirán.
-Tranquilo. No le diré nada a nadie. Esto quedará entre usted y yo.
Se agacha y comienza a mamársela. Sabe hacerlo bastante bien. Recuerda cuando su mujer se las hacía.
No lleva ni dos minutos, cuando la avisa.
-Me corro, aaaah, me corro.
La chica se la saca de la boca y termina con una paja. Se corre como loco. Varios chorros saltan a sus muslos. No le manchan el pantalón del uniforme por poco.
Ya recuperado del orgasmo, se limpia, le da las gracias y mira antes de que la chica salga para que no haya ningún compañero por allí.
Se despiden hasta el día siguiente.
Pasa un mes y los modelitos de la chica van acortándose. Le gusta jugar con su cuerpo mientras anda por el bus. Ya no solo la mira el conductor, sino varios pasajeros también, todos hombres.
Un día se sienta junto a ella en la última fila un chico joven, más o menos de su edad. Se queda mirando sus muslos. Ahora lleva un pantalón corto.
Ella cruza las piernas marcándolos aún más. El chico no sabe dónde meterse.
-¿Te gusta lo que ves? le pregunta ella.
-Ya te digo.
-Tenemos tiempo para una paja, le dice en voz baja acercándose a su oído.
Coge la chaqueta que sigue llevando en la mano pese al calor y la pone sobre su pantalón.
El chico ya está cachondo, esta erecto y ella lo sabe. No necesitaba nada para saberlo. Sabe el efecto que produce en los hombres.
Mete la mano bajo el pantalón y encuentra la polla lista para recibir su mano.
Sube y baja, sube y baja. El chico intenta disimular el placer mordiéndose el labio. Echa la cabeza para atrás mientras ella sigue con la paja.
Cuando le nota excitado al máximo sube y baja acelerando el ritmo.
-Me corro, me corro, y estamos a punto de llegar al final del recorrido, le dice.
-Tranquilo, córrete a gusto, córrete a gusto.
Nota cómo eyacula en su mano poniendo perdido el calzoncillo. Sigue moviendo la mano hasta que lo suelta todo.
La saca con cuidado. Se mira la mano manchada de leche. Se lleva algo de semen a la boca y lo chupa mientras sonríe.
Le pasa unos clínex para que se limpie mientras ella hace lo propio con su mano.
El chico se levanta, se arregla cómo puede el pantalón, mientras los pasajeros han terminado de salir del autobús.
Hay dos abajo esperándola a que baje.
-Oye putita, ¿podrías hacerme algo así a mi también? le dice uno de ellos.
-Y a mi. A mi quiero que me la mames. Le dice el de al lado.
-Cuando queráis os hago lo mismo a vosotros. Y diciendo esto se marcha.
El conductor se queda mirando sus muslos y sonríe a los otros dos tíos, mientras ella desaparece calle arriba.
-Mañana vamos a darle lo que merece. Una buena follada de los tres. ¿Qué os parece?
-Yo estoy de acuerdo.
-Yo también, contesta el otro. Me apetece pegarle un buen polvazo a esa calienta braguetas.
Al día siguiente vuelve a coger el bus a la misma hora. Hace el mismo recorrido. Pero antes de llegar al final, los dos hombres se acercan a ella y le dan conversación. La entretienen mientras todos los viajeros se marchan del bus. Ella no se ha dado cuenta todavía de que el conductor no ha parado el motor y que cierra las puertas.
Arranca de nuevo y le hace una seña a su relevo para que coja el siguiente.
Los hombres siguen hablando con la chica. El autobús se está alejando del centro de la ciudad.
-¿Adónde vamos? Pregunta ella al ver que el bus ha vuelto a arrancar y se aleja.
-Vamos a dar un pequeño paseo. Le responde uno de los hombres.
-¿Vais a violarme?
-Qué va. Contesta el otro. Solo vamos a darte lo que necesitas.
Ella sonríe mientras el conductor la mira por el retrovisor.
Después de una media hora llegan a un descampado. El conductor había tenido la precaución de desconectar el GPS y comunicar que se encontraba indispuesto.
Para el motor y se dirige hacia el fondo del autobús.
-Ahora putita, desnúdate para nosotros.
-¿Tan rápido? ¿No preferís algo antes?
-¿En qué habías pensado? le pregunta el conductor.
-Os puedo hacer una paja o una mamada mientras alguno de vosotros mira. No podré con los tres a la vez.
-Está bien. Empieza por estos dos, le dijo el conductor.
Se agachó frente a ellos que ya estaban desnudos de cintura para abajo. Agarró una polla con la mano y al otro empezó a mamársela.
-Ugh, que gusto, sigue así putita.
-Ahora quiero que la mames a mi también, le dijo el otro.
-Espega, dijo con la polla en la boca. Sigo un poco más con este y te la mamo a ti.
El conductor se acercó a ella y le bajó la blusa y le sacó las tetas. Comenzó a sobárselas.
-Tranquilo que también habrá para ti.
Ella seguía con la mamada al segundo y con la paja con el primero.
-Sigue guarra, me corro, me corro.
Unos meneos más y sé corrió con fuerza.
-Aaaaah, me corro, que gustoooo.
Siguió meneándosela hasta que lo soltó todo.
-Ahora acaba conmigo. Le dijo el otro.
Incrementó el ritmo de la mamada.
-Aaah, aaah, ya estoy, ya estoy. Me corrooo.
Descargó en su boca toda la leche que llevaba.
Después de relajarse la chica limpió su polla. Se había tragado toda su leche.
-Ahora tendrás que darme a mi tu coño. Le dijo el conductor.
Ella asintió y se bajó el pantalón y el tanga.
Él también se desnudó de cintura para abajo.
-Apóyate contra el asiento. Así, así está bien.
Se agachó frente a ella y abriéndole las piernas, le comió bien el coño. Quería devolverle el favor por la mamada que le había hecho aquella vez.
Cuando ya estaba húmeda, se dispuso a penetrarla.
-Ay, lo siento, se cachondeó. No llevo condones encima.
-No pasa nada machote. Tomo la píldora.
Agarró su polla y la condujo hasta la entrada de su vagina. Se la metió despacio, pero firmemente.
Se quedó quieto un momento.
-¿Qué pasa machote?
-Tranquila. Quiero saborearte. Hace mucho que no follo.
-Ya me lo dijiste. Vamos.
Empezó a entrar y salir de ella. Follar es como montar en bicicleta. Aunque haga tiempo que no lo haces, nunca se olvida.
-Ah, ah, ah, joder que gusto, joder que gusto. Ya me había olvidado de lo que me gustaba follar. Que gusto por dios, no voy a durar mucho.
-Tú sigue machote, sigue dándome.
-Sí, sí, sí.
Uno de los hombres se había incorporado y estaba grabando con su móvil el polvo.
Su culo gordo subía y bajaba mientras terminaba de follársela.
-Ah, ah, ah, ahora si, ahora me voy. Me voyyy.
Terminó de bombear y de correrse dentro de ella.
Sacó su polla algo flácida ya, mientras el otro seguía grabando.
-Ahora necesito más pollas. Dijo ella tumbada abierta de piernas. Espero que os hayáis recuperado ya. Estoy muy caliente y necesito tener un orgasmo.
-¿No te has corrido? le preguntó el conductor.
-No. Pero no pasa nada. Tu tranquilo. Llevabas mucho tiempo sin follar y tenías muchas ganas de descargar. Espero que vosotros folléis a menudo, ¿no?
-Pues si, dijo el del móvil.
El conductor se fue desnudo de cintura para abajo hasta la cabina. Volvió con un cojín para la chica. No quería que se hiciera daño en la espalda contra los asientos si iba a seguir medio tumbada así.
-Por cierto, ¿estamos solos? ¿nadie puede vernos aquí? preguntó ella.
-Tranquila cariño, dijo pasándole el cojín. Aquí no viene nadie. Ni siquiera vagabundos.
El del móvil le pasó al otro el teléfono y se acercó a ella que volvió a comerle la polla. No se le puso muy dura, acababa de correrse ya sabéis, pero fue suficiente para que pudiera penetrarla.
-Ugh, ya estoy, ya estoy. ¿Te gusta? ¿Te gusta cómo te follo?
-Siiii, cabrón, no hables, no te pares, sígueme dando, sígueme dando, síguemeee.
El tío aceleró el bombeo y en un par de minutos estaba corriéndose.
-Ah, ah, ah, tu si sabes como follarme, ah, ah, me corrooo.
-Y yo guarra. Aaaah.
Después de recuperar la respiración se salió de ella. Gotas de semen manchaban el suelo del autobús.
-Ahora te toca a ti.
El tercero ya estaba empalmado y la penetró sin más.
El conductor los miraba mientras lo hacían, cuando la chica le dijo.
-¿Te da envidia que estos dos me follen tan bien y me hagan correrme?
-Antes dijiste que no pasaba nada.
-Te lo dije para que no te sintieras mal. Dijo jadeando. Ellos me follan mejor, ah, ah, ah.
Se quedó mirándola con rabia. Esta excitado de nuevo.
Al poco el tío que se la follaba la giró y la puso a cuatro patas. Entonces se le encendió una bombilla.
Se acercó a ellos y los puso en el suelo. Mojó un dedo y le abrió el culo y le metió el dedo por el.
-Aaaah.
-Ahora verás guarra si te gusta o no.
Le metió la polla por el culo mientras el otro seguía haciéndolo.
-Ah, ah, que culo más estrecho tienes zorra. Aaaah, aaaah.
-Tío córrete ya. No me dejas follar bien, le dijo el otro.
-Me correré cuando quiera, idiota.
Siguieron un poco más los dos y unos minutos después, el que estaba follándosela por el coño se corrió.
Sacó su polla y el conductor todavía seguía dentro de ella.
-Córrete ya cabrón, me duele el culo.
-Ahora, ahora, ahora. Ahora tendrás mi leche.
-Dámela ya. Mi culo.
-Toma, toma, dijo corriéndose. Toda mi leche para tu culo.
Siguió un poco más y ya descargó todo.
-Ahora vístete zorra.
Ella le sonrió.
-¿No vas a ayudarme a levantarme?
-Claro. Anda, levántate.
Se vistieron y los tres miraron el video que habían grabado. Ella estaba apartada de ellos mientras también se vestía.
-La próxima vez queremos volver a verte. Si no quieres que subamos el video a las redes, tendrás que estar disponible para nosotros.
Ella les miró y les devolvió una sonrisa, pero no dijo nada.
-¿Podéis pedirme un taxi o me lleváis al centro?
-Te llevaré en el bus.
Volvieron los 4, aunque los dos hombres se bajaron por separado y la chica después.
¿Volverían a verse?
De vosotros depende. Si quieres que continúe el relato y queréis comentar, escribidme a: