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Le enseñé mi cuerpo mientras mi novio dormía
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Hoy es una ocasión especial. Es la celebración de aniversario. La esposa se encuentra muy bella y viste algo lindo y excitante. En esta ocasión luce un “babydoll” transparente donde se pueden apreciar unos firmes pezones de unos senos pequeños que contrastan con una cadera y con nalgas impresionantes. Celebran años de aniversario y en una pequeña tradición de la pareja ella le cuenta alguna aventura sobre su pasado sexual que a él le excita de sobremanera. La mayor de las veces se trata sobre la historia de los muchos fajes que tuvo siendo una adolescente o alguno de los encuentros sexuales que tuvo.

La historia que te voy a contar es sobre mi primer novio. Él era muy alegre y fiestero. Le gustaba andar en los bailes y con los amigos, era muy divertido, pero era un problema cuando tomaba porque era otro, se volvía celoso, pleitista exhibicionista e inseguro. Lo peor es que los amigos que frecuentaba eran muy perros conmigo y eso generaba conflictos. Esperaban el momento en que estuviera descuidado o tomado para acariciarme la mano, tocarme la cintura o la pierna siempre se me insinuaban, yo era muy joven, apenas 18 años.

Un día nos fuimos de fiesta, como de costumbre, pero se peleó con sus amigos del auto y los separó un tercero. Ya estaban muy borrachos. Se orinaron en la calle. Les vi la verga a ambos, pero no les importaba nada. Sin auto ni dinero ni fiesta y él también enojado conmigo.

Cerca del metro había un motel y ahí fuimos a dar los tres. Era ya una situación incómoda. El pleito con los otros amigos había iniciado porque estaba celoso y sentía que me veían con morbo. Lo que era cierto, pero sólo había visto eso. No vio nada de cuando me agarraban la mano, la cintura o la pierna por debajo de la mesa. Me reclamaba que vistiera tan provocativa, que me viera tan buenota, porque hacía que me faltaran al respeto, pero a él le gustaba llevarme para presumir, que me vieran sus amigos y sus mujeres que era muy joven y con las nalgas paradas, que me hubiera agarrado virgen.

En el cuarto inició una discusión y me insultó, me acusaba de puta, de perra, que me encantaba pararles la verga para luego pedir que me fueran a coger. Sus insultos me enojaron mucho, pero me di cuenta que me excitaba escuchar palabras así, de esas sucias, me sentía mojada. Lo jalé al baño para tratar de calmarlo.

Él quería coger en el baño, pero yo no quería. Me pidió que se lo chupara y lo hice un poco para calmarlo. Lo convencí de que nos acostáramos a dormir. Con su amigo ahí, iba a ser difícil coger, pero a él parecía no importarle, es más, creo que le gustaba que lo vieran coger conmigo porque ya en otras ocasiones lo habíamos hecho en un auto en movimiento, en el asiento trasero mientras su amigo y su novia iban adelante y en otra ocasión en un cuartito dividido por una cortina, en donde yo veía que se asomaban, entre risas, para vernos.

Lo obvio era que su amigo se fuera al piso a dormir sobre la alfombra, pero él le dijo que los tres cabíamos. De verdad, ahora que lo pienso, en serio que él buscaba eso para luego encabronarse conmigo. Le gustaban los celos y el exhibicionismo. Él se acostó en medio. Traté de dormir, pero ya me imaginaba una noche de ronquidos con aliento alcohólico o peor aún, que se vomitaran los dos.

Una media hora después sentí su mano en mi panochita. Metió un dedo y yo ya de por sí estaba mojada y con la situación y estimulación sentí las ganas. Quería coger, pero no quería más problemas. Mi clítoris estaba hinchado y suave. Me saco una teta y la empezó a chupar.

Su amigo fingía dormir, lo sé porque lo podía ver por medio del espejo que había en el techo. Le gustaba mirarme, pero no era como sus otros amigos. Mi novio se lo fue sacando, quería meterlo. Me obligó a tocarlo y a “chaquetearle” la verga, podía ver como su amigo también se tocaba. Sí me gustaba la sensación, pero me incomodaba la situación. Lo raro era que mi cuerpo respondía al placer a pesar de mi enojo y de la incomodidad, sentía placer en que me sintiera forzada y obligada a jalársela.

Me abrió las piernas con brusquedad y me la metió como le gustaba hacerlo, fuerte, sin cuidado, no era muy bueno en la cuestión erótica ni en los jugueteos. Él pensaba que yo debía ser “decente”, pero le gustaba que lo admiraran como me cogía y a la vez se sentía inseguro cuando me “perreaban”.

Su amigo veía como me lo hacía: “¿quieres que me voltee?” Le respondí con un: “como quieras”. Siempre he sido pasiva, me desespera que pregunten cosas, que pidan permiso para besarme, agarrarme un teta, meterme la verga en la boca, cogerme o chuparme el hoyito. Me desespera incluso que me pregunten ese tipo de cosas: “¿quieres que me voltee?”: Un verdadero hombre no pregunta ni duda, sólo actúa.

Claro que espero que sean dominantes, que cojan rico, que sepan complacer y dar placer y que en lo personal, ante los demás, me traten bien, como una puta decente. Mi novio era dominante, pero bruto, a pesar de eso me gustaba que fuera sexoso, exhibicionista y me colocara en situaciones en donde me exhibía, pero me conservaba cuidada, quizá en exceso, aun así la situación me ponía de malas. Así estaba, en una cama con dos hombres, uno me cogía y el otro me veía, estaba excitada y enojada, así estaba yo.

Cuando mi novio terminaba se quedaba dormido, eso más que había bebido lo hicieron dormir y roncar. Esa señal la entendió bien su amigo, se paró y caminó hacia el baño, desde ahí me hizo señas, quería que fuera a donde él estaba. Yo me negué. Sacó su celular y me mandó un mensaje.

-No te asustes, sólo quiero que me enseñes tu cuerpo, me dejaste muy caliente con lo que vi y escuché. Él es mi amigo y no te haría daño. Sólo enséñame tu cuerpo y yo me encargo del resto.

Lo que ví es que se empezó a bajar los pantalones. Se quitó la trusa y saltó una verga grande y gorda. No quería verla pero no podía quitar mi vista de ella. Me miraba con mucho deseo. Se le notaba en la mirada y en como se jalaba su vergota. Me hizo la seña de que me abriera la blusa, que le enseñara mi trasero. Los ronquidos eran profundos y con ritmo. Mi novio no iba a despertar. Me abrí la blusa, me toqué una teta y pelizqué mi pezón.

Nos veíamos a los ojos, después deslicé una pierna hacia afuera de la cama y luego la otra. Me coloque en cuclillas mirando el rostro de mi novio que seguía roncando. Le paré las nalgas. Se escuchaba ese sonido de chocar contra el cuerpo cuando se la chaqueteaba y así entonces empecé a frotar mi hoyito y mi clítoris mientras seguía observando el rostro de mi novio y a veces volteaba a ver como se jalaba su vergota. Me gustaba su excitación, su cara llena de deseo, ese sonido a la hora de jalársela.

Me dio miedo que despertara mi novio y me coloqué de lado para que si despertara simplemente me tapara. Así de lado él podía ver mi cuerpo, mis tetas y el cómo me tocaba mi hoyito. No pasó mucho tiempo y se vino. El semen cayó en la entrada del baño. Se subió el pantalón, tomó papel y limpio lo que cayó y cerró la puerta. Después me llegó un mensaje de: “¡Gracias!” Y después de que lo leí borró toda la conversación. Yo aproveché para seguirme tocando porque estaba muy excitada y me vine. Eso me recordó otra situación, donde años después fue a mí a quien le tocó ver a otra pareja coger, luego te contaré.

Ya después me negué a seguir saliendo con sus amigos y pasaron otras cosas, por un tiempo dejé de frecuentarlos. Me gustó la situación el que me viera obligada a coger con mi novio con alguien viéndonos, el acoso suave de su amigo y verle su vergota mientras nos tocábamos. No, no sé si volvería a hacer algo así de loco, pero lo que sí es que me gustó la experiencia. Sí, ya sé qué es lo que quieres ahora. Me acostaré en la cama y me pondré como lo hice con él, me tocaré y pararé mis nalgas mientras tú te tocas tu verga gorda y ancha.

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Deukirne
Deukirne
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