Fuimos a la casa de mis tíos que viven en la ciudad de Cuernavaca el fin de semana antes de que se diera la cuarentena. Ahí tengo un primo que tiene 25 años de edad y siempre me ha querido mucho.
Antes de ir hablamos por mensajes y me dijo que quería presentarme a unos amigos de él, que me arreglara bonito.
Me puse una blusa delgada y un suéter, unos shorts de mezclilla, unas mallas opacas, mis tenis y unas calcetas blancas; no es por nada pero creo que me veía muy bonita. Soy delgada pero mis piernas tienen una forma muy bonita gracias al ejercicio que realizo a diario.
Cuando llegamos a la casa de mis tíos mi primo no estaba, había salido a comprar. Después de treinta minutos llegó con un amigo. En cuanto llegó me vio y se abalanzó hacia mí. Me saludó muy amable y cariñoso. Me presentó a su amigo y después nos fuimos un rato al jardín.
Después de la comida nos fuimos los tres a escuchar música a su cuarto y desde ahí me di cuenta que su amigo no apartaba la mirada de mis piernas, creo que le gustaron mucho. Ya estando en el cuarto de mi primo me recosté en la cama mientras mandaba algunos mensajes a algunas amigas, mientras ellos veían videos y no dejaban de admirar mis piernas. Cuando me di cuenta de eso intencionalmente me recosté boca abajo y subía y bajaba constantemente mis piernas, después me incorporaba y cruzaba las piernas, sé que les gustaba porque no dejaban de verme.
Llego el momento en que mi primo se acercó a mí y mientras platicábamos comenzó a rozarme con sus manos mis piernas. Me gustó y de forma intencionada más me acercaba a él. Hubo un momento en que, mientras él estaba sentado junto a mí, puse una de mis piernas encima de la suya y con eso bastó para que no dejaba de acariciarme no solo una, sino ambas piernas.
Su amigo no aguanto y me dijo, oye, se ve que haces mucho ejercicio verdad? Le dije algo. Acercó su mano a mi muslo y me dijo, se ve y se siente.
No inventes, estaba en medio de dos muchachos y ambos me estaban acariciando las piernas, el problema es que eso me gustaba y sin querer, me moje. Nadie se quería mover de ahí, especialmente yo, pero de repente me hablaron mis padres para decirme que era hora de regresar a casa.
Cuando me despedí de ellos, se despidieron muy bien, con un beso muy cerca de los labios y mi primo me dio una nalgada, como forma de cariño.
Cuando llegué a casa me fui a mi cuarto, saque mi consolador, le puse un condón y me di satisfacción yo solita, pero sin quitarme las mallas, solo para recordar lo sucedido.