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Las enfermeritas querendonas (5)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Lunes 12.30 am llegando al aeropuerto con tiempo para tomarme un café antes de arrancar la jornada y me estaba esperando mi jefe.

– Beto, veni a mi oficina y charlamos un momento.

– Sí jefe, ya voy.

– Beto, ¿qué pasó el otro día?

– De que me hablas?

– Del viernes.

– Nada en particular, hubo algún inconveniente señor?

Estaba sudando más que testigo falso, ahora vienen los de aeroportuaria y me llevan preso, pierdo el laburo y termino en el penal.

– No, te preguntaba porque hiciste doble turno.

– Aaaa, es que el gordo tenía unos mandados que hacer, me pidió si lo cubría y después él me cubría el sábado de noche.

– Fue por eso?

– Si.

– Como viste el operativo de los 2 porteños que traían guita?

– No es la primera vez que lo veo jefe, fue como siempre, estaban marcados de antemano, los trancaron los muchachos y se los llevó seguridad. Dicen que traían una buena suma para blanquear.

– Dicen si, pero que no eran los únicos.

– Venían mas de 2 de la misma banda?

– No, los de esa banda eran 2, pero olvidate esto es otro cuento, andá a tu lugar que te hace la hora y si no van a chillar tus compañeros y a decir que tengo preferencia por vos.

El jefe había sido un respaldo muy importante para mí, entré a trabajar en Migraciones con 18 años y a los 19 había una vacante en el aeropuerto y quedé seleccionado. A los 2 meses de estar ahí fue que mis padres fallecieron en un accidente de tránsito y él me ayudó y aconsejó mucho desde ese momento.

Me fui a mi lugar, estuve todo el turno chequeando documentos sin mayores novedades que una vieja que venía de Brasil y quería entrar con el documento que no estaba en buenas condiciones, por suerte también tenía el pasaporte, así que no hubo problema, pero en la cabeza me quedó dando vueltas lo que dijo el jefe "no eran los únicos". Se debería referir al Dr. Mazzone.

De alguna manera tenía que hacer llegar el mensaje, pero no podía precipitarme, por si me habían tirado verde para recoger maduro.

A la hora de descanso, me voy a tomar un café (en este horario no da ni para almorzar ni para cenar), pero era el que me permitía salir los fines de semana y que entraba a las 13 y salía a las 21. Llegué al café y vi que tenía un mensaje de un número que no tenía guardado.

Beto, soy Juan del boliche, en el gimnasio escuché que hablaban de un flaco y por las señas sos vos, no sé si te mandaste una cagada con la petiza, pero estás en boca del gordo y otro loco más que cuidan a Mazzone.

Ya me veía muerto de nuevo. Desde que ando (de verdad ¿ando?) con la petisa estoy más perseguido que el ratón jerry. Y bueno (pensé para mis adentros), que sea lo que tenga que ser.

Contesté el mensaje con un "Gracias Juan, no creo haberme mandado ninguna como para que me arruinen", nos vemos el viernes.

Terminé mi jornada y me fui a casa, cuando iba en el auto, me llega una llamada de Vivi.

V: Hola bombón como estás? ya saliste de trabajar?

B: hola hermosa! acabo de salir, vos?

V: Yo entro en un par de horas al hospital, no queres pasar a darme un besito y me llevas al trabajo?

B: Yendo no, llegando!

Era Lunes y ya iba a gastar las pocas energías que había recuperado, pero por suerte había límite de tiempo.

Enfilé hacia la casa de Vivi, toqué timbre, se abrió la puerta, entré y era el gordo que me estaba esperando atrás de la puerta.

– Pará que no hice nada gordo! Fue lo primero que se me vino a la cabeza.

– No te voy a lastimar flaco, subí que te están esperando.

Arriba estaban Vivi y el Dr. Mazzone.

Dr.: Nene, te apretaron hoy? disparó sin siquiera saludar.

B: Tiraron verde para recoger maduro Dr.

Dr.: y que te dijeron

B: Me preguntaron por qué había hecho doble turno y después tiraron como si nada que los que agarraron no eran los únicos, pero me hice el boludo, cosa que no se me dificulta.

Dr.: Ibas a avisar?

B: Adentro del aeropuerto mejor no tirarse ni un pedo, porque se sabe y escucha todo Dr. Ahora que Vivi me llamó iba a decirle cuando llegara, pero no por teléfono.

Dr.: Tenias razón hija, no es pelotudo el nene. Gracias Nene, mañana andá temprano por casa y charlamos. Y vos nena, no te entretengas mucho que tenes que ir a laburar.

El Dr. se fue y creo que antes de que cerrara la puerta de abajo, Vivi estaba de rodillas chupándomela.

V: Dale amor, que no tenemos demasiado tiempo. decía mientras me chupaba los huevos y me pajeaba.

Era imposible resistirse a esa máquina de coger.

Al toque la tenía contra la pared, culito en pompa pidiendo que le hiciera el chiquito mientras le daba como una máquina de coser por la concha y aplaudía mi pelvis contra esas nalgas.

Estaba bien mojadita y resbalaba mi verga entrando y saliendo.

V: Vamos al cuarto

B: No, ponete en cuatro que te voy a coger en el mismo sofá en el que estaba sentado tu viejo.

Se puso en 4, fui a chuparle el culo que de nuevo me tiraba besitos pidiendo atención y se le fui metiendo, hasta que hice tope.

V: Dame verga mi vida! Cogeme bien cogido el culo!

A las órdenes mi generala, agarré bien esas nalgotas, se las abría como para meterla más adentro, dejé caer mas saliva como lubricante y me afirmé con alma y vida.

Esa cola apretaba riquísimo y ella gemía pidiendo más y más yo estaba para dar todo en ese rato.

Me hace sentarme en el sofá y ella se me sube arriba y cabalgaba cambiando de la cola a la vagina, frente fondo, frente fondo yo estaba perdiendo el control y mandaba mi pija, la levanté a horcajadas y empecé a darle como si fuera la última vez, ella gritaba y yo también, nos decíamos cosas, sudábamos, nos besábamos, ella me mordía las orejas y me gemía, esto era a toda máquina, pero el tiempo corría en nuestra contra.

La petisa se puso de rodillas y empezó a chuparla como si no hubiera mañana y cuando estaba por llegar se la saca de la boca, diciéndome "Dame la lechita en el pechito bebé, bañame las tetas, dale damela" mientras me masturbaba.

Me dejé ir y largué la acabada en sus tetas, ella se refregaba la pija en los pezones y se desparramaba la leche en las tetas.

Me la chupó un ratito hasta dejarla bien limpia y como una niña que hizo una travesura, se fue corriendo al baño a darse una ducha.

Quedé tirado en el sofá con la cabeza hecha un relajo, entre lo bien que me cogía la petisa, el laburo, el viejo que quería hablar conmigo, no sabía que estaba pasando.

Me vestí, vino Vivi, la llevé al hospital y cuando se estaba bajando, venía Cata, la colorada que salía de su turno.

Vino a saludar y me pidió si la llevaba a la casa, ya que quedaba de camino.

Subió al auto y a las 2 cuadras me estaba manoteando la pija.

– Uy Cata, no seas peleadora, Vivi me acaba de dejar seco.

– Vos dejame a mi a cargo, que van a ver lo lindo que lo pasas.

Ya era de noche y mientras manejaba la colorada empezó a chupármela, con una cadencia ni rápida ni lenta, con muy buena presión y sin sacársela de la boca.

La muy perra me quería sacar la leche con la boca, y yo estaba dispuesto a eso, aunque si me dejaba metérsela un ratito en esa conchita apretadita, no me iba a quejar.

Estaba llegando a su casa y me dice si no quería subir un ratito. Soy tán fácil.

En el ascensor ya le había bajado el pantalón del uniforme y le estaba metiendo los dedos.

Llegamos, nos bajamos del ascensor, entramos a su casa y fuimos directo a su cuarto.

En la cama ya desnudos volvió a chupármela, le pedí para ponernos en 69 ya que no quería ser egoísta y me prendí de esa conchita divina.

C: Estoy muy caliente, quiero que me cojas y acabar

B: Vení, subite y cogeme, que tu amiga me dejó muerto.

La colorada se trepó, fue clavándosela y yo sentía centímetro a centímetro como iba entrando en esa cuevita ajustada, empezó a moverse y en 5 minutos estaba llegando al clímax a los gritos, ella solita, yo casi no me moví. Le pedí para terminar en ese culito divino y me dijo que no, ue lo tenía dolorido porque el director de CTI que tiene un antebrazo entre las piernas se lo había dejado medio lastimado. "muy pijudo pero coge muy mal el veterano".

Volvió a chupármela hasta que acabé y se la tomó todita.

Me vestí y me fui a mi casa.

Pensaba llegar a cenar a las 21.30, pero llegué cerca de la 01.00 y estaba muerto de cansancio.

Si no me mata el doctor, me van a matar las enfermeritas, dije mientras caía rendido en mi cama sin cenar.

A las 10 tenía que estar con el Dr. Mazzone.

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