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Las aventuras de Juan Cruz
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Era una tarde pesada y calurosa en el gimnasio, Juan Cruz llevaba una hora entrenando sus brazos y piernas, alternaba el levantamiento de pesas con ejercicios aeróbicos saltando la cuerda, tres veces a la semana repetía esa rutina, gracias a la cual había logrado tener un cuerpo marcado y tonificado que cultivaba con esmero y disciplina. Esa misma tarde, Lucy, una de las chicas que también entrenaba los mismos días se acercó a Juan Cruz para comentarle acerca de su nuevo emprendimiento de venta de ropa deportiva para ambos géneros.

Hacía tiempo que Lucy observaba a Juan Cruz, le gustaba ver cómo el joven entrenaba y prestaba atención a cada uno de sus movimientos. Sin embargo, siempre había mantenido un perfil bajo, apenas habían tenido unos pocos intercambios, ya sea para ocupar una máquina o preguntar sobre alguna técnica en particular. Lucy veía que Juan Cruz tenía buen criterio para elegir la ropa adecuada para la práctica, ya sea en tanto al diseño como a la combinación de colores.

-Hola, cómo estás? Le dice Lucy

-Muy bien, y vos? Replicó Juan Cruz

-Bien también, te quería comentar que desde hace dos semanas me dedico a la venta de ropa deportiva, tanto para hombres como para mujeres.

-¿Ah sí? Qué bueno? Y qué cosas tenés?

-Variado, buzos, camperas, remeras de algodón, shorts, medias, y también suspensores y boxers.

A Juan Cruz le gustaba ver ropa deportiva y de hecho tenía un amplio surtido de prendas para entrenamiento. Un breve paso por la práctica del Kick boxing fue la ocasión para proveerse de shorts y calzas de entrenamiento. Su debilidad eran las remeras negras con diseños anaranjados o verdes, de lycra o algodón.

-Qué bueno, -dijo Juan Cruz, mostrando interés.

-Te puedo traer un catálogo, -replico Lucy, -o bien, si querés después del gym podés pasar por casa y ves directamente lo que tengo en stock.

-Estaría genial, -respondió entusiasmado Juan Cruz. – y tenés talles como para mí?

-Sí, claro, dijo Lucy. Tenés medidas bastante estándar, tanto en estatura como en complexión.

-Genial, replicó Juan Cruz.

Después de unos cuantos ejercicios más, Juan Cruz y Lucy dejaron el gym, el joven decidió acompañarla y observar directamente que prendas podía llegar a comprar.

Lucy vivía a cinco cuadras del gimnasio, por lo que en unos minutos ya estaban en el lugar.

-Este es mi departamento -dijo Lucy. Hace un año que vivo acá, me vine del interior para estudiar y alquilé primero con una amiga, Carla, pero después se enganchó con un pibe y se fueron a vivir juntos. Así que quedé sola, por eso comencé con este emprendimiento porque si no, se hace difícil costear todos los gastos. La verdad que me está yendo bien, logré vender mucho a mis compañeros de oficina, -señaló Lucy.

-Qué bueno, me alegro que te esté yendo bien. –señaló Juan Cruz, un poco nervioso al encontrarse solo con Lucy en su dpto.

-Querés un poco de jugo, -dijo Lucy. – bueno, dale, la verdad que uno termina de entrenar y es necesario hidratarse, hoy no tomé mucha agua. Así que te agradezco.

Lucy fue a la cocina y volvió con un vaso grande de jugo. Juan Cruz le agradeció y se sentó en el sofá. Mientras tanto, Lucy fue a buscar los paquetes donde tenía organizadas por categorías las prendas para la venta.

-Mirá, acá tengo remeras, estas son de lycra, pero son muy buenas, están un poco más baratas que las de algodón, aunque las de algodón son siempre ideales para absorber la transpiración.

-También tengo estos shorts, mirá y decime cuáles te gustan, si querés los podés probar.

-Ah genial, respondió Juan Cruz, ¿dónde puedo probármelos?

-Acá en la pieza – ah bien, me voy a medir estos dos shorts y estas dos remeras.

Juan Cruz entró en el dormitorio, era pequeño, con una cama de dos plazas, bien ordenado y limpio con un espejo grande en la pared que reflejaba el cuerpo entero, ideal para probarse ropa.

Paso seguido, se quitó la remera que traía del gym y se probó las que había seleccionado, una de ellas, de color negro y detalles naranjas le gustó mucho y le quedaba perfecta en cuanto al talle.

-Separame esta, -dijo Juan Cruz. – Te queda pintada, -le dice Lucy que observaba con mucha atención, sentada en la cama, como el joven atleta se probaba las remeras. ´

Lucy empezó a sentir un poco de adrenalina ante la situación, ya que no tenía todavía mucha confianza con Juan Cruz, pero habían pegado onda, se sentía cómoda, aunque un poco nerviosa, aunque sus labios dibujaban una leve sonrisita de complicidad.

-Si querés probate también los shorts, -le dijo Lucy, a lo que Juan Cruz asintió, ya que era mejor estar seguro de que la ropa le quedaba bien antes de definir la compra.

Un poco tímido pero seguro, Juan Cruz se quitó el buzo de gimnasia que traía puesto y quedó en bóxer, usaba los ajustados blancos de Calvin Klein, lo cual hacía que se le marcara el bulto. Sin dejar de sonreír y con cierta timidez, Lucy empezó a sentir fascinación por el cuerpo de juan Cruz, verlo ahora solo con un bóxer ajustado mientras se probaba un short, la hizo sentir un poco excitada por la situación. Ella permanecía sentada en la cama a un metro de distancia de Juan Cruz, lo que le permitía observar con lujo de detalles todo lo que el joven hacía.

Finalmente, Juan Cruz, opto por un short color negro, marca Adidas, era uno de los más caros, pero pudo observar la calidad y terminación.

-Bueno, genial, entonces voy a llevar la remera negra y naranja y el short de Adidas, lo siento bien y es cómodo para practicar.

-Perfecto, le dijo Lucy. – por si te interesa también tengo ropa interior masculina, trabajo con boxers y slips de Calvin Klein, vi que te gusta esa marca.

–ah sí? Buenísimo, -replicó Juan Cruz. Sí, son caros, pero siempre me gustaron los de Calvin Klein. Tenés talle como para mí? – claro que sí, dijo Lucy que fue a buscar algunos de los que tenía todavía en stock.

-Tengo de color negro y blanco, -te gustan más los slips o los boxers? – los boxers, dijo Juan Cruz.

-Ok, aquí tengo estos, si querés podés probarlos. Joya, -replicó Juan Cruz. Déjame los dos.

-Querés que salga? –preguntó Lucy con una sonrisita socarrona. –No tengo drama, respondió Juan Cruz.

-Ah bueno, entonces me quedo así veo si te van bien.

-Perfecto, dijo Juan Cruz, que ya empezaba a sentir un poco de adrenalina por la situación.

Lucy se sentó nuevamente en la cama, con un ángulo perfecto para poder observar con detalle cada movimiento de su amigo. Juan Cruz se quitó entonces el bóxer que traía y quedó completamente desnudo ante la mirada fascinada de Lucy. La joven no se había imaginado llegar a esa situación que se fue dando con naturalidad y confianza, ahora disfrutaba viendo el hermoso cuerpo de Juan Cruz. El joven poseía una buena dotación, su pene era de unos 18 cm y colgaba ante los ojos de Lucy, que tampoco perdió oportunidad de apreciar los enormes huevos de Juan Cruz, que colgaban en una bolsa tersa y suave casi lampiña.

Juan Cruz, sin demostrar emoción alguna, se probó el bóxer, primero el blanco, vio que le quedaba bien, pero lo sentía un poco ajustado.

-Creo que necesito un talle menos, este me ajusta un poco, sobre todo porque siento que me aprisiona mucho los testículos.

-Ok, dijo Lucy, mejor ya te traigo uno con un talle más.

-Dale, respondió Juan Cruz, mientras se quitaba el bóxer blanco, quedando nuevamente desnudo ante la mirada de Lucy… mientras Lucy, un tanto excitada, buscaba en la bolsa.

Juan Cruz desnudo a su lado le explicaba que siempre necesitaba acomodarse los testículos y el pene para que no le hagan demasiada presión. Incluso, cuando practicaba Kick boxing, usaba suspensores para protegerlos de posibles patadas.

-Sí, claro, entiendo, -respondió Lucy, un poco colorada por la situación. Se nota que son grandes y tenés que cuidarlos para que no te haga daño.

Lucy trajo dos nuevos ejemplares de bóxer, Juan Cruz procedió a probárselos, acomodando sus testículos de forma tal que no le molestaran. Ahora sí, dijo, ahora los siento bien.

-Genial, replicó Lucy, me gusta cómo te quedan.

También me gustaría probar algún slip, ya que estoy. Paso seguido, Juan Cruz volvió a desnudarse y dio vueltas frente al espejo, con lo que Lucy pudo observar la hermosa cola torneada de Juan Cruz, cuando el joven se agachó, Lucy observó desde atrás como colgaban sus enormes testículos. La joven estaba excitada y feliz, disfrutando de poder contemplar toda la masculinidad de Juan Cruz sin ningún problema.

Finalmente, fue un día espectacular para Lucy, había logrado vender tres prendas y, además, pudo ver al joven que tanto le atraía en el gimnasio, como Dios lo trajo al mundo. Las imágenes de Juan Cruz desnudo, de sus hermosos genitales, quedarían grabadas en la cabecita de Lucy por mucho tiempo.

Fin

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