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La visita conyugal de Sofía Marian (Final)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Después de esa rica cogida que acabamos de concluir, me sentía con ganas de más debido al tiempo que pasaba sin verla, por lo que no iba a dejar que esa tarde se me fuera con solo un palito, que aunque esa primera cogida del día había sido como si no hubiéramos tenido encuentros en años, mi verga quería más de esa panochita que no probaba más verga que la mía. De cierta forma me había vuelto adicto a coger con aquella inexperta rubia hermosa la cual era mi alumna sexual. Con esto cierro el ciclo con la güera misteriosa.

Ella se fue hacia la sala colocando encima una bata, me había dejado reposando la venida reciente, pero yo quería seguir cogiendo, eran pocas las veces que podía verla y ese día en especial yo había querido estar con ella cogiendo todo el día.

Al notar que no regresaba ella de la sala, me levanté de la cama poniéndome otra bata de baño que tenía, tratando de ocultar mi erección tras los pliegues de la bata, pero debajo de ella estaba desnudo al igual que ella. Ella estaba inclinando su cuerpo deteniendo la bata con una mano atravesando una de sus manos para que no se le abriera en señal de pudor y con la otra trataba de colocarla una sábana en su cuerpo, mientras trataba de bajar el volumen de la TV se había dormido Kike y lo llevó a su habitación.

Volteo a verme sonriente de la situación, en su cara blanca se veía chapeada de rojo debido a nuestros recientes orgasmos, me pare a su lado y verla así en esa posición agachada cubierta con mi bata no la deslucía en lo más mínimo, se veía hermosa con su melena rubia, a veces no podía sostener bien la bata, abriéndose un poco lo cual me permitía ver desde mi posición, pude ver como sus blancos senos se balanceaban por la gravedad, podía ver aquellos pezones que acaba de chupar y mamar de ellos. Aún se veían con marcas rojas que había dejado mis labios y manos en su blanca piel. Los pezones estaban erectos, señal de que aún estaba excitada, me acerque a darle un beso en la mejilla y labios, mientras ella solo sonreía penosamente.

Al oído le dije que me encantaba y se veía hermosa con mi bata, lo cual solo hizo gestos de “pena” sonrojándose y sonriendo nerviosamente mostrando sus blancos dientes con una mirada bonita desde ese hermoso par de ojos verdes. Le pase mi mano por la cintura acariciándola hasta la espalda así como estaba ella inclinada. Como ya se imaginaran mi amigo seguía en píe de guerra, por muchas razones, me encantaba la pasividad, su mirada y era un sueño realizado poseer a esa chica.

Ella trataba de controlar sus movimientos y sensaciones ya que no era extraña a mis caricias, sabía que ella debía estar sufriendo al estar en la sala mientras yo le acariciaba, situación que dudo mucho lo hubiera vivido antes por su forma de ser. Pero no iba a dejar pasar otra oportunidad de esas y las ganas que traía aunado con los efectos del lubricante, mi verga lista nuevamente a punto, con la posición de ella me excitaba mucho más por lo que mis caricias fueron candentes pasando mi mano de su cadera hacia sus nalgas y bajando por sus piernas hasta alcanzar pasar mi mano bajo la bata y acariciar su piel desnuda, ella solo volteaba como para decirme que me sosegara, pero ya no iba dar marcha atrás. Mis caricias hicieron el trabajo deseado sobre ella, se movió de lugar quedando fuera de la vista, quedando recargada con los brazos sobre el respaldo del sillón, no permitiendo que nada se viera hacia atrás, flexionando su cadera y quedando ella reclinada, mientras seguía con caricias atrevidas, aproveche ese movimiento de ella para poder colocarme detrás de bastidores, con el libido a mil me hinque ante ella que estaba inclinada con su colita parada y levante la bata para admirar aquellas nalgas de piel tersa, sus labios vaginales de color rosa y un poco irritados por la reciente cogida, ya con la humedad emanada por las caricias que le propinaba, ella un poco asustada debido a que nunca le habían hecho tales caricias y mucho menos mostrado su vagina a ningún hombre, lo primero que hice al ver desde angulo su panocha y ano mirándome, no dude en besar sus dos blancas nalgas, recorrí con mi boca la extensión de sus piernas y nalga. Obviamente no me negué y mucho menos dude en meter mi cara entre ese par de nalgas para meter mi lengua en ese coñito blanco, fue una delicia probar sus jugos y venidas de mi güerita, sacie mi sed en esa cavidad que chorreaba líquidos cada vez que mi lengua se introducía haciendo movimientos rápidos y con mi boca succionaba sus labios vaginales, para rematar ese juego pase mi lengua por ese ano color rosa, al principio ella se sacó de onda que yo hiciera eso, pero estaba tan bonito y limpio que no pude negarme a pasar mi lengua por los pliegues rosados de esa colita.

Mi verga estaba ya nuevamente elevado y listo para meterme en su conchita ya húmeda, abrí mi bata solo por la parte de abajo sacando mi verga y pegarme a blanca cadera, esta era una situación que ella no había experimentado antes, mi falo entraba libremente a su húmeda panocha, la adrenalina de estar en la sala atrás del sillón, penetrándola aferrado a sus caderas, guiando sus nalgas y que abriera sus piernas mientras mi falo hinchado y lleno de venas, por sus piernas chorreaba nuestras jugos que brotaban de ambos sexos, con tantas ganas que ella solo movía su cadera al ritmo que yo le marcaba, le daba unos empujones de mi verga como si quisiera meterme con todo y huevos, los sonidos de nuestros cuerpos chocando eran casi imperceptibles por el volumen de la música en la TV.

El reflejo de una vitrina frente a nosotros me hacía ver la cara de ella desencajada y se mordía los labios para no gemir, quizás no se le había pasado por su cabeza que algún día se la iban a coger de esa forma, de pie inclinada sobre el respaldo del sillón, parando la colita mientras era poseída por una verga que buscaba a toda forma permanecer dentro de las entrañas Sofía Marian y nunca salir de ahí, esa Güera me tenía embrujado y extasiado.

Sentí que estaba a punto de venirse, sus piernas temblaban y la panochita de mi triguera apretaba mi falo muy rico, me éxito muchísimo estarme cogiendo a mi galerita fuera de la cama era un gran avance ya que como les comente previamente ella era una chica muy conservadora, esa tarde estábamos disfrutando como nunca antes y yo no tuve más que embestir firmemente agarrado de sus caderas, hasta sentir de nuevo mi torrente, esta vez no podía echarle mis mecos fuera, así que ahí mismo eyacule con todas las ganas contenidas. Mi eyaculación sucedió llenando su panochita de mis mecos, pero mi verga aun estaba dentro de ella batiendo los fluidos de ambos. Sentía la humedad escurrir de su interior, después de un rato me separe de ella tapando nuestros cuerpos y fui al baño por papel higiénico para limpiar mi falo el cual estaba muy sensible, dándole un poco a ella para limpiar sus piernas que resbalaban restos de mi semen y de sus jugos.

El resto nos lo limpiamos con las batas que llevábamos puestas, parecía que ahí no había pasado nada, nos quedamos en la sala en el sofá contiguo, como el paso de un huracán llega la calma después de la tormenta, platicamos y nos besábamos discretamente, su “malestar” ya no era tan evidente su berrinche había pasado ella sonreía y sus mirada era más limpia, había cambiado mucho ya que ella había llegado estresada y molesta con ganas de pelear.

En calma hablamos del posible divorcio de ella, haciendo planes a futuro, entre sonrisas y caricias transcurría el tiempo en ese sofá, solo existíamos ella y yo, muy atrevida mente metía mi mano por los pliegues de la bata para acariciar sus turgentes pechos, oprimía sus pezones suavemente o llegaba hasta el nacimiento de monte de venus, jugaba sobre su panochita lampiña, nos prendimos en un largo beso mientras mis caricias hacían nuevamente efecto sobre ella, solo me miraba sonriente y cómplice de lo que estábamos experimentando en ese momento, las palabras nuevamente salían sobrando ella solo se dejaba llevar por mi.

Mi verga quería otra batalla, ya estaba nuevamente en posición de ataque. Jugueteaba con ella bajo la tela de la bata, metía mi cara para poder besar sus tetas ricas, las succionaba mientras ella gemía suavemente sobre mi cabeza, mi lengua recorría cada uno de los dos pezones mientras ella cubría mi cara con la bata, como si estuviera amamantando a un recién nacido.

No puso objeción al indicarle que se montara sobre mí así sentado en el sofá. Su primera vez como amazona, ya que nunca antes había logrado con éxito que ella estuviera sobre mí y por voluntad propia. Discretamente abrí mi bata, mientras ella se acomodaba con sus dos piernas alrededor de mi, abriendo la bata de ella para poder acoplar nuestros sexos nuevamente, se fue hundiendo mi falo en aquella ardiente panocha, aún se sentía la humedad al ir entrando en su vagina, teníamos las batas abiertas pero puestas para no exponer nuestra desnudez en la sala ya que la persiana de la sala del departamento tenía un recoveco de una de las persianas (Dato curioso es que siempre pensé que no se miraba nada para dentro por ese espacio, hasta que subí a la azotea del edificio y vi que se veía perfectamente hacia dentro de mi departamento en cierta posición pero bueno ya se habrían dado un taco de ojo los vecinos)

Nos besábamos mientras ella cabalgaba suavemente sobre mi falo, acaricie cada milímetro de su cuerpo, la bata que ella portaba era la que cubría nuestros cuerpos desnudos, me cubría con ella y casi me ahogaba porque me tapaba todo y yo mamaba sus blancas tetas que quedaban perfectamente frente a mi cara, acariciaba su cadera y con ambas manos dirigía la velocidad de los movimientos de sus nalgas, hacía que subiera y bajara mientras mi pistón lo empujaba hacia arriba, ella solo movía la cabeza cada que la penetraba con tanto ímpetu, no me arte de mamar ese par de blancos cántaros de miel, mientras ella arriba moverse, guiado por mis manos es como ella podía realizar esos movimientos que eran tan placenteros para ella como para mi.

En una de tantas la subí con mis manos como cargándola y la dejé caer jalándola hacia abajo, al mismo tiempo que mi pelvis hacía la misma función de un roto-martillo. Al ella caer de golpe sobre mi falo erecto, este mismo se introdujo con fuerza hacia lo más recóndito posible que pudiese penetrar mi glande, ella solo gimió fuertemente al unísono con el sonido de nuestra piel chocando provocando un sonido como de aplausos, yo seguía bombeando, mientras ella ponía los ojos en blanco y a gemir muy sutilmente, con sus manos que pasaban a un costado de mi cabeza agarrándose de la cabecera del sofá, veía directamente su labios rojos con sus blancos dientes, del cual solo su aliento exhalado y gemidos suaves sobre mi, la besaba mientras la penetraba, nuestros sexos estaban muy húmedos se sentía mi entrepierna como si sudamos, pero era parte de sus fluidos mezclados con nuestro sudor lo que escurría en el contacto de nuestros sexos. Esas sensaciones nuevas en ella provocaron varios orgasmos, una sensación nueva para ella pero que hizo que cayera sobre mi desvanecida, exhalando un gemido más fuerte que lo normal, temblaba su cuerpo mientras yo trataba de seguir bombeando el cuerpo inerte de ella, lo cual solo atinaba a decir, “yaa.. yaaa… yaaa.. “

Después de las dos des-lechadas que yo había tenido previamente, me costó un poco de trabajo lograr que mi tercera venida en el interior de su coñito fuera bendecido por mi fluido espeso, mientras mi espasmo se unía al de ella, sentir temblar su cuerpo tomándome con sus manos la cara dirige nuestros labios para fundirnos en un besos apasionado y profundo, ella metía su lengua bruscamente en mi boca, al parecer su orgasmo había despertado esa lujuria dormida en ella.

Sonreía después de haber tenido nuestra tercera copulación pero ella me dijo que había tenido mínimo cinco orgasmos, con su sonrisa me hacía saber que había pasado una tarde agradable, nos fundimos en besos interminables abrazos y apapachos.

Como amazona me desmonto y se arreglo la bata, al igual que yo arreglaba la mía, el sillón estaba húmedo en la parte donde estaba sentado, había una mancha, resultado de todos nuestros fluidos que salieron durante la cabalgada.

Nos dirigimos a la recamara para arreglarnos y quedar listos para salir con Kike para llevarlo a comer y jugar. Ese día ella había planeado quedarse en el departamento. Yo que pensaba que esa tarde no iba a tener nada de sexo con ella, pero que equivocado estaba, ya que esa esa noche en cuanto se durmió nuevamente, pasamos una noche romántica, besándonos, platicando de planes a futuro y fornicando nuevamente durante la noche y al despertar al otro día tuvimos ricos encuentros.

Al otro día antes de despedirnos, me dio las gracias por todo lo que habíamos hecho la tarde anterior recalcando que nunca lo había hecho antes, que lo había disfrutado inmensamente y tuvo sensaciones nunca antes experimentadas. Nuevamente a la rutina de esperar cuando volvería a ver a Sofía Marian, su vida cerrada la cual no podía conocer nada de su vida ni mucho menos convivir con ella en público, era el precio que debía pagar por disfrutar a esa mujer ajena. De esta casi nuestros últimos encuentros casi terminamos siendo padres, más sin embargo ella no quiso divorciarse, pero estoy seguro que de esta ocasión con tanta leche ella quedó preñada. Aún mantenemos contacto y la relación es como si nos hubiéramos divorciado, me reclama que no la quería según ella, o me ha recordado que estuvimos a punto de compartir una vida aunque tengo esa duda si lo hacía solo para amarrarme o si era falso su embarazo. Ella madura se ve hermosa, empoderada pero hermética como siempre, en el fondo sabemos que fue conmigo con quien aprendió a coger y disfrutar lo que su esposo en ese momento le negó a disfrutar.

Muchas gracias por su atención, espero con esto cerrar el ciclo con SM y que haya sido de su agrado lo que viví con la güerita misteriosa de Toluca. Hasta el próximo relato.

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