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La virginidad de Eva
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Un año después de nuestra noche de sexo, la señora Martha volvió a llamarme. Un año después de que mi abuela prácticamente me entregara a ella para satisfacerla en su viudez. Pensé que tal vez había sido largo el periodo y casi seguramente no había encontrado un compañero de su edad para hacer pareja. Me imaginaba esas cosas mientras me dirigía a su casa. Y que si de daba otra vez, me la volvería a coger. Contaré lo sucedido tal como lo recuerdo ahora y no tan de acuerdo a la menor experiencia de entonces.

Toqué la puerta y me recibió. No había cambiado mucho. Solo algo más de maquillaje y siempre elegante.

-¿Cómo estás, Gerónimo?

-Yo muy bien… y usted?

-Bien. Gracias. Pero pasa… pasa!

Me invitó a sentarme.

-¿Cómo están tu madre y tu abuela?

-Afortunadamente, bien!

-Y tú? Te has puesto de novio?

-Mmm, no, digamos que no… nada estable!

-Pícaro!

-Jaja… ¿Y usted?

-Yooo? No, para nada… sin alegrías de las que tú sabes y has sido protagonista…

-Qué pena!

-No te aflijas. Tampoco es por mí que te he llamado… Quiero hablarte de otra cuestión.

-Dígame…

-Verás: Tengo una sobrina que acaba de cumplir los dieciocho. Muy buena chica. Hija de un hermano mío que no conoces. Viven en un lugar bastante apartado. Sinceramente te digo, este hermano es un anticuado y casi la tiene encerrada. Si por él fuera, la niña envejece virgen! Te conozco, sé lo reservado que eres… y tampoco tengo que decirte lo que has hecho por mí… en fin. Que me gustaría que la conocieras…

-Señora Martha… le agradezco la confianza, pero no está en mis planes ponerme en pareja o hacerme de una novia. Yo…

-Tranquilo, entiendo… Tal vez soy una metida y atropellada, pero quiero que esa muchachita empiece a vivir. Ya en su momento te conté de cómo fue mi vida sexual. Un solo novio y marido. Sexo más bien escaso y bastante aburrido. Ya te dije que no me hubiese gustado me catalogaran de puta. Pero vamos… algo más de “alegría” no hubiese estado mal! Por suerte tu abuela te trajo a ti… Ja!

-Gracias!

-Bueno, mira… claro está lo que tú quieres… o mejor dicho lo que no quieres. Pero bueno, yo habré de convencer a mi hermano para que le permita a Eva venir de paseo algunos días a mi casa. No creo que se niegue. Y ahí vemos. Yo hablaré con ella, le explicaré cosas de la vida, sabré qué sabe y qué no… Lamentablemente no tengo fotos suyas como para que la vayas conociendo…

-Pero usted… usted me dice que me la venga a cog… eh, a hacerle el amor así como así?

-A coger, si… Ya te digo que veré de traerla, ser su compañera y hacer que disfrute. Me tiene mucho cariño…

Pasaron un par de semanas y ya casi me había olvidado del tema. Entre mis estudios y otras cuestiones, me mantuve ocupado. Hasta que la señora Martha volvió a llamarme. Quedamos que ese sábado, cuando ya yo tuviese más tiempo, fuera a su casa.

Así lo hice. Me recibió y estaba sola. Pensé que finalmente no le habían permitido traer a su sobrina, pero…

-Gerónimo: ante todo quiero decirte que Eva, mi sobrina está aquí. Solo que he querido hablar otra vez contigo antes de presentarlos. Está en el último dormitorio y seguro no escucha. Hace ya unos cuantos días que llegó y tuve tiempo de conversar con ella. La situación es esta: es totalmente virgen. Sabe lo mínimo indispensable más lo que le fui explicando en estos días sobre el sexo. Te parecerá extraño para los tiempos que corren, pero así de… recluida podría decirse ha estado. Me arriesgo mucho a nivel familiar. No quiero ni puedo discutir con mi hermano. La he convencido para que pruebe el sexo por primera vez. Te repito que quiero que disfrute naturalmente, así que si tú aceptas estar con ella, será sin condón ni nada. Ya me he encargado yo de hacer las prevenciones necesarias. Ya sabes… Te repito lo de la virginidad como para que seas cuidadoso, si?

Así las cosas, me pareció que no debía negarme. La opción de desvirgar a la chica no era para despreciar. Era una situación alocada y tentadora a la vez.

-Está bien. Si usted quiere, me puedo quedar esta noche. El tiempo que sea necesario…

-Te agradezco… llamaré a Eva!

Martha se retiró por algunos minutos y regresó con su sobrina. Cuando Eva apareció me quedé congelado. Aquella chica era angelical. Menudita pero de cuerpo bien proporcionado, carita hermosa y un cabello rubio que le colgaba hasta la cintura. Parecía salida de una postal de poesía adolescente. Menudo “platillo” me venía a servir la tía Martha!

-Eva, él es Gerónimo… Gerónimo, te presento a Eva…

Me acerqué y nos besamos las mejillas. Martha fue breve y directa:

-Bien… yo los dejo solos para que se conozcan mejor. Eva está tomando mi habitación de huéspedes por si desean más comodidad…

Se fue y nos quedamos allí. Traté de entablar una charla. Eva era muy tímida pero poco fue entrando en confianza. Martha había hecho los arreglos y era obvio que terminaríamos en la cama, pero igualmente me costaba un poco avanzar. En pocas palabras no quería cagarla… Le ponderé su rostro y su cabello. Le pregunté si podía tocarlo y sonrío sonrojada asintiendo con la cabeza. Le acaricié el pelo y la cabeza. Eso pareció gustarle. Rocé su cuello y se estremeció. Besé la cabellera sobre la cabeza lo más tiernamente que pude. Se la recogí para dejarle el cuello al descubierto y besarlo. La abracé por detrás y acaricié su vientre, haciendo que soltara un suspiro. Le besé las orejas, se las rocé con la lengua y volvió a estremecer. Caí en la cuenta que todavía no le conocía la voz…

-Quieres que vayamos a tu habitación?

-Bueno, me dijo con una voz aniñada que me hizo parar la verga…

La tomé de la mano, nos miramos, sonreímos y caminamos por el pasillo hasta la pieza que ocupaba.

-No haremos nada que no quieras hacer. Más allá de lo que hayas acordado o hablado con tu tía. Si?

-Si, está bien… Yo sé que ella me quiere y desea que esté bien…

Ya en la habitación la abracé y me puse a besarla. Despacito hasta ir logrando que respondiera, que abriera los labios y que hasta recibiera mi lengua. De a poco se fue soltando. Aprendió rápido. La fui llevando hasta que quedamos acostados frente a frente. Me atreví con las caricias, yendo por su espalda y viniendo a sus tetitas. Tenía puesto un vestido tipo solera del que bajé los breteles para descubrir que no llevaba sostén. El par de tetas era de la medida justa. Bien redondos con areolas grandes y pezones pequeños. No dudé en besarlas y chuparlas. Siempre expectante a las reacciones de Eva. No hizo gran demostración pero tampoco rehusó el contacto. La seguí chupando, mientras lentamente bajada la mano por su cadera. Fui un poco atrás para abarcarle la nalga y se la acaricié. Cada vez la notaba menos tensa. No tuve dudas de que empezaba a disfrutar.

-¿Te puedo desnudar? Le pregunte y me respondió que si con su vocecita apagada…

Le quité por completo la solera y la dejé en calzones. Quedó acostada boca arriba mientras le fui deslizando la bombacha hacia abajo. Realmente era hermosa! Una matita de pelos rubios, casi una pelusa le cubrían lo bajo del pubis. Pausadamente le separé las piernas y la entrada al paraíso se me mostró a pleno. Deslicé las manos hacia la ingle y con los pulgares separé los carnosos labios para ofrecerle la primera lamida. Dejó escapar un gemido y se estremeció. Al transcurrir de las lamidas fue empezando a soltar sus flujos. Pronto se fue empapando y entró a retorcerse y suspirar hondo. Quizás no estaba muy informada, pero vaya si sentía! Mi faena de lamidas y chupones continuó. Continuó y cumplió su objetivo. En apenas minutos, todo su cuerpo se sacudió, las manos se le crisparon aferrando la sábana y un agónico gemido anunció la llegada del orgasmo. Después se aflojó toda y una sonrisa de sorpresa se le dibujó en la boca.

-Bien?

-Si… creo fue lo que tía Martha me enseñó que debía buscar…

-¿Buscar? Ah, claro, yo no hice nada…

-Ji ji… Si, claro que sí…

-¿Y qué más te dijo tu tía?

-Bueno… que si esto pasaba era mejor que fuera antes de desvirgar…

-Interesante… entonces, ¿estás preparada?

-Creo que si…

-Creo debo quitarme la ropa… y tal vez luego recuerdes alguna otra indicación o idea que te haya dado tu tía…

Me puse en pelotas y ahí más se me quedó mirando… o me la quedó mirando.

-¿Algo más te recomendó tu tía Martha?

-Me dijo que a los hombres les gusta que se la besen… ¿Tú… tú crees que eso me entrará?

-Puedes darlo por segura… pero tranquila que iremos despacio…

Me tiré boca arriba en la cama y a su lado. Le tomé la mano y la puse justo encima de mi verga. No atinó a nada…

-Puedes acariciarla… le dije y sin soltarla le fui dando idea de cómo hacerlo.

-¿Crees que puedes besarla?

Nada respondió pero se acercó para darle algunos suaves besos en el glande. Le indiqué que usara la lengua y se animó a lamerla.

-¿Puedes probar de meterla en tu boca?

Tampoco respondió. Solo que abrió y la dejó entrar. Con esos contactos, la poronga se me terminó de endurecer y cobró tamaño. La chupaba, la lamía y la miraba crecer. No se la veía muy convencida de que tal miembro pudiera entrar en su conchita. Tendría que “trabajarla” muy bien. Cuando ya mi pija hubo tomado suficiente temperatura, decidí que era hora de avanzar. Detuve su labor sobre la poronga e hice que se recostara. Fui de nuevo a lamer y humedecer su conchita, aunque realmente humedad no le faltaba. Fue más bien para volver a hacerle levantar temperatura y abrirle los labios con mi lengua. Después fui subiendo por encima de cuerpo para coincidir y dejar la punta de mi verga justo rozando sus carnes más íntimas. Me incorporé un poco y tomando el tallo hice rozar la cabeza justo por la hendidura que manaba y manaba jugos. Todo estaba húmedo y lubricado. La verga separó los labios y le seguí jugando en un deslizamiento hacia arriba y hacia abajo… Entornaba los ojos y respiraba ya agitadamente. Hice la primera tentativa y encontré la entrada misma de su cuevita. Empujé un poco y apenas sintió la presión abrió los ojos y me aferró los brazos. Me detuve. Seguí jugando en su raja para hacerla excitar más. Le acariciaba los labios y el clítoris. Pude comprobar que eso le agradaba. Mi verga también chorreaba y le descargaba gruesos hilos de jugos. Apunté otra vez y empujé. Ahora si la cabeza ganó espacio y se fue vagina adentro. Pegó un respingo y se tensó como en estado de alerta.

-¿Duele?

-Un poco… es muy gruesa!

-No, tranquila. No es tan gruesa y tu conchita es elástica. La recibirá. Tranquila y no te pongas tensa o se hará más difícil… Te la dejo ahí quietecita para que habitúes. Tranquila… no hay apuro.

Después de un rato empecé a moverla muy despacio hacia adentro y afuera. Hasta que volví a arremeter y se la hice ir hasta la mitad. Hizo una cierta mueca de dolor pero no dijo nada. Volví a pujar y ya no me detuve. Se la puse toda y ya su virginidad empezó a ser recuerdo. Se la saqué solo para ver como respondía y noté un hilito de sangre en el glande. No le dije nada para no asustarla y me limité a penetrarla nuevamente ya sin tanta dificultad. Su conchita divina me recibía ya más distendida aunque su estrechez me jugaba a favor. Empecé a cogerla muy lenta y pausadamente. El dolor se tornó placer y daba muestras de entrar a disfrutar. Todo iba de maravillas. Solo como por presumir, le pregunté:

-¿Quieres que te la saque?

-No… estoy bien… creo que me gusta…

-¿Crees?

Bueno… se siente bien ahora!

No más palabras. La niña estaba gozando y había que darle el gusto. Las entradas y salidas se hicieron más rápidas, más frenéticas. Los colores terminaron de entonarle las mejillas. Suspiraba y gemía. Seguramente fue instintivo, pero levantó las piernas y me las cruzó en tijera por arriba de las caderas. Indudablemente buscaba más penetración. Ya no le temía al grosor y pedía más. Así que las estocadas se hicieron más y más profundas hasta que mis huevos bombearon un torrente de leche y ella lo sintió.

-Aaay… que calientita se siente!

-Tienes que sentir como sabe…

Rápido me le acomodé encima pero invertido. Mi verga le cayó en la boca y entendió. Se atrevió y me la chupó para quitar la lefa que quedaba y yo en tanto fui a meterle los dedos para masturbarla frenéticamente y provocarle una nueva descarga orgásmica. Después me dí la vuelta para acostarme a su lado.

-¿Estás bien?

-Si… más tranquila!

-¿Estabas nerviosa?

-Un poco… pero ahora estoy bien. Me gustó!

-Me alegra mucho saberlo… Yo también estuve un poco intranquilo. No quería fallarte…

-Por qué lo dices?

-Bueno… porque la primera vez es importante y también es importante que sea satisfactoria…

-Sí, claro…

Más tarde volvimos a aparearnos y logré que vuelva a gozar. Ya muy de madrugada, me acompañó hasta la puerta y nos despedimos. Martha seguramente dormía ya.

Una semana más tarde, la tía me llamó para pedirme pasara por su casa. Justamente era sábado y al anochecer fui.

-¿Cómo has estado? Eva hace unos días volvió a su casa y me pidió te saludara…

-Gracias… creo que cumplí con el encargo que me hizo…

-Sin duda. Lo hiciste muy bien y fue bello, emocionante verlos coger…

-Perdón?

-Gerónimo, Gerónimo. Esta casa tiene sus secretos, puertas más, puertas menos y rincones. Y no podría haberme perdido esas hermosas escenas… tan calientes. Además de supervisar tu trabajo. Jajaaa!

-¿Entonces?

-Entonces te repito lo hiciste muy bien… Eva quedó encantada de dejar su virginidad de esa manera. Solo que yo me aguanté las ganas durante la semana, porque verlos coger me dejó caliente. Así que te pregunto si tienes un rato para mí esta noche…

-Si usted lo pide…

-Lo pido y ya no quiero esperar. Ven…

Fuimos a su habitación, a su cama y me empujó para que cayera acostado de espaldas. Se desnudó rápido y se me vino encima, liberó mi verga y la entró a mamar. Sin dudas las ansias la consumían. Se fue mojando la concha con mis jugos y su saliva. Soltó mi pija para subirse a la cama en cuatro patas. Me paré detrás, apoyé la poronga en la entrada y empujé. Empujé, entré y arranqué a cogerla con fuerzas. Mis vaivenes y su paja en la concha, más la excitación acumulada, la llevaron a un rápido orgasmo.

-Mmmm, que rico… lo necesitaba!

-Un gusto servirla…

-Oye… Tu abuela me preguntó un par de veces sobre lo que hemos hecho en la cama… y la muy ladina me juró que le cogiste el culo… ¿Es cierto?

-Si…

-Y… el mío… ¿te parece “cogible”?

-Claro que si… me gusta!

-Será el pago por los servicios prestados! Jijiji!

Otra vez se puso en cuatro patas con el ojete bien tirado hacia atrás. Lamí su concha para cargar de su lubricante natural y lo llevé hasta el hoyo fruncido. Varias veces hasta mojarlo bien e incluso metiendo un dedo. Me paré para apoyar la cabeza de la poronga y empujar. Se abrió paso y ella se tensó.

-Despacito que ese si es bien virgo…!

-Cuando sienta que empuje usted haga fuerza como para cagar. Así se abre y yo entro…

-Bien que sabes, eh… lo haré!

Volví a embestir, ella hizo lo que le pedí y mi verga entró…

-Ay, ay… me abriste el culo!!!

-No deje que se cierre… ábralo

Nuevamente me hizo caso y se la mandé toda adentro. Retrocedí y avancé por la estrecha canaleta.

-Ay cómo se siente esto! Cógeme despacito pero no pares. Que se joda mi culo…!

Y claro… la cogí con fuerza pero con estocadas lentas y profundas. Le terminó agradando y se puso como loca…

-Así, así, dame más… ay como me está gustando… cógeme por favor y lléname de leche!

Cuando sentí que me derramaba se la saqué casi toda y de un solo empujón se la coloqué hasta el fondo de su ojete. Una acabada copiosa la regó por dentro y se solté hasta la última gota de leche.

-Ay, bebe… que delicia! Nunca pensé que me gustaría tanto. No te vayas todavía y junta más leche para la tía Martha…

Tanto fue así que amanecí dentro de su culo vicioso… Lo que no supo porque no le dije, es que mientras cogía su culo pensaba en el de su sobrinita Eva…

Gerónimo68

 

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