Sentados a la mesa uno frente al otro, con los portátiles en dirección opuesta, nos conectamos a la videoconferencia de este curso que estamos realizando. Hoy es el día que nos toca realizar la exposición final y estamos allí acompañados por el mosaico de cámaras de nuestros compañeros y tutores. Cada uno debía realizar una presentación diferente y es por eso que era más práctico que nos conectáramos desde máquinas separadas, tu turno ya había pasado y era ahora yo quien estaba argumentando sobre la aburrida temática que tuvimos que estudiar.
Me tiras una mirada y me haces una seña con la mano para mostrarme lo aburrida que estás y de forma burlona tratas de desconcentrarme. Intento ignorarte para no perder el hilo de la lección y eso no te gusta. Te conozco, estás planeando el próximo movimiento para hacerme tropezar en mi discurso, así que me preparo para enfocarme y que no me afecten tus bromas, sin poder anticipar que harías a continuación.
En ese momento sentí como tu pie comenzó a frotar mi entrepierna, la oración que estaba diciendo fue interrumpida por un segundo, te miré con sorpresa y tú me miraste fijo, muy seria simulando para la cámara, como si nada estuviera pasando. Te aparté de mi con gentileza y continué con lo que estaba diciendo, como si tu acción me enojara, sin embargo, ya te habías metido en mi mente y lo sabías.
Por un par de minutos no volviste a interrumpirme, lo que es muy sospechoso cuando me metes en tus juegos. Continué tratando de hablar sin pausa, frente a los veinte pares de ojos que me observaban a través de la nube, entonces me das unos pequeños golpecitos en la pierna y cuando levanto levemente la vista, fuera del rango del lente me muestras como al separar tus dedos se forma ese icónico hilo que se corta junto a mi concentración al saber lo que estás haciendo debajo de la mesa.
La voz de la tutora interrumpe mi pensamiento preguntando si está todo bien, es claro que mi pausa fue demasiado prolongada. Comienzo a sudar y tú les dices a todos:
-Creo que tenemos algunos problemas de conexión
Y así darme un instante para recomponerme, debo lidiar ahora con mis argumentos y la alteración que me provocaste.
Llegando al final de mi tema, me tocas en la cara interna del muslo, cuando trato de apartarte siento que hay algo que estás alcanzándome. Al mirar abajo con disimulo, veo tus bragas húmedas en mi mano. El ritmo cardíaco se me acelera drásticamente, me acomodo en la silla y apresuro el final de mi discurso para silenciar el micrófono y decirte algo, pero al agradecer y dar el punto final, la tutora dice:
-Excelente, por favor no apaguen sus cámaras y dejen sus micrófonos abiertos que ahora es momento del debate y es fundamental que los escuche a todos hablar
Trato de esconder mi respiración acelerada, digo frases breves y afirmaciones concretas para continuar con la participación en la clase. Una notificación de un mensaje tuyo aparece en la barra de mi computadora.
"El micrófono no es lo único que tengo abierto…"
Hago click en el mensaje… Es una fotografía de tu vulva, con tus dedos separando los labios, se puede apreciar como la humedad brilla reflejando el flash de tu móvil, trato de acomodarme en la silla para hacer lugar a mi erección creciente, otro mensaje llega.
"No me dejes sola, pélala y date una mano"
Lo acompaña otra imagen, esta vez de tu dedo medio introducido hasta el segundo falange, ya no me resisto a acariciarme sobre la ropa, la calentura comienza a tomar el control. Veo el flash que destella hacia mi lado y la notificación en mi pantalla unos segundos después.
"Ya te vi"
Dice el texto junto a la fotografía de mis dedos que inseguros juegan con el elástico de mis pantalones de chándal de andar por casa.
Sé que nos están escuchando, lo que me provoca más así que decido rendirme a mis deseos, libero a mi miembro de su prisión y comienzo a estimularme apuntando hacia ti, sabiendo que a pocos centímetros te metes los dedos en este acto arriesgado. Excitados los dos por el miedo a que se nos escape un gemido o una expresión de placer y la multitud nos descubra. La fogosidad arde y el riesgo es su combustible, que aviva el fuego pidiéndome que suba el nivel. Hago un acto extraño tosiendo y acomodándome en el asiento para quitarme la ropa de abajo y la empujo a tus pies para hacerte notar que estoy como tú. Varias ráfagas de luz rompen la sombra debajo de la mesa y me muestras en la pantalla de tu móvil, el cual mueves peligrosamente cerca del rango de la cámara, la fotografía de mi polla siendo estrangulada. Sabes muy bien cómo me pone que me veas y sumas eso al juego para sacarme de mis cabales. Funciona a la perfección…
Avanzamos sobre el camino del onanismo estirando las piernas para estar en contacto, marcando a la vez el ritmo de nuestra auto-satisfacción. Nos sintonizamos en un compás incremental que hace que nuestros sexos empiecen a calar. Empezamos a escuchar cada vez más alto el ruido de nuestros fluidos humedeciéndonos, aceleramos buscando un tono armónico que nos apura en el camino al clímax. No puedo verte, pero por medio de mis oídos mi mente reconstruye la imagen de como te penetras con vigor. Escucho el entrar y salir feroz de tus dos dedos en tu coño mojado y me jalo con más fuerza para equipararme a tu intensidad. En el ordenador alguien pregunta:
-¿Todos escuchan como un ruido raro o soy sólo yo?
Me pongo tenso por la posibilidad del descubrimiento, sin embargo decides responder
-Yo también lo escucho
Me enloqueces con ese atrevimiento y haces que logre apenas mantener la compostura. En la discusión sobre las tareas pendiente subes la apuesta y dices:
-Me falta poco, ya estoy por acabar
No me animo a acotar nada con pánico a jadear como un animal si abro la boca. Nuestro acto se intensifica aún más. Nos preguntan si la conclusión de mi trabajo debería hablar sobre lo que tú escribiste en el tuyo. Con total impunidad respondes:
-Sería un desperdicio hacerlo en otro lado, lo mejor es que lo haga sobre mi
Dejando caer ese morboso doble sentido al tiempo que presionas mi palpitante falo con la planta de tu pie, haciéndome venir sobre el empeine de este. Puedes sentir como varios hilos de mi simiente se deslizan por tu tobillo, tibia y cerca de la rodilla. Siento tu temblor que me anoticia que tú también te estás corriendo y mientras tu orgasmo se extiende, continuas frotándome varios segundos después de mi eyaculación, provocándome esos espasmos incontrolables consecuencia del contacto en ese instante posterior.
No soy consciente del momento que terminó la clase, pero cuando vuelvo a recordar que estaba frente a la pantalla, al igual que nosotros dos, la videollamada había acabado. Te incorporas para acercarte a mi, mojas tu índice con el resultado de la sesión y lo pasas con lentitud por mis labios para que pruebe tu miel.
-Supongo que nos enteraremos pronto si nos han pillado
Dices mientras abandonas la habitación y me muestras tu desnudez inferior alejarse.