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La Universidad me abrió la vida
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Así que esta historia sucedió cuando estaba en la universidad y sigue siendo, sin duda, la experiencia más importante y trascendental de mi vida.

Fui a una gran universidad, muchos cursos, mucho estudio, y mucha gente nueva. Fácilmente se armaban grupos de estudio para evitar el tedio de la lectura en solitario, y para facilitar la comprensión de esas teorías incomprensibles que en la profesión nunca usarás. En esos grupos conocí a Franco. Un tipo bárbaro y muy compañero, siempre dispuesto a ayudar en lo que fuera; y la ayuda que me dio se volvería permanente.

Cuando nos conocimos y le di la mano me di cuenta que era más grande que la mía, que todo él era más grande que yo. Tenía un cuerpo que diríamos atlético, sólido y bien formado. Durante las próximas semanas seríamos compañeros de curso, así que nos veíamos todos los días. Sentía una especie de atracción hacia Franco, aunque no pensaba mucho en ello, ni en lo que significaba. Emparejamos para una tarea de investigación y me invitó a su casa esa noche para trabajar en ello con tanta naturalidad que comencé, inexplicablemente a emocionarme. Me fui a casa después de clases, me arreglé y preparé como para una cita sin planearlo; realmente me veía bien. El pantalón blanco marcaba mis caderas y mis acusadas tetas -que siempre tuve- apenas se escondían en mi camisa.

Cuando esa noche llegué a su casa me recibió en la puerta. Llevaba una camiseta holgada, una camisa abierta, y unos pantalones ajustados, que mostraban un bulto increíble. Trabajamos alrededor de una hora, lo cual fue increíblemente tenso y eso me desconcentraba. Ahora comprendo que había tanta tensión sexual en la reducida atmósfera local que era insoportable. En un momento se levantó para traernos un poco de agua, pero cuando regresó, estaba sin camisa. Sólo con su musculosa deportiva que dejaba ver su cuerpo fibroso.

Lo debo de haber mirado de forma rara porque me dijo, como avergonzado – Me quité mi camisa ¿Eso va a ser un problema?

-No, no – le dije, pero soné tan perturbado que casi le provoqué

– Tranquilo…hay algo que quiero decirte

– Qué cosa? – dije con los ojos muy abiertos

– Eres una persona muy especial. Te pido perdón por lo que voy a decirte y espero no te ofendas…

-Continúa…- contesté con la confianza de quien no sabe que el abismo está a un paso

– Eres un chico, pero luces como una chica estupenda y me gustas mucho…

Estaba desconcertada. Me gustaba lo que me decía y por primera vez en mi vida lo comprendía. Pero la tintura social que a todos nos tiñe reclamaba que me negase. Y así lo hice.

-Pero…cómo me decís eso…estás drogado? …No..no

-Disculpame si te avergoncé… No debía… Pero me tentás, me emocionás…Te deseo como a una mujer

-Pero yo no soy lo que vos ves en mí

-Si, si lo sos…Vos no te das cuenta, pero todo tu comportamiento, tu manera de hablar, de moverte te presenta como a una mujer… Sos muy afectada… o afectado al vestirte, sos suave, tierna…

-Basta. No es así. Soy refinado si lo quieres ver, pero nada más

Me tomó de la mano, no pude negarme no sé por qué. Sentí una cándida calidez nueva que nunca había percibido.

-Arguméntalo como quieras, pero yo ya he visto esto que te pasa en otras personas y al final del camino sólo una providencia te aguarda: aceptarte o no como mujer. Pero más allá de tu elección esa poderosa dama vivirá siempre contigo. Y seguro que antes de ahora ya se te apareció.

Sus palabras eran sólidas, con un peso ineludible y una iluminación innegable; surtieron su efecto. Cómo si un espíritu nuevo se apoderase de mi -un ánima que me acompañaría luego para siempre- cobre coraje a fuerza de excitación y deseo, era yo por primera vez en mi vida. Le dije tirando hacia mí de su mano -Ven aquí, te quiero cerca.

Se sentó a mi lado y me atrajo hacia él. Entrelazamos labios y lenguas. Nos besamos apasionadamente. Sentí que ambos estábamos aliviados de que esto finalmente estuviera sucediendo. Me quitó la camisa y lamió mis pezones mientras acariciaba mi polla a través de mis pantalones. Hicimos contacto visual y me dio un último beso antes de hacerme caer de rodillas y quitarse los pantalones. Tomó su enorme polla -muy enorme- y la puso en mi boca y comenzó a moverse cogiéndomela. Agarró mi cabeza y me la hizo tragar hasta la garganta. Me gustaba, me gustaba mucho; era un nuevo mundo.

Poco después explotó en mi boca. Me trague cada gota de esa ambrosía deliciosa nunca antes probada, sin dudarlo. Me atrajo para un beso húmedo y descuidado. Sabía que ese sabor era su propio semen en su boca, pero ni siquiera importaba.

-Nunca antes había chupado un pene- dije tímidamente.

-Está bien, lo has hecho maravillosamente

Me arrojo a un sillón, levantó y abrió mis piernas y empezó a lamerme el ano. La excitación que sentí fue brutal. Enterró su rostro en mi culo virgen y apretado. Nunca me habían comido el orificio, pero me encantó. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a meter los dedos en mi trasero, deslizándose hacia adentro y hacia afuera, imitando lo que estaba por venir.

-Quiero cogerte- dijo – ¿Alguna vez has tenido una polla dentro de ti antes?

-No, nunca, pero quiero que la tuya sea la primera- dije muy encendida.

– Te va a encantar … Inclínate sobre la mesa y pon ese culo en el aire

¡¿Qué estaba haciendo?! No sólo actuaba como mujer llena de deseo, sino como una desesperada y fascinada por el sexo. ¿De verdad me estaba dando la vuelta y ofreciendo mi estrecho culo virgen a su pija monstruosa? No podía creerlo, pero al mismo tiempo, no podía esperar. Quería hacerlo, quería sentir su verga abriéndome el culo. Me untó algo de crema, cosa que no entendí, que no sabía necesaria.

-Aquí vengo, solo relájate. Puede doler al principio, pero esto te va a embrujar

Sentí que la punta rozaba mi agujero, la frotaba para relajarme creo. Empezó a empujarla lentamente, me di cuenta de que mi virginidad me estaba abandonando y no merecía ni un “adiós”. Definitivamente dolió al principio mientras se abría paso, pero me enloquecía la sensación de apertura. Llegó a la mitad y se quedó allí, dejando que mi trasero se ajustara a su circunferencia. Comenzó a entrar y salir lentamente, y el dolor se convirtió en placer. A poco sentí sus caderas tocar mi trasero y sus bolas en mis nalgas. Estaba completamente adentro. Yo tenía una verga 20 centímetros completamente escondida en mi trasero. Era una sensación que nunca había experimentado, pero amaba cada segundo. De pronto lo sacó.

– ¿Qué ocurre? – Pregunté con ansiedad de niño a quien quitan un juguete y qué juguete. Todo lo que quería era que me la metiera de nuevo.

-Me estoy poniendo un poco más de lubricante para que realmente podamos empezar a coger y no dañarte -dijo con una sonrisa de placer y alegría.

Enderezó su pene y lo enterró en mí con un poderoso golpe. Grité de emoción y empecé a gemir. Comenzó a moverse adentro y afuera, aplaudiendo su cuerpo contra el mío. No podía sostenerme y me desparramé sobre la mesa. Dijo que nunca me había follado tan fuerte a una chica – porque eso era para él…y yo también lo quería-. Sabía que mi trasero jamás volvería a ser el mismo, pero sería más feliz. Las oleadas de placer que estaba experimentando eran una locura.

-Date vuelta- pidió.

Hice lo que me dijo y me acosté en la mesa de espaldas frente a él. Franco levantó y presionó mis piernas contra mi pecho y empujó su polla dentro de mí. Fue tan profundo que pensé que podría estar aguijoneando mi estómago. Me agarró con una mano en la cadera y la otra apretando alrededor de mi garganta y comenzó a follarme violentamente. La combinación de ser estrangulada y follada simultáneamente me llevó al límite. A los 2 minutos de esto, me corrí sobre mí misma sin siquiera tocar mi pene.

– Mmm me encanta sueltes tu carga mientras yo tengo mi verga en tu interior – dijo con lujuria – Me voy a correr pronto y quiero que te lo tragues.

-Haré lo que quieras- grité. Yo también lo decía en serio. Era totalmente suya.

Se retiró y me dijo que me arrodillara. Puse mi cara justo en frente de su polla monstruosa mientras se pajeaba hasta el final. De repente me agarró por la nuca y me metió la anaconda en la boca. Sentí que las corrientes de semen cálido y delicioso comenzaban a cubrir mi lengua. Me encantó el sabor de su semen. Después de que tragué cada gota, se derrumbó encima de mí, su pene encogido descansando sobre mi cara. No me arrepiento. Fue la experiencia sexual más intensa y placentera que jamás había tenido.

-Gracias realmente lo disfruté – susurró.

-Yo también. Nunca me había sentido tan bien en mi vida… Gracias- respondí honestamente.

-Bueno, acostúmbrate- dijo – Tengo un impulso sexual interminable, así que te follaré tan a menudo como puedas. Y hoy me lo tomé con calma. La próxima vez realmente voy a convertirte en mi pequeña perra-

Me sonrojé y sentí que mi polla se hinchaba de emoción. Sabía que lo mejor estaba por llegar.

De alguna manera pudimos recomponernos lo suficiente para terminar el proyecto de investigación, que ya ni me importaba cómo saliese.

Después de que terminamos tomé mis cosas y me fui a casa a pasar la noche. Tuve una de las mejores noches de sueño que creo que había tenido hasta entonces. Los sueños ahora eran y serían de otra. Había nacido de nuevo, con un nuevo carácter y una novedosa libido que me arrastraba a fantasías y deseos inimaginables.

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