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La tía de mi mujer
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Ya estoy frente a su puerta, armándome de valor y preguntándome que pretendía de mí, la tía de mi mujer. Acepte no de buena gana venir a su casa, después de que me hubiera sorprendido besándome con una rubia despampanante a espalda de mi esposa.

Abre la puerta y me invita a pasar, inmediatamente y sin esperar le pregunto ¿Qué pretende usted de mí? Sin titubear clara y concisa me dice- ¡Como mujer tengo necesidades, que pretendo satisfacer! Tu ¿decides? O atiendes mis pretensiones o envió las fotos que tengo en el móvil a tu esposa.

Apenas puedo creer lo que estoy escuchando de esta mujer, siempre deseé follarme a una madura pero jamás pensé en ella. Pepa es la hermana de mi suegra, de unos sesenta y seis años poco agraciada, rellenita y solterona. Balbuceo y sin darme tiempo a responder, se desprende de la bata que lleva puesta mostrándome el camisón que deja ver perfectamente sus grandes aureolas y sus pezones de color marrón debajo de la tela, tampoco lleva bragas puestas.

Clavo la mirada en sus pechos poseído por la lujuria al tiempo que deslizo las mangas del camisón por sus hombros, haciendo que caiga por los brazos, este queda enrollado en su vientre, me pregunta con sus manos en las tetas ¿te gusta lo que vez?

Deja que me las meta en la boca, es ella quien con sus manos guía mis primeros lametones, no tarda en apartarlas colocándolas hacía atrás apoyándolas en la mesa y cerrando los ojos me deja hacer.

Mi lengua recorre sus pezones, la siento suspirar de placer, paso de una teta a otra rozando sus pezones con mi lengua. Aprietos sus tetas con mis manos para pasar mi lengua por todas ellas, sus gemidos se hacen más sonoros, dejándose caer hacia atrás.

Subiendo el camisón hasta la cintura, me aventuro a bajar por su vientre, con mi lengua voy buscando su ingle, ante mis ojos aparece un poblado monte bien formado espeso y rizado. Me situó entre sus piernas y me hundo en el surco profundo pasando mi lengua, se retuerce gimiendo descaradamente.

Sus labios son gruesos y carnosos, continúo con mi lengua recorriendo cada rincón de su sexo hasta que un néctar espeso y caliente entra en mi boca, paso varias veces la lengua intentando mamar todo ese néctar que brota, ella esta con la cabeza totalmente echada hacía atrás y las manos aferradas al mantel de la mesa, se corre gritando – ¡me corro, me corro!

Me bajo el pantalón, busco la entrada de su coño con la punta de mi polla, de una embestida se la meto entera. Ella grita- ¡cabrón fóllame, fóllame! Continúo metiendo mi polla, siento como sus labios carnosos me succionan hacía dentro mi polla esta dura como nunca ha estado, sujeto su cintura con mis manos, bombeando como un poseso.

Su mirada se vuelve lasciva mientras disfruta de mis embestidas me dice – ¡No pares de moverte cabron! Me pide que le diera más fuerte, subo las piernas hasta colocármelas en los hombros, para embestirla con todas mis fuerzas, recibe mi polla hasta los huevos.

Me mira con cara de lujuria, gritando como una posesa -¡aaah, aaah, dale fuerte! ¡quiero sentir toda tu polla, más rápido, más rápido! – ¡dámela, dámela aaah, aaah!

No sé cuánto tiempo llevo embistiéndola, por fin estallo dentro, con la corrida más intensa que puedo recordar, ella a su vez hecha la cabeza hacia atrás y soltando un nuevo gemido intenso ¡yaaa! Se corre como una bestia. Me dejo caer sobre su cuerpo, mi cara reposa en medio de sus grandes pechos, sus labios me succionan hacía dentro y como mi polla palpita cada vez que ella lo hace, sus vellos apretarse bajo mi vientre y como se la clavaba hasta el fondo enroscando sus piernas en mi cintura. Se estaba volviendo a calentar, lo mismo que yo no tardo en sentir mi polla dura como nunca lo había estado. Parece leerme el pensamiento. – ¡sí, cariño chúpame las tetas, así, así! Gemía con fuerza, mis manos recorren todo su cuerpo intentando no dejar nada por hacer, comienzo el segundo asalto.

Comienza a decir – ¡dámela, dámela que no aguanto más, así, así, mas, más! Me corro y mientras me afano por echar hasta la última gota de mi fluido, ella me grita varias veces que se está corriendo, como una posesa gimiendo y gritando ¡sí, sí, me corro!

Me echo a su lado y exhausto comienzo a vestirme ella me mira a la vez que deja escapar una sonrisa, me pregunta si me ha gustado le dijo que mucho, y por primera vez me besa en los labios, – ¡desde hoy follamos cada vez que tú quieras.

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Akatos
Akatos
Estos relatos son resultado de una mente calenturienta, los relatos los baso en un entorno familiar fruto de mi imaginación Todas las personas son invención y han cumplido la mayoria de edad

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