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La súper milf
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Tiempo de lectura: 5 minutos

I.

Diciembre del 22, temporal de altos fríos en donde esta historia se dio. Lo recuerdo bien; yo tenía 20 años de edad, cuándo conocí a una amiga de mi mamá (que había sido su compañera de la secundaria) la primera vez que nos visitó a la casa, porque recién se había mudado al vecindario. Se llama Lorena, (pero le gusta más cuándo yo le digo: Lorena, la putota milf). Obviamente tiene la misma edad que mi madre: unos 40 o 43 años de edad. Salí de mi cuarto a saludar (como es costumbre en México) y yo pude notar su mirada que me hacía por encima de los lentes, como si ella me estuviera desnudando con el pensamiento. Vestía una camisa negra; no le pude ver ni un centímetro de teta porque le cubría todo, y unas mayas del mismo color. Discretamente llevó sus manos a sus grandes bubis, para acomodarse el sostén, e inmediatamente me dio la mano para darme el saludo ¡yo me estremecí!

II.

Ese mismo día, pero unas cuantas horas después, yo me encontraba laborando en la tienda que está cruzando la calle de mi casa, cuando de pronto, veo entrar a una mujer con una cinturita y unas caderotas. Era Lorena, yo deduzco que mi madre le habrá dicho que yo trabajaba aquí, porque se había cambiado de ropa, ahora llevaba un pantalón entallado, sandalias y una blusa, con un escote que le dejaba las tetas a la intemperie. Mientras ella escogía lo que iba a comprar, se agachaba apropósito por productos que veía, pero que devolvía a su lugar; su gran trasero apuntaba directamente en frente de mí. Cuando ella se agachaba, lo hacía lentooo, y movía lentamente de lado a lado su gran trasero, cómo lo hace el péndulo de un reloj: ¡ver eso fue impresionante! Me dijo que ocupaba una escoba, pero fingió que la había olvidado y salió de la tienda sin ella. A los 5 minutos Regresó y con una voz lenta y candente me dijo: “ay, olvidé el palo, ¿no me lo puedes dar tú?”. Sólo un estúpido, o un extranjero pudiera no entender lo que me quiso decir. Yo no desaproveché la oportunidad, y le dije: “claro que te lo doy, y también te paso la escoba”. Ella soltó una risita, nos pasamos nuestros números, y al final me dijo: “luego vengo, para que me des el palo”. Tomó la escoba y se fue.

III.

Después de nuestro primer encuentro en la tienda, recibí un mensaje de ella en donde me imponía sus condiciones. El mensaje era el siguiente:

– Mijo, antes que nada te voy a decir cómo quiero que esto pase: Hablaremos siempre que yo este cachonda, y mi marido no o este. Ha, y también te quiero decir que odio el condón porque no se siente tan rico, y a las putas de verdad, nos gusta sentir cómo nos revienta el culo una verga natural. ¿Aceptas mis condiciones? Si no, no habrá trato.

-Hola señora, acabo de ver qué su esposo ya se fue a trabajar, y Óscar (hijo de Lorena) no está en su casa. Este es mi número nuevo, para que lo guarde. Y sí acepto sus condiciones.

– Mijo, en todo estas, sí, ya se fue aquél a trabajar, ¿Qué estás haciendo tú?

– Nada, mis papás no están en casa: estoy aburrido.

– Pues regálame tantita azúcar para mí café, y también me das de tu leche. Pero la leche me la das en la cara, ¿o te da miedo?

– Claro, venga a mi casa, pero primero me puede mandar unas fotitos ¿O no puede?

*Me manda 4 fotos de sus tetas desnudas*.

– ¡Qué ricooo! Venga ya para echárselos en la cara. ¿Sí me da permiso de grabarla un poco?

– Sí mijo, está bien, pero sólo poquito; a ahorita llego en unos 4 minutos o menos.

IV.

Estuvimos 3 horas encerrados en mi casa. Lo hicimos por todos los rincones: se la metí en la sala, en la cocina, me la chupó y me la cogí en el patio, se escuchaba “plaf, plaf” demasiado fuerte, debido al eco que hay en el baño; comenzó a gemir muy fuerte cuando la tenía en los cuartos de la casa: pues yo le estaba reventando el culo en la habitación de mis papás, en la de mis hermanos, en la mía, en los sillones de la sala, y, también tengo que admitir, que me la cogí encima de la barra de la cocina (que por cierto, fue ahí, en dónde ella más gritaba cómo loca).

V.

Me vine 3 veces en su cara: aún no puedo olvidar cómo abría la mandíbula sacando la lengua, para tratar de llevarse algo de semen a la boca. Las otras 2 veces, se los comió sin despegarse de mi verga, y mientras yo me venía, ella me succionaba el pito como popote: me dejó totalmente seco. Y yo la dejé con el rostro rojo de las cachetadas que le dí, el rímel y mis grandes escupitajos, le escurrían por toda la cara: la dejé toda despeinada y desorientada, con el cuello, tetas y culo demasiado rojos, de los golpes que le metí, tenía por todo su sudado cuerpo, las marcas de mis manos, le pegué una putiza por serle una puta infiel a su marido: así que no te preocupes hermano, ya le metí unos chingadazos a tu esposa, por ser tan zorra. Al final, cuándo la vi toda verguiada, repleta de mecos en la cara, toda despeinada y toda cogida en el piso, llegué a pensar que se me había pasado de más la brutalidad, y de fuerza, pero me sorprendió cuándo ella no paraba de agradecerme el tremendo cogidón que le metí. Después de eso, no hablamos hasta el día siguiente.

-Señora, tiene un cuerpo delicioso. Perdón si no le mandé mensaje, es que llegó mi novia, en cuánto usted se fue de mi casa. ¡Qué ricooo cogidón nos dimos!

– Haa, ¿llegó tu noviecilla? ¿Y a poco lo hace mejor que yo? Yo hice que te vinieras 5 veces.

– Claro que no, usted tiene más experiencia. En el video que le tomé, ya era la quinta vez que me venía.

– Y no te preocupes de no haberme mandado mensajes, es más, deberías de borrar la conversación, cada vez que cojamos, para que no vayan a ver qué soy bien puta. Y que me meto contigo.

– Nadie ve nada, usted no se preocupe. ¡Sus videos y sus fotos son sólo para mí! El video de hoy estuvo riquísimo ¿Lo quiere ver?

– Sí, para calentarme para el fin volverte a ver, y que me metas la verga de nuevo.

– ¿Se va a tocar viendo el video?

– No lo sé, pero mejor deberías de tocarme tú.

– Claro, cuando guste. Le mandaré el video.

– Aunque me digas la mamá de stinfles. O stinfler, no sé quién chingados sea. Ha de ser a otra que te cogiste, ¿verdad?

– jajaja, es de una película, después le explico. Pero es que usted está riquísima.

– No te apures, tú cógeme y dime cómo quieras.

Le mando el video.

– Apúrate niño, que ya mero llega mi esposo. Y te va a partir tu madre si ve eso. Y a mí me va coger por zorra. Pero no mejor que tú.

– Usted, es mi puta zorra.

– Me encanta que me digas así, ¡maldito chamaco pitudo! Ni me acordaba que me habías grabado, de tan rico que estábamos. Me tenías gritando cómo puta. ¡Qué ricooo video!

– Gime riquísimo, mami.

– No los vayas andar subiendo o enseñando los en Facebook o WhatsApp he cabrón. Ya va a llegar mi viejo, y le haré de cenar, y luego me va dar otra cogida nada más no te enceles, pero pues viene ganoso. Qué descanse bebé, te la jalas pensando en mis tetas, ya no mandes nada, adiós.

VI.

Ha pasado año y medio desde la primera vez que me la cogí, y, desde entonces, yo me he vuelto oficialmente su amante, y, por suerte, el pendejo de su esposo no se ha dado cuenta aún: ella es una putota profesional. De hecho, escribí esto porque hace dos días, me encerré 6 horas con ella, en un motel. Estuvo riquísimo cómo siempre, y más cuando me dio permiso de grabarla, mientras me la follaba por el culo: gritaba desesperadamente recio porque se la metía sin condón, y ella me gritaba que le diera más rápido, y que la golpeara y la ahorcara con todas mis fuerzas: es una puta perra muy zafada, casi la desmayo por ahorcarla, pero se enojó y me reclamó porque dejé de hacerlo; me dijo entre dientes que le gusta brusco: sexo rudo, que le deje moreteado el culo. Me excito mucho cuando le escupo saliva en la cara, o cuando ¡Es una perroota muy complaciente!

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