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La sorpresa de cumpleaños
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Carlos es uno de esos hombres maravillosos que rara vez se encuentran dos veces en una vida. A simple vista puede que no aparente ser nada del otro mundo, pero entre sus atributos es inteligente, sensible, tierno, atento y al mismo tiempo es salvaje y peligrosamente adictivo en la cama. Es una mezcla muy peculiar y deliciosa del romance con el sadismo. Parecieran ser términos distantes y sin relación alguna pero este hombre los armoniza de tal manera que te esclaviza a su cama.

Y eso me pasó, soy adicta a él.

Hace ya un tiempo que nos frecuentamos y cada encuentro es tan diferente al anterior, él sabe despertar en mi la lujuria, el deseo que toda mujer debe experimentar para poder decir con propiedad que ha llevado una vida plena.

Hace unos días me enteré de que se acercaba su cumpleaños y decidí regalarle algo que lo hiciera recordarme siempre. Nada material que le pudiera comprar podría sintetizar lo que él despierta en mí así que decidí ser su regalo de cumpleaños. Si, así como lo pueden leer, yo sería su regalo de cumpleaños, le regalaría mi cuerpo y todo lo que soy.

Ese día llegué a su casa muy temprano (no quería desperdiciar ni un minuto del día) y él me recibió vistiendo únicamente una bata y con un cálido abrazo y medio dormido, aún me dio un beso en la mejilla y me llevó a su cuarto donde me despojé de mi ropa y desnudos nos acostamos uno junto al otro sumidos en un delicado y tierno momento donde pude sentir los latidos de su corazón sobre mi pecho.

Entrada la mañana arreglo una pequeña mochila donde aparte de su ropa también empacó artículos de primera necesidad como lubricantes, mi plug anal (una verdadera joya que disfruto infinitamente desde el momento que me la coloca hasta cuándo me la quita), entre otras cositas. Nos dirigimos a dar un paseo por tratarse de un día tan especial. Fuimos a la playa, dónde habíamos apartado una pequeña cabañita para pasarlo rico disfrutando de la intimidad y discreción que ofrecía un lugar apartado como ese.

A llegar al lugar, revisamos el lugar, acomodamos nuestro equipaje (tampoco era tanto, solo dos maletas pequeñas con lo esencial ya que con Carlos la ropa sale sobrando). Y nos fuimos a explorar los alrededores. Encontramos un pintoresco restaurante donde disfrutamos de una deliciosa comida y al terminar dimos un paseo a orillas del mar. A su lado el tiempo pasa volando y en poco pudimos ser testigos del más hermoso atardecer nunca antes visto por mis ojos. Puede que el atardecer por si solo no fuese tan impresionante, pero la compañía así me lo hizo sentir.

Se diría que con una escena tan romántica como esa lo que se espera en todo caso es una conversación amena y una cesión de sexo a lo Romeo y Julieta, pero no fue así.

De regreso a nuestra cabaña ya íbamos comiéndonos a besos, tocándonos, yo estaba más que encendida. Al entrar pasamos a la habitación y aunque mi idea era ser su sorpresa de cumpleaños también fui sorprendida. En algún momento en que no me di cuenta había preparado la cama con un enredado juego de cuerdas, amarres y demás y al ver eso era claro que sería una noche larga he interesante.

Pasé a la habitación y me ordenó que me quitará la ropa y solo me dejara el panty, me lo ordenó con una mirada sería y un tono de voz grave que me erizó todo el cuerpo, me sentí un poco asustada, pero al mismo tiempo me excitó muchísimo. Claramente obedecí al instante. Seguido me ordenó acostarme en la cama abierta de pies y manos, me colocó buena venda en los ojos y me colocó una especie de esposas en muñecas y tobillos, las que ajustó a las cuerdas que había preparado en la cama sujetándome fuertemente de manera que no me podía mover.

Sin poder ver sentí como recorría mi cuerpo con sus manos y su boca hasta que llegó a mi entre piernas. Allí me tocó con sus dedos la michita hasta el punto de introducir un dedo en ella. Lo metía y lo sacaba repetidas veces y así pudo ver cómo me mojaba, estaba tan mojada que mis fluidos salían de mi micha y se escurrían hasta mi culo. Su boca se unió a tan delicioso ritual y sentí como sus labios se posaban sobre mi micha que ya estaba húmeda y pasaba su lengua de arriba a abajo y al mismo tiempo su dedo dentro de mi seguía moviéndose. Todo mi cuerpo se estremecía de placer y sin poder moverme estaba a punto de correrme hasta que mis gemidos deben haberle hecho ver qué me correría en cualquier momento y se detuvo abruptamente. No les voy a mentir, esa sensación de estar a punto de llegar y no hacerlo no se siente muy agradable que digamos pero lo agradecería más tarde.

Me soltó de mis ataduras y me ayudó a incorporarme en la cama. Yo no podía moverme porque aún mi cuerpo temblaba del orgasmo que pudo ser pero no se me dio. Con cuidado me llevo hacia un sillón pequeño que adornaba la habitación pero que él le había visto otra utilidad. Me acomodó sobre el sillón boca abajo y me volvió a atar de manera que mi culo quedaba expuesto y dispuesto a su gusto y placer. Estando en esta posición y aún con los ojos vendados volvió a recorrer mi cuerpo pero en esta ocasión no eran sus manos lo que mi piel sentía, era otra cosa, como un cinto o una correa y eso me puso muy nerviosa.

Luego de unos segundos sus manos se deslizaban sobre mi espalda y nalgas y eso me hizo sentir más segura y de repente la sorpresa, un latigazo en mis nalgas, fue tan sorpresivo que no sé si grite de dolor o por la sorpresa en si que me lleve. Ese primer latigazo puso mis sentidos en alerta y los músculos de mi cuerpo se contraían más que por dolor por la incertidumbre de no ver ni saber si sería el único o en qué momento recibiría más latigazos. Por supuesto que no fue el único, no sé cuántos latigazos me dio al final pero eran de diversas intensidades, algunos no los sentía casi, otros dolían un poco y otros hasta dejaban una sensación de picor en la piel.

Luego de recibir los latigazos casi de manera inmediata sentí como sus manos separaron mis nalgas y su pene que ya estaba duro se colocaba en la entrada de mi culo, no necesité lubricación porque mi culo ya estaba húmedo con míos propios ruidos que se escurrieron hasta allí cuando él me lamía la micha. El empujó su pene y al entrar fue una mezcla maravillosa de dolor y placer. Si dolor sentí un poco de dolor pero al mismo tiempo fue maravilloso, podía sentir como su pene entraba y me abría, estaba poseyendo mi cuerpo y a decir verdad para ese momento ya no era mi cuerpo.

Toda yo le pertenecía. Y como estaba contando, su pene entro en mi culo y me abrió con una mezcla de dolor y placer, el entro fuerte y con un empujón llegó hasta lo más profundo haciendo que soltará un grito, allí estaba yo amarrada sin poder moverme y dolorosamente empalada. El empezó a moverse dentro de mi y con cada movimiento el dolor fue convirtiéndose en placer. Colocó una cadena al collar que me había puesto al comienzo de la noche y tiraba de ella mientras me seguía culeando enérgicamente. El vio como mi cuerpo se retorcía de placer (lo poco que podía moverme por estar amarrada), enrolló la cadena en su mano acortándola y tirando mi cabeza hacia atrás, arqueando un poquito mi espalda, lo suficiente para escuchar cómo me decía al oído que yo era su perra y al escuchar sus palabras mi cuerpo no aguanto más y se convulsionó en una explosión de placer, tuve uno de los orgasmos más intensos de toda mi vida, cada músculo se estremeció y contrajo en ese momento.

El soltó la cadena y exhausta repose sobre el sillón. El espero unos minutos y me soltó Blas ataduras y me llevo nuevamente a la cama donde amarro mi tobillo izquierdo a mi muñeca izquierda haciendo lo mismo del otro lado y dejándome abierta y boca arriba, colocó una almohada debajo de mí para darle cierta elevación a mi culo y me colocó un plug anal. Me deja acostada de esta manera un momento mientras va al baño (para limpiarse, para refrescarse o para darme la oportunidad de que me recuperará un poco de tan intensa experiencia).

A su regreso me retirarla venda de los ojos y se sube encima mío y se coloca entre mis piernas que lascivamente permanecían abiertas para él. Sus manos recorren mi cuerpo, me come literalmente entre besos y mordiscos, lame mis senos y me penetra despacio. Mi micha está más que mojada, es más me la siento como hinchada al punto de que la siento palpitar.

El sale y me penetra una y otra vez y mientras lo hace juega con el plug que me metió en el culo y de repente sus movimientos de vuelven cada vez más rápido y fuertes yo siento nuevamente como mis músculos se contraen, no puedo moverme y Carlos me embiste con fuerza me estremezco, mi espalda se arquea y grito pidiendo que me dé más duro, arrecha y caliente me sostiene la cara con ambas manos y mirándome a los ojos se corre dentro de mi con furia como si quisiera romperme la micha mientras que en ese mismo instante también me corro intensamente, luego jadeante cae sobre mi cuerpo sudado mientras que intento recuperar la respiración y mi corazón sigue latiendo como si quisiera salirse del pecho.

A los minutos se incorpora y suelta mis amarres y aún con el plug metido en el culo me quedo dormida a su lado.

Es todo un fin de semana que vamos a pasar juntos, pero lo que ocurre después es otra historia.

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