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La sombra de las Pirámides: Bautismo
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Los ojos de Jacqueline estaban cerrados mientras flotaba desnuda de espaldas en el agua caliente. Estaba en un profundo estado meditativo, completamente relajada. Había tenido dificultades para lograr este estado después de ver el asesinato del profesor. Cuando volviera a abrir los ojos, se sentiría totalmente renovada como si hubiera dormido toda la noche.

Hilary se deslizó fuera del agua y dejó que el vapor caliente abrazara su cuerpo desnudo antes de alcanzar un peine y ponerse a trabajar para desenredar su exuberante cabello rojo. La joven católica irlandesa que una vez encontraba escandaloso estar desnuda con su empleadora, pero ahora se había acostumbrado a lo largo de los años a medida que su afecto fraternal seguía creciendo.

"No me he sentido tan limpia en una semana", susurró.

La idea de bañarse en un hammam (baño turco) público también habría escandalizado a la Hilary Collins años atrás, pero Jacqueline había alquilado uno solo para ellas dos.

Hilary miró a su señora. Los pies de Jacqueline estaban cruzados a la altura de los tobillos, los brazos extendidos en una pose de Jesús en la cruz. Su cabello oscuro flotaba detrás de ella. Sus pezones estaban erectos, las puntas de sus senos brillaban con un rayo de sol que entraba por la claraboya. Los senos grandes eran lo único que tenían en común sus figuras, además de una altura similar de 168 cmts. Por lo demás, los cuerpos eran muy diferentes. La inglesa era esbelta y atlética. Sus curvas eran sexys, pero musculosas y sus senos parecían grandes. Hilary también era esbelta, pero era más suave y con más curvas que Jacqueline, con nalgas más grandes y más movimiento en su cuerpo cuando caminaba.

El cuerpo desnudo de la irlandesa seguía chorreando agua mientras caminaba hacia la pila de ropa y la bolsa por la que el pobre profesor Fady había dado su vida. Abrió la bolsa y sacó la caja cubierta con jeroglíficos. Miró a Jacqueline, que seguía flotando tranquilamente en la piscina antes de volver a centrar su atención en la caja. Hilary a menudo pensaba en el PENE, desde que Fady se los había mostrado por primera vez. Jacqueline lo había revisado una vez en el avión y Hilary lo miró atentamente cada segundo que estuvo expuesto. Ahora abrió la caja en silencio y tomó el PENE DE OSIRIS en su mano.

«Es tan grande y grueso» pensó una y otra vez. Los propios pezones de Hilary se estaban extendiendo mientras lo miraba. Se pusieron tan duros que comenzaron a doler y sintió que su feminidad emitía calor y se humedecía por dentro. Movió la POLLA hasta sus pechos y pasó la bulbosa cabeza dorada sobre uno de sus duros pezones rosados. Sus areolas parecían pequeñas pirámides que coronaban sus senos con un pezón más rojo oscuro en el centro, las de Jacqueline eran círculos más grandes y planos con pezones mucho más gruesos y largos. Hilary tenía la perturbadora imagen de sí misma deslizando el eje alrededor del pezón de Jacqueline tal como lo estaba haciendo en sus propios pechos. El PENE era tan real que incluso tenía un agujero donde estaría la uretra. «Tan grande, tan grueso», pensó. «¿Cómo se sentiría algo tan grande dentro de mí?» Pensó mientras su mano movía involuntariamente el falo dorado por su vientre hacia el tupido mechón de vello púbico rojo.

"¡Hilary! ¿Qué estás haciendo?"

Hilary dio un respingo, sorprendida por el repentino arrebato de Jacqueline. Ella involuntariamente comenzó a sonrojarse desde sus mejillas hasta su pecho.

"Nada", respondió poco convincentemente. "Estaba examinando el PENE".

"Bueno, vuélvelo a poner en la caja". Jacqueline salió de la piscina y caminó hacia una toalla, dejando un rastro de agua detrás de ella.

"¿Crees que hay hombres que lo tengan tan grande?" preguntó Hilary devolviendo la POLLA a su caja.

No se dio cuenta de que el PENE comenzaba a emitir un tenue brillo verde cuando la soltó y cerró la caja.

"No he visto ninguno tan grande, pero sí varios que están cerca".

Jacqueline se acercó a su ropa y comenzó a vestirse. Su atuendo esta vez era un poco más femenino para abordar el tren con destino al oeste. Al principio, Hilary se escandalizaba por las aventuras amorosas de Jacqueline. No es que fuera indecente, había atracción e incluso amor con muchos de sus amantes. El problema eran sus actitudes después de convertirse en amante. Cada uno de los hombres esperaban que ella se estableciera con ellos, se casara y criara hijos, pero Jacqueline no estaba preparada para eso. Hilary llegó a comprender su comportamiento después de un tiempo se hizo menos rigurosa como para ella también disfrutar de algunos hombres.

Las mujeres se vistieron y salieron del hammam sintiéndose refrescadas y revitalizadas. Pasearon por las calles de Estambul llevando nada más que la bolsa que contenía el PENE y un paraguas nuevo para proteger la piel clara de Hilary. El arma de Jacqueline estaba en su mochila lateral atada a su muslo y debajo del vestido, un poco difícil de alcanzar, pero lista para usarla si era necesario. Las mujeres tomaron un ferry a través de las aguas del Bósforo donde cenaron en el Hotel Pera Palas, que atendía a los viajeros ferroviarios. El vagón comedor del tren no se uniría hasta después de que salieran de Estambul a tiempo para el servicio de desayuno. Los famosos vagones azules y dorados del Orient Express estaban siendo cargados a medida que llegaban. El tren era corto con 4 vagones para dormir, cada uno con diez habitaciones y un vagón de equipajes en cada extremo. Se agregarían y restarían vagones adicionales en las diferentes paradas según el destino. Mostraron sus boletos y abordaron, un mozo francés les mostró su camarote. Su nombre era Jean y sería su asistente durante su viaje. Su equipaje estaba allí esperándolas. Su habitación ya había sido preparada para la noche. Había dos camas, una encima de la otra. En una mesa había un lavabo con un poco de agua caliente y una esponja, pero como las mujeres aún estaban refrescadas con el baño no lo usaron. Por la mañana, el compartimento se convertiría en una sala de estar con un sofá y una mesa, las camas se doblarían contra la pared. Unas horas más tarde, a las 22:00 horas, el tren salió de la estación en dirección a París y las mujeres se cambiaron y se pusieron la ropa de dormir. Jacqueline se subió a la cama de arriba mientras que Hilary se acostó en la de abajo. Ambas mujeres se durmieron rápidamente.

[El Orient Express prestó servicios desde 1883 hasta 2009. Cubría la ruta Paris-Estambul por 3 recorridos distintos. Entre 1930-1962 llegaba hasta Londres.]

Hilary se despertó alrededor de la medianoche. ¡Había estado soñando con el PENE DE OSIRIS! Sus pezones estaban duros y se sentía húmeda entre sus piernas. Quería volver a verlo, sostenerlo, sentir su toque en su cuerpo. De repente se asustó. No podía moverse y sentía un gran peso en el pecho. Jacqueline estaba roncando. Hilary trató de pedir ayuda, pero no salió ninguna palabra de su boca. La joven irlandesa se deslizó fuera de la cama, pero no era ella quien tenía el control. Estaba despierta, pero dormida, una sonámbula moviéndose por la habitación hacia la bolsa con el cuadro jeroglífico que contenía el PENE. Hilary miró la bolsa y se quitó los tirantes del sostén. Dejó caer el sostén antes de agacharse para deslizar sus bombachos cortos por su parte trasera hasta quedar desnuda frente a la bolsa. Se arrodilló y sacó la caja. Deslizó su mano sobre los jeroglíficos antes de abrir la caja. El PENE estaba brillando, emitiendo un tinte verde que llenó la habitación con un brillo sutil. Agarró el eje, tan grande y grueso.

"¡Hilary! ¿Qué estás haciendo?" gritó Jacqueline, deslizándose fácilmente de la litera superior.

Jacqueline durmía con un camisón de seda transparente. No llevaba nada debajo de la camisola y la seda abrazaba su cuerpo desnudo, sus pezones sobresalían de la seda, los pechos agitados.

"¡HILARY!"

"¿Qué… qué?" dijo Hilary, sacudiendo la cabeza y despertándose por completo.

Se volvió hacia Jacqueline.

"¿Jacqueline?" preguntó algo confundida. Una mano sostenía la base del PENE, la otra mano se deslizaba hacia arriba y hacia abajo por el grueso eje. Brillaba más cuando su mano acariciaba el miembro dorado.

"Hilary, detente", jadeó Jacqueline y una nube de polvo blanco brotó de la punta de la polla.

Tosió cuando el polvo llenó la habitación. Jacqueline agitó su mano frente a su cara. Hilary estaba tosiendo y haciendo lo mismo.

"Huele", dijo Jacqueline arrugando la nariz. "¡Huele a SEMEN!"

Jacqueline dio un paso hacia Hilary mirando a su amiga con preocupación. Hilary estaba sonrojada, sus pechos palpitaban y miraba extrañada a Jacqueline. Ésta miró el cuerpo de Hilary. Había visto a su amiga desnuda cientos de veces, pero ésta era diferente. Sus pezones estaban completamente duros, tan hinchados con sangre que su areola normalmente rosada estaba carmesí e hinchada. Su clítoris estaba tan congestionado que Jacqueline podía verlo sobresaliendo debajo de sus mechones de vello púbico rojo. Mientras Jacqueline la miraba, gotas de la excitación de Hilary comenzaron a gotear desde su clítoris hasta el suelo. Jacqueline sabía que su amiga era bonita, asombrosamente hermosa, pero nunca se había dado cuenta de lo atractiva y sexy que era físicamente. La inglesa también sintió el goteo del líquido de su propio clítoris hinchado y un dolor de sus propios pezones duros.

"¿Hilary?" preguntó mientras la mujer irlandesa se acercaba.

Hilary extendió la mano y agarró la parte superior de la camisa de Jacqueline, rasgándola hacia abajo y tirando de ella hacia adelante hasta que sus labios se encontraron. Se besaron con más pasión y lujuria de lo que ninguna de esas mujeres había besado jamás a un hombre. Jacqueline gimió cuando su lengua bailó alrededor de la de su amiga. Hilary sabía delicioso!

Los senos de Jacqueline habían quedado expuestos cuando Hilary rasgó su camisola. La mano izquierda de Hilary levantó un seno y apretó su duro pezón. Jacqueline jadeó alrededor de la lengua de Hilary mientras oleadas de placer recorrían su cuerpo. Sus pezones nunca antes habían estado tan sensibles. La otra mano de Hilary rodeó su espalda y levantó su camisola para poder agarrar una de las nalgas bien redondeadas y tensas de Jacqueline. Todavía sostenía el PENE en su mano y Jacqueline podía sentir el eje duro empujando su piel.

Hilary Collins, normalmente recatada y sumisa, empujó a Jacqueline de vuelta a la cama. Se subió encima de Jacqueline, hundiendo la cabeza en sus pechos y chupando una de las protuberancias Lady Ainscow entre sus labios. Ésta jadeó de placer mientras más ondas de placer recorrían su cuerpo. Las manos de Jacqueline agarraron la cabeza de Hilary, sosteniéndola contra su pecho. Hilary mordió suavemente el pezón de Jacqueline y medio besó, medio lamió en su camino hacia el otro seno. Jacqueline gimió, sus caderas se elevaron involuntariamente deseando que un hombre estuviera dentro de ella.

Hilary mordió su otro pezón antes de besar su camino hacia abajo por el tenso y ondulante vientre de la mujer en forma. Besó el ombligo de Jacqueline y movió la punta de la lengua dentro de él mientras las caderas de Jacqueline continuaban moviéndose hacia arriba esperando con impaciencia que los labios y la lengua de Hilary alcanzaran su necesitada vagina. Hilary lamió debajo de su ombligo hasta la parte superior de su montículo púbico de pelo negro. Jacqueline gimió y jadeó cuando su clítoris fue succionado repentinamente entre los labios de Hilary, lo que provocó que tuviera un orgasmo de inmediato.

Jacqueline Ainscow apenas se había recuperado de su primer orgasmo cuando sintió las punzadas de otro cada vez mayor cuando la lengua de Hilary se metió en su vagina. Jacqueline gimió y se retorció en la cama. Su cabeza se movía de izquierda a derecha, su vientre ondulaba hacia abajo mientras sus labios se abrían extendiéndose alrededor del enorme extremo bulboso de el PENE DE OSIRIS. Hilary movió rápidamente su lengua sobre su clítoris mientras introducía la POLLA más profundamente. Los músculos vaginales de Jacqueline se apretaron alrededor del PENE y se corrió de nuevo, dura y poderosamente, sus gemidos de placer se convirtieron en un grito.

El PENE había vuelto a la normalidad, ya no brillaba, pero se sentía como si fuera real. Estaba tan caliente como cualquier pene vivo e incluso Jacqueline pudo sentir su pulso. Hilary besó su clítoris de nuevo y luego deslizó su cuerpo sobre el de Jacqueline hasta que su cabeza encontró el pezón erecto de la inglesa mientras su otra mano metía y sacaba la POLLA del coño de Jacqueline.

Una sombra se movió en el corredor justo afuera de la cabina, deteniéndose en la puerta. La manija se movió suavemente, encontrándola cerrada. El mango dejó de girar. Se oyó un ruido sordo justo fuera del hueco debajo de la puerta y el primer escorpión entró corriendo a la habitación.

Jacqueline nunca había sido penetrada tan profundamente ni se había sentido tan plena en su vida. Se corrió de nuevo mientras Hilary manipulaba el PENE lo más rápido que podía. Soltó el pezón de Jacqueline de sus labios y deslizó su cuerpo hacia arriba hasta que pudo mirarla a los ojos. Hilary la continuó mirando mientras movía su mano hacia la base rota, empujando lentamente los 10 centímetros restantes dentro de Lady Ainscow hasta que su amante tomó toda la longitud del eje dorado. Los ojos de Jacqueline se pusieron en blanco y gimió mientras su vulva se apretaba alrededor del PENE de piedra, corriéndose una y otra vez.

Jacqueline le dio la vuelta a su Lady's Maid hasta que estuvo encima de ella. Jacqueline gimió, corriéndose de nuevo mientras sus músculos vaginales todavía agarraban con fuerza el PENE DE OSIRIS. Apretó y luego se relajó, empujando los músculos de su coño hacia afuera hasta que la pesada polla de piedra cayó sobre la cama entre las piernas de Hilary, la cabeza quedó apuntando hacia su próximo hogar húmedo.

Jacqueline besó el cuello de Hilary, sus cálidos labios encontraron su pezón rosado. La mujer irlandesa jadeó y se retorció de placer cuando los labios de su patrona succionaron sus sensibles pechos. Jacqueline se movió más abajo. Las manos blancas de Hilary encontraron el cabello oscuro de su amante y lo empujaron hacia abajo. La lengua de Jacqueline se movió dentro del coño de Hilary mientras ésta cruzaba las piernas alrededor de la espalda de Jacqueline. Hilary jadeó en estado de shock por lo bien que se sentía. Jacqueline deslizó la lengua de entre los pliegues del coño de su dependiente. Fue el turno de Hilary de gritar en el orgasmo cuando Jacqueline rápidamente chupó su clítoris. Hilary no pudo parar y continuó sacudiendo sus caderas, la lengua de Jacqueline continuó en el clítoris hasta que Hilary se corrió de nuevo.

Jacqueline levantó la cabeza, con la boca y la barbilla empapadas de los poderosos orgasmos de Hilary. Observó el vientre ondulante de Hilary y sus pechos palpitantes mientras la mujer jadeante le devolvía la mirada. Entonces Hilary sintió que sus labios vaginales se abrían de par en par cuando el PENE los empujó. Hilary experimentó el placer de ser penetrada tan completamente por el grueso eje. Jacqueline se inclinó y besó la protuberancia de su coño mientras empujaba la polla más profundamente, trabajándola lentamente hacia adentro y hacia afuera para que la sirvienta pudiera acostumbrarse al enorme eje. Hilary de repente gimió y lloró, las lágrimas corrían por sus mejillas por el poderoso orgasmo que sacudió su cuerpo. Jacqueline se aferró con fuerza a la base de la PENE ya que el orgasmo de Hilary era tan fuerte que trató de sacar la POLLA de ella.

Jacqueline se deslizó de la cama y se arrodilló en el suelo junto a Hilary. Besó el pecho pálido y la débil areola de Hilary, chupando y mordiendo su pezón mientras con la otra mano continuaba metiendo y sacando la polla del coño espasmódico de Hilary. Jacqueline giró la cabeza de Hilary hacia ella y acercó sus labios a los de Hilary. Sus lenguas bailaron de nuevo mientras Jacqueline hacía lo mismo que Hilary le había hecho a ella y empujó el PENE hasta que todo el eje entró en Hilary. La irlandesa maulló incluso mientras besaba a su ama. Su cuerpo se tensó, los pies empujaron sus caderas hacia arriba de la cama. Jacqueline deslizó su mano por la temblorosa mujer, encontró su pezón y pellizcó.

"¡AAHHH!" gritó Hilary, corriéndose.

Esta vez, el PENE salió disparado del coño seguido de un rastro de fluido vaginal y golpeó en el suelo con un fuerte golpe. El cuerpo de Hilary volvió a caer sobre la cama, mientras respiraba con dificultad.

Jacqueline se pasó el dorso de la mano por la barbilla. Su amiga expulsó bastante fluido vaginal. Caminó de rodillas hacia el PENE, acercándose a él. Pero su mano se detuvo a centímetros del artefacto. Debajo del eje de piedra sobresalían dos pinzas, seguidas de ocho patas, cuatro a cada lado. Levantó la POLLA y vio la cola malvada del bicho aplastado. ¡¡UN ESCORPIÓN!!

"¡J-Jacqueline!" gritó Hilary alarmada.

Jacqueline se volvió hacia su amiga, un segundo escorpión había subido la gran pendiente del pecho de Hilary. Estaba en posición de ataque, con las pinzas abiertas para morder su pezón y la cola hacia atrás para atacar. Jacqueline justo lo agarró por debajo de la púa y levantó al furioso animal de encima de Hilary. Sus garras partieron hacia arriba sin poder alcanzar los dedos de Jacqueline.

"¡JESÚS!" gritó Hilary, mirando fijamente al arácnido enojado. "¿De dónde diablos salió esa cosa?"

"Del desierto egipcio", respondió Jacqueline con calma. "Es un leiurus quinquestriatus. Una de las criaturas más venenosas del mundo. Su picadura provocará insuficiencia respiratoria y, finalmente, una muerte muy dolorosa".

Hilary vió como Jacqueline tiraba la cosa al suelo y la aplastaba con la cabeza aún mojada del PENE.

"¡Merde!" maldijo a Jacqueline en francés.

Miró a Hilary alarmada.

"Bájate de la cama ahora".

Hilary obedeció y se sentó. Sus pies iban por sus pantuflas.

"¡NO!" gritó Jacqueline. "Nada de pantuflas", dijo mirando cómo el área de los dedos alrededor de las pantuflas se movía de la criatura dentro de ellas.

Jacqueline movió las zapatillas hasta que cayó el tercer escorpión y lo aplastó con el falo de piedra de Osiris.

"¡Jacqueline! ¿Qué está pasando?" preguntó Hilary, todo su cuerpo temblando.

"Alguien está tratando de matarnos y supongo que es nuestro amigo egipcio del mercado".

Jacqueline giró la cabeza rápidamente para inspeccionar la habitación.

"Debe habernos seguido hasta Turquía. Registra la habitación, rápido, tiene que haber cuatro más".

"¡CUATRO MÁS!" Los ojos de Hilary se movieron de Jacqueline al techo.

"Jacqueline cuidado…"

Jacqueline dio un paso atrás cuando el cuarto acechador de la muerte cayó del techo para aterrizar a sus pies. Rápidamente golpeó fuerte con su talón a la bestia, sintiendo que su duro exoesqueleto crujía bajo su pie descalzo. Volvió a pisar con fuerza su resbalón arruinado cuando vio movimiento debajo y fue recompensada con otro crujido. Observó alarmada cómo los dos últimos escorpiones salían corriendo de debajo de la cama hacia los pequeños pies de Hilary. Jacqueline arrojó el PENE a los escorpiones. Hubo un ruido sordo y un sonido aplastante cuando la POLLA aplastó a uno de los arácnidos, pero no alcanzó al séptimo y último escorpión.

"¡AY!" gritó Hilary. "¡Me picó!" Las lágrimas rodaron por las mejillas de Hilary mientras saltaba sobre un pie.

Jacqueline agarró un vaso cercano de la mesa y lo invirtió, haciéndolo caer alrededor del escorpión, atrapando al furioso acechador de la muerte dentro antes de que pudiera picar el otro pie de Hilary.

"Sobre la cama ahora", ordenó Jacqueline mientras el enojado escorpión continuaba atacando y golpeando el vidrio que lo atrapaba.

"¡Voy a morir!" se lamentó Hilary. "¡Jesús, María y José! Sí, aunque ande por el valle…"

Jacqueline corrió hacia la puerta y la abrió, saliendo desnuda al pasillo. Miró a ambos lados del pasillo, pero estaba vacío. Cerró la puerta, volvió a bloquearla y encendió la lámpara antes de regresar con Hilary, que seguía recitando el salmo 23.

"Cállate", le dijo a su amiga, arrodillándose frente a la cama. Hilary dejó de hablar y observó a Lady Jacqueline levantar su delicado pie en su mano. La sangre manaba de su dedo gordo del pie, de un corte y no de una picadura.

"Vivirás. Solo te pellizcó".

Jacqueline se inclinó y besó el costado del dedo del pie de Hilary mientras sus manos masajeaban su pie. Hilary se santiguó.

"Gracias a Dios", susurró ella, su cuerpo se relajó. "¿Estás segura de que no hay más?" ella preguntó.

Su cuerpo se tensó de nuevo mientras miraba alrededor de la habitación.

"Bastante segura", dijo Jacqueline.

Volvió a besar el dedo del pie de Hilary, mirándolo para asegurarse de que la sangre había dejado de fluir.

"Parece que nuestro villano tiene un don para lo dramático. Hay un mito en la mitología egipcia de Isis viajando con siete escorpiones."

Jacqueline besó el interior del tobillo de Hilary y comenzó a subir por la pierna de Hilary.

"¡Lady Jacqueline! Por favor, ahora no es el momento adecuado para esto", jadeó Hilary mientras movía su cuerpo y abría las piernas para su amiga.

Su excitación volvió rápidamente y pronto Jacqueline la estaba comiendo hasta otro orgasmo.

Jacqueline se recostó en el banco, su mano se deslizó sobre el papel. Llevó el carboncillo a la derecha del papel, presionando con fuerza la página mientras coloreaba la esvástica. Miró al zepelín alemán y luego a su página. Satisfecha, terminó de colorear la esvástica en la aleta de cola y escribió el nombre del zepelín en la parte delantera del dirigible. El Graf Siegfried.

Desvió su atención de los alemanes y pasó una página hacia atrás en su cuaderno de bocetos. Allí estaba dibujado el cuerpo desnudo de Hilary tendido sobre la cama de la cabina. Dormía pacíficamente, con una rodilla ligeramente doblada. Una sábana cubría su entrepierna, pero sus senos estaban expuestos. Jacqueline había extendido el lujoso cabello rojo de la mujer dormida sobre la almohada, desplegándolo alrededor de su cabeza. Rápidamente dibujó a su amiga dormida y ahora amante.

Jacqueline estaba guardando el cuaderno de bocetos cuando Hilary se despertó. La católica irlandesa se habría escandalizado por el dibujo desnudo de ella misma, pero la joven estaba aún más horrorizada por los eventos de la noche anterior: a sus ojos, habían cometido juntas un pecado mortal.

"Hilary, deberías saber que muchas culturas a lo largo de la historia han permitido e incluso promovido el comportamiento homosexual".

"No es mi cultura ni mi dios", respondió Hilary, mientras sus dedos buscaban a tientas el rosario alrededor de su cuello.

Jacqueline le dijo a su amiga que cerrara la puerta detrás de ella y salió de la cabina para que Hilary tuviera tiempo para orar. Tomó su cuaderno de bocetos y decidió pasear un rato por Budapest mientras el tren movía algunos vagones.

El Graf Siegfried había llegado una hora antes, descendiendo y amarrando cerca del Orient Express. Los empleados del tren estaban agregando un vagón de lujo con banderas de la esvástica nazi colgando debajo de cada una de las ventanas en la parte trasera del tren, detrás del vagón de equipajes. Dos hombres abandonaron la aeronave y se dirigieron hacia el automóvil de lujo una vez que se había enganchado. La distancia era demasiado grande para los detalles, pero había algo familiar en el hombre más alto. El hombre más bajo vestía un uniforme negro con un brazalete con la esvástica nazi. Era más corpulento que el hombre más alto.

Los dos entraron en el recientemente agregado vagón de lujo seguidos por varios tripulantes uniformados del zepelín que llevaban su equipaje. Los miembros de la aeronave regresaron rápidamente al Graf Siegfried, cuyos motores rugieron cuando el tren silbó anunciando que el Orient Express se preparaba para partir hacia Viena. Jacqueline recogió sus cosas y caminó hacia el tren justo cuando la aeronave gigante se elevaba una vez más hacia el cielo.

La habitación había sido limpiada y ordenada por el personal de limpieza, las camas corridas hacia atrás y la cabina convertida en una sala de estar con un sofá y una mesa. Hilary estaba inclinada sobre la mesa y todavía oraba cuando Jacqueline regresó a la habitación. Levantó la vista cuando escuchó la puerta cerrarse.

"¿Dios te respondió?" preguntó irónicamente Jacqueline.

"Sí, he llegado a la conclusión de que estaba bajo el control de algún artefacto pagano y que mis acciones no eran mías. Dios me perdonará, pero debo confesarme lo antes posible". Hilary se puso de pie. "¿Tú cómo lo estás manejando?"

Jacqueline se encogió de hombros.

"Encontré la experiencia bastante agradable. Siempre me he sentido cerca de ti, pero ahora me siento aún más cerca".

"¡Pero es un pecado!" Hilary jadeó,

Jacqueline se encogió de hombros de nuevo.

"No veo cómo algo tan placentero y mutuamente consensuado podría estar mal. Esperaba que volvieras a compartir mi cama, incluso que te mudaras a mi habitación después de llegar a Londres".

El rostro de Hilary se sonrojó incluso cuando sus pezones se endurecieron visiblemente debajo de su vestido.

"¡Yo no soy una SAFISTA, Lady Ainscow!"

"Me temo que solo eres la señorita Collins. Temo que los efectos del PENE sean permanentes. Todavía me gustan los hombres, pero al mismo tiempo quiero tomarte entre mis brazos y besarte de nuevo. A juzgar por las reacciones de tu cuerpo, tú también sientes lo mismo".

"Sí, pero rezaré para tener la fuerza suficiente para luchar contra este deseo".

"Muy bien", dijo Jacqueline. "Tal vez me equivoque y los efectos disminuirán con el tiempo. La leyenda dice que se necesitaron tres bautismos, o sea: tres eyaculaciones, para convertir a Isis en una prostituta lasciva". El vientre de Hilary gruñó con fuerza. "¿Hambre? El vagón restaurante debe de estar sirviendo la cena". Hilary asintió y las dos mujeres caminaron hacia el vagón restaurante.

Jacqueline se sentó de espaldas a una ventana mientras Hilary se sentaba frente a ella. La irlandesa pidió rodaballo a la parrilla con vino blanco y salsa de mantequilla. Lady Ainscow había comido una pogácsa [panecillos con queso] que compró a un vendedor ambulante en Budapest y aún no tenía hambre. Le pidió al mesero que le trajera un pan rebanado y un pepino entero para que luego hacer sándwiches de pepino en su habitación. Pidió una copa de Merlot.

Jacqueline quería mirar los ojos verdes de Hilary, pero alguien había intentado matarlas la noche anterior y necesitaba estar alerta. Sus ojos escanearon a los comensales sin encontrar nada fuera de lo común. Eso hasta que llegó un hombre negro mientras ella estaba llenando su copa de vino. Atrajo la atención de todos los demás comensales, la mayoría mirándolo boquiabiertos. Estaba vestido con una túnica blanca con adornos dorados que formaba una V en su pecho desnudo mostrando su musculatura. Era grande, corpulento. Tenía una barba larga y puntiaguda al estilo del antiguo Egipto y usaba delineador de ojos oscuro. El hombre también estaba rapado, incluidas las cejas. La mayoría de la gente nunca había visto a nadie tan exótico y continuó mirando al gigante negro. Tomó asiento solo, frente a Jacqueline y ordenó algo al mesero antes de volver la cabeza para mirar directamente a Jacqueline. Sus labios se curvaron hacia arriba, exponiendo dientes blancos mientras le sonreía.

"¡Oh, villano, villano, sonriente, maldito villano!" murmuró ella.

"¿Qué?" preguntó Hilary.

"Hamlet" dijo Jacqueline. "Nuestro enemigo, Aket, ha llegado, Hilary".

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