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La señora Luisa
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Hace poco me invitaron al aniversario del club de patinaje donde laboré por más de 6 años, asistí con mi familia y me encontré con viejos conocidos, entre ellos la señora Luisa, que a pesar de haber pasado 10 años de no verla no perdía su elegancia, nuestro saludo fue efusivo, yo alabé su belleza y ella se sonrojó, debe estar cerca de los 65 años ya, pero aún conserva algo de figura.

A ella la conocí cuando llevaba a sus nietos a los entrenamientos, aunque en un principio se mostró muy parca y algo engreída, de a poco fuimos compaginando muy bien, nuestra confianza creció y por eso nuestras chanzas eran algo pasadas de tono, ella siempre iba vestida de licras deportivas y se notaba mucho sus gruesas piernas, sus caderas anchas y sus buenas nalgas, su rostro denotaba sus años, pero era muy elegante, en ocasiones asistía en pantalones vaqueros que hacían marcar más sus atributos.

Una de las mamás del grupo un día requirió de mis servicios de rehabilitación y debido a sus buenas referencias la demanda de mis servicios se aumentó en un alto porcentaje, tanto que llegué a solo atender a padres, madres y abuelos del club, entre mis pacientes estuvo Daniela la hija de la señora Luisa, en las dos primeras sesiones no me encontré a la señora Luisa, la tercera vez me encontré con una gran sorpresa, llegué a la cita y toqué a la puerta, me abrió la señora Luisa vestida en un top negro y un pequeño calzón, ella pensó que quien llegaba era su hija, se puso colorada al verme, se disculpó, me invitó a pasar y salió corriendo a su cuarto a colocarse más ropa, cuando ella regresó yo la molesté mucho por lo que había visto, me ofreció algo de tomar mientras su hija llegaba, ella seguía apenada por la situación y repetía que estaba avergonzada.

Su hija no tardó en llegar, yo realicé mi labor y me retiré para seguir trabajando.

En el siguiente entrenamiento ella volvió a repetirme que estaba apenada, yo la miré de arriba abajo y le dije: “voy ser muy sincero, creo que más de una de las mujeres que están aquí, quisieran tener los atributos que tienes tú”, ella abrió los ojos asombrada y no dijo nada, espero que eso no cambie en nada la bonita relación que tenemos, cerré diciendo. Ella sonrió y yo continúe con mis labores.

Visité su casa tres veces más y el día de la última terapia de su hija, la encontré cubierta solo por una toalla, ella disponía a bañarse y su hija no estaba en casa, pasa, ponte cómodo, mi hija está en camino, me dijo, y se metió a la ducha. Me senté a esperar la llegada de mi paciente, pasaron varios minutos y vi pasar a Luisa hacia su cuarto, minutos después ella salió vestida muy elegante, nunca la había visto en tacones y la verdad se veía divina, alabé su belleza y ella me respondió con un gracias, ella llamo a su hija y esta le respondió que estaba en medio de un trancón y que estaba demorada, me pidió que la disculpara y que por favor la esperara.

Yo mientras tanto bromeé con Luisa, le dije: “lástima que hoy se acaban las terapias, estoy seguro que con una más me habrías recibido sin ropa”, ella soltó a reír y me dijo: “te quedarías sin ojos al ver mi celulitis, mis estrías y mis gordos”, ¿y tú como sabes?, le dije, no juegues con mis sentimientos, me respondió, yo la miré directo a su cola y luego a sus ojos y ella me hizo gesto de reproche, pero ambos reímos, llego su hija y esa conversación quedo ahí.

Varios días después tuvimos otra ocasión para dialogar, yo había terminado el entrenamiento y ella estaba junto a los demás padres en un grupo, me acerque para saludar e informarles algunos asuntos del club, cuando estuvimos solos, ella me reclamo por las miradas que le había hecho a sus nalgas mientras estábamos en la reunión, yo sonreí y le dije que eso era culpa de ella, que no podía olvidarlas, me miro mal en juego y me dio un pellizco.

Yo seguí molestándola alabando sus piernas, te voy a dar otro pellizco, me dijo, yo seguí el juego y ella me dijo: “vaya moleste a la señora Gabriela, o a doña Paula, a esas que le piden terapias con final feliz”, yo solo sonreí y le dije: “hoy quiero molestar a Luisa, a la que me recibe de la mejor manera cuando voy a su casa”, ella se me acerco y se recostó en mi hombro y se rio, me dijo: “eres muy malo, no te burles, no juegues con los sentimientos de una vieja”, la vieja más linda, le respondí, la abracé fuerte y le di un beso en la mejilla, ella miró a todos lados y me dio un pico en la boca, tonto, aprovechado, me dijo, yo la tomé fuerte por la cintura y le di un beso, metí mi lengua en su boca y ella respondió, aquí no, me dijo, yo la solté y ambos buscamos la salida del lugar, en el camino le dije que quería hacerla mía, ella dijo que también quería estar conmigo, quedamos en que la recogiera el día lunes en la mañana cerca a su casa.

Llegó el día y pasé por ella, la vi de lejos y estaba vestida con unos vaqueros bien ajustados, una blusa blanca elegante de botones y unas plataformas, apenas se subió nos besamos apasionadamente, le dije lo linda que estaba y ella me respondió con más besos, no sabía dónde podía llevarla, le pregunte donde quería que fuéramos y ella respondió que cualquier lugar donde estuviéramos solos era perfecto.

La llevé a la zona de los moteles y entramos a uno que para mi gusto es el mejor, una vez dentro de la habitación nos besamos con más pasión, mis manos recorrían su cuerpo, besaba su cuello, amase sus nalgas con todas las ganas del mundo, ella también me tocaba, lentamente le fui quitando la ropa, hasta que la tuve completamente desnuda, me apodere de sus tetas con mi boca y busque su vagina con mi mano, ella respiraba fuerte y me acariciaba la cabeza, le pedí que se acostara en la cama y pude ver su cuerpo desnudo, metí mi cabeza entre sus piernas y le hice un oral, con mis manos acariciaba sus senos, ella empezó a dar leves gemidos, que de a poco se hicieron más sonoros, coloco sus manos sobre las mías y las apretaba a medida que yo acariciaba sus senos, empezó a gemir más fuerte y a decir: “no pares por favor, no pares, se siente delicioso”, no sé cuánto estuve en medio de sus piernas pero ella se vino dos veces.

Luego ella se puso de pie, me desnudó y me pidió que me acostara, me dio una mamada de las mejores, me hablaba y se entrecortaban sus palabras cuando se metía mi verga en la boca, me dijo que quería subirse, y así lo hizo, me confeso que llevaba 2 años sin acción, se montó y a medida que mi verga entraba en ella sus ojos se iban volteando y su boca se abría, una vez tuvo mi pene dentro de su vagina, me miro y empezó a moverse en círculos, resoplo y me dijo: “me encanta montar, y a ti, te voy a disfrutar al máximo, me siento como una quinceañera y te quiero dar el mayor placer posible”.

Empezó a subir y bajar y a gemir como loca, la verdad tenía un movimiento de cadera espectacular, ver sus tetas subir y bajar, sus pezones paraditos y sentir sus nalgas chocar contra mi pelvis fue algo inolvidable, antes de venirse empezó a decir: “que delicia amor, me voy a venir, métemelo hasta el fondo, quiero venirme mucho”, se vino y cayo rendida sobre mí y respiraba entrecortado, yo seguí penetrándola y ella me beso y me dijo que quería ver cómo me venía en ella, nos colocamos en posición de misionero, le di lo más rápido y profundo que pude, ella me decía: “quiero tu semen, quiero sentirlo en mí, chorreame amor”, no dure 5 minutos y me vine, la mayoría de mi semen cayo en su abdomen y algo en su pecho, que rico, amor, me encanta sentir el semen caliente en mi cuerpo, dijo ella, apenas me recosté a su lado con sus manos rego el semen por todo su abdomen y su pecho, y se lamio sus dedos y sus manos.

Estábamos retomando la acción y ella recibió una llamada, tenemos solo treinta minutos me dijo, quiero que me hagas temblar las piernas de nuevo, me dijo, nos manoseamos mutuamente, una vez mi pene estuvo erecto nuevamente, la puse en cuatro y le di con todas mis fuerzas, ella gemía y se movía muy rico, le di nalgadas y eso hizo que gimiera más duro y se moviera más, juegue con mi dedo pulgar en su ano, ella no se molestó, ni dijo nada, lo que me dio a entender que también eso estaba disponible para mí, empecé a meter mi dedo de a poco en su culo, ella me volteo a mirar y me hizo una mirada picara, ambos aumentamos nuestros movimientos.

Metí todo mi pulgar en su ano y ella me dijo: “me gusta que seas atrevido”, con mi otra mano busque su clítoris y eso la puso a mil, no deje de acariciar su clítoris y jugar con su ano hasta que ella se vino, le pedí que se acostara boca abajo y la penetre por la vagina, ella giro su cabeza y me beso, dame duro papi, soy tuya, me dijo, la cambie de posición, la puse boca arriba con sus piernas muy abiertas, me asombro su flexibilidad, ella misma se abrió al máximo y mi pene entraba muy profundo, me quiero tomar tu semen, me dijo, quiero sentir tu sabor, me gemía en la cara y me pedía que me viniera, eso me gusto y me vine, así como ella lo pidió se lo eche todo en la boca, se lo trago y me dio una mamada corta, nos duchamos y salimos del motel, la deje cerca a su casa y así termino ese primer encuentro.

El día viernes de esa semana había una actividad del club para recoger fondos para salir a unas competencias, mi esposa no me podía acompañar porque trabajaba los sábados, le conté a la señora Luisa y me dijo que quería que nos fuéramos ese día temprano los dos solos, llego el día viernes, yo tenía que colaborar en la portería del sitio, a eso de las doce de la noche me relevaron y pase a la barra a ayudar con la venta de las bebidas, el sitio estaba a reventar.

Luisa me vio y con la excusa de pedir una bebida me dijo que me esperaba afuera en veinte minutos, calcule el tiempo y salí, ella estaba parada junto a mi carro, le abrí y salimos del lugar, me dijo que teníamos su casa para nosotros solos, ella estaba bastante tomada, me besaba y metía su mano dentro de mi pantalón, ella estaba vestida con un enterizo gris ceñido al cuerpo que resaltaba su cintura y su gran culo, se bajó las mangas y se quitó el sostén para dejarme acariciar sus tetas, saco mi pene del pantalón y mientras hablábamos me masturbaba, llegamos a su casa y entramos por el garaje, se acabó de desnudar en la sala, ¿te gusta esta vieja?, me pregunto, eres hermosa mujer, me encantas, le respondí, me besó y me desnudó.

Me hizo sentar en el sofá y me cabalgo, primero de frente y después de espaldas, gemía muy duro, estaba muy excitada por los tragos, luego la puse en cuatro sobre el sofá y allí se vino, me llevo a su habitación y nos tiramos en la cama en posición de cucharita, así yo podía tocar sus senos y jugar con su clítoris, así tuvo su segundo orgasmo, me empezó a dar una mamada y a preguntarme que quería que hiciéramos, le dije que quería metérselo por detrás, ella sonrió y me dijo que por supuesto, que sabía que le iba a doler mucho, pero que ella era mía y que yo podía hacer con ella lo que quisiera, para mi gran sorpresa, se paró, subió un pie en la silla de su tocador, tomo una crema de manos y lubrico su ano, metiendo primero uno y luego dos dedos, quiero que me des igual de duro por detrás como lo haces por delante.

Se acostó al borde de la cama y abrió sus piernas, yo las puse sobre mis hombros y ella puso mi verga en la entrada de su culo, se lo metí despacio, una vez estuvo toda dentro de ella empecé a meterla y sacarla cada vez más rápido y profundo, a pesar de que me decía que le dolía no quería que se la sacara, ella se adaptó muy rápido a mis movimientos y acompañaba mis metidas, empecé a acariciar su clítoris y eso hizo que se relajara más, a los pocos minutos ya estaba con sus piernas totalmente abiertas y pidiéndome que no parara, definitivamente la señora Luisa era una delicia, ella misma se puso en cuatro y continúe disfrutando de su culo, no dure mucho y le dije que me iba a venir, ella me dijo que lo hiciera en su cara, se acostó en la cama y coloco la cabeza colgando por el borde, me masturbe en su cara e hice lo que ella me pidió, ella me beso los testículos un rato y luego fue al baño a limpiarse, ya era muy tarde y yo tenía que regresar a mi casa, me despedí y quedamos de vernos al otro día.

Al día siguiente después del entrenamiento le invente una excusa a mi esposa para poder cumplir mi cita, la faena estuvo espectacular, Luisa y yo hicimos el amor en todas las poses posibles, la señora disfruto cada orgasmo como si nunca antes lo hubiera hecho, me gustó mucho la flexibilidad que ella tenía, siempre trataba de hacerla abrir al máximo sus piernas, así podía tener más roce y más profundidad en mis penetraciones.

Nuestra relación duro unos 9 meses, poco a poco nuestros encuentros fueron más esporádicos, ella consiguió una pareja, pero aun así continuamos con nuestros encuentros, todo termino cuando ella se fue a vivir con su pareja, se disfrutó y se aprendió de la señora Luisa.

Hasta un próximo relato.

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