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La señora Eva, segunda aventura
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Habían pasado 5 semanas después de aquel encuentro con la señora Eva. En todo ese tiempo, no habíamos vuelto a coincidir. Por mi parte decidí mantenerme al margen y no forzar ningún encuentro, se lo dejé al destino, y ese destino ya había escrito un segundo capítulo para los dos.

Resulta que una tarde de un miércoles, me disponía a ir a practicar deporte a un centro recreativo que estaba a 3 kilómetros de mi colonia. Era forzoso pasar por la calle donde vivía la Señora Eva, algo en mi interior me dijo que me la encontraría. Su calle lucia tranquila, y al pasar enfrente de su casa, no percibí ninguna novedad, sin embargo, al dar la vuelta para llegar a la otra calle, ella venía caminando con una bolsa de mandado y sin pensar dos veces, su sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro, me dijo cuando la tuve frente: "Qué milagro, muy buenas tardes, ¿Cómo ha estado?", a lo que respondí: "Muchas gracias, muy bien, voy a practicar un poco de ejercicio, y a usted como le ha ido?. A lo que ella me respondíó suspirando: "La verdad muy bien, muchas gracias por preguntar", y en eso me sorprendió al decirme: "Porque no vienes a mi casa, me encuentro sola, mi marido anda en aguscalientes ayudando a una de mis hijas a mudarse", a lo que un poco nervioso respondí: "Si, claro, por que no". La señora Eva parecia tener un plan entre manos, de pronto me dijo: "llévate mi mi bolsa del mandado y finjamos como que me ayudas a llevarla a mi casa", para nuestra suerte, la calle lucia vacia, solitaria, no se si alguien nos veía desde alguna ventana, sin embargo, esa treta de ayudarle con el mandado era buena justificación para pasar desapercibido ante los ojos de extraños.

Una vez instalados en su casa, coloqué su bolsa en una mesa, y no sentamos en su sala, ella sonriente me dice: "En verdad fue maravilloso lo que vivimos la última vez, desde ese día no dejo de pensar en ello", y yo respondí: "Fue especial, a mi también me gustó". Y en eso, la Señora Eva se acerca, y sentados en el mismo sillón, comenzó a desabrocharme el pantalon, no tardé en sentir como la sangre en mi ser comenzaba a desplazarse intensamente, mi pene se puso erecto inmediatamente, mientras la señora Eva me desabrochaba el cinto, desabotonaba mi pantalon y me decia "Recuestate". Me dejé llevar por ella, cuando menos acordé la Señora Eva ya me había bajado los pantalones y con su mano masajeaba mi falo, el cual estaba rigido, duro, era una vara de carne erguida e inchada por la excitación que tenía. De pronto, vi como se quito sus lentes, y su boca se echó un clavado a mi pene, comenzó a lamerme mi vara de carne, a chupar mi miembro viril, era una sensación magna. Me sentí poderoso en esa situación, la señora Eva tenía en su boca mi pene, y lo saboreaba y chupaba con mucha intensidad, con desesperación, con ansiedad. Me estaba dando la mamada de mi vida, la Señora Eva se tragaba mi falo una y otra vez, con su lengua dibujaba circulos en la cabeza de mi pene, y luego lo volvía a introducir en su boca.

Yo solo recostado, disfrutaba el trabajo que me hacia. Pero en ese preciso momento paso algo un poco extraño, mientras la Señora Eva me chupaba con intensidad mi miembro viril, mi mirada identificó en unas de las paredes a un cuadro de la Señora Eva al lado de su esposo, ambos sonrientes en dicha foto, sinceramente no sentí remordimiento (por lo menos en ese instante), veía esa imagen y luego veía como la señora Eva me mamaba el pene, y sentía que me excitaba más, nunca lo hubiera imaginado que fuera así. La señora Eva me estaría mamando el pene por unos 8 minutos, sus labios hacian un trabajo delicioso, único, irrepetible, tanto que me acercaban a la eyaculación. Le dije con insistencia: "Estoy a punto de venirme", a lo que ella se quitó, y me dijo no puedo tragarme tu semen, nunca he hecho eso. Mi excitación me hizo por un momento perder la cabeza, y me hice el enojado y le dije: "Mejor me voy, no entiendo porque no quiere que me venga en su boca", a lo que ella con el afan de complacerme rápidamente accedió y se trago mi pene para que eyaculara en su boca, poco a poco, estaba logrando que la señora Eva perdiera pudor. Y ni tarde ni perezoso, estallé!, comencé a eyacular intensamente en su boca, a depositarle mi semen en su lengua, me vine como nunca, y al retirar mi pene, observé como la Señora Eva se encontraba excitada, y en vez de tirar mi espermatozoide comenzo a saborearlo y a tragarselo mientras me decia: "te amooo". Quedé complacido, y ella me abrazo, y me dió las gracias. En eso, una llamada por teléfono lo cambió todo, cambiaron los planes de esa tarde y me tuve que retirar, pero me dijo que me esperaba el jueves de la próxima semana por la mañana.

Continuará.

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