En ocasiones mi trabajo es muy aburrido, cuando mi jefe no me necesita, sin embargo, cuando me necesita siempre estoy disponible para él.
Un lunes, estaba casualmente llegando a mi trabajo, cuando mi jefe de una manera molesta me marco, que me acercara a su oficina, para hablar de un tema que traemos con pendiente desde el jueves pasado. Entré como de costumbre, el tomaba su típico café de las mañanas, el molesto desde que entré, comenzó a reclamar sus pendientes, que en mi trabajo son órdenes desde que el las expresa. Sin saber mucho de ese tema entré, de momento solo escuchaba sus reclamos, yo molesta por la situación salí de esa oficina donde yo realmente no quería estar más.
Cuando se me pasó el coraje volví a entrar a pedirle de la manera más atenta que me explicara detalladamente el problema, pero él seguía muy molesto. Reclamaba y reclamaba, de pronto tiró su café al mover su brazo rápidamente. Yo me agache para limpiar ese desastre que el hizo. Traté de limpiarlo con lo primero que encontré, cabe mencionar que había solo papel canela, y así que lo limpié. Terminado de limpiar él se acercó a mi, de una manera muy tierna me pidió disculpas por el trato. Yo sabía como él era cuando tenía algún problema, así que lo dejé continuar, se acercó a mí, me tomó de mi cintura y me dijo:
– Soy un tonto al no darme cuenta cuando moví mi brazo, no es justo que tengas que limpiar mis tonterías.
Solo asentí con la cabeza, y le dije que todo estaba bien, que yo entendía su frustración. Bajó su mano lentamente por mi cintura hasta mis pompis, me quedé ahí confundida, mi reacción fue rodear su cuello con mis brazos, me acerqué más, en contraste yo me sentía muy bien al dejar que tocara mis nalgas, besó a mi cuello, y yo solo sentía mucha calentura, una calentura que en cada momento se hacía más notable. Al estar cerca de él, sentí como su miembro se sentía duro, sabía que ese era el camino que debía seguir.
Lo besé lentamente, baje a su cuello, afloje su corbata y desabroché su camisa, deslizando lentamente deje en descubierto su torso, para mi era grandioso ver su silueta de hombre muy varonil frente a mi. Quité su corbata y su camisa también, de una manera muy tierna lo despojé de su ropa, tirándola al suelo, me dejé llevar como si fuese mi primera vez. Acariciando sobre su pantalón ese gran miembro, le dije al oído:
– Amor no tienes porque ponerte asi, si necesitas cogerme para quitar esa molestia lo puedes hacer, esta bien?
Después de decirle eso decidí agacharme y aflojar su cinturón, bajé su cremallera para ver ese gran monstruo que aún estaba medio dormido. Lo tomé con mi mano y empecé a acariciarlo, caricias que se convirtieron en masturbación muy pronto. Mientras lo sujetaba con mi mano lo metí a mi boca para chuparlo, lo chupé con gran deseo de poderlo hacer sentir bien, ya que como su mujer, era mi deber complacer a mi hombre. El gemía con un placer excepcional.
Continúe tocándolo, creí que él se vendría en ese momento ya que pasaron algunos minutos mientras lo masturbaba, pero no fue así. Por lo tanto me quité mi camisa y mi brasier, le dejé ver mis pechos, aunque él sin darse cuenta de eso solo gemía cada vez más fuerte, me daba pendiente que se escuchará fuera de la oficina, y los demás se dieran cuenta del suceso. Él me ayudó tocando su miembro mientras yo tocaba mis pechos, abrí mi boca para recibir ese gran miembro, entonces él asotó su gran miembro sobre mis labios y mi lengua. Pasaron unos segundos cuando me levanté y me volteé sobre un escritorio que tenía en esa oficina.
Él se agachó y comenzó a lamer mi vagina, lo hacía tan delicioso con esa lengua veloz que tenía, rápidamente me mojé y él lo notó. De poco a poco paso de mi vagina a mi ano, realmente eso era muy delicioso. Me daba más placer, lamiendo con una sutileza por poco me venía, pero pensé en otra cosa y lo aplacé para después, yo continuaba gimiendo de placer y disfrutando ese momento que no quería que terminara. Con su miembro de fuera él lo colocó en la entrada, y lo metió poco a poco, yo sentía una sensación muy rica, me dejé llevar nuevamente, y sin darme cuenta ya lo tenía muy dentro de mí.
Mis piernas temblaban pero aun así aguanté mientras el seguía metiéndomela a un ritmo constante, simplemente escuchando como resonaban sus testículos en mi vagina…