Esta historia ocurrió hace unos tres años. Había una chica interna trabajando en uno de los pisos, nuestra relación era cordial, aunque no podía dejar de mirarla. Ella tendría unos 32 años, yo 22, vestía siempre con mallas y camisetas grandes, estaba jamona con las piernas duras, no muy alta, con unas tetas grandes y bien firmes, sigue siendo rubia y tiene una boca que vuelve loco a cualquiera que la pruebe.
Una de las veces se le cayó un sujetador al patio y algo nerviosa, me dijo que cuando lo cogiera se lo diera. Lo cogí pero antes, quería notar su olor corporal y me asegure que talla tenía y me sorprendió, ya que tenía más pecho de lo que me imaginaba. Se avergonzó en el momento que se lo di y me dio la sensación de que le gustaba. Le pregunte si me podía dar su número de teléfono, Le escribí para reírnos de la situación y así ir entrando en calor. La cosa fue subiendo de tono con el paso de los días y nos mandamos fotos íntimas donde me mostraba sus grandes pechos y lo tersos que estaban.
Me imagino mi verga entre ellas y no ocultaba el decírselo, como que me encantaría coger ese culazo y que le iba a lamer cada rincón de sus nalgas, donde mi lengua no pararía de entrar y de salir, saboreándola entera a placer.
Un mediodía que salía de trabajar le dije que se pasará por mi casa, ya que no podía más y quería penetrarla hasta los guevos, al principio vaciló, pero al cabo de rato llamaron al timbre, era ella y subía a mi casa que está situada a una manzana donde trabajaba.
Nada más verme nos dimos un abrazo y lo siguiente fue besarnos con locura, mis manos no podían estar quietas y necesitaba acariciar cada rincón de su cuerpo, mientras la apretaba contra mí para que notará como estaba mi verga de firme. No tardo en llevarme a la cama y allí nos seguimos besando con mucho deseo, saboreando nuestras lenguas que no paraban de moverse con locura, buscándose en todo momento. Me bajo los pantalones y directamente se fue a por mí verga.
Empezó a pasar la lengua de arriba abajo, chupándomela entera mientras su saliva chorreaba por mi entrepierna, sabia como hacerme disfrutar; absorbía mi glande y tragaba después hasta donde podía. Entre el ruido que hacía cada vez que se la metía y lo excitado que andaba, iba a reventar en cualquier instante. Mi verga mide unos 17 cm, algo gorda, pero aun así estaba degustándola como una loca. En un momento de placer me dijo que quería que me corriera en su boca. Esto hizo ponerme muy muy caliente y al final lo consiguió con un sobresaliente. Mi verga no dejaba de palpitar en su preciosa boca, mientras mi vecina me sacaba toda la leche, sin derramar nada y siguió un ratito más después de la corrida, por si quedaba algo más que sacar.
Nunca me había palpitado tanto con una mamada y estaba tan agradecido que quería devolverle el placer y que se corriera como una loca. No me dejó, se levantó escupió toda la leche, me dio un gran beso y me dijo que tenía que irse a trabajar.
Los dos aún sabemos que nos debemos mucho y yo la estaré siempre muy agradecido por la mamada tan deliciosa que me hizo.
Espero entrar en contacto con ustedes, ya que soy nuevo con esto de los relatos.