Dóciles y sumisas entráis en el recinto, todo está oscuro, apenas oís algún susurro, si hay gente está callada. Os ponen bajo el único foco encendido, iluminadas esperáis inquietas, de pronto, suenan unos cascabeles, al poco rato, otros, y otros más, en apenas un par de minutos, decenas de ellos os rodean, ocho focos se encienden al instante y en semicírculo frente a vosotras, con la manos atadas a la espalda y el bocado entre sus labios, aparecen las 8 compañeras con las que corristeis hace 20 años, no dejan de mover sus pechos pinzados, las campanillas que cuelgan de ellos tintinean una y otra vez, se te hace un nudo en la garganta, viéndolas, recordándolas, ellas siguen moviendo sus tetas, dándoos la bienvenida con sus campanillas y sus miradas. Y un atronador aplauso resuena entre el público, queréis ver quiénes son, saber quién está aquí, pero los focos solo iluminan el escenario y no podéis distinguir nada entre la penumbra de detrás de los focos.
La ovación dura un buen rato, cuando finalmente acaba, es Eva quien sube al escenario, coge el micro y empieza a presentar a las 8 yeguas que os acompañan, 8 historias, 8 vidas, 8 pasados y 8 futuros, ninguna ha querido perderse este momento, ninguna ha querido olvidar aquella carrera donde sufrieron y gozaron lo indecible. Eva levanta la cara de Maria Gualadupe, quedo décima, mexicana, bajita, rechoncha, con sus buenos michelines, unos pechos algo caídos, la piel gastada por el sol y el campo, la venus de Willendorf del grupo, su rostro de india maya se contrae de dolor mientras Eva de un tirón le arranca las campanas, luego la desata y le quita el mordedor. Eva se acerca a Xan quedó novena, una coreana que vive en Paris, traductora de una gran empresa, hace tiempo que guardo su collar y su vida como esclava, pero hoy también ha querido estar con vosotras, Eva juega con sus pechos pequeños, mientras ella tiembla, sin dejar de tocarla va explicando cómo se corrió antes de los cinco primeros minutos de ver su video personalizado, cuando menos lo espera le arranca las campanillas y también le quita el bozal, ella escupe babas y saliva al suelo, mientras la mano de Eva se moja en su entrepierna abierta. Ahora es el turno de Carolina (octava), la “nina” mallorquina, su pelo negro azabache cae sobre su espalda, tensa su cuerpo cuando Eva le arranca las pinzas, solo un ligero temblor imperceptible, orgullosa y altiva no piensa dejar que nadie la oiga gritar, al menos no tan pronto. Sus pechos grandes y generosos son pellizcados por Eva, que explica que sigue siendo la potrilla sumisa de su dueño, el mismo que hace 20 años la trajo a la carrera. Hanna, la séptima, se endereza, orgullosa muestra sus pechos, su pelo corto apenas le cubre la nuca, sus labios carnosos envuelven su bozal, Eva la mueve por su nariz, decorada por unas pequeñas pecas, ella la mira inquieta, sabe lo que le espera. Coge aire cuando las manos de Eva se aferran a sus pinzas, y no puede evitar chillar, cuando las pinzas saltan de sus pezones. Sin dejar de mirarla, y acariciándole las nalgas, va contando que esta gallega, ha pensado y diseñado buena parte del decorado de esta fiesta. Magreando sus nalgas, dice que la inspiración le llegaba tras cada golpe, cada azote, tras cada verga moviéndose en sus agujeros calientes y húmedos, mientras colgaba desnuda y sumisa de sus argollas.
Lidia (sexta) traga saliva, es su turno, Eva le arranca las campanillas lentamente, dejando que sus pezones se tensen al límite, ella muerde su bozal, mientras su dueña va retorciendo sus pechos hasta hacerla chillar. Agarra con fuerza sus labios vaginales y la levanta en vilo, ella se aferra a su ama, gruñe, gime, mientras su dueña explica que hasta hace poco era una de las actrices BDSM más cotizadas, ahora solo es su esclava, su amante y también su mejor colaboradora. Con un beso largo en su boca la suelta, ella respira hondo y vuelve a erguirse, a mostrar orgullosa su cuerpo de hembra madura y hermosa. La quinta es alguien distinto, sus rasgos andrógenos, no dejan claro si es macho o hembra, solo sus patas abiertas y la ausencia de verga colgando la definen como yegua. Rapada al cero, llena de tatuajes y pircings, Astrid (quinta) la vikinga del grupo, era una de las favoritas. Corpulenta, fuerte y salvaje, pero al final no pudo ni tan siquiera acercarse a las vencedoras. Sin un solo gemido resiste el dolor de sus pinzas arrancadas de cuajo. Eva muestra su coño perforado, dos aros en sus labios vaginales, entre los cuales cuelga una candado de considerable tamaño, De uno de los aros que le atraviesan los pezones, cuelga la llave para poderla usar. Se acerca el final, Eva acaricia las mejillas de Shanga, la senegalesa, ella era la gran favorita, sus patas curtidas en mil carreras, su resistencia increíble, lo tenía todo a favor, pero una caída apenas salir, hizo que tuviese que salir el veterinario a curarla, al final un poco recuperada, lejos de todas, con una pata renqueando, fue capaz de ir remontando hasta el cuarto lugar en que quedo. Ella orgullosa, deja que Eva le arranque sus campanillas sin una mueca de dolor, con su piel marcada por el látigo, sigue siendo esclava de un dueño muy exigente, además de ser directora médica de un pequeño hospital que una ONG tiene en una región inhóspita de su país. Y finalmente la argentina Vane (tercera), desde la mesa con una copa en la mano, la miro, sigue seductora, hermosa, el tiempo se ha portado bien con ella, Eva le arranca las pinzas, ella gruñe, escupe palabras ininteligible en su boca abierta y amordazada, nunca ha sabido estar callada. Un par de bofetadas la hacen callar. Pelirroja, pecosa, de intensos ojos azules, Eva retuerce sus pechos, mientras cuenta que ahora es alcaldesa de una pequeña ciudad de la pampa. Vane se retuerce un poco, la mano de Eva ahora está restregándose en su entrepierna, la esclava nota sus dedos en su vulva, en su clítoris, jugando con su deseo, sigue contorneándose, no puede evitar excitarse mientras Eva la toquetea.
Tras terminar con Vane, todas salen corriendo hacia vosotras, os besan, os acarician, os hablan, hay tanto por decir, tanto por compartir, pero tiempo habrá para hacerlo, para revivir recuerdos e historias. Eva azota los culos de Astrid, Hanna, Carolina, la espalda de Maria Guadalupe, las tetas de Vane y Shanga, mientras les ordena que vuelvan a su sitio, todas corren a su lugar. Eva sonrie, os quita el bozal, tragas saliva, Zuleia escupe algo de babas. Os mira y os dice que hace 15 días, de rodillas suplicasteis una cosa a vuestras dueñas, se os hace un nudo en la garganta, mientras recordáis aquel momento, ha llegado la hora de hacerlo realidad. Con dificultad te vas arrodillando, el consolador en tu culo te molesta, casi te caes de bruces, pero al final lo consigues, también Zuleia está de rodillas, se acercan vuestras hijas, levantas la mirada y le suplicas que ponga en tu piel la marca de fuego que te hará suya, quieres pertenecerle como esclava, también Zuleia pide a Yoha que la marque como a un yegua. Estáis asustadas, excitadas, nerviosas, con los sentimientos a flor de piel, ellas asientes con una sonrisa. Entran unos operarios y empiezan a montar dos cruces metálicas en forma de X articuladas por el centro, Nuria te levanta, te lleva hasta la tuya, encadena tus muñecas a unas argollas en la parte superior, unos correajes aprietan tu cintura contra el hierro, giras la cara, Yoha está atando las patas de Zuleia a la parte inferior del aparato. También a ti te está atando Nuria, respiras hondo, mientras notas como inmoviliza tus piernas, tu muslos, te arranca el consolador del culo, también Yoha tira del de Zuleia.
Cuando os tienen listas, con un mando van inclinando lentamente la parte superior del aparato hasta quedar en un perfecto ángulo de 90 grados. Doblada, tu culo en pompa, tus patas atadas, tus brazos hacia adelante, tu cara cae oculta entre tus cabellos, tus tetas colgando, Nuria tira de tus cabellos hacia atrás, los ata al aparato, quiere que todos vean tu rostro cuando el hierro marque tu culo. Zuleia gimotea mientras Yoha también va tirando de su cabellera. Eva os dice que antes de marcaros, va a subastar a vuestras antiguas compañeras, todas han aceptado pertenecer por una noche a quien más pague por ellas, y lo que se recaude se repartirá entre las ONG que ellas mismas han elegido.
Eva tira de los cabellos de María Guadalupe, cuenta que esta campesina de Chiapas, esposa feliz y madre de 5 hijos está dispuesta a dejarse follar, azotar, atar, la perra ofrece su boca y sus agujeros a cualquier deseo de sus amos, por salvaje que sea. Lupe no puede evitar excitarse, mientras Eva magrea sus tetas o le pone su mano en su entrepierna mojada, luego azota con la fusta sus nalgas, es la señal de que empieza la puja. En una pantalla los números van aumentando hasta que se detienen, ya tiene comprador. De un tirón en su coño la echa al suelo, le levanta los tobillos que ata a sus muslos, y tirando de su collar, se la da a uno de los camareros, que la lleva hacia una de las mesas, Lupe anda con dificultad, a 4 patas apoyada en sus manos y sus rodillas, como despedida Eva le da un par de azotes en su culo. Pellizcando sus pechos, Eva trae a Xan, ella se sonroja al oír como hablan de ella, como cuenta lo suave que es su vulva, lo agradable que es azotarle las tetas o lo sensual que son sus labios abiertos engullendo una buena verga, no tardà en subir la puja, también a 4 patas se pierde entre la penumbra que hay tras los focos.
Vosotras nerviosas, asustadas, seguís esperando, este es un nuevo castigo que no esperabais, un nuevo suplicio que se os hace eterno, mientras Eva tira de los cabellos de Carolina, la mallorquina, morena, racial, una hembra como pocas, cuenta como le gusta que decoren sus pechos con la cera de velas encendidas lo bien que engulle una verga bajo el agua, una esclava pensada para paladares refinados y castigos especiales. El látigo golpea su culo y en pocos instantes la cifra crece y crece hasta límites indecentes. Tras salir hacia su comprador, es Hanna la que se subasta, carne gallega en todo su esplendor, mojada, caliente, cachonda, gime solo con pensar en los castigos que le esperan, Eva la golpea y la puja va subiendo, al terminar a 4 patas, excitada y sumisa camina orgullosa hacia su destino. Lidia se acerca, no hace falta ninguna presentación, todos la han visto azotada hasta desfallecer, follada por decenas de amos, penetrada por vergas y consoladores brutales. Eva solo la levanta por las tetas, mientras el contador se vuelve loco, superando con mucho la oferta por Carolina.
A medida que pasan los minutos, los nervios se convierten en un nudo en vuestras gargantas, tembláis, miras los ojos rojos de Zuleia, Eva no tiene prisa. Astrid se acerca, es su turno, un plato para sibaritas, las manos de Eva tiran de sus aros, hasta hacerla caer, intenta levantarse, una patada la vuelve a hacer caer, la coge del aro de su nariz, y la levanta en vilo, ella no puede evitar chillar, suplicar, mientras Eva entra en su culo un consolador de castigo, le ordena que se mee, ella no quiere, pero le retuerce los aros hasta que sumisa deja que la orina baja por sus patas. Luego la azota y unos números no muy altos van apareciendo, atada como el resto, se pierde tras la correa que la lleva. Shanga traga saliva, y se acerca, pelo rizado y corto, mirada de tigresa, unas tetas no muy grandes y un cuerpo escultural y fibroso marcado por el látigo, Eva la hace girar, habla de su culo, de su lomo, de su resistencia, la vuelve a girar, un azote en pleno coño hace que se retuerza de dolor, pero no grita, no llora, no se rinde, otro azote hace que se mee, y un tercero que grite, mientras no deja de subir su precio, aun sin llegar a Carolina o Lidia. Eva se acerca a la última de las yeguas, tira de la cabellera pelirroja de Vane, la exhibe, ordeña sus tetas, azota su culo, muestra sus dientes, ella con su mirada perdida me busca sin saber dónde mirar, la mano de Eva tira de su coño hacia arriba, mientras anima a pujar por esta perrita casi sin domar, ella de puntillas se muerde los labios, aprieta los puños, mientras es azotada en las tetas, la cuenta va subiendo, el contador finalmente se detiene. Como el resto de animales, con los tobillos atados a sus muslos, sigue la correa atada a su collar, nuestro camarero la trae, nerviosa, entra en la zona tras los focos, decenas de mesas, gente que va tocándola, pellizcándola, sobándola mientras se acerca a nuestra mesa, No tengo prisa, le digo al camarero que le dé un par de vueltas más, para que todos puedan magrear a la criolla. Sumisa y caliente, no puede evitar excitarse cuando tantos desconocidos juegan en su culo, en su coño, besan sus labios, mordisquean sus pezones, le azotan sus nalgas, su culo, sus patas y sus pies levantados. Finalmente el camarero me la entrega. Tirando de su cabellera la hundo entre mis piernas, empieza a engullir mi verga, justo cuando en el escenario vosotras sois las protagonistas, humillada sabe que eres tu quien me excita, es a ti a quien deseo, ella tan solo es un agujero donde vaciar el placer de verte marcada a fuego por nuestra hija.
En el escenario, solo quedáis vosotras, delante de vuestras caras, dos hornillos, con un buen puñado de carbón al rojo vivo, Eva te acerca el hierro con el que te marcará, tú lo besas, luego lo entra en aquel hornillo para que vaya calentándose. También Zuleia besa el hierro con la “Y” de su hija, que Yoha también pone entre el carbón de su hornillo. En las pantallas repartidas por todo el local, se ven distintos planos de vosotras, nalgas inmovilizadas, tu rostro asustado, tus tetas colgando, los hierros enrojeciendo y empezando a chisporrotear, también se ve a vuestras dueñas, Nuria acaricia tu lomo, te tranquiliza sentir sus manos, la suavidad de sus dedos, Yoha juega con los cabellos de su madre, también la calma con sus besos y caricias.
Tras una espera interminable, el hierro candente está listo. Nuria se agacha te da un beso en la mejilla, abres la boca y te pone un mordedor entre los labios, coge el hierro, te lo enseña, es de un rojo intenso, humeante, dejas de verla, ahora está tras de ti, su mano va palpando tu nalga, va eligiendo el lugar exacto donde marcarte. También Zuleia tiembla al sentir en su culo la mano de Yoha.
Las chicas se miran, y en el mismo instante, aprietan con todas sus fuerzas el hierro contra vuestra piel, el aire se enrarece con el olor a carne quemada, vuestros chillidos se clavan en la madera que os han puesto en la boca, Zuleia se mea, tu no tardas en hacerlo, el hierro sigue quemándoos, ardiendo en vuestra piel, las cámaras no pierden detalle, medio mareada, respiras agitadamente, los segundos se os hacen eternos, lloráis, chilláis, os queréis mover, casi rompes la madera con la fuerza de tus mandíbulas, pero el hierro sigue pegado a vuestra piel, dejando imperecedera la marca de vuestra sumisión.
Finalmente vuestras dueñas quitan el hierro de vuestras nalgas, lo devuelven al hornillo, Nuria se acerca a tu cara, te quita el mordedor, te tiemblan los dientes, todo el cuerpo, limpia tus lágrimas, tus mocos, acaricia tus mejillas, y girándote te muestra una pantalla donde una N de fuego, humeante, inflamada y roja, decora tu nalga izquierda. También Yoha besa y acaricia a su madre, mostrándole orgullosa la Y que ha dejado dibujada en su culo.
Pasan unos minutos, atada y marcada, esperas nerviosa e impaciente, lo que te tengamos preparado, el dolor sigue intensamente vivo, quemándote, asándote. Nuria te dice que tienes visita, con el mando levanta un poco el aparato, ves a Antonio, el veterinario del barrio, a quien todos llevamos nuestras mascotas, tu también le has visitado varias veces, pero nunca como paciente. Él te acaricia el rostro, va a comprobar como estás, y si se esta noche tus dueños pueden usar tus agujeros. Sonrojada bajas la mirada, va a hacerte una revisión completa, mira tus ojos enrojecidos, te hace abrir la boca, va moviendo tus dientes, tu lengua. Estruja tus ubres, tus pezones, tira de ellos, los mueve de lado a lado, tragas saliva cuando empieza a mirar tu coño, sus dedos entran en ti, humillada y caliente solo puedes tensar tus músculos, él comenta que tienes un coño en perfectas condiciones, muy bien conservado para tu edad, incluso mojado y jugoso a pesar del castigo, saca sus dedos y los limpia en tus mejillas. Con el mando vuelven a doblar tu cuerpo a 90 grados, sigue con su inspección, se pone un guante de látex, y entra su mano en tu culo, lloras de rabia mientras él va inspeccionándote, sientes sus dedos dentro de ti. Recorre tus muslos, tus patas, todo está perfecto. Te encorvas y chillas cuando moja la marca recién puesta, con un spray desinfectante. Temblando, suplicando, llorando, dejas caer tu cabeza. El habla con Nuria…, la felicita por la hembra que acaba de marcar, muy bien cuidada y perfecta para ser usada por cualquiera de sus agujeros, aunque hoy, por precaución, prefiere que solo te penetren por la boca, nada de vergas ni consoladores en tu parte trasera, como máximo pueden toquetearte el coño con los dedos. Se pone ante ti, y te dice que abras la boca, lo has puesto caliente y ahora necesita desfogarse, al instante su verga entra hasta el fondo de tu paladar, mientras engulles, él te va contando que estos días ira controlando como vas superando las distintas pruebas a que tu ama decida someterte. Te atragantas con su corrida, tragas todo lo que puedes y el resto cae al suelo, él se limpia en tu nariz y tras despedirse de Nuria, se dirige a comprobar cómo está la yegua de Yoha.
Poco a poco vas recuperando el aliento, el dolor se va haciendo más soportable, Eva acaricia tu lomo y os dice que esta noche no os van a castigar demasiado, ya se encargaran de satisfacer a los invitados las 8 perritas subastadas. Pero hasta la madrugada, os quedareis aquí atadas, y quien quiera, podrá usar vuestras bocas, o magrear vuestro coño. Apenas pasa un minuto, y alguien pone su verga en tu boca, agarra tu nuca y empieza a moverte, tú con la cara sucia de Antonio, lames, besas, engulles, mientras aquella verga se vacía entre tus labios. También oyes como Zuleia satisface a algún admirador, mientras tragas verga tras verga, tu cara sucia, pringosa, va llenando de semen de distintos dueños, a algunos les gusta dibujar en tus mejillas, tu nariz, tu frente y tus labios manchados de blanco, otros simplemente quieren desfogar su deseo en tu boca. Oyes gemir a Zuleia, alguien le está tocando el coño, alguien se entretiene excitándola, ella nota que se va a correr, y justo en el último instante un pellizco rompe su placer, otra vez la mano la toca, la acaricia, ella no quiere correrse, intenta evitarlo, aquellos dedos solo juegan con ella, solo quieren llevarla al límite, para pellizcarla una y otra vez. La noche va pasando, y las dos sois magreadas, besadas, abofeteadas, La oyes gemir, gruñir, jadear , por fin aquella mano ha decidido dejar que se corra, y ella como una cerda abre la boca, esperando sentir entre sus labios aquellos dedos que la han hecho gozar, o tal vez con suerte la verga que les acompaña . Sigue con la boca abierta, con ronchas blancas pegadas por toda su cara, mojando el suelo desde sus mejillas, desde sus labios. Decenas de amos han pasado por su boca, pero ella quiere al dueño de aquellos dedos, de aquellas manos, al final el desconocido la agarra por los pelos, y entra su verga entre sus labios anchos y gruesos, ella no deja de besar, de lamer, de engullir, de exprimir con su boca aquel trozo de carne gruesa, dura y larga… orgullosa, nota como se corre al momento, como su esperma golpea su paladar, baja por su garganta, lo relame, lo saborea, quiere sentirlo, disfrutarlo, olerlo, quiere más, mucho más, pero él se va, sin decir nada, ni un beso, ni una caricia, simplemente la quería usar y lo ha hecho. Igual que ella, tu también tienes las mandíbulas doloridas, la cara embadurnada con varias capas de blanco, y tu coño irritado de tantas manos que han pasado por él.
Finalmente de madrugada, te levanto la cara, intentas sonreír mientras me miras con tu cara pringosa, acerco a Vane, para que te limpie con la lengua, yo me pongo tras de ti, notas mis manos en tu cintura, y mi verga abriéndose paso entre tus piernas, penetrándote lentamente, me encanta ir moviéndome dentro de ti, entrando, saliendo, gozando, empiezas a gemir, mientras la boca de Vane no deja de relamerte, de limpiarte. Abres la boca, ramalazos de placer recorren tu sexo, mientras yo sigo engordando mi verga dentro de ti, Vane sigue limpiándote, su lengua en tu boca, en tu cuello, en tus pechos, jadeas, gruñes y gimes, entregada a mi placer y al tuyo. Me excita ver la marca de Nuria, junto a la mía, dos nalgas, dos dueños y una sola esclava. Finalmente me corro, cierras los ojos, te encanta sentir este rio fluir dentro de ti. A tu lado, Zuleia nos mira, Vane la besa, empieza a limpiarla, acaricia su piel, juega con sus pechos, le muestra orgullosa las marcas que el látigo ha dibujado en su piel, las marcas que hoy he puesto en ella, mientras me excitabais con los hierros quemando vuestra piel.
Llegan Nuria y Yoha, os desatan, os ayudamos a levantaros, te fallan las piernas, agarrada a mi poco a poco vas recuperando la fuerza, me gusta sentir tus pechos pegados a mí, besar tus labios, mirar estos ojos cansados y a la vez orgullosos y satisfechos. Antonio nos ha dicho que os vayamos poniendo algo de desinfectante cada pocas horas, con el spray mojo tu herida, chillas, te retuerces de dolor. Yoha moja la marca de su madre, también ella grita y aprieta sus puños. Algo más recuperadas, os llevamos hasta el establo, por hoy ya habéis terminado, ahora a dormir y a descansar que mañana os esperan nuevas pruebas con las que excitarnos. Por el camino oímos gritos, los golpes secos de los látigos, pequeños grupos disfrutando de las perritas. Pasamos cerca de María Guadalupe, abierta de piernas, con un par de consoladores inmensos saliendo de su coño y de su culo, su cara sucia, buscando alguna de las vergas que la rodean, nos mira y sonríe con sus labios empapados en semen, al momento alguien tira de sus cabellos, otra verga espera turno para vaciarse en ella. En otro rincón 4 amas azotan de forma acompasada a Shanga, que atada y abierta de patas llora mientras se muerde los labios para no gritar.
En el establo te dejas caer sobre un viejo camastro, estás agotada, exhausta, dolorida, te doy un beso y te dejo dormir. Cuando voy a salir, Zuleia coge mi mano, sonríe, no puede tumbarse en la cama y abrirse de piernas, le duele demasiado la Y de su dueña, me acerco a ella, acaricio sus pechos, beso sus labios. La llevo a su camastro, me tumbo en él, no lo duda y se pone sobre mí, me abraza, me besa, mientras con la mano dirige mi verga a su coño, está tan caliente, que con solo penetrarla ya noto como mi miembro se desliza empapado de su deseo, pegada a mí, no deja de besarme, de buscar mi boca, mi lengua, mientras se mueve al compás de mis movimientos, mis manos recorren su espalda, llegan a su nalga, da un pequeño grito cuando toco su herida, su marca, al momento busco otros rincones de su piel. Tú en tu camastro te giras, medio dormida sonríes, contenta y satisfecha de que también cuide de tu amiga.
Tras correrse, queda agotada sobre mi cuerpo, siento su respiración junto a mi boca, el palpitar de su corazón junto a mi pecho, el sudor de su piel. Con cuidado me levanto, y relajada y satisfecha se duerme, el día acaba y no tardará en amanecer, en empezar un nuevo día, nuevas pruebas, nuevos castigos y placeres para las dos “mamas” más sensuales y calientes que jamás he conocido.
(Continuara)