A la mañana siguiente, retozas en la cama, medio adormecida recuerdas la noche que hemos pasado, te encanta pensar en cuando limpié tus heridas, cuando masajeé con aceite balsámico cada centímetro de tu cuerpo, acaricias tu piel empapada de mí, recuerdas mi boca besando y mordiendo tus pezones, mis manos jugando en tu entrepierna, solo por un instante el dolor de los latigazos de Nuria te recordó tu condición de esclava, pero el placer que sentías superaba cualquier sufrimiento. Golosa te enroscaste entre mis piernas, engullendo mi verga hasta el fondo de tu garganta, mientras yo acariciaba tus cabellos, eres mi perrita traviesa y marrana, pero ayer preferí tus pechos, de rodillas sobre tu vientre empecé a mover mi verga entre tus tetas azotadas, y tu estrujándolas, la envolviste con ellas, te movías, gruñías, deslizabas tus ubres, mientras esperabas ansiosa mi corrida, levantas la cara, abres la boca, sacas la lengua, esperas, deseas este chorro blanco, espeso y caliente que baña tus labios, moja tus mejillas, tu nariz, toda tu cara y tu cuello. Me miras sensual y caliente, relamiéndote, buscando con tu lengua, cualquier resto de mi placer, orgullosa y satisfecha de que siga eligiéndote para desahogar mi placer en ti.
Sigues retozando en la cama, no quieres levantarte, no quiere volver a la realidad, miras el reloj, son casi las 12, suspiras y sales de la habitación, no encuentras ni tu ropa, ni tus sandalias, vienes desnuda al comedor, sentado en el sofá te sonrió, Nuria te saluda desde la cocina, nerviosa, sabes que algo te espera. Te digo que te pongas de rodillas, vamos a explicarte las condiciones de tu doma, antes te recuerdo que en cualquier momento, lugar o situación siempre está la palabra mágica que si pronuncias 3 veces seguidas terminará con todo, y te volverá a convertir en la discreta y atenta esposa que has sido durante estos años. Nuria te dice que la digas, es importante que la recuerdes, tú con voz clara repites 3 veces la palabra “vainilla”. A partir de ahora si la vuelves a pronunciar, todo se termina, Asientes con la cabeza. Noto tus nervios, empiezas a sudar, mientras esperas inquieta nuestras condiciones.
Primera condición; Excepto para ir a trabajar, siempre iras desnuda, vecinos, amigos, repartidores… ya se irán acostumbrando a verte en cueros. Tragas saliva y aceptas. Segunda; Dormirás en el patio, junto a uno de los arboles donde hemos puesto una argolla, tendrás unos dos metros de cuerda, pero no podrás llegar ni a la casa, ni al cobertizo. Tercero, cada mañana, antes de ir a la universidad, Nuria te lavará con la manguera, un cubo de agua, y un par de estropajos, luego te dejara una toalla y la ropa y soltará tu correa. Asientes con la cabeza, Cuarto, al salir del trabajo te esperaré yo, te llevare a hacer ejercicio, a endurecer tus patas y a recordarte que solo eres una potranca a medio domar. No te atreves ni a preguntar cómo lo haré. Quinto, comerás, mearas y cagaras siempre delante de nosotros una par de veces al día, pero si te portas bien, tal vez te dejemos roer los restos de nuestra comida. Habrá más normas, pero estas son las principales. Te decimos si quieres preguntar algo, y mirando al suelo nos pides si puedes correrte, sonrió y te pregunto ¿ahora? sonrojada mueves la cabeza diciendo que sí. El miedo, la humillación, la vergüenza de imaginar lo que te espera, te han puesto tan caliente que eres incapaz de contenerte ni un minuto más. Nuria va a la cocina y te tira un plátano de tamaño considerable, lo coges y lo metes en tu agujero, tus piernas se aferran a él. Y entre gruñidos y gemidos te corres como la perra que te encanta ser.
Han pasado unos días, y poco a poco vas acostumbrándote a tu nueva vida. Son las dos de la mañana, y estoy dando vueltas en la cama, Nuria se ha traído un amigo, la oigo berrear y jadear en su habitación, sin duda su amigo la está montando a conciencia, la niña disfruta de valiente y le encanta que todos la oigamos, de pronto deja de gritar, solo ruidos guturales, sin duda ahora es su boca la que engulle el placer de una buena verga. Cada vez estoy más excitado, miro por la ventana y te veo dormir plácidamente sobre un trozo de hierba. Bajo hasta donde estás y me agacho junto a ti, tienes la boca entreabierta, tu mano descansa en tu entrepierna, tus pechos se mueven al compás de tú respiración y una sonrisa en tus labios me hace pensar en tus sueños oscuros y mojados. Empiezo a acariciar tus mejillas, gruñes suavemente, te mueves, abres tus piernas, separas tus brazos, solo la correa de tu cuello te impide moverte más, lentamente voy acariciando tus pechos, noto como se endurecen tus pezones, tus manos entran dentro de ti, entreabres los ojos, me ves y sonríes, abres la boca y suspiras, me tumbo sobre ti y paseo mi lengua por tus labios, sientes mi peso sobre tu cuerpo, abrazada a mí, sigues sin saber si soy real o es solo parte de tu sueño, suavemente me preguntas que pasa, y te digo que Nuria está follando como una loca, y me apetece hacer lo mismo contigo, tus brazos me aprietan contra tu cuerpo, me suplicas que te folle, que te penetre, que te empale hasta el fondo de tu coño, te arqueas, levantas tu culo, mientras gimes al notar mi verga entrando lentamente dentro de ti, sigues moviéndote, contorneándote, estrujando con tus músculos, mi verga mojada de ti. Tu boca busca la mía, mientras empiezas a bailar al ritmo de mis golpes de riñón, me encanta clavártela más y más, jadeas y clavas tus uñas en mi espalda. Mis manos se aferran a tus nalgas. Beso tus pechos, muerdo tus pezones, nuestros movimientos acompasados cada vez se vuelven más rápidos, más fuertes, más intensos, chillas, gritas, berreas de placer, Nuria sin duda ha salido a ti, el orgasmo nos llega al unísono, un rio blanco, caliente y espeso, te llena y rebosa por tu coño, mojando tus muslos. Aferrada a mí no quieres dejarme, quieres sentirme en tu interior, quieres que siga anclado a ti, finalmente salgo de tu agujero, te agachas y engulles la verga, la limpias con tu lengua, con tus mejillas, me miras sucia y marrana, relamiéndote los labios, restregando una y otra vez tu rostro en mi verga, tu cara está sucia y brillante, restos calientes y blancos que van resecándose en tu sonrisa, tu mano vuelve a tu coño, mojas tus dedos y te los llevas a la boca, sonríes al notar mis manos acariciarte, entreabres los ojos, coqueta y traviesa te contorneas, te relames los labios, mueves tu nariz pecosa, este ha sido un regalo que no esperabas, te enroscas junto a mí cuerpo, me abrazas, yo juego con tus cabellos, acaricio tu cuello, tus mejillas, hasta que cansada y satisfecha te duermes, te doy un último beso y vuelvo a mi habitación, donde mucho más relajado no tardo en dormirme.
Aún es de noche, Nuria y su amigo te miran, enroscada en el suelo, un chorro reseco de semen bajando por tu pierna, tus dedos en la boca, roncas un poco, cosas de la edad, Nuria acerca la manguera a tu entrepierna, y Juan abre el grifo, al instante un chorro de agua helada entra en tu coño, te despiertas de golpe, gritas, intentas taparte, pero sabes que como cada mañana, es la hora de asearte, has de ir a trabajar bien limpia, Juan se acerca, te mira y tú le sonríes, deseando sin decirlo que vuelva pronto a tirarse a tu niña, Nuria va restregando uno de los estropajos por tu culo, le tira el otro a Juan que empieza a limpiarte las tetas, Nuria te levanta una de las patas, para limpiar a fondo tus muslos y tu coño, gruñes cuando el estropajo rasca tu vulva, Juan te limpia la cara, tus mejillas, tu nariz, agarra una de tus tetas para que no te caigas. Nuria mira el reloj, es hora de irse, te deja la toalla y la ropa y tras soltar tu correa, te da un beso en tu cara mojada y se va, sonríes cuando les ves alejarse. Te secas, te pones la ropa y sales de casa, es hora de volver a ser la cartera eficiente del barrio, que todos los vecinos aprecian.
Han pasado ya dos semanas, tu cuerpo se ha curtido mucho, tus pies desnudos ya corren sin problema por bosques y zarzales, tus patas se han fortalecido, y ya sabes moverte sin problemas empalada en tu culo y tu coño. Tu deseo sexual ha aumentado tanto que aunque me digan que te malcrió, cada día te follo una o dos veces por alguno de tus agujeros, me encanta correrme en tu boca, o gozarte por detrás, y tu golosa y traviesa siempre pides más y siempre, siempre sabes cómo conseguirlo. Nuria ya sabe azotarte, sin apenas esfuerzo consigue acertar de lleno y ver cómo te retuerces y te meas de dolor. Y tú, satisfecha y caliente, no dejas de masturbarte siempre que te lo permitimos y también cuando no te vemos.
Por otra parte, Yoha también nos ha contado que su madre ha mejorado mucho, corre durante kilómetros desnuda por el campo y también aguanta bien los castigos, y como está sola, si se porta bien algunas noches le permite masturbarse ante ella con un consolador de castigo que le ha comprado.
Hoy a la hora de cenar, te dejamos entrar en casa, pellizco tu culo, te encanta sentir mi mano en tus nalgas, y a mí me gusta verte así, sumisa y excitada. Agarrándote de los pechos, te digo que Nuria tiene algo que decirnos. Te llevo hasta el comedor, allí te doblas en el suelo, para que pongamos nuestros pies sobre tu espalda, Nuria nos cuenta que este fin de semana, ella y Yoha han alquilado una casa de campo, donde terminaremos de planear el desafío de las dos mamás. Tú sin mirar, sonríes, mientras Nuria mueve uno de sus pies dentro de tu culo, y yo dejo que lengüetees uno de los míos. La semana se te hace eterna, seguimos con tu adiestramiento, día a día sigues mejorando, pero no sabes cómo estará Zuleia, quizás sigue siendo más fuerte y ágil que tú, quizás vuelva a dejarte en ridículo, quizás, quizás…
Por fin llega el viernes, el coche ya está listo, te sientas en la parte de atrás, te atas el cinturón y no dejas de moverte, parlotear, reír y mirar, estás nerviosa, tensa, excitada, la calle se hace carretera y la carretera autopista, y tras algo más de una hora, salimos hacia carreteras estrechas y casi vacías que nos llevan hasta nuestro destino. Una vez allí, vemos a Yoha sonriendo, a su lado, de rodillas, atada a un poste, azotada y penetrada con su consolador, esta su madre. Zuleia esboza una media sonrisa al vernos. Te sacamos del coche y a 4 patas dejamos que te acerques a ella, Yoha acaricia tu lomo, y te deja ir con tu amiga y rival, os abrazáis, os besáis, queréis contaros mil historias, y sobre todo queréis hablar orgullosas de vuestras hijas y de esta revancha que os están regalando.
Yoha nos enseña la casa, y también la sorpresa que tiene en el establo, cuatro de los sulkis que utilizamos hace 20 años están restaurados parecen nuevos, pero son inconfundibles, el de color negro que llevaba Zuleia, el rojo que llevaste tú, y también otros dos, uno azul y otro verde de otras de las potrillas. Te acercas al tuyo, las ruedas separadas, la banqueta donde me senté yo como jinete, las dos barras laterales de madera donde atamos tus muñecas, y soldado bajo el asiento un hierro que llega hasta donde estabas tú, y justo allí atornillada, una barra metálica vertical que no puedes dejar de acariciar, una barra que sirve para que la yegua sea penetrada hasta el fondo, y quede anclada al vehículo sin posibilidad de desengancharse… Zuleia también mira el suyo, recuerda el látigo, los gritos, el dolor en las piernos, el miedo a aquella otra potrilla a la que apenas conseguía sacar un par de metros de ventaja , hasta el último instante pensó que era una estrategia nuestra para avanzarla en la línea de meta, pero no, fue ella quien gano y tu quedaste segunda.
Mientras charlamos, reímos y planeamos algo para hoy, Yoha tiene una idea, probar a las mamás, a ver si todavía resisten un paseo en sulkie, a Nuria la idea le parece excelente, nuestra hija te pone entre las dos barras de madera, te coges a ellas, te separa las patas mientras yo voy poniéndote los correajes, oímos a Zuleia como gruñe cuando la verga de hierro la penetra hasta el fondo de su coño, tú no tardas en seguirla, notas el acero helado llenándote por completo, haciendo tope dentro de ti, muevo el vehículo y el anclaje metálico que llevas dentro te hace gemir, te muerdes los labios. Oyes el clack de tus muñecas encadenadas a las barras del carro, los consoladores con las colas de caballo, que de un golpe entramos hasta el fondo de vuestros culos, Tras apretar tu bozal, muerdes el cuero con todas tus fuerzas. También Zuleia muerde el suyo, y tirando de vuestras correas, Nuria y Yoha os sacan al patio, mueven las riendas, y me dicen que os van a hacer correr un rato, seguramente volverán de noche cerrada.
Veo como os vais galopando a buen ritmo, ellas charlan y ríen, mientras Zuleia y tú empezáis a sudar. Entro en la casa y enciendo el monitor, allí puedo elegir entre las distintas cámaras que llevan los sulkis, distintas tomas me permiten ir mirándote, o ver a Zuleia, tu cara, tus pechos, el culo, incluso el camino por donde vais. Yoha comenta que de momento van a ser unos 10 kilómetros, un par de camino recto, y luego subir y bajar una colina. Te veo demasiado tensa, te estás agotando por seguir el ritmo de tu rival, has de aflojar un poco, llamo a Nuria, que tira de tus correas para que frenes, tu no quieres ceder ni un metro, y ha de azotarte el lomo un par de veces para que la obedezcas, enfadada ves como Zuleia coge ventaja, pero hoy no es ninguna carrera, es tan solo un primer contacto, y tras un rato trotando, giráis a la derecha entrando en un bosque, empezáis a avanzar entre zarzales y árboles por una zona sin caminos, Yoha azota el lomo de su yegua para que corra más, y Nuria también te hace galopar, ambas vais subiendo como podéis por este sotobosque, zarzas y ortigas se clavan en vuestras patas, en los pies, la subida cada vez es más difícil, de pie tanto Nuria como Yoha siguen azotándoos, me gusta mirar la cara felina de Zuleia , sigue siendo hermosa y apetecible, ojos intensos, mejillas redondeadas, sus dientes blancos contrastan con el negro de su piel, jadea y babea mojando sus pechos que se mueven sin cesar al ritmo que marca el látigo de su dueña. Estás a punto de caer, pero consigues seguir, Zuleia queda encastada entre dos árboles, y a latigazos, su hija la hace maniobrar para poder continuar, tú la avanzas, y Yoha enfadada una y otra vez la azota, yo le digo a Nuria que no te golpee demasiado, ya llegará el momento. Empiezo a creer en tu victoria, Zuleia quizá es mejor que tú, pero Nuria es mejor jinete que Yoha.
Finalmente llegáis a un pequeño descanso, allí las dos chicas tensan el freno y el carro se para en seco, jadeando y agotadas, babeando y gimiendo quedáis en pie, atadas y azotadas, sudando y empezando a sentir en vuestra piel los primeros mosquitos de la noche. El tiempo pasa, y apenas si hay luz, pero vuestras hijas no tienen prisa, se toman un par de cervezas que llevaban en una nevera portátil, charlan, ríen, vosotras las miráis sedientas, con la boca reseca como un estropajo, doloridas y picoteadas por decenas de insectos. No dejáis de mirarlas, ya de noche suben a los sulkis es hora de volver… Por el móvil, le digo a Nuria que te ponga delante, quiero que pongáis nerviosa a tu rival, notas el látigo golpear con fuerza tu lomo, mientras Nuria te grita que te pongas en cabeza, te lanzas hacia abajo, las zarzas se clavan en tus patas, se pegan a tus muslos, los carros chocan, se golpean, finalmente consigues ponerte delante, Nuria sigue azotándote, le encanta hacerlo, y a ti te estimulan su látigo en tu piel. Entre bufidos sigues bajando, Zuleia no se rinde, de pie Yoha también la castiga, pero consigues mantener la primera posición hasta llegar abajo, tus piernas sangran llenas de cortes y arañazos, tu lomo también está teñido del rojo del látigo, en un momento de desfallecimiento, Zuleia te avanza, también ella está muy castigada, pero sus patas se clavan en el suelo y Yoha sigue haciéndola correr. Le digo a Nuria que te golpee más, no debes perder la estela de tu rival, clavas tus dientes en el bozal de cuero, y tus patas doloridas avanzan entre bufidos y gruñidos, finalmente te pones al lado de Zuleia, las dos respiráis agitadamente, mientras Yoha y Nuria no dejan de azotaros, de insultaros, de chillar. Apenas si quedan doscientos metros, y ninguna de las dos piensa ceder, prácticamente al unísono cruzáis la meta. Un fuerte tirón de tus riendas, te hace parar, tus patas te fallan y caes de rodillas, el hierro se clava aún más en tu coño, gritas mientras te encorvas en tu dolor, hilos de sangre se dibujan en tu lomo, en tus piernas, por todo tu cuerpo, como puedes giras la cara, también Zuleia está agotada, de rodillas como tú, gimotea y suda entre mocos y lágrimas. Yoha y Nuria están contentísimas, excitadas, con un subidón de adrenalina que las hace desear ya que llegue el día de la carrera. Están orgullosas de vosotras, Nuria se acerca a ti, te limpia la cara y te besa satisfecha, mientras Yoha también acaricia a su madre. Os merecéis un premio, y es Yoha quien sugiere que tras lavaros, hoy de manera excepcional cenareis con nosotros.
Apenas si podéis contestar, estáis exhaustas, vencidas, tú en tu dolor comprendes la importancia de tu adiestramiento, y de todo lo que aún te falta por fortalecer. Tras quitarte el arnés, entre Nuria y yo, te sacamos del sulky, se oye un plop cuando la barra de hierro sale de tu interior, luego te quito el bozal, con la boca abierta escupes y babeas sin cesar, caes al suelo, Tampoco Zuleia consigue aguantar el equilibrio, te cojo tu brazo y medio andando, medio arrastrándote llegas al establo, A tu lado Zuleia está a 4 patas, respirando agitadamente, buscando el aire que le falta. El chorro de agua helada os hace reaccionar, y entre temblores os levantáis, Yoha ordena que pongáis las manos en la cabeza y separéis las patas, entre lágrimas lo haces, dolorida y temblorosa dejas que Nuria vaya limpiando con alcohol todo tu cuerpo, oímos como grita Zuleia, también a ella le están desinfectando las heridas.
Finalmente con suavidad os van secando, poco a poco recuperáis algo de aliento, solo el consolador con vuestra cola os recuerda lo que sois, potrancas adiestradas para correr. Hacia las diez de la noche ya entramos en casa, te sientas en una de las sillas intentando girar un poco el culo para que no se te clave aún más el consolador que llevas ensartado en él, junto a ti estamos Nuria y yo, delante Yoha y su hembra. La conversación se anima con la carrera, las chicas hablan de lo mucho que han disfrutado, de la emoción de cada instante, y vosotras tímidamente, también empezáis a hablar, cuentas como te dolían los pies, Zuleia habla de un zarzal que ha arrancado de cuajo cuando se le ha enroscado en una pierna, os traigo la cena, unas hermosas tortillas de patatas, hace semanas que no comes nada parecido, y por la cara de Zuleia veo que ella tampoco. Acaricias a Nuria que te devuelve el arrumaco, luego miras a Zuleia y le dice que es la hora, vuestras hijas no entienden nada, pero las dos tenéis algo preparado, se os ve contentas, felices, excitadas, tenéis un regalo para vuestras niñas, pedís permiso para levantaros y corréis como colegialas a la habitación de al lado, justo donde os he dicho que he guardado vuestros paquetes, empezáis a rebuscar y al instante volvéis. Yoha y Nuria están intrigadas, Zuleia y tú os arrodillais ante ellas, y bajando la cabeza, levantáis los brazos dándoles a cada una, su cajita de madera. Al abrirlos ven que son dos hierros con sus iniciales Y y N. Miras a los ojos de tu niña, y le suplicas que antes de la carrera, te marque a fuego en la nalga izquierda, quieres ser suya como lo eres mía, quieres entregarle tu dolor y tu placer, y lucir con orgullo las marcas de sumisión de tu amo y tu dueña, unidas en la carne quemada de tu culo. Zuleia con lágrimas en los ojos, emocionada también implora a Yoha que la marque como a una res, que la haga sentir suya, que aquel hierro al rojo vivo, quede eternamente dibujado en su nalga, como prueba de sumisión y entrega, a ella no la marco nunca su dueño, le dijo que no se lo había ganado, y ahora, como entonces, lo desea con todo su corazón
Yoha y Nuria, se miran emocionadas, no saben que decir, os ayudan a levantaros, las abrazáis y besáis una y otra vez, con todo el amor y el cariño que solo una madre y una hija son capaces de sentir. Abrazada a Nuria, me miras, con lágrimas en los ojos, sonríes, mientras ella te llena de caricias y besos, y tu mueves satisfecha tu cola.
Tras un rato de sentimientos a flor de piel, es Zuleia quien pregunta si cenamos o no, y entre las risas de todos, repartimos ya los trozos de tortilla. La velada se va animando, risas, bromas, tan solo vuestra desnudez, las marcas de los distintos castigos y la cola que aun lleváis ensartada en el culo, os recuerdan vuestra condición.
Tras comer, llega la hora del postre, un buen helado con que refrescar el calor de esta noche de junio. Es Yoha quien trae una pequeña nevera con media docena de cucuruchos de chocolate y nata, acerca uno a la cara de Zuleia, ella va buscando con su boca el helado, también Nuria juega contigo, te embadurna las mejillas, tú también buscas con tu lengua aquel manjar frio y sabroso. Yo cojo otro y me acerco por detrás a Zuleia, Yoha la distrae restregándole el helado por su nariz, y yo levantándole la cola, se lo pongo entre las nalgas, da un respingo y se gira sorprendida, al verme sonríe orgullosa y satisfecha de que me haya apetecido jugar con ella, me fijo en sus pechos de aureolas oscuras y pezones negros como el carbón, mojados con restos de helado, agarrando una de sus tetas, voy sorbiendo de sus aureolas, de sus pezones, ella inclina sus hombros hacia atrás, le gusta ser besada, lamida, sentirse hembra y mujer. Noto tus labios restregándose en mis piernas, no quieres que juegue con tu rival, te aferras a mis piernas y con la boca abierta buscas mi verga, Zuleia sigue contorneándose, sigue ofreciéndome sus pechos, su cara mojada de helado, separa sus piernas, se mueve, se acaricia su entrepierna, le gusta que la toquen, que la magreen, lleva demasiado tiempo sin que nadie la trate como a ella le gusta, desde que la abandono su dueño hace ya casi 20 años, ha tenido marido, amantes, amigos, pero ningún amo que supiera hacerla sufrir y gozar. Tú la empujas, ella te gruñe, con tu hocico te aferras a mi verga, os doy un par de bofetadas a cada una y os hago levantar a las dos, tenéis una lección que aprender y os la voy a enseñar, primero vamos a calmar vuestro instinto, os quito los consoladores y os hago poner a 4 patas con el culo bien levantado, nerviosas esperáis vuestro castigo.
No tardo en volver, traigo otra caja de helados, unos twisters extra largos, te abro la boca y uno lo meto hasta el fondo de tu garganta, otro lo encasto en tu culo hasta que queda bien ensartado, y el tercero, lo meto en tu coño hasta que golpea el fondo de tu agujero, a Zuleia le hago lo mismo, y os digo que esta noche follare con la que con consiga deshacerlos antes. Tiemblas de frio y miedo, también veo los temblores de Zuleia, los helados que siguen deshaciéndose lentamente, un reguero baja por vuestras patas, mientras otro gotea por la comisura de vuestros labios, goteando en el suelo, tensáis vuestros músculos, apretáis las nalgas, queréis que se deshagan, queréis ganar. El de tu coño esta medio salido y el de Zuleia también empieza a asomar, así que les digo a Nuria y Yoha que os ayuden, notas la mano de tu hija metiéndolo otra vez hasta el fondo, Yoha también lo mueve, para que se deshaga antes, las dos van moviéndolos, entrándolos y sacándolos, no puedes más, te fallan las piernas y caes al suelo, escupiendo el que tienes en la boca, Nuria clava sus uñas en tu pezón y te vuelve a levantar, entra otra vez helados medio desechos en tus agujeros, Zuleia intenta resistir pero al final también ella desfallece, recibe un trato parecido al tuyo, por parte de Yoha. Los minutos se os hacen eternos, al final Zuleia escupe el de boca, solo queda el palo totalmente limpio, tú al poco también dejas caer el palo del de tu boca, el segundo en deshacerse es el de tu culo, al instante también Zuleia deja caer el suyo. Nuria y Yoha os hacen girar, tumbadas de culo, sobre el charco de helado que habéis dejado, van estrujando vuestro vientre, mientras vosotras intentáis comprimirlos con vuestros músculos más íntimos. Yoha da un grito de alegría y al instante saca el palo totalmente limpio.
En un último intento Nuria saca de un tirón el de tu coño, pero aún queda un buen pedazo de helado por deshacer. Te tapas los ojos, lloras, suplicas, no te importa la dureza de mis castigos, ni la humillación de que te oigan rogarme que te folle mientras te exhibes abierta de patas y rebozada en helado, pero no soportas que también ahora Zuleia te haya vencido y que esta noche, sea ella, la hembra que con quien voy a compartir mi placer.
Tras unos instantes, recuperas la compostura, te pones a 4 patas junto a tu rival, os sacamos a la calle, separáis al máximo vuestras piernas, y al instante un chorro de agua helada empieza a limpiar vuestras patas, vuestros agujeros, Nuria levanta una de tus piernas, para limpiar bien cada rincón de tu culo y tu coño, Yoha hace lo mismo con Zuleia, ella con la boca abierta, deja que su hija vaya limpiando sus labios, su lengua, su cara. Una vez limpias, notas una de mis manos agarrando tus cabellos, con la otra cojo el pelo rizado de Zuleia y tirando con fuerza, os llevo a las dos hacia el interior de la casa.
(Continuará…)