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La revancha (01): La herradura de plata
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Acabas de volver del trabajo, cansada, sudorosa, te dejas caer en el sofá, entrecierras los ojos, acurrucas tu cabeza en mi cuerpo, mientras de fondo oyes parlotear al televisor. Medio adormecida sonríes al notar mi mano juguetear con tus pechos. Te encanta que te toque, que te acaricie, que te pellizque suavemente tus pezones… Oyes a Nuria, comentar que ha encontrado algo que le intriga, un collar de cuero negro con una pequeña herradura de plata colgando de una anilla.

Te levantas de un salto, tragas saliva, no puedes evitar sonrojarte, a tu lado sonrío divertido, hacía años que no veía este collar, aunque lo recuerdo perfectamente. Tú quieres zanjar el tema, le dices que no es nada, cosas viejas sin importancia, pero tus nervios, tus movimientos, tus palabras aceleradas te delatan, Nuria tiene 20 años, universitaria, lista como su madre, reconozco que ha salido a ti. Sabe que algo esconde aquel viejo collar, y yo tengo curiosidad por ver cómo le contarás la historia de aquel torneo, de aquel segundo puesto que conseguiste galopando como una potrilla en celo, de apenas 22 años, sudorosa y con la fusta marcando una y otra vez tu lomo, mientras tus pechos se bamboleaban al ritmo de un trote salvaje y sensual.

Nuria se sienta ante ti, no quiere dejar el tema, quiere saber la historia del collar, y la quiere saber ahora. Haces un largo silencio y mirándola a los ojos, le dices que hubo un tiempo en que tu placer no solo te llegaba con besos y caricias, Me miras, y cogiendo mi mano, la llevas hasta tu entrepierna, sigues hablando, mientras yo juego con el pelo rizado y oscuro de tu sexo, cada vez más excitada, más segura de tus palabras, le cuentas que no solo deseabas mis manos en tu cuerpo, mi verga dentro de ti, sino que te excitaban otras cosas, otras sensaciones, y aquel viejo collar, condensa en un trozo de cuero, los días más dolorosos y a la vez los más placenteros de toda tu vida.

Nuria no deja de mirarte, sorprendida y a la vez animada por tu historia, la quiere conocer entera, tú me miras y yo asiento con la cabeza, Nuria es toda una mujer y no hay nada malo en que conozca nuestras aventuras. Te levantas y vas a buscar un DVD que guardamos en la habitación, la calidad de la cinta no es muy buena, ha pasado por varios formatos desde aquel lejano 1999 en que se grabó. Las imágenes retroceden en el tiempo, y allí estás tú, desnuda, orgullosa y altiva, sumisa y entregada, luciendo tus pechos marcados por el látigo, tu vientre, tus nalgas, la cámara va girando sin perder ningún detalle, se entretiene en tu culo atravesado por un consolador del que cuelga un larga cola de pelo negro. Pasea por la marca de fuego, que puse en tu nalga izquierda. Luego se fija en tu cara, sucia, embadurnada de sudor y semen reseco, que relames golosa mientras sonríes moviendo tu nariz pecosa y traviesa. En aquel instante llego yo, engarzo la correa a tu collar, tiro de tu cuello, te paseo entre la gente, algunos te acarician, otros palmean tu culo, sopesan tus ubres, miran tus dientes y van apostando, no estás sola, hay una decena más de hembras exhibidas, de yeguas dispuestas a luchar por aquella herradura de oro que hoy está en juego.

Empiezas a jadear mientras recuerdas, mientras miras aquellas imágenes, te beso y acaricio tus pechos, juego con tus pezones endurecidos, coges mi mano y la entras dentro de ti, empapada y caliente empiezas a masturbarte con ella, sin dejar de mirar la grabación, lo sientes en tu piel, como si fuera hoy, como tenso tus correajes, como ensarto hasta el fondo de tu sexo, la barra de hierro que sirve para anclarte y estabilizar el sulky que voy a conducir. Las correas atan tus manos a las barras del carro, uno de los organizadores cuelga un par de campanillas en tus pechos, un tirón de tu correa, te hace moverlos, los haces sonar, luego lentamente te llevo hasta la salida, el corazón te palpita al máximo, todo tu cuerpo en tensión, aprietas con fuerza el bozal de cuero que llena tu boca, los dientes se clavan en él, y una vez lista, miras a ambos lados, sudorosas y excitadas tus compañeras, sueltan bufidos, mueven las patas, todas esperan impacientes el instante en que empiece la carrera.

La luz se pone en verde, y al instante la fusta marca de rojo tu lomo, tus pies desnudos se clavan en el suelo, y corres con todas tus fuerzas, tirando de este pequeño sulky al que estás anclada.

Nuria no pierde detalle, en la pantalla, jadeas, lloras, chillas, el látigo marca una y otra vez tu piel, te hace correr aún más, rabia y pundonor a partes iguales, a tu lado, otras hembras, otras yeguas igual de sumisas y valientes que tú, intentan avanzarte, poco a poco, todas van desistiendo, tan solo una lo consigue, el resto a pesar del látigo y los gritos de sus dueños van quedando atrás.

A menos de cien metros de la llegada, ves que no vas a ganar, Zuleia una hermosa hembra africana, es mucho más fuerte que tú, sus zancadas son espectaculares y tú entre bufidos y gemidos tan solo puedes mantenerte a pocos metros de ella, esperas que caiga, que se agote, que se hunda, pero solo puedes chillar de rabia cuando la ves cruzar la meta en primer lugar, tras ella eres tu quien cruza la línea, un fuerte tirón de tus correas te hace detener, el sudor empapa tu piel, tus pechos se mueven sensuales al ritmo acelerado de tu corazón. Tu lomo y tus nalgas arden con las tiras rojas que la fusta ha dibujado en ti, toda tu piel brilla de sudor, un sudor salado que empapa y quema tus azotes, me miras, decepcionada, enfadada, querías ganas, ofrecerme tu premio, tu victoria, pero no me importa, tu eres mi premio, agarrándote de las correas acerco tu hocico a mi cara, me gusta besarte, relamer tu piel morena, aunque esté sucia de sudor y lágrimas, mordisqueo tus labios, juego con tu nariz respingona, me excita cada poro de tu piel y cada rincón de tu cuerpo desnudo y entregado.

Al poco rato, termina la grabación, quedas en silencio, mirando a Nuria, y es ella quien pregunta, si hubo revancha, le decimos que no, el tiempo pasó, llego ella, y la sumisión extrema se guardó en el mismo cajón, donde debería haber estado este collar. Suena el móvil de nuestra hija, y sonriendo dice que se va, que ha quedado. Tú me miras traviesa como siempre, y me preguntas si recuerdas dónde guardamos aquella vieja fusta, quieres que te castigue, te has corrido como una cerda delante de nuestra hija, ensuciando el sofá y mordiéndote los labios para no gemir mientras Nuria miraba como galopabas desnuda y castigada en la pantalla.

Pasan unos días, y Nuria llega un viernes con una sonrisa misteriosa en los labios, nos dice que nos sentemos, tiene algo que contarnos. Explica que a través de Internet localizó a Zuleia, ahora es administrativa de una empresa de turismo, está divorciada y tiene una hija, Yoha. Nuria contactó con ella, Yoha le conto que también ella vio junto a su madre un video parecido, personalizado en ella, como el tuyo lo estaba contigo. Disfrutó con la victoria de su madre, y también con lo excitada y caliente que se puso, desde su divorcio no la veía tan satisfecha, tan orgullosa. Nuria se calla un instante y te mira, tú nerviosa le gritas – Bueno, y que más? Nuria se toma su tiempo, antes de decir que las dos chicas han decidido haceros el regalo del día de la madre, ni es el día, ni falta que hace, el regalo es la revancha de la carrera, 21 años después, ellas dos lo organizarán todo. Y mirando el reloj, dice que a esta misma hora, Yoha se lo estará contando a su madre.

Te levantas y te niegas en redondo, tienes casi 45 años y ni tu cuerpo, ni tu fuerza es la de antes, Nuria te dice que tampoco Zuleia tiene 20 años, las dos tenéis más o menos la misma edad, y las dos tenéis las mismas ganas de ganar, mientras, yo, empiezo a acariciar tu cuerpo, a juguetear con tu sexo, está empapado, caliente, excitado, no puedes evitar correrte en mis dedos, nunca has podido. Sonrío y le digo a Nuria, que tu aceptas el reto, sigues siendo la perra caliente y sumisa de hace 20 años, y digas lo que digas, tu coño dice lo contrario, y solo de imaginarlo ya vuelves a desear mucho más que mis dedos dentro de ti. Nuria se acerca y también pone su mano en tu sexo, tu aprietas los puños, humillada y sonrojada, mi mano y la de ella, se mueven y se empapan dentro de ti, y bajando la cabeza, sin mirarnos, dices que obedecerás lo que tus dueños te ordenemos, sea lo que sea.

Desnúdate!!! al instante dejas caer tu vestido, tu sujetador, te quitas las bragas y los zapatos. Separas tus piernas y pones las manos sobre tu cabeza levantando al máximo los codos. Me gustas, me excitas cada día mas, levanto tu cara, miro tus ojos grandes y oscuros, tus labios jugosos que se abren para que mi lengua pueda besarte hasta el fondo de tu boca, tu nariz respingona, tus mejillas, tus cabellos largos, quizás algo menos que hace veinte años, que caen sobre tus hombros, con mis manos agarro tus pechos, intentas ocultar una sonrisa de orgullo, de satisfacción mientras se endurecen tus pezones, Sonrojada notas que es Nuria quien apriete tus nalgas, quien pone un par de dedos en tu culo, en tu coño, luego se entretiene en tus músculos, sin ser deportista, estás bastante en forma, eres cartera y te pasas el día calle arriba, calle abajo.

Me miras traviesa cuando pellizco suavemente tus pechos, grandes y algo caídos pero todavía fuertes y apetecibles, te sobran algunos kilos, tampoco demasiados, tus nalgas redondas y algo menos duras, todavía se conservan francamente bien, un par de azotes en tu culo te hacen sonreír, te sientes fuerte y hermosa, y cada instante que pasa estás más convencida de que puedes ganar a Zuleia. Nuri va a llamar a Yoha, pero lo digo que espere, antes hemos de decidir si merece la pena adiestrarte. Bajas la mirada y respiras hondo, sabes que ahora te toca demostrarnos que eres capaz de sufrir como lo hacías hace 20 años…

Voy a buscar unas cosas, le digo a Nuria que vaya azotándote un poco, ella me mira y me preguntas como y donde, te doy una bofetada y te ordeno que se lo digas tú, sonrió al oír su pregunta: Mama, por donde empiezo?, Coges aire y le dices, por mi culo, golpes fuertes y en las dos nalgas, el látigo silba un poco y apenas golpea tu piel, te oigo gritar –Mas fuerte!!!, el látigo enrojece ahora si tu nalga derecha. Nuria envalentonada sigue azotándote, mientras tú, callada te muerdes los labios, al poco ella decide probar en tu espalda, el dolor se hace más intenso cuando la punta del látigo gira e impacta en uno de tus pechos, la niña aprende rápido. Cuando vuelvo, hace poco que te ha hecho girar, ahora son tus tetas las que reciben los latigazos. Le digo que pare, y tú mirándola a los ojos, sumisa y obediente le das las gracias.

Mientras te ato las manos a la espalda, te voy contando la prueba que vas a hacer hoy, vivimos en una casa aislada con jardín en una urbanización tranquila, la casa tiene sótano, planta baja, primer piso y desván, iras corriendo por las escaleras, cinco viajes, desde el desván hasta el sótano, quieres quejarte pero un bofetada te hace callar, mientras sigo hablando, te hago agacharte y entro un consolador en tu culo, casi te caes, por suerte mi mano estaba debajo de tus tetas aguantándote, mientras, Nuria empieza a grabar, quiere hacer un video completo de tu prueba. Te levanto una pata , y entro un consolador en tu coño, chillas y lloras, el dolor se te hace insoportable, luego te pongo un arnés en la cabeza, abres la boca y coloco la barra de cuero que separa tus dientes… Una vez lista te miro, las patas separadas, doblada, babeando, llorando y suplicando, y tirando de tus tetas, te llevo hasta el desván, aquí empieza la prueba, Te enseño un cronometro por cada minuto que tardes, recibirás un latigazo como castigo, al instante oyes el click y el tiempo empieza a contar.

Como puedes empiezas a correr, Nuria muy profesional ella, no deja de gravarte, y tu espatarrada casi no te puedes mover, hace demasiado tiempo que no estás acostumbrada a aquellas vergas dentro de ti, sin manos también te cuesta mantener el equilibrio, pero no te piensas rendir, y resoplando, babeando y clavando los dientes en el cuero, vas bajando escalón tras escalón, finalmente llegas al sótano, respiras un instante, y otra vez hacia arriba, el sudor empapa tu cuerpo, tu boca se reseca, y los escalones se te hacen eternos, al llegar arriba, notas que tus piernas tiemblan de cansancio y agotamiento, vuelves a bajar, te da miedo caerte, pero no te rindes, tienes 45 años, pero tu corazón y tu pundonor siguen siendo los de aquella yegua de 22. Empapada en sudor, sigues bajando, apenas si puedes abrir los ojos bañados en sudor, de pronto un traspiés te hace caer, chillas de dolor cuando el consolador de tu culo se clava aún más dentro de ti, y el reborde del escalón golpea de lleno en tu culo, te saldrá un buen moratón. Nuria ante ti, sigue gravando, tu dolor, tu miedo, tu rabia y tu fuerza. Intentas levantarte, pero agotada y sin manos es complicado, al final es Nuria quien tira de tus pezones y te levanta, te muerdes los labios, pero a trompicones, de lado a lado, sigues superando escalones, el suelo patina con todo tu sudor, tus babas, pero vuelves a llegar al sótano, coges aire, miras hacia arriba y otra vez a subir, Nuri graba tu cara, tu mirada, medio desmayada, con la cara desencajada, los ojos rojos de tanto sudor, al llegar al primer piso, caes primero de rodillas y luego golpeas el suelo con tus tetas, ya no tienes fuerzas ni para chillar, ahora soy yo quien agarrándote de un brazo te levanto, y tras un par de bofetadas Nuria te ordena que sigas, que no te pares. Como puedes sigues subiendo, en uno de los recodos te apoyas un instante en la pared, Nuria retuerce otra vez tus pezones, no es hora de descansar, no te has de dejar vencer. Gruñes, berreas, y vuelves a los escalones, solo quedan 20, una autentica eternidad para una perra en tus condiciones. Cada escalón es un infierno, pero no te rindes, vuelves a caer de rodillas, casi caes escaleras abajo, y otra vez soy yo, quien cogiéndote del pelo, te levanto, me miras hundida y agotada, sucia y llena de mocos, Nuria azota tu culo para que reacciones, y tú vuelves a subir un escalan, luego otro y otro más, A falta de cinco escalones, otra caída con tus pechos parando el golpe, vencida y agotada, te meas, el líquido moja el consolador y baja por tus piernas, Nuria, vuelve a levantarte, moja sus dedos en el charco que has dejado en el suelo, y te restriega la orina por la cara, la nariz… Te sueltas de ella y vuelves a tus escalones, solo quedan 3, y entre gruñidos consigues llegar hasta arriba, allí caes sobre tus pechos, agotada, sedienta y exhausta, la prueba ha sido brutal, y nos ha demostrado que te falta mucho, muchísimo para poder competir, pero tus ganas, tu rabia y tu orgullo, nos hacen pensar que vale la pena intentarlo.

Te giramos, Nuria quiere grabar tu cara, empapada en sudor, mocos, lágrimas y orina, tienes el cuerpo dolorido y agotado, pero miras el reloj y se te hace un nudo en la garganta, han sido 40 minutos de suplicio, 40 latigazos sobre tu piel. Dócil y obediente notas como levanto una de las patas, voy sacándote los consoladores, el aire fresco entra en tu coño y en tu culo, esta sensación te gusta. Luego te quito el bozal, escupes y tragas saliva, por fin puedes cerrar la boca, sigues quieta en el suelo, acaricio tus pechos amoratados por las caídas, también tienes algunos golpes en rodillas y culo, como puedes te giras y restriegas tu cara en las botas de Nuria, ella te sonríe y tú le das las gracias, ha sido ella la que te ha hecho terminar la prueba, una de las veces que has caído, cuando estabas agotada, vencida y hundida, te ha levantado por los pezones, te los ha retorcido hasta hacerte chillar de dolor y mirándote a los ojos te ha dicho que ni se te ocurriera rendirte, quiere verte ganar a Zuleia y quiere ser ella, quien tire de tus riendas.

Cogiéndote por los hombros te ayudamos a bajar al primer piso. Allí intentas sonreír, ves las correas colgando de las 4 argollas que hay en techo y suelo, recuerdas que al poco de vivir aquí, fuiste tú quien me pidió que las pusiera allí, por si algún día nos apetecía “jugar” un poco. Como una muñeca de trapo, dejas que te atemos en cruz, aprietas bien los puños a los correajes del techo, y con tus tobillos muy separados, intentan aguantar el equilibrio como puedes, Me acerco a ti con una botella de agua, al verla, abres la boca y sacas la lengua mientras suplicas una y otra vez. Y levantándote la cabeza, voy dejando caer el agua en tu rostro, en tu boca, como puedes vas tragando, mientras que el resto refresca tus mejillas, tu cuello, moja tus pechos, sigue bajando por tu vientre, hasta empapar tu vello rizado y oscuro. Oyes como el agua cae y chapotea en el suelo. Te veo tan sedienta, que hago lo mismo con otra botella, el agua sigue mojándote, mientras engulles todo lo que puedes, al terminar sigues mirándome, pero de momento no vas a beber más. Acariciando tu cara te digo que hoy estamos contentos contigo, así que seremos generosos, y dado que Nuria ya te hado unos 20 azotes, tan solo te castigaremos con otros 20, es el primer día y estamos muy orgullosos de ti, estas palabras resuenan dentro de ti, y te dan la fuerza y el pundonor para intentar aguantar en pie, el castigo.

Nuria sigue grabando, una hora larga de película que sin duda nos hará disfrutar de muy buenos momentos cuando lo veamos solos o con amigos. Para empezar el castigo enseñare a Nuria a usar la pala, el primer golpe es tu nalga derecha, que enrojece al instante, Nuria lo intenta en la izquierda, y también te hace gruñir de dolor. Luego le indico tus tetas, cojo una de tus pechos y lo voy estrujando como si fuera a ordeñarte, al final tan solo sobresalen de mi mano el pezón y la aureola, le digo que golpee fuerte, se oye el pam seco y duro y tu chillido de dolor, suelto tu teta, y hago lo mismo con la otra, Nuria animada golpea con todas sus fuerzas, y el dolor hace que pierdas el equilibrio quedando colgada de tus muñecas. Nuria suelta una de tus tobillos y te levanta la pierna, el golpe en la planta de tu pie hace que vuelvas a chillar, te suelta el otro tobillo y un nuevo golpe te vence, lloras, suplicas entre lágrimas y mocos, el castigo no cesa, y cuando quedan solo 5 golpes, la animo a que vuelva al látigo, a ver si es capaz de acertar en tu coño, ella acepta el reto, yo vuelvo a atar tus tobillos y le explico que golpee de abajo a arriba, lo intenta, pero el primer golpe apenas si te toca, nerviosa el segundo solo golpea una de tus piernas, Decides ayudarla, le dices que esté tranquila, que calcule bien, el látigo ha de subir recto entre tus piernas, ella saca la lengua, siempre que se concentra lo hace, el golpe toca de refilón tu vulva, el dolor es intenso, pero aun ha de mejorar, entre sollozos vuelves a animarla, tu coño enrojecido está ardiendo, ella vuelve a probar, el golpe ahora da de lleno, tensas tus correas, te retuerces de olor, chillas y babeas, pero aún queda un azote, y lo quieres perfecto, cuando te azote en público, que lo hará, quieres estar orgullosa de ella, quieres que sea la mejor. Tragas saliva y mirándola a los ojos le dices que se concentre, que respire hondo y que lance el látigo con toda su fuerza. Ella te sonríe, espera un instante, tu cierras los ojos y aprietas los puños, oyes el silbar del látigo en el aire, y un dolor tan intenso en tu vulva que te meas entre chillidos y gritos, se te nubla la cabeza y medio desmayada quedas colgando de tus correas, mientras ella corre a abrazarse a ti y te llena de besos, Tu poco a poco vas recuperando el aliento y la miras satisfecha, orgullosa de ti y de ella, y yo orgulloso de las dos.

Tras terminar el castigo, Nuria vuelve a grabarte, meada, azotada y encadenada, tragas saliva, intentas enderezarte un poco, miras a la cámara y aceptas el reto, al instante el video llega a Yoha. En pocos minutos llega la respuesta, Zuleia, está a 4 patas, con el lomo y el culo azotado, un inmenso consolador sobresale de entre sus nalgas, sus tetas cuelgan pinzadas con un par de pesas colgando en cada una de ellas, un azote hace que levante la cara, y a pesar de sus ojos llorosos y su cuerpo castigado, sigue siendo la mujer de mirada felina y cuerpo fibroso que hace años te ganó. Mira desafiante a la cámara, y con un hilo de voz apenas perceptible, también ella acepta el reto.

(Continuará)

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