Era una tarde al final del verano, el sol todavía calentaba el ambiente para ir ligeros de ropa. Cuando Grey giró la esquina de la calle donde ella vivía y recorrió unos cuantos metros, la encontró en la puerta de su edificio tal y como habían quedado, puntual y arreglada, mirándola mientras se le acercaba, observó que sus largas y torneadas piernas asomaban por debajo de su falda que tenía el corte por encima de las rodillas, era de color rojo y el color moreno que había cogido durante el verano hacían de su piel un bonito contraste, el conjunto terminaba con una blusa blanca que cubría la parte superior de su cuerpo con un generoso escote y mangas hasta el codo, la blusa era algo transparente y podías intuir el sujetador negro, él, imaginó que llevaría unas braguitas a juego y eso le produjo cierto morbo.
-Hola mi niña, ¿qué tal estás?
-Hola señor Grey, estoy bien. Un suave beso cerró la primera frase.
-Me encanta como te has arreglado.
-Me lo he puesto para ti, ¿te gusta?
-Ya lo creo, estás muy guapa como vas.
-Gracias señor Grey, quería estar guapa para ti.
-A mí con cualquier cosa me gustas y los sabes.
-Ya, pero también sé que hay modelitos que te gustan más que otros de los que me pongo.
-Eso es cierto, ¿subimos o prefieres dar una vuelta?
-Me gustaría dar una vuelta y que me vean contigo, que sepan que soy solo tuya.
-Me parece bien, pues vamos a tomar algo fresco.
Cogidos de la mano pasearon unas cuantas decenas de metros por la calle hasta llegar a una heladería, entraron y Grey eligió una de las pocas mesas libres que estaban al lado de la gran cristalera que daba a la calle, le separó la silla para que ella se sentara.
-Gracias.
-¿Crees que desde aquí nos verán bien? Dijo sonriendo.
-Desde luego, parece que estemos en un escaparate, pero estando contigo no me importa.
-¿Ha ocurrido algo?
-No, nada, simplemente que me apetece.
-¿Seguro? No te veo como siempre, sabes que me puedes contar cualquier cosa.
-Lo sé, solo una pequeña discusión con mis padres, pero ahora todo está bien.
-¡Pues perfecto¡
Pidieron una par de horchatas a la muchacha que se acercó a ver que querían tomar y continuaron hablando de sus cosas, el local estaba bastante concurrido, en un momento de la conversación él le preguntó.
-¿Quieres hacer algo por mí?
-Pide y se te dará mi señor, sabes que soy una niña mala pero obediente. Y sonrió.
-Pues quiero que vayas al aseo y te quites las braguitas y me las des.
-¡Hecho!
Se levantó y acariciándole el hombro mientras se separaba de él, se dirigió al baño del local, él la siguió con la mirada, no tardó mucho en volver y cuando se volvió a sentar puso su mano cerrada encima de la mesa, él acercó la suya e hicieron el traspaso de la íntima prenda. Ella miró de reojo a las otras mesas pues sus pulsaciones habían subido por el morbo de la situación. Cuando Grey las tuvo en su poder se las acercó a la nariz y aspiró el aroma que emitían, comprobó que eran negras como él había imaginado.
-Mmmm, tienen el aroma de tu delicioso coño y eso me encanta.
-Me alegro de que te siga gustando y bebió un trago de su horchata.
-¿Quieres que haga algo más mi señor Grey?
-De momento no mi niña.
Grey se guardó las bragas en un bolsillo de su pantalón vaquero.
-Tengo ganas de comerme lo que tus bragas ocultaban.
-Pues yo estaría encantada de que lo hicieras.
-Todo a su tiempo mi niña mala. Le dijo sonriendo.
Grey sabía jugar con los tiempos y a ella le gustaba como la dirigía y se dejaba llevar. Un rato después pagaron los helados y salieron a la calle, ella sintió como el aire subía por sus piernas y llegaba a su húmedo coño. Pasearon un rato por las calles de su barrio.
-¿Crees que ya nos han visto lo suficiente o quieres seguir enseñándome?
-Seguiría contigo toda la tarde para que les quede claro, pero ahora prefiero volver a casa y entregarme a tus caprichos.
-Pues no se hable más.
No tardaron mucho en llegar a la puerta del edificio, en ese justo instante salía una pareja y Grey la cogió por la cintura y la besó en la boca sin prisas, la pareja pasó por su lado y ni se inmutó, pero se quedaron con el detalle.
-Creo que estos dos por lo menos ya no tiene dudas de que eres mía.
-Y yo me alegro.
Una vez en el piso, Grey la puso contra la pared nada más entrar y cerrar la puerta y volvió a besarla, esta vez su mano derecha se introdujo por debajo de la falda y buscó su clítoris endurecido por la excitación. Continuó besándola y tocándola hasta que ella comenzó a gemir, entonces se detuvo y la cogió de la mano.
-Llévame a tu salón. Le dijo
Una vez allí la sentó en el sofá y le separó las piernas.
-No te muevas, voy a poner algo de música.
Volvió a su lado y se arrodilló, empezó a acariciarle las suaves y largas piernas, ella, al contacto de su piel comenzó a relajarse, él siguió por el interior de sus muslos llegando a su coño pero pasando sus manos solo por el alrededor, así estuvo unos minutos, ella quería más pero sabía que no podía pedir pues él dominaba la situación. De repente los dedos de Grey empezaron a separar sus labios y a rozar su clítoris, enseguida notó como aquel coño se entregaba y lubricaba al mismo tiempo, continuó jugando con él un poco más, después le subió la falda y pasó a lamerlo, ella gimió de placer, jugaba con su lengua y lo succionaba con delicadeza, ella aumentó los gemidos y sus caderas empezaron a moverse al ritmo de los mismos, separó las piernas un poco más para que él pudiera estar más cómodo y devorarla con mayor facilidad, ella colocó sus manos en la cabeza de él y le apretaba con suavidad contra sí misma mientras le acariciaba el pelo, no tardó mucho más en sentir que el primer orgasmo estaba a las puertas de su coño.
-¡Me corro! Dijo como pudo.
Tras la corrida, Grey se apartó y se levantó, se relamió la boca mientras la miraba a los ojos.
-Delicioso, lo echaba de menos este sabor tuyo, ya no recuerdo cuando fue la última vez.
-La verdad es que han pasado demasiadas semanas. Yo también lo echaba de menos.
Ella sonrió y Grey fue a preparar dos copas, cuando volvió con ellas su niña estaba acomodada en el sofá, le ofreció una y bebieron un trago largo después de brindar.
-¡Qué bueno está!
-La verdad es que sí.
Grey se quitó la camisa blanca que llevaba y le pidió que le lamiera los pezones, ella se incorporó e hizo lo que su señor le había pedido, pasó la lengua por uno de los pezones con suavidad y jugó con él, luego pasó al otro, mordisqueaba y besaba cuando Grey le levantó la boca e introdujo su lengua en ella y se besaron mientras se abrazaban. Grey entonces le desabrochó la blusa y el sujetador liberando sus pechos, se puso a comerle los pezones, pero no lo hizo con la misma delicadeza que ella había empleado, fue algo más rudo, pero a ella le gustaba que se lo hiciera así, le gustaba ser devorada por él, se sentía viva en sus manos. Le dio la vuelta y desde atrás le estrujaba los pechos mientras mordía su cuello, ella volvía a excitarse y pasó su mano por detrás para acariciarle la cabeza, entonces Grey bajó una mano lentamente por su vientre hasta llegar a su coño y comenzó a jugar con su clítoris otra vez, Grey la tenía donde quería, la llevó a las puertas del orgasmo y allí se detuvo, ella se quedó a la espera de que continuara, pero él no lo hizo, le dio la vuelta y cara a cara la besó otra vez en la boca, la apretó contra su cuerpo y volvió a jugar con su clítoris, ella volvió a sentir el placer en su feminidad, Grey no la dejaba respirar, la besaba y la masturbaba a la vez y ella gemía como podía, cuando estaba otra vez a punto de correrse, Grey volvió a detenerse y la miró a los ojos, su mirada estaba llena de deseo.
-¿Estás excitada?
-Sabes que me has puesto muy cachonda, que quiero más mi amo.
-Bien, así me gusta, que me lo pidas, ¿cómo quieres correrte, de cara o de espaldas? Puedes elegir la postura.
-De espaldas mi señor.
Grey le volvió a dar la vuelta y puso una mano en uno de sus pechos y le mordió el cuello y la oreja, la otra mano volvió al centro de su coño buscando su clítoris y lo apretó con dos dedos y después lo acarició con movimientos circulares, ya no se detuvo, ella volvió a sentir enseguida el placer de ser suya y con lo excitada que la había puesto no tardó nada en volver a decirle que se corría, Grey siguió sin decir nada, ella apretó las piernas cuando sintió el orgasmo pero él no paraba, Grey quería seguir y ella necesitaba parar, pero tras unos segundos de lucha sin mucha resistencia, ella volvió a dejarse hacer y Grey cambió de mano, ahora era el otro pecho y el otro lado del cuello y oreja los que mordía, introdujo sus dedos en su coño caliente y mojado y se los pasó por sus labios, ella los chupó, Grey volvió a hacer lo mismo, pero esta vez fue él el que los chupó, luego volvió a jugar con su clítoris y la masturbó como si fuera la primera vez, en esta ocasión tardó un poco más en llegar a las puertas del orgasmo, pero no tenían prisa, la tarde era de ellos, poco a poco fue acercándose al placer de un tercer orgasmo, Grey lo sabía y lo notaba y subió el ritmo de fricción.
-¡Me corro mi amo! ¡Me corro!
Grey quería que se los dijera por el puro placer de oírla, pero él ya conocía su cuerpo y sabía lo que iba a pasar, ella terminó de correrse y en esta ocasión Grey sí que dejó de tocarla, se miraron con cara de satisfacción y tras un suave beso en los labios bebieron un poco de sus copas.
-Bueno mi niña, ha llegado el turno de que me comas la polla.
-Lo que tú desees mi señor.
-Pero no quiero una comida rápida, quiero que me hagas disfrutar de tu boca y de tu lengua, que me lleves al orgasmo sin prisas.
-Lo haré como pides amo. Se arrodilló y le desabrochó el pantalón, eso le encantaba, sacar su polla del slip mojada y comenzar a lamerle la polla, enseguida se le puso dura a Grey al sentir el calor de esa boca que tanto placer le daba cuando estaban juntos. Ella se la metía y la sacaba de su boca, le lamía los huevos y volvía a metérsela hasta el fondo, se lo follaba con la boca pues notaba que su señor estaba disfrutando en sus manos, continuó así un rato más y luego se la puso en la mano y lo masturbó con energía mientras lo oía gemir, pues Grey siempre se mostró claro y sincero cuando estaban juntos y a ella eso le gustaba, volvió a meterse la polla hasta los huevos, la sacaba y se la metía, Grey le cogía la cabeza e intentaba follarla por la boca, pero en esta ocasión era ella la que controlaba la situación, comenzó a chuparle la punta de la polla con la lengua y Grey continuó gimiendo, ella sabía que estaba a punto de correrse y siguió, de repente él le dijo.
-¡Me corro mi niña!
-Córrete en mi cara mi señor. Lo masturbó mientras notaba como la leche de su señor le salpicaba en la cara mientras Grey gemía.
-¡Ufff que bien mi niña! Tengo que reconocer que ha sido delicioso volver a sentir tu boca y tu lengua en mi polla, que bien me has dejado.
-Me alegro de haberte dado el placer que querías.
Grey se sentó y le pidió con señas su copa, ella se la acercó y luego bebió de la suya, tras el trago se limpió la cara con un pañuelo de papel. Se acurrucaron en el sofá y no dijeron nada, no hacía falta hablar, estaban donde querían estar y disfrutaban del momento. Después de estar un rato así, Grey le dijo.
-Quiero que hagas una cosa para mí.
-Dime.
-Pues quiero que te masturbes para mí, quiero oírte gemir, me gusta ese sonido que sale de tu interior y verte como te mueves.
-¿Quieres que lo haga ahora?
-Sí, lo quiero ahora mi niña.
-Pues ponte cómodo mi señor.
Acto seguido ella se sentó delante de él en el sillón y abrió las piernas.
-¿Estoy bien así?
-Estás perfecta. Contestó él desde el sofá.
Ella comenzó a hacer realidad el deseo de su señor y acarició el interior de sus muslos sin mirarlo. Él la había cambiado desde que se conocieron hace ya algún tiempo, pero ella aún seguía cambiando, seguía liberándose, cogiendo confianza en sí misma, era otra mujer desde que estaba con él, aunque no tenía ningún reparo en hacer lo que él le pedía en la actualidad, mirarlo directamente a los ojos aún le costaba un poco, pero se sentía cómoda en las manos experimentadas de su amo y obedecía como la sumisa que era, un papel en el que se sentía cómoda y que eligió ella misma. Sus manos separaron los labios exteriores y se centraron en su clítoris que se encontraba endurecido por el morbo y la excitación del momento, jugó con él y comenzó a sentir el placer que le proporcionaba la situación, poco a poco levantó la vista y lo vio allí enfrente suyo disfrutando del espectáculo que ella le proporcionaba, con su copa en la mano y un cigarro en la otra, seguro de sí mismo. El cosquilleo de su clítoris pasó al placer y ella comenzó a gemir ya sin pudor alguno, la excitación iba en aumento y al mismo ritmo sus gemidos. Grey estaba relajado y observándola mientras bebía y fumaba. Ella continuaba masturbándose, cada vez con más intensidad, llegado el momento del orgasmo se dejó llevar echó su cabeza hacia atrás y gimió mientras decía que se corría.
-Bien, sigue así, no pares mi niña.
-¡Me voy a correr! Sus dedos frotaban su clítoris con intensidad y ya no pararon hasta que los flujos del orgasmo emanaban por su coño mientras su respiración volvía a recuperarse lentamente. Finalmente detuvo sus dedos y lo miró con una sonrisa de complicidad, él le respondió con otra sonrisa y unas palabras.
-Encantador espectáculo, me ha gustado lo que has hecho para mí, ahora bebe y relájate hasta que te pida otra cosa,
-Y a mí hacerlo, no sé cómo lo hago, pero sacas de mí el lado morboso que tengo y que no sabía que lo tenía y me gusta.
Grey se levantó del sofá y se acercó a ella y la besó en la boca, en esta ocasión no usó la lengua, fue un beso con los labios, después se dirigió a la cocina y miró en el interior de la nevera, sacó algunas cosas y comenzó a preparar la cena. Eso era algo que a ella le encantaba de él, el cómo la cuidaba en todos los sentidos, la mimaba, la follaba, la besaba y la acariciaba como ningún otro se lo había hecho y cuando la situación lo permitía cocinaba para ella, por esas cosas no podía dejar de quererlo. Sintió algo en su interior que la hizo levantarse del sillón y se acercó hasta donde él estaba y se abrazó por detrás a él. Grey dejó por un momento lo que estaba haciendo y disfrutó del abrazo, ambos estuvieron sintiendo el agradable calor del otro cuerpo, unos segundos después Grey se giró hacia ella y la besó en la boca, en esta ocasión sí que le metió la lengua mientras la apretaba contra él. Ella gozaba el instante y se mantuvo en esa posición hasta que Grey le dio la vuelta y tras un suave azote en su culito le pidió que preparase la mesa para los dos, si no le importaba, ella dio un saltito y se marcho.
Cuando todo estaba listo, Grey llevó la informal cena a la mesa, se sentaron y disfrutaron del ágape con una botella de vino frío, volvieron a la conversación que estaban manteniendo en la heladería sobre qué hacer en navidades.
-Pues yo creo que este año estoy libre para Nochevieja. Dijo él.
-Yo lo puedo ver en un mes más o menos y ya podríamos concretar.
-Estaría bien perdernos en un pueblecito de la costa o de la montaña si te apetece, los dos solos y pasar de año juntos.
-Me encantaría ese plan, ¿un apartamento tal vez? O ¿una cabaña?
-Lo que tú elijas, yo con estar contigo ya soy feliz, nunca hemos estado solos en un fin de año, yo me encargaría del menú y tú de la ropa.
-¿De la ropa?
-Sí, de cómo iríamos vestidos para la cena, si nos arreglamos, o vamos de manera informal o incluso en ropa interior. Y sonrió
-Me gusta la idea, le daré unas vueltas y te comentaré.
-Elijas lo que elijas, seguro que estará bien, me encuentro muy a gusto cuando estoy contigo, haces que me olvide de todos mis problemas y del mundo, me siento afortunado de tener a una gran mujer en mi vida.
-A mí me pasa lo mismo, no noto el paso del tiempo cuando estamos juntos, pierdo la noción del tiempo y eso me gusta.
-Pues lo vemos y lo prepararemos con todo lujo de detalles en cuanto lo sepas.
Continuaron hablado un rato más y tras el café y una copa Grey le propuso follar en la cama.
-¡Genial! Contestó ella.
Grey pasó por el cuarto de baño y en el segundo cajón de un pequeño armario, sacó unas cuerdas y varios objetos que ella guardaba para sus juegos, muchos de esos objetos se los había regalado él y otros habían ido a comprarlos juntos. Se acercó a ella y la besó con suavidad.
-¿Estás lista mi niña?
-Lo estoy mi señor.
Grey le puso las esposas y una bola roja en la boca para amordazarla por detrás, le tapó los ojos con una venda de seda negra y la inclino sobre la cama y sobre una almohada, comenzó acariciando sus piernas por detrás a las que les puso un poco de aceite de melocotón, ella no podía ver ni hablar, pero podía sentir todo aquel contacto sobre su piel. Grey acercó su polla a su coño y le acarició el coño con ella, tras unos segundo se separó y se agachó, le dio la vuelta y le levantó las piernas, pasó la lengua por su culito y su coño, ella gimió al contacto, Grey no tenía ninguna prisa, disfrutaba con ella y de ella, le puso más aceite y volvió a acariciar sus piernas de abajo hacia arriba hasta su cuello y volvió a bajar hasta los tobillos, notaba como la piel de su sumisa gozaba del contacto de sus fuertes manos que en este momento la tocaban con delicadeza. Ella notaba que la humedad entre sus piernas iba en aumento, notó como él le separaba las piernas e introducía su polla en su coño, le dio unos envites y se apartó, ella quería más pero no podía decírselo con la bola en la boca. Grey volvió a repetir la operación pero en esta ocasión los envites se prolongaron un poco más, a ella le encantó. Sentir su polla dura y caliente en el interior de su cuerpo la producía un enorme placer, Grey se separó y jugó con su clítoris, la llevó al orgasmo sin mucho esfuerzo dado que ella ya estaba muy excitada, entonces volvió a meter su polla en su mojado y caliente coño, la bombeó hasta que fue él el que se corría en su interior cogido a sus caderas.
La incorporó y la quitó las esposas solamente, la acostó en la cama boca arriba y con la cuerda le ató los pies y las manos a las cuatro esquinas de la cama, se inclinó sobre ella y con la lengua comenzó a lamer sus labios vaginales suavemente, aunque ella era multiorgásmica el quería que disfrutara igual que él lo había hecho de cada orgasmo, poco a poco fue introduciendo su lengua hasta llegar a su clítoris y comenzó a succionarlo con delicadeza mientras ella comenzaba a gemir, Grey no se detuvo, continuó haciéndola suya y llevándola al placer de un nuevo clímax. Cuando ella dejó de gemir él se apartó y se levantó. Entonces ella escuchó el ruido de los platos que eran recogidos y del agua en la cocina al ser fregados, tras unos minutos Grey regresó y se encendió un cigarro, se sentó en la cama pero no decía nada. Ella esperaba alguna palabra que no llegaba. Grey apagó el cigarro y tras inclinarse sobre ella le quitó la bola de la boca, después le desató los pies y las manos y sin decir nada comenzó a lamerle los pezones, los mordisqueó durante un rato, los dos guardaban silencio entregados al placer, Grey pasó a la boca y se la comió, después a la oreja que tenía más cerca mientras su mano jugaba con uno de sus pechos, Grey le cogió la mano y se la puso en su polla para que ella lo masturbara, ella obedecía en silencio, solo la música se oía de fondo. Ella notaba como la polla de Grey crecía en su mano y esa sensación le gustaba. Cuando Grey tuvo la polla dura, le dio la vuelta y la penetró, la folló hasta que se corrió y permaneció abrazado a ella, sólo entonces le dijo.
-Está todo recogido y fregado, podemos dormir si quieres.
-No tenías porque hacerlo, pero gracias señor Grey, yo estoy muy a gusto así, podemos dormir, se relajaron hasta el punto que Morfeo los llevó al mundo de los sueños.
La noche hacía tiempo que cubría el cielo, ninguno de los dos sabía qué hora era, pero eso les daba igual, la quedada había sido una vez más especial, como siempre que disfrutaban de la compañía del otro en ese mundo que habían creado entre los dos y solo para ellos dos y al que llamaban su isla secreta donde el placer y la felicidad eran lo normal. La mañana siguiente, tras asearse y tomar un buen café, se besaron y cada uno volvió a su rutina.
-Llámame cuando puedas.
-Lo haré. Contestó él.