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La puta de mi mujer gozando con dos vecinos (I)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Por motivos laborales del que suscribe, mi mujer y yo tuvimos que desplazarnos a residir a otra ciudad en la que no conocíamos a nadie excepto a algunos de los jefes de la empresa para la que yo trabajaba. Poco a poco fuimos haciendo amistades entre la gente de nuestro barrio y comenzaron a ser frecuentes nuestras salidas para tomar algo con ellos y charlar, intimando muy pronto con algunos de ellos.

Por mi trabajo yo salía de casa temprano y solía regresar después del mediodía o a media tarde por lo que mi mujer quedaba sola en casa aunque de vez en cuando bajaba a los bares propiedad de algunos conocidos a tomar algo y así hacer tiempo hasta mi llegada.

Las ventanas de nuestro piso daban a un callejón de entrada a garajes privados de propietarios que residían en nuestro bloque y en el que se encontraba al otro lado, frente a nosotros, y cuyas ventanas y balcones teníamos, como digo, frente al nuestro. En uno de los pisos del bloque de enfrente y cuyas ventanas y pequeña terraza daban a las nuestras residía un matrimonio marroquí que tenía acogido temporalmente a un amigo de él y de nacionalidad nigeriana, a los que veíamos mi mujer y yo prácticamente a diario o bien tendiendo ropa o bien asomados a esa pequeña terraza fumando un cigarro.

Tanto mi mujer como yo nos habíamos percatado desde hacía tiempo que ellos no la perdían de vista cada vez que ponía la lavadora, tendía ropa o se asomaba a nuestra terraza a fumar un cigarro. Sus miradas eran de deseo y numerosos los comentarios entre ellos, sobre todo cuando se asomaba sola, no perdiendo de vista sus movimientos, algo de lo que yo me había dado cuenta hacía ya tiempo, que me provocaba cosquilleos en el estómago y que le comenté a Nuria, que me contestó diciendo "¡Eso son cosas tuyas, cari. No le des importancia!", aunque yo notaba también en ella una predisposición que me llevaba a pensar así.

Tras varios días observando los movimientos de los vecinos en su terraza -estaban casi todo el día solos porque la mujer del marroquí trabajaba fuera- y los de mi mujer en la nuestra, llegó el fin de semana y el Domingo nosotros bajamos al mediodía a tomar unas cervezas por los bares del barrio. Nuria vestía una bonita camisa negra con rayas blancas, minifalda de cuero con medias sexys y liguero negro debajo y unos muy elegantes zapatos de tacón fino, ni que decir tiene era centro de muchas miradas que hacían que yo me sintiese orgulloso y el morbo se apoderase de mí.

En el transcurso del mediodía y estando en uno de los establecimientos que visitamos, al lado casi de nuestro piso, se acercó a nosotros uno de los camareros para decirnos que nuestras consumiciones estaban invitadas, señalando hacia el fondo del local para indicarnos quién las había abonado, nuestras miradas se dirigieron hacia allá y pudimos comprobar que habían sido nuestros vecinos, haciéndoles nosotros una señal de agradecimiento e indicándole al camarero que les devolviese la invitación de nuestra parte. Acto seguido, mi mujer y yo salimos a la calle a fumar un cigarrillo y mientras lo hacíamos hicieron acto de presencia nuestros vecinos saludándonos, presentándose -Nassar el nombre del marroquí y Mutiu el del nigeriano- e iniciando una charla que se prolongaría hasta pasada la media tarde por distintos locales de la zona. Tras fumarnos varios cigarrillos, todos volvimos a entrar en el establecimiento en el que nos encontrábamos invitando mi mujer a nuestros vecinos a que se unieran a nosotros lo que confirmó la intuición que yo tenía desde días atrás de que se sentía cómoda y atraída por ellos física y sexualmente y que todo acabaría en algo más. Mi mujer pidió otra ronda de cervezas y se dirigió al servicio mientras que nosotros continuamos charlando en la barra del local, al rato se volvió a presentar ella y percibí en su rostro que se había estado preparando para atraerles aún más y hacer posible que el asunto fuese subiendo de tono. Los vecinos también lo notaron y así se lo hicieron saber agradeciendo ella los halagos con una pícara sonrisa y una postura extremadamente sensual y sexy.

La tarde siguió su curso por distintos lugares entre rondas de cerveza y algún aperitivo que otro y la situación iba poniéndose más caliente a cada instante merced a las indirectas que nuestros vecinos lanzaban a mi mujer y la respuesta de ella a las mismas que no eran otras que sentirse halagada demostrándolo con caricias, besos a ambos en las mejillas y actitudes provocadoras como cruzarse de piernas con la minifalda más subida de la cuenta dejando a la vista sus hermosas piernas y sus medias sexys con objeto de provocar cada vez más a nuestros acompañantes.

En un momento de la conversación entre los vecinos y mi mujer, el marroquí aprovechó para decirle "nos gustas mucho y estás muy buena", añadiendo "desde que comencé a verte en la terraza me excitas muchísimo y ya han sido varias las pajas que me he hecho pensando en ti", lo que también corroboró el nigeriano, palabras que ella agradeció a ambos con un abrazo, un pequeño morreo en sus bocas y una sonrisa propia de una golfa a la que le va la marcha. En ese momento supe positivamente que el tema llegaría a más, lo que provocó en mí una calentura extrema pensando en lo que podría ocurrir.

Cuando el asunto estaba ya más que caldeado y todos bastante calientes, nuestros vecinos nos anunciaron su marcha puesto que la mujer del marroquí estaba a punto de llegar del trabajo, no sin antes intercambiarse entre ellos y mi mujer los números de teléfono para seguir en contacto más estrecho. Con dos fuertes abrazos y besos en las mejillas y un apretón de manos a cada uno, Nuria se despidió de ellos diciéndole "¡Estamos en contacto. Esto hay que rematarlo!", abandonando ambos el local y marchándose a casa. Mi mujer y yo volvimos a quedarnos solos y ella aprovechó para ir al servicio mientras yo no dejaba de darle vueltas a la cabeza por lo ocurrido. A su vuelta, Nuria pidió otras dos cervezas y comenzamos a charlar sobre el asunto diciéndome "¡Hay que joderse, cari, lo cachonda y caliente que me han puesto los vecinos, estoy toda mojada!", añadiendo "¡Esta faena tengo que rematarla y no voy a tardar mucho. A ver si mañana pueden y quedo con ellos en casa para follar. Los deseo a los dos y sobre todo al nigeriano, tiene que tener una polla monumental como buen negrazo que es"; yo me quedé mirándola y le dije "¡Que quieres que te follen los dos ya lo sabía yo, se veía venir y te lo dije el otro día!", dándome ella la razón y pidiéndome que no me molestara y que asistiese a su encuentro con ellos como espectador ya que le apetecía que yo estuviese delante y los viese pero sin participar, a lo que accedí por complacerla.

Ya era bien pasada la media tarde y mi mujer y yo decidimos volver a casa. Cuando llegamos tomamos asiento en el tresillo aún muy calientes para fumarnos un cigarro y seguidamente yo marché a ducharme quedando ella en el salón. Al salir de la ducha y conforme me iba acercando escuché los gemidos y jadeos de Nuria, que tendida en el tresillo y tan solo con las medias, el liguero y los zapatos de tacón, se estaba masturbando cachonda perdida y caliente como una perra, lo que provocó en mí una brutal erección, sentándome junto a ella y ayudándola a correrse de una forma bestial por el morbo contenido durante la tarde. Seguidamente yo le pedí que hiciese lo propio conmigo, que me pajease hasta correrme como ella, a lo que accedió sin dudarlo aunque antes cogió mi tieso rabo y se lo llevó a la boca para regalarme una extraordinaria mamada que me llevó al éxtasis, una mamada "Made in Nuria" que me hizo gozar del más puro placer. Tras varios minutos chupándomela y mamándola con tranquilidad, suavidad y deleite comenzó a acariciar mi polla de arriba a abajo de la misma manera con objeto de provocarme un gustazo enorme, intercalando esas caricias con morreos repletos de deseo y de pasión.

En previsión de que pudiese correrme en cualquier momento me dijo "¡Cari, fóllame. Méteme en mi coño caliente esta polla que tanto me gusta, mi vida. Quiero que nos corramos juntos!", hizo algo de tiempo para que yo aguantase más y tras varios minutos se sentó encima de mí en el tresillo introduciendo mi verga hasta dentro y comenzando a jadear y gemir de puro placer, comencé a acariciar sus tetas y a besar y chupar sus pezones, lo que le provocaba mayor excitación aún, diciéndome "¡Fóllame, cari, fóllame. Así mi vida, así cornudo mío!" y preguntándome "¿Te gusta follarte a la puta de tu mujer…? ¿Te gusta mi coño, amor mío…?". Yo asentía con la cabeza y magreando las perfectas cachas de su culazo la embestía y follaba con deseo.

Tras varios minutos cabalgando como poseída sobre mi dura y erguida polla Nuria me pidió que cambiásemos de postura y que la follase a cuatro patas, se acomodó en el tresillo y me brindó su peluda almeja y su culazo en esa posición, no pude reprimirme y antes de volver a metérsela le comí durante varios minutos el coño por detrás mientras masajeaba sus cachas consiguiendo que se volviese a correr entre excitantes gemidos y jadeos, que se hacían aún más morbosos al tener abiertas las ventanas del salón. Seguidamente me puse de rodillas y volví a ensartarla metiéndole mi rabo hasta lo más profundo de su coño mientras que la sujetaba por las caderas con inmensos deseos de correrme dentro de ella, que no paraba de decirme entre gemidos "¡Así, cari, asi, mi vida. Fóllame, amor mío, fóllame fuerte, dale duro a la zorra de tu mujer. Te amo, cornudo mío, te amo y te quiero con toda mi alma a pesar de que me guste gozar con otras pollas. Eres mío y sólo para mí. Me corro solo con sentir tu polla dentro de mi coño. Qué gustazo, mi vida. Qué placer tan grande siento. No pares. Sigue follándome así. Aguanta un poco más y nos corremos juntos!".

Yo hice "juegos malabares" para contenerme hasta que mi mujer gritó fuerte entre jadeos "¡Ahora, cari, ahora. Me corrooo, me corrooo, me corro toda… Uhmmm. Ohhh!", momento en el que yo también procedí a soltarle una gran cantidad de leche dentro de su coño en una corrida bestial que me proporcionó un gustazo indescriptible. Nuria se dio la vuelta y comenzó a chupármela para tragarse todo el resto de mi lefa dándome inmenso placer. Nos pusimos en pie y mirándonos a los ojos, morreándonos y abrazados por la cintura me dijo "¡Jodeeer, cari, vaya polvazo que me has echado, cabrón. Me ha encantado, mi vida!". Me acarició la verga con su mano, me besó y marchó a ducharse. Al finalizar marchó a nuestra habitación y procedió a cambiarse de lencería, cambiando el conjunto negro por preciosas medias sexys de blonda ancha, con encaje y de color carne con sujetador, tanga y liguero de color blanco y otros zapatos de fino tacón muy bonitos, personándose así en el salón y dejándose ver a través de las ventanas abiertas.

Nos servimos unas cervezas y nos dispusimos a ver un rato la televisión. Ya había anochecido, mi mujer se levantó y se dirigió a la terraza al haberse percatado desde el salón de que los vecinos estaban en la suya fumándose un cigarro y de que no la vería nadie más que ellos vestida de esa manera tan sexy y provocativa, encendió otro cigarro y los saludó cariñosamente obteniendo por su parte otro caluroso saludo, exclamando el marroquí "¡Jodeeerrr, cómo estás!". Ella les preguntó "¿Qué os parece…? ¿Os gusta mi modelito…?", mostrándose ellos totalmente encantados. Nuria cogió una banqueta de la cocina americana de nuestro salón, la sacó a la terraza y ante sus atentas miradas comenzó a acariciarse, se quitó el sujetador y el tanga dejando a la vista sus maravillosas tetas y su coño peludo y empezando a pajearse delante de ellos, que a cada segundo se mostraban más calientes y cachondos.

Mi mujer empezó a gemir por el gustazo que se estaba dando y los vecinos, sin dilación, sacaron sus enormes pollas y comenzaron a pajearse también delante de mi mujer, que al ver sus vergas exclamó "¡Qué ricas. Uhmmm… Mañana serán mías!". Nuria se excitó tanto al verlos que en pocos minutos comenzó a correrse entre fuertes jadeos mientras que ellos tampoco tardaron mucho en brindarle sus corridas a mi mujer soltando una gran cantidad de lefa en las jardineras de su terraza. Lazándose mutuamente besos al aire se saludaron con las manos y se despidieron. Mi mujer entró de nuevo al salón más que satisfecha y me dijo "¡Jodeeerrr, cari, cómo he gozado. Menudo orgasmo he tenido. Y ellos ni te cuento, han soltado leche… Se han corrido como dos verdaderos hijos de puta. Menudas pollas tienen, jodeeerrr. Me encantan las dos pero sobre todo la de Mutiu, el negro nigeriano!", sentenciando "¡Mañana serán mías, ya lo verás!".

Tras lo acontecido yo estaba bastante caliente, como mi mujer, por lo que decidimos marchar a nuestra habitación para follar como locos, lo que se prolongó hasta bien entrada la noche descansando varias veces para tomar y cenar algo y así dar tiempo a la recuperación. Tras varias horas de buena follada y totalmente rendidos, abrazados mi mujer y yo nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente yo tenía que marcharme al trabajo y me levanté temprano, mi mujer también se despertó a la misma hora y me dijo "¡Cari, hoy va a ser un gran día. Trae el café a la cama y nos lo tomamos juntos!", accedí a ello y mientras lo tomábamos Nuria me dijo que seguía muy cachonda y que llamaría a los vecinos para quedar con ellos por la tarde y que fuesen a nuestra casa a follarla, me excité mucho con la situación y experimenté una gran erección por lo que le pedí que me dejase comerle el coño y echarle un buen polvo antes de marcharme.

Ella accedió encantada, se abrió de piernas y me sumergí en su raja peluda arrancándole dos buenos orgasmos. Seguidamente se puso a cuatro patas en la cama aún con su lencería de la noche anterior y mi rabo duro y tieso entró en su mojado coño con gran deseo, follándola con fuerza mientras le decía "¡Toma, zorra, aquí tienes mi polla, dentro de tu rica almeja. Esta tarde gozarás con los vecinos como lo que eres, una grandiosa puta, pero antes vas a gozar con mi verga. Toma el rabo de tu cornudo! ¿Te gusta, zorra, te gusta cómo te follo?", mostrándose encantada entre gemidos y jadeos muy calientes y excitantes y diciéndome "¡Cari, soy tu mujer y aunque me guste gozar con otras pollas la tuya siempre será mía al igual que mi coño es tuyo, mi vida. Sigue, sigue follándome así, cabrón, consigues que me corra como una puta perra. No te imaginas el gustazo que me das, hijo de puta. Fóllame, fóllame!".

Así continuamos durante buen rato hasta que no pude aguantar más y la avisé de mi corrida, ella se dio la vuelta, se puso de rodillas y esperó mi lechada con su boca abierta tragándosela toda y chupando mi capullo con sus labios para sacarme hasta la última gota, proporcionándome un placer indescriptible.

Tras nuestra maravillosa follada procedí a ducharme mientras Nuria siguió en la cama, me vestí, me despedí de ella y le pedí que me mantuviese informado en relación al tema con los vecinos, así quedamos y marché al trabajo.

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