Mi nombre es Daniel. Soy un tipo masculino, atlético, casado con una mujer y tengo hijos.
Yo no tenía mucha experiencia con tipos. Y con los que había estado, no me habían podido romper el orto. O porque no la tenían muy dura (y yo no tenía experiencia ni el culo preparado), o porque como soy muy masculino y siempre tengo la pija bien dura cuando estoy caliente, terminaban entregándome el orto y me los terminaba cogiendo.
Pero yo quería que me cojan. Un macho que me cogiera la boca y después me rompiera el orto.
Un par de veces me habían cogido, pero eran tipos que tenían la pija mediana a chica, y la verdad es que no me había satisfecho mucho.
Es que yo buscaba a un macho. Un macho que quisiera cogerse a un tipo macho. Que tuviera una linda y grande poronga. Que sea dominante, no que fuera puto y se desespere porque yo me lo coja a él.
Yo estaba muy tapado, y no quería que nadie supiera que me gustaban los tipos. No me gustaban los besos, ni que me pidieran una foto del culo para ver cómo era mi agujero.
Demás está decir que se me iban los ojos por los hetero. Esos hetero masculinos que no pueden dejar de mirarle el culo a una mina cuando pasa por su lado. Y si le dicen algo al pasar, chau, se me para la pija a mil. Esos tipos que no te miran ni te prestan la atención que vos querés, porque no les va estar con un tipo.
Pero al final me decidí.
En una página de encuentros, me crucé con Mario.
Mario no mostraba ninguna foto de perfil. Y eso me intrigaba.
Me dijo que medía 1.70 (me enloquecen los machitos petisos), que era casado (genial, porque así no iba a andar contando por ahí que yo me acostaba con tipos) y que solamente era activo.
Le pregunté cómo venía de pija y me dijo que tenía una pija de unos 19 cm. ¿Qué más podía pedir?
Me dijo que hacía deporte, que era un tipo fachero, rubio, de ojos claros, muy tapado. Hubiera preferido un morocho, pero todo bien.
Me preguntó qué quería hacerle. Yo le dije que quería desvestirlo, tocar su cuerpo, manosear su pija por sobre la ropa interior. Que quería que me dirigiera porque yo no tenía experiencia. Que me haga arrodillar y tragarme su pija entera hasta la garganta.
Me contestó que iba a cumplir con todos mis deseos. Y que también me iba a coger.
Yo quería que me rompiera el culo. Pero tenía miedo. Y al mismo tiempo estaba totalmente excitado.
Me dijo que me iba a preparar bien para que no me doliera y lo disfrutara. Que le iba a pedir que me la meta toda.
Estaba sentado frente a la computadora con la pija que se me reventaba. Ya me imaginaba estar con ese tipo detrás de mí, apoyando su abdomen en mi espalda con la pija ensartada en el ojete, diciéndome que yo era su puto, y que me iba a llenar el culo de leche…
Ni él me mandó una foto ni yo a él. Se ve que no le importaba. Que sólo quería coger. Más morbo me dio.
Quedamos en encontrarnos esa misma tarde en una estación de servicio.
Llegué al lugar. Estaba muy nervioso. Sólo sabía que tenía un auto gris oscuro. No veía a nadie. Fui a comprar forros al negocio que está en la estación y me volví a mi auto. Cuando me subo, un auto gris oscuro se estaciona a mi lado y abre la puerta del acompañante.
"Subí", me dijo un tipo desde adentro que no alcanzaba a ver bien, ya que era polarizado y tenía lentes oscuros.
Me subí a su auto, me habló muy poco, y nos fuimos al hotel.
Yo estaba muy nervioso. No lo miré mucho, ni a la cara ni el cuerpo. No me atrajo de primera, esa es la verdad. Me dio un aspecto de que no se bañaba por el pelo, que lo llevaba un poco largo y parecía grasiento.
Recorrió un camino que yo no conocía, poco transitado, y aparecimos en la entrada del Telo.
Yo nunca había pisado un Telo, no sabía cómo era por dentro ni qué se hacía al llegar.
"Agachate" me dijo, "que no te vean".
Pidió una habitación (yo escuchaba, no veía nada porque estaba recostado en el asiento)
Pasamos la administración. Estacionó el auto. "Listo", me dijo. Y se bajó.
Entramos a la habitación… medio oscura, aspecto de lugar poco higiénico, el tipo que no me excitaba demasiado… Encima me quiere chantar un beso…
"Sin besos" le dije.
No sabía si irme al carajo o quedarme.
Y bueno, me dije, si esto es lo que querías, acá está. Al menos era cierto lo del 1,70 m.
Le pedí que me dejara desvestirlo. Porque yo quería tocarlo. Quería tocar el cuerpo de un macho, para ver qué se sentía, qué sentía él cuando yo lo disfrutara. Y lo comencé a desvestir. Tenía una espalda muy ancha, y una cintura pequeña. Pero estaba gordo. Medio fofo. Le saqué toda la parte de arriba, lo toqué, lo disfruté. Acaricié sus manos, excelentes manos, dedos gordos venosos. Toqué sus brazos, que mostraban que se ejercitaba pero no tanto. Le toqué la espalda y la cabeza, pero no me excitaba… Le tocaba la cola, linda cola, chiquita. Le pasaba la mano por la pija, por encima de la ropa. No mentía. Tenía una linda pija. A él le calentaba eso.
En un momento lo puse de cara contra la pared y mientras lo tocaba le apoyaba mi pija en su culo. Y le gustaba. A mi me excitaba apoyar a un macho, mucho, pero no es lo que quería. Porque yo quería un macho. Y le pasaba mis manos por sus brazos hasta llegar a sus manos. Qué lindas manos, de macho, y con anillo de casado.
Se dio vuelta, me agaché, le saqué el cinto, le bajé el cierre del pantalón. Me restregó la pija aún bajo su bóxer por la cara.
No me hablaba. Yo hubiera esperado que me dijera "ahora te vas a comer una linda pija, te voy a meter la pija por la boca y te la voy a sacar por el culo". Pero no. Se la saqué. Y me encantó.
Una pija sin la capucha, hermosa, gorda, de esos 19 cm que me había dicho, recta, venosa.
No lo podía creer. La tenía ahí. Tanto desear una pija como esa durante tantos años. Y la comencé a chupar. Qué placer sentir en mis labios la textura de esa cabeza. De pasarle la lengua y sentir esa suavidad. No tenía olor a nada. Un tipo seguramente recién bañado. La quería tener toda adentro de la boca pero no podía. Le chupaba la cabeza, como si fuera un chupetín. Qué piel suave. Qué delicia. Intentaba meterla en mi boca pero hacía tope. En un momento me agarró de la cabeza y me la metió un poco más hondo. Me asusté un poco. Yo no lo conocía. No sabía qué podía llegar a hacer. Me ahogué un poco y me la saqué. El no dijo nada. Tampoco insistió. Yo seguí chupando.
Pero a pesar de todo, estaba perdiendo el entusiasmo. Y no entendía por qué. Tenía en mi boca esa hermosa pija, la chupaba como yo quería, la disfrutaba. La babeaba toda, me la metía hasta donde yo quería. Probaba cómo hacer para que entre más. La disfrutaba…
Mario se acostó en la cama, se puso los brazos detrás de la cabeza y se quedó ahí tirado. Pero no emitió palabras.
Me puse en cuatro patas sobre sus piernas y se la volví a chupar- Intentaba meterla toda en mi boca. Disfrutaba esa cabeza tan suave. Me gustaba. Volvía a insistir de metérmela toda en la boca, pero no podía, me dolía la garganta cuando lo hacía.
Y de pronto sentí que ya no me excitaba. Que mis expectativas iban más allá de lo que estaba pasando.
Fue como "bueno, ya probaste, esto era. Y ahora qué?". Igual se la seguí chupando. Pero no era como al principio. Ya intentaba que él acabara para terminar con esto. Fantaseaba con que me llenara la boca de leche-
Y lo que pasaba era muy claro. Yo quería un macho dominante. No simplemente un macho. Y no me refiero al macho violento si no al macho que disfruta que le den placer. A mi me hubiera gustado que este tipo me agarrara la cabeza, me metiera la pija en la boca y que me cogiera a su placer. Que decidiera por sí mismo cómo usar mi boca, hasta dónde meter su pija, sin importarle si yo me ahogaba o no. Que me hiciera saber que quien debe disfrutar es él, con su actitud y, por qué no, con sus palabras: "te gusta? te gusta cómo te entra mi pija en tu boca? vos querías una pija grande? ahora te la tragas entera". Porque el que tiene que disfrutar es él, el macho. No yo, su puto, su objeto de placer-
Después de un rato me pidió que me acostara boca abajo. Me dio miedo de que me doliera. No quería pasar por el dolor, pero sí querías sentir un macho adentro mío. Y me comenzó a chupar el culo. Fue mi primera vez. Me daba asco pensar en su boca y mi culo. No quería. Tampoco hacía nada para que él dejara de hacerlo. Pero por otro lado me gustaba la sensación que sentía en mi ojete.
Cada tanto me metía un dedo, y yo le pedía que no, porque me dolía.
Quería irme. No quería sentir dolor cuando me la metiera.
Él se daba cuenta de que algo pasaba.
"Qué querés hacer?" me preguntó.
"Seguí", le dije. "Ya está", pensé.
Se puso un forro, me acomodó en cuatro, y me la empezó a meter.
Por Dios! Qué dolor! Qué momento de mierda!
Le pedía que parara a cada rato, que me dolía.
Que la dejara adentro un poco pero que esperara.
Pero el esperaba poco. El sí estaba excitado. Intentaba meterla en todo momento.
"Ya falta poco" me decía. Pero no me importaba. Me dolía mucho.
Él quería coger, quería que no me doliera, pero no sabía cómo hacer. Porque tampoco quería parar.
Una vez que consideró que había entrado lo suficiente me empezó a coger. No puedo decir que lo disfruté porque mentiría.
Todo el tiempo me dolía. Todo el tiempo sentía dolor en el culo. Solamente quería que eyaculara para terminar. No entendía por qué no me iba al carajo.
El estaba muy excitado. Prácticamente no hablaba. Yo sufría.
En un momento le pedí que parara y así lo hizo.
Me puse boca arriba, llevé mis piernas al pecho y pensé: "¿esto es lo que querías?, ahora bancátela".
"Te va a doler así", me dijo.
"Vos dale", le dije. Y me la metió.
Me odié a mi mismo. Qué dolor. Él quería besarme mientras me cogía. Estaba como loco de la calentura.
Yo sólo quería que acabara. Todo el tiempo me repetía a mi mismo "esto es lo que querías? ahí tenés"
Se me hizo eterno. Hasta que acabó. Yo no acabé. Tenía la pija parada. Pero no acabé.
Cómo me hubiera gustado que me hablara. Pero no para saber cómo estaba ni cómo me sentía. Para que me dijera "Sentí mi pija en tu culo, sentí como te la meto toda, como te duele la pija de un macho. Te voy a coger hasta llenarte el culo de leche. Hoy sos mi puto. No te vas a olvidar de este día. El día que te partí el culo"
Pero nada de eso sucedió.
Ahí mismo me levanté y me empecé a cambiar. Me arrepentí. Y todo el tiempo me repetía lo mismo en mi cabeza "vos lo querías, jodete". Tenía el culo dolorido, hinchado. No sabía si me sangraba. El entendió que me quería ir. Y nos fuimos.
Durante dos o tres semanas me sentí un estúpido.
No entendía por qué no había podido disfrutar de un macho, activo, pijudo, petiso, sin olor. Todo lo que me gustaba!
Y es que le faltaba algo. Le faltaba actitud. Actitud de macho. Del macho al que no le importa el otro. Solamente él y su pija. Solamente darse placer a sí mismo y eyacular. Una cuestión de actitud.
Pasadas las semanas, Mario me volvió a llamar. Yo ya me estaba acordando de lo que pasó y me había hecho un par de pajas. Y no comprendía por qué quería volver con él. Por qué me excitaba pensar en ese momento de dolor.
Y es que se mezclaban las ganas de lo que imaginaba que quería que pase, y el dolor que padecí. Y eso es como una marca que queda. Una mezcla de dolor y placer que te hace volver a querer lo mismo. Que te atrapa mentalmente. Yo sabía que me iba a doler si volvía a coger con él. Pensaba que iba a ser diferente, que me iba a llenar la boca de leche, que la segunda vez iba a doler menos. Que él era un macho activo…