Era un día caluroso de primavera, 28 C era algo anormal en el mes de mayo por eso Raquel vestía algo ligero para estar cómoda al manejar. La señora llegó cerca de las 5pm luego de pasar un par de horas en el mecánico. Estacionó frente al garaje porque previamente se había acordado que, en las fechas dadas, tenía que hacerlo de esta forma. Todo estaba claro de que en un espacio de 2 semanas su deseo se iba a cumplir, por supuesto ella tenía que poner de su parte estar presentable y limpia.
Un bochorno le dio la bienvenida a Raquel, el aire acondicionado parece que no estaba funcionado y la casa estaba muy caliente. Al notar esto, la señora fue a ver el termostato y le sorprendió ver que la temperatura dentro de la casa llegaba a 30 grados. Movió los botones del aparato, pero no logró solucionar el problema. Se le paso por la cabeza llamar a Héctor, pero habían acordado estar en silencio, además ya se iban a cumplir las dos semanas y paso por su mente que quizás él ya se había desanimado de estar con ella.
De mala gana tiro la llave sobre la mesa, se quitó los zapatos y tomo las escaleras camino a la primera planta para revisar la caja de fusibles que quedaba arriba del sofá. De rodillas encima del mueble no alcanzaba a ver así que no le quedaba otra que pararse doblando las rodillas para poder revisar cada fusible. Pasaron poco segundos de abrir la pequeña puerta de metal cuando sintió un jalón que la derrumbo al sofá quedando boca abajo. Su corazón estaba a mil por hora, sus piernas pataleaban, pero la persona sentada sobre le impedía zafarse con facilidad. Sus manos fueron sujetas en su espalda, ocasionándole un cierto dolor en las articulaciones. Raquel gritaba maldiciendo al sujeto, y casi en las lágrimas pedía que la soltara.
La adrenalina estaba pasando dejándola al borde del exhausto, de pronto escucho la voz de Héctor puteándola y diciéndole que hoy se la iba a coger. Sus manos fueron amarradas con unas muñequeras suaves atrás de su espalda, Raquel solo podía ver el pie descalzo de captor ya que una mano presionaba su cabeza contra el cojín del asiento limitando su visión. Héctor no solamente la humillaba con las lisuras, pero también le manoseo el culo y la vagina por detrás. Debieron haber pasado 2 minutos casi en silencio mientras sus tobillos eran también restringidos y unidos junto a sus manos con un gancho de metal. Agotada de pelear por su libertad, Raquel se quedó en esa posición nerviosa, sudorosa y sin decir la palabra que terminaría con toda esta situación. Héctor se retiró momentáneamente para luego aparecer posicionando un temporizador que marcaban 5 minutos encima del mueble de la TV.
Los minutos pasaban, el sudor empapaba su vestido de una pieza, la señora no había decido todavía si detener toda acción futura. El timbre del reloj soneñó señalando que los cinco minutos habían pasado, el muchacho acercó a verse cara a cara con su víctima, esta no dijo nada. Sin mostrar ninguna expresión su captor se retiró al baño el cual la puerta quedaba justo frente al sofá donde Raquel estaba tirada. El agua de la ducha se escuchaba por la puerta abierta. A pesar de estar atada, la señora se sintió aliviada de haberse bañado antes de ir al mecánico, pero de nada había servido porque ahora estaba toda sudorosa. Su pelo negro y ondulado le tapa parcialmente su rostro pudiendo ver solo el cuerpo muy bien formado del atacante. Raquel quedó sorprendida de ver desnudo a Hector, él siempre usaba ropa suelta y no se notaba lo bien formado que tenía su cuerpo, en especial su pene que parecía nos ser la gran cosa, pero ella no había visto uno en mucho tiempo. ¿Quizás crecería más?
El gancho que unía las muñecas y los tobillos fue liberado, así como sus ataduras, pero no la de las manos. Raquel se sintió liberada de poder estirar sus piernas otra vez, el alivio le duro poco porque de los pelos fue arrastrada por las escaleras. Sus rodillas eran demolidas entre cada escalón al no poder mantenerse en pie por tener las piernas ahora si dormidas. Entre grito y grito pensó en tirarse al suelo, pero una mano en su culo y tocándole todo la empujaba para arriba.
La castaña llegó al final último escalón donde su cuerpo no dio más y cayó al piso, sin piedad fue arrastrada hasta el pie de la cama donde su vestido rojo con flores azules fue despojado violentamente hasta quedarse en ropa interior. Agotada de luchar contra su voluntad. Raquel quedó tirada en el piso de madera viejo pero refrescante. Un jalón de pelos la despertó del pequeño sueño que pensó había terminado, su sudoroso cuerpo sintió ráfagas de aire frio haciéndola suponer que el aire acondicionado estaba en función. Se sorprendió que sus manos estén libres, pero al rehusarse de quitarse la ropa, fue llevada a la fuerza a la ducha en la cual fue lavada profundamente por una mano grosera que recorrió su cuerpo de forma brusca y penetrante. Solo falto que se comiera el jabón.
Lágrimas querían salir desde sus ojos por haber sido tratada como un animal, a pesar de ser manoseada con el jabón por todo su cuerpo, Raquel mantenía de cubrir sus senos y vagina lo mejor que podía. Ya en cama y con el cuerpo seco, la cincuentona miraba el techo de su cuarto mientras sus piernas y brazos eran sujetados por brazaletes dobles. Cada codo estaba sujetado a la altura de su rodilla, así como sus muñecas a sus tobillos. Sea la posición que tomase sus dos orificios estarían al descubierto.
Héctor le limpió los cabellos del rostro para luego apretarla los cachetes fuertemente con una mano haciendo de su boca un pico que beso delicadamente, pero con burla. La vieja estaba en medio de la cama y vio cómo su captor, ahora totalmente desnudo, se sentaba sobre su pecho para reposar su semi-erecto pene sobre su cara. Raquel nunca había chupado pinga antes, ni siquiera había dados “besitos” a una. Su ex esposo fue una persona que solo tenía sexo en pose misionera así que todo este juego era extraño, por no decir grotesco para ella.
Sus mejillas estaban poniéndose rojas tras recibir cachetazos por no abrir el hocico y recibir verga. Perdió la cuenta en la numero seis, pero no cedió a pesar de gustarle el olor a hombre que hace años no había experimentado. El dolor de los golpes le comenzó a gustar, incluso hacerse la difícil le fascinó. Un grito de “MIERDAAA!!!” Sucumbió los cuatros paredes del dormitorio, dándole la idea que esta vieja si era expresiva y no como Silvia que era callada al tener sexo. Raquel maldijo a su hombre diciendo rayos y centellas porque el dolor de que sentía en sus pezones eras increíbles. Raquel buscaba escapara de las manos de Héctor, pero no pudo y entre lágrimas todavía seguía rehusándose a abrir la boca. Todo cambio cuando sus grandes tetas fueron bofeteadas mientras lo tenía sentado en su vientre con sus bolas en su ombligo. Un intenso dolor invadía su cuerpo que la dejaba agotada, sus tetas se movían como globos de agua cuando son agarrados de la boquilla. Quizás ya no los tenía bien duros, pero era un rasgo que Raquel se sentía orgullosa al verse en el espejo. Curiosamente la vieja sintió como sus pechos estaban poniéndose duros de la golpiza y viendo que sus suplicas que terminaran eran en vano no le quedó otra que abrir la boca. No hubo necesidad de pedirle que saque la lengua porque en las porno que había visto, así la mujer lo hacía para recibir el miembro del negro Mandingo, un nombre que siempre la hacía sonrojar.
Su lengua circulaba los huevos depilados de Hector, su piel era suave, un poco pegajosa y todavía con sabor al jabón de avena con que le gustaba bañarse. Con los ojos cerrados se turnaba en saborear cada testículo, Raquel pensó que iba ser peor tener un pene sobre la boca hasta comenzó a disfrutar la chupada que estaba dando. Un fuerte golpe en la nariz y frente le hizo abrir los ojos sorprendiéndose de ver tal pedazo de carne entre sus ojos. Era casi del tamaño de los consoladores que vio en una tienda para adultos que visito en momentos de soledad, pero era más gordo el de su joven captor y duro como una roca. Cerro momentáneamente los ojos para seguir lamiendo, un “Abre los ojos perra” acompañada con una leve cachetada la hizo volver a la realidad. Para poder mantener el peso de su joven amante, Raquel tenía que tener bien abiertas las piernas haciendo sentir un rico aire por sus ambos orificios.
Nerviosamente abrió la boca y saco la lengua, era el momento de la verdad. Por primera vez iba a mamar y la expectativa de saber que sabor tendría era excitante, aterrador y pecaminoso de acuerdo a su madre. Héctor todavía mantenía su prepucio intacto, al entrar a su boca le causo cierto asco por la textura que sintió. Las correas que ataban sus extremidades hacían difícil posicionar el dominante pene de Héctor sobre el rostro de su víctima así que fueron reposicionadas sujetando separadamente ambos tobillos y muñecas de la víctima.
Una breve y leve mordida de labio se observó en el rostro de Héctor, por fin era de destrozarle la cara a la vieja que lo rechazo años atrás. Ya no era la de cuerpo delgado y tetas duras pero esa cara de mejillas infladas, de nariz ancha, tez blanca y cabello castaño y ondulado eran irresistibles de no abusar. Introdujo ambas manos entre los cabellos ondulados de Raquel para que no se escape, mientras esta veía como su glande salía de su escondite con dirección a su boca. “HOY CHUPAS” dijo Héctor introduciendo lentamente su miembro en la boca de dientes perfectos.
Raquel solo atinaba a chupar verga como si fuera un chupetín de caramelo, al comienzo el sabor le fue extraño incluso repugnante pero poco a poco comprendió el origen del olor a hombre. Por momentos recibió una cachetada por no saber cómo “ocultar” sus dientes al momento de mamar. Aparte de apretar los labios y mover la cabeza arriba y abajo, ella no sabía más que hacer, sus manos estaban restringidas así que no podía repetir las acciones que vio en algunas películas porno. Aburrido de estar en esas, su captor le ordenó abrir bien la boca y sacar la lengua mientras sujetaba sus manos atadas contra el colchón de la cama. Escalofríos invadieron su cuerpo por lo que pudiera pasar después.
Las rodillas de Hector estaban sobre sus hombros, el juego se había acabado y era hora de averiguar si todavía Raquel le parecía la violación una cosa fácil de olvidar. Raquel descubrió que tenía un reflejo nauseoso muy fino, estuvo muchas veces a punto de vomitar. Se ahogaba en cada metida y sacada produciendo mucha baba y moco que chorreaba fuera de su boca. Su cara fue violentada en cada empuje, Raquel sufría mucho con las metidas profundas, sentía que se ahoga con su propio vomito que parecía venir inevitablemente. Los colores del poco maquillaje que usaba se estaba diluyendo por todo su rostro, su delineador la hacía lucir como una bruja de grandes ojeras. Sin piedad su boca era estirada al máximo para recibir el grueso pene de su amante, comenzó a llorar de la impotencia de no poder escapar. Cachetadas venian e iban por levantar su vientre tratando de huir del abuso, pero siempre estaba dispuesta abrir la boca cuando tenía la verga enfrente suyo. La señora estaba irreconocible completamente cubierta de su blanca saliva.
No había escape, la verga siguió embistiendo dándole solo algunas pausas cuando ella se quedaba sin aire. Agotada, sin aliento, Raquel solo atinaba a botar la baba acumulada por momentos como si fuera un riachuelo amarillento. La visión ya la había perdido, su único reflejo era abrir la boca y recibir golpe que su joven le daba con su verga, humillándola con cada ‘swing” sobre su rostro. Todo terminó cuando a la fuerza Hector introdujo sus dos testículos en su boca, Raquel no sabía cuánto tiempo había pasado, no podía hablar y solo tosía para poder liberarse de todo lo pegajoso que inundaba su garganta. Su amante no había eyaculado todavía.
Agotada se sorprendió de que sus brazos y piernas fueron puestas en la posición inicial, donde su vagina y ano quedaban expuestos y abiertos para fácilmente ser penetrada. Hector no limpio el rostro de Raquel como lo hizo con Silvia la primera vez que la trato así, Raquel estaba perdida en su cansancio y en un mundo de casi silencio porque sus oídios llenos de fluido no la dejaban escuchar. Héctor se movía con rapidez dentro de la habitación para preparar la siguiente fase del abuso. Raquel fue arrastrada encima de la misma cama para tomar una posición lateral y así verla completamente por la puerta de la habitación. Sin todavía ver bien ni menos escuchar, su vagina ya estaba húmeda por adivinar lo que se venía.
Estaba apretada y arrecha por no haber tenido sexo en casi 20 años, se había masturbado estimulando su clítoris, pero nunca se había metido algo. “MI MADRE” dijo cuando el joven ya estaba dentro de ella por primera vez, sus gritos eran como de una mula que fácilmente se escuchaban en toda la casa. La cama saltaba en cada embestida que la desgarraba por dentro. Lisuras salían de la boca de la señora jamás escuchadas por nadie, ni de su propia hija cuando la resondraba. Héctor no era un toro, pero estaba bombeando a la vieja duramente concentrándose que toda su verga entre hasta el fondo en cada empuje. La excitación de Hector no venía por la sensación en su pene al cogerse a la vieja sino por la cólera que le tenía por haberlo rechazado en el pasado, quería humillarla, dominarla y que se convierta en otro objeto sexual.
Raquel recibió cada empuje como podía, se había convertido en un animal al expresar su excitación haciendo ruidos profundos como si la estuviesen torturando. Su vagina se llenaba de blanco expresando así también sus orgasmos venían uno tras otro. El cerrar de una puerta se había escuchado hace unos minutos, pero la madre no lo había notado. Hector sí. Era su tercer orgasmo el que le produzco temblar de placer y ponerse de costado para descansar unos segundos hasta que pase el temblor. No paso mucho tiempo que ambos retomaran la acción, esta vez el ritmo aumento y el nombre de “HECTOR!!!” retumbaba las paredes de la casa.
Parada bajo marco de la puerta estaba Karla, ella había sido testigo por 5 minutos del concierto que su mamá había dado. No se atrevió a mirar al dormitorio hasta que escucho el nombre de Hector y ver cómo era follada de forma brusca. Estaba en shock de ver a su mamá amarrada como una perra y gimiendo de placer. Karla siempre pensó que su mama sentía algo por él, incluso Karla también porque Héctor estuvo presente cuando ella crecía y le causaba curiosidad que siempre tenga una apariencia juvenil. El rostro de su mami estaba sellado de una capa semis trasparente, la hija no podía creer que esa persona era la madre. La que le prohibía salir con amigos durante su adolescencia y que siempre ponía como mal ejemplo a una amiga de su infancia que paraba en fiestas y con novios nuevos a cada rato.
Las piernas de la chiquilla de 20 años se torcieron cuando Héctor voltio a mirarla sin cambiar el ritmo de la penetración. El la había escuchado llegar y su excitación era que Karla vea su madre ser follada. Héctor no le quitaba la mirada mientras rebotaba en la vagina de Raquel, sus huevos hacían sonidos como cachetadas contra la entrepierna de la vieja. Karla quiso salir corriendo, pero no sacaba la mirada de los ojos del amante de su mama. Sus propias hormonas y curiosidad la traicionaban admirando el cuerpo atlético de Héctor que le llevaba casi 20 años de diferencia. Le pareció irónico que en ese cuarto habían 3 diferentes generaciones, 19 años aparte entre cada una, que secretamente se deseaban entre sí.
Las tetas de la madre de desplazaban con cada mete y saca, mientras ella gemía ferozmente como una foca provocando una sonrisa malvada en Héctor. El grito de “OH HECTOR” la dejaba sin aliento entre cada jadeo, su amante la tenía agarrada por los senos apachurrándolos y torciéndolos de forma brusca. Una almohada fue puesta encima de la cara de Raquel, humillándola más y haciendo realidad el dicho entre adolescentes que: “A esa fea uno se la coge tapándole la cara con la almohada”. Héctor estaba por venirse, Raquel comenzó a temblar y Karla incrustaba sus uñas en el marco de la puerta en la cual estaba apoyada evitando desmayarse.
La vieja tuvo su cuarto orgasmo tembloroso el cual Héctor aprovecho para ponerla de costado mirando hacia Karla para cucharearla. La muchachita observo como el rostro de su correcta madre se sacudía con cada arremetida, Héctor comenzó a gemir indicando que pronto se vendría, pero trababa de no desaprovechar oportunidad para humillar a su vieja amante. Raquel chupaba los dedos de su mano izquierda como una loca durante la parte final, la mano trataba de entrar los mas profundo en su boca originando otra vez la secreción nasal y lagrimal. Ambos estaban ya agotados y no tardaron en venirse.
Semen escurría desde la chucha peluda de Raquel mientras Héctor recuperaba aliento escondido en los cabellos ondulados de esta. Al levantar la mirada, la muchacha ya no estaba en la puerta, cosa que no importó porque el trabajo estaba hecho. Con el miembro todavía semi-erecto, fue a preparar la tina para bañarse. En el sótano Karla escuchó el llanto de su mama que a poco tiempo se convirtió en carcajadas. Al principio la mamá sintió que había cometido uno de los peores errores de su vida al tener sexo con Héctor, pero el sentirse mujer otra vez después de mucho tiempo fue más fuerte que su consciencia.
Las carcajadas no eran de felicidad sino de revancha contra su ex, contra el tiempo perdido y sus propias inhibiciones. Héctor la trató malísimo, más de lo que ella se había imaginado, pero la ansiedad aumento cuando camino a la tina su amante le susurro que esto solo era el comienzo.
Karla se acercó tímidamente y a escondidas mientras los amantes estaban dentro del agua y vio como gentilmente su madre era enjabonada por Héctor. Alcanzó a escuchar a Héctor prometer que la próxima le iba ir “mejor” o quizás “peor”, el cual causo una sonrisa en la cara de su madre. Volteando hacia la dirección de Karla, Héctor le dijo en voz alta que le iba avisar para la próxima cita.